ENTRE ESPEJOS
por YANINA CERIANI (ARGENTINA)
Me oculto
En los otoños
Para verte
Entre espejos
Fragmentos
Yacen a mi lado
En la ventana
Caídos
Rotos
Agrietados
Como mis labios
Y así
Sin más
Me escabullo
Para verte
En aquel reflejo
Del fragmento
Te espío
Te vigilo
Y tú
Ahí
Que no sabes
De mi existir
¡Cuánta ausencia!
¡Qué vacío!
Eres ciego
¿No me ves?
Eres sordo
¿No me oyes?
Y yo acá
En otoño
Te espero
Como la musa
Al maestro
Desnuda
Despojada
Y tú ahí
Sin saber
De mi existir
¡MI DECRETO!
por JHON JAIRO SALINAS
Artículo 1°
Que la madre tierra no llore por los pájaritos sin nido,
que no le corten sus raíces, sus pies que la sostienen.
Sus germinaciones son labios de cántaro,
su sangre es el agua que nutre la humildad.
Oh, mi tierra, aroma de fruta jugosa,
decrétase tu aroma infinito en toda la patria.
Eres también olor a maíz, a selva y susurro de montaña.
Artículo 2°
Queda decretado que en todos los ríos y mares fluya la vida,
que en los bosques y montañas fluya el oxígeno,
que las plantas crezcan en tierra sagrada.
Artículo 3°
Queda decretada la libertad,
ella vuela como el Ave Fénix,
entrará libremente en la tarde vestida de luz.
Artículo 4°
Queda decretado que la humanidad no dude de la humanidad,
que la mujer confíe en el hombre y el hombre en la mujer,
como el niño confía en el niño, el ave en el viento y el árbol en la raíz.
Parágrafo único
Que la madre naturaleza sea sujeto de derechos,
que el pan esté servido para el hambriento y el vestido para el harapiento.
Artículo 5°
Queda decretado que la humanidad esté libre de la tiranía,
del "yugo de la mentira",
que la verdad esté libre de mordazas,
que los gobernantes se sienten en la mesa con mirada limpia y diáfana.
Artículo 6°
Queda establecido, por los siglos de los siglos,
que ningún corrupto entrará en el reino de los cielos.
Artículo 7°
Por decreto irrevocable quedan prohibidas las armas como instrumentos de muerte,
prevalecerá la vida como "bandera generosa enarbolada en el alma del pueblo".
Artículo 8°
Quedan decretados los besos, los abrazos, la libertad sexual,
amaos los unos a los otros.
Artículo 9°
Queda permitida la siembra en los huertos sagrados,
bendiciendo las manos del campesino olvidado.
Artículo 10°
Queda declarada la Paz con Justicia Social en el reino del Estado.
Artículo 11°
Queda decretado que el cuerpo de la mujer es sagrado,
no puede ser profanado,
no se permitirá que ningún niño escurra lágrimas de dolor.
Artículo 12°
Decrétense asambleas de fiesta infantil,
donde todos sean bienvenidos,
sin distinción de talla, peso o apariencia,
donde la diversidad sea celebrada.
Artículo 13°
Decrétase el derecho a la ternura,
que las caricias dormidas despierten,
que los besos vuelen en libertad,
y el amor sea la guía.
Artículo 14°
Que la selva ya no esté en silencio,
que el arrullo de sus ríos sea escuchado,
donde indígenas y mulatos eleven sus sueños,
y sus cantos lleguen a los picachos de las nubes.
Artículo 15
¡Que las abejas regresen al panal!
Que besen las flores como símbolo de lucha,
de la lucha proletaria que busca la justicia,
y la igualdad para todos.
Artículo 16°
Queda decretada la alegría, la libertad,
los sueños y la esperanza,
que la felicidad vuelva a los campos,
y la paz sea la guía.
Amemos la libertad y abracemos,
al niño huérfano y solo,
juntamos las manos para derogar,
todas las guerras y odios.
SE ROBARON LA NOCHE
por FELIX DOMINGO CABEZAS PRADO
Robáronse la noche
Las tinieblas palpitan en lo alto
Un teléfono suena en la clandestinidad
El temor de la fronda
Por verse avasallada
Circula en pos de defender el hálito de vida
Que le queda a esa luz que agoniza
En el vórtice de la vorágine
Se robaron la noche
Y sin ella
El universo se quedó sin su piel.
