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Arte en la periferia

ALEIDA TABARES MONTES


Llegar al barrio Isla del Sol, a una pequeña sala de Teatro insólita, en las laderas del río Tunjuelito, en Bogotá D.C. inmersa en una población palpitante, alegre, de pequeños comercios, y fabricantes de zapatos.  Una invasión en su momento, con sus casas desiguales, caminos polvorientos, calles estrechas y maltrechas. Estar atenta a  los signos que la vida me direccionaba, bordear el  parque Timiza, disfrutar su fragante aroma de eucaliptus, hacer largas caminatas desde Kennedy, donde vivía, para llegar a la Fundación El Contrabajo, cuyos fundadores, Héctor Escamilla y Gisela Lozano,  me acogían con afecto y solidaridad.


Estoy at portas del estreno de mi primera obra, donde me arrogo el derecho a escribir y actuar. Androginias y otros desastres menores, es agosto de 1999. Y este escenario en los extramuros de la ciudad, alienta en mi  la  necesidad de sacar provecho de mis circunstancias, hacer de ellas un material para pertenecer a algo, expresarme y  transformar mi vida.


Tomo distancia. Ha pasado un cuarto de siglo. Desde ese lugar que exhorta  a una comunidad a vivir el acontecimiento artístico. “Tu sabes que la idea de creación (poiesis), es algo múltiple, pues en realidad toda causa que haga pasar cualquier cosa del no ser al ser es creación, de suerte que también los trabajos realizados en todas las artes son creaciones y los artífices de estas son todos creadores (poietai)”, palabras de la sapiencial y profética Diotima de Mantinea, en su deslumbrante diálogo con Sócrates, (El Banquete de Platón).


Quiero resaltar ese público infantil memorable, quienes atónitos ante el suceso teatral que se les revela cada semana por tres décadas ininterrumpidas, cual cinema paradiso; esta agrupación ha visto surgir artistas de todas las expresiones: cantantes, actrices, actores, fotógrafos, cineastas, y crece la audiencia. Porque en ese lugar durante 30 años ha llegado el arte, con su gran poder de emancipación.


Nuestro “Laboratorio Teatral la Metáfora”, año tras año, acude a la cita, con la Fundación el Contrabajo, también en la sede del barrio la Despensa en Soacha. Nuestras obras, herméticas, para algunos, llegan a este público intergeneracional, suscitando una trama de exaltaciones y conexiones explicables desde como el arte actoral genera un desbordamiento de capas inconscientes cuando diseccionamos y desnudamos el alma, a través de las emociones.  “Y benditos sean aquellos – dice Hamlet- cuya sangre y cuyo juicio se mezclan tan curiosamente que no son una flauta en la que el dedo de la fortuna hace sonar el agujero que le place”.


La pasión por este oficio, nos lleva muchas veces a deslindarnos de la comodidad, es así como en medio de las asechanzas en el camino, que emana de un sector de la ciudad que acoge al país, y sus conflictualidades; comediantes y saltimbanquis  hemos estado presentes, con esa “pretensión escandalosa de espíritus que se niegan a no vivir más que un destino y se precipitan en todas las intemperancias”, como lo expresa Albert Camus.


Ir a periferia, nos ha enseñado que es allí, donde se forman públicos, colocando en cuestión todo ese avasallamiento que las industrias culturales han hecho en la vida cotidiana. Apostarle al acto artístico como un suceso, al cual todos y todas tenemos el derecho de acceder. Larga vida a la Fundación el Contrabajo.


Escribe: ALEIDA TABARES MONTES*














*Actriz. Directora del Laboratorio Teatral la Metáfora.



 
 
 

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