AÑO NUEVO EN YULE
por IBÁN DE JESÚS ALARCÓN MARÍN
He pasado un ciclo con el corazón dividido
Con los pulmones (a)sintomáticos
Con la conjuntivitis aguda
Evadiendo punto y coma
Con el páncreas imposibilitado
Con las vísceras atareadas
Con los pies danzantes
Con las ganas frustradas
Con la tiroides y su constante
Pepa de la levotiroxina
Con ganas de morir cuando me aclama la insistente vida
Con el cabello corto que denota
La fuerza que me debilita
Con la palidez por jornadas extenuantes
Pensando como puedo ser útil como antes
Sin el temor de morir por Covid
Perseguido o bala de esquina
Con el tapa bocas y su asfixia
Cuando en realidad es una neumonía
Sin el paraguas para parar la lluvia ácida
Que nos arrojan desde arriba
Diezmando está humanidad que se a portado nociva
Con la delgadez para desaparecer
De esta realidad tan inconforme surrealista
A puertas de el ciclo maya apocalíptico místico que calla
Con el espíritu fortalecido
Con los huesos calcinados
Con la razón en las memorias
Con las palabras escritas
Con caminos ya recorridos en cicla
Con mi ausencia en este estado de irá
Escribiendo mis evidencias Trazo tras trazo con pésima ortografía
Mis pensamientos íntimos que a ratos riman
Que para otros en su reparo son anomalías
Al diablo tu caligrafía
Al diablo academias
Al diablo la Rúe la fama la gloria y las vitaminas
Me retiro con la tranquilidad la sabiduría
Sin pedir permiso sin acudir a citas
Abortando signos y mayúsculas
Sin el cansancio de llegar donde no me necesitan
Sin palabras demás sin la verdad que culpa por mi maldita lira
Con el tormento de la poesía
Sólo para mí pues tu indiferencia
Me ha vuelto egoísta
Y pienso con satisfacción ya no más hasta acá mi vida
sin respirar el oxígeno mal logrado de la pandemia que te contamina
Sin las manos juntas en plegaria
Sin el arrepentimiento de ir siendo
La voz de una humanidad perdida
Y simplemente darme por vencido
Como lo hacen los suicidas.
LA NUEVA ERA
por: ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
Este año
-y por un motivo que desconozco-,
en el Cielo cambiaron de una sola,
el orden del verano
y del invierno.
El solsticio ha quedado confundido.
El león, el arrendajo,
la cebra, el cocodrilo
y el escarabajo,
decidieron mirar nuevamente
el firmamento.
Se caerán
Las hojas verdes
en otoño;el verano
dará un forraje insaboro
de hojas secas
¿qué traerá la primavera?
y ¿qué dirán en el Universo
cuando no llegue
a los confines
el canto de los pajaritos?
Pido perdón
a las hormigas, al camaleón,
a la garza,
a la mantis religiosa,
al delfín, al oso polar
y a la ballena.
¿A quién se le ocurrió
tal exabrupto?
Quisiera protestar
llorar y gritar,
pero es muy tarde:
Ya lo hemos hecho.
CLANDESTINO
por EMMANUEL ATHEMAY STERLING ACOSTA
I
Tengo la llave de mi silencio
En la mano dulce del sol
Que alumbra mis decires
A quien descubrir me quiere
II
Así le dije a esta neblina
Que pasa sonriendo
Cuando me envuelve
Amorosa viendo el arrebol
III
Estoy ahí sin estar
Acompañando relámpagos
De marchares victoriosos
Con la llave que me presta el sol
POESÍA
por EMMA MARULANDA
Ayer pasó el pasado lentamente
con su vacilación definitiva
sabiéndote infeliz y a la deriva
con tus dudas selladas en la frente
ayer pasó el pasado por el puente
y se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente
ayer pasó el pasado con su historia
y su deshilachada incertidumbre
con su huella de espanto y de reproche
fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoria
y dejándote a solas con la noche.
LO QUE NO ESPERAS
por MARCOS FIERO
Un día sabrás lo que se siente,
sentirás lo que más duele,
te dolera lo que no esperas,
esperarás lo que no llega,
tu llegarás y no habrá nada,
y de la nada haras tu herida,
y te herira lo que ignorabas,
y no sabrás ignorar lo que te aqueja,
y entre tus quejas ya no podrás soportar lo que te mata,
te matarán en vida tus mentiras,
y no podrás mentir a quien te vea,
dirán tus ojos todo lo que sufres,
y sufrirás sin paz lo que temias,
lo mismo que temí cuando jugabas,
y jugará la vida a derribarte,
cómo tú derribaste mi fe ciega en ti cuando te amaba.
Un día pagarás lo que me hiciste,
y yo te miraré y te tendré lastima
y tú me miraras y tendrás pena,
cuando ya no me inspires nada nada.
MI GRANDIOSO CONSEJERO
por ANDREA GABRIELA NIKODEM, "GARDENIA" (ARGENTINA)
Peleando como Quijote
contra molinos de viento,
he perdido "casi un año"
¡en aras de sueños muertos!
Me negué a la realidad
refugiándome en mi anhelo.
¡Tan inmensa fue mi carga
que sentí morir por dentro!
Fue el poder de la oración
el que me fue sosteniendo
Padre amado ¡No merezco
tu Sobrepujante Aliento!
¡Me has dado todo en la vida:
Amor, bondad, paz, confianza,
fe, sabiduría, esperanza,
y todo en cuanto creo!
Hijos, amigos, hermanos,
ropas, casa y alimento!
Anhelante te he buscado
como buscan los chimuelos
y me he sentido en tus brazos
en tiempo de abatimiento!
Cómo no creer en Tí
mi Grandioso Consejero
¡si has cargado con mis culpas
el lomo de Tu Cordero!
Ven, recoge mis vestigios
y escudríñame por dentro
y susúrrame al oído
¿cuál ha de ser mi sendero?
Y no permitas que nunca
decida sin Tu consejo!
Llévame por el camino
que tejiste con tus Dedos
Mi vida pongo en Tus Manos
y la memoria de mis muertos
Hoy he buscado en Tus Cartas:
vehemente Tu criterio,
¡Gracias te doy Padre Santo
por abrirme el firmamento!
¡Ahora sí volví a la vida
ansiosa de un vuelo nuevo!
ÁNGELES SUDOROSOS DEL OLVIDO
por ONÉSIMO VÁSQUEZ POSADA
Tu y yo estamos condenados como la lluvia
a reencontrarnos bajo cielos moribundos;
en esquinas signadas por la angustia,
sitiados cual fantasmas alucinados de la noche.
Por la ventana sin cortinas
salta el verano hacia el abismo,
se desnuda en riachuelos de lujuria,
es plenitud de éxtasis en su vuelo.
Sobre las calles empapadas de sangre,
gritan a pleno pulmón los abandonados;
bodegón imposible de carne marchita;
complicidad de la tarde con los espectros que huyen.
Nosotros ignoramos el mundo; aturdidos,
embriagados en la droga de piel de los amantes.
La palabra cae sobre mi rostro con su acento efímero,
me desnudo… (aparece mi ser; el niño estremecido)
pero es otra máscara la que vuela; transmuto,
escapo en discursos que fustigan con su látigo breve.
Un hotel barato ampara nuestra cópula,
nos penetramos como fieras anudadas;
ángeles sudorosos del olvido;
delirantes;
condenados a un paraíso en ruinas.
DÍAS DE BALCANES
por LUCILA VELÁSQUEZ (VENEZUELA)
Yo venía de muy lejos
eran días de balcanes
cuando la nieve y una estrella
cayeron en mis manos
por primera vez
hundiéndose en un dedo la memoria
cambiándose el sentido común del horizonte
el pulso en mi reloj
desde entonces escucho
sutiles cuentos de pinos
con un olor
a antiguos amantes
y cabañas
aprendí a talar las horas
como robles distancias
y en un eco
encontré una palabra perdida
la tomé para mí
era decir mañana
es aquí estoy
en el Parque de la Libertad
susurran nieves cazadoras
que atrapan la extraña forma de mi voz
no me conocen todavía
pero no he llegado tarde dicen
voy con el tiempo
pisando hojas de memorias eslavas
reunidos todos los cruces de caminos
que hay en mí
devueltas a mirarme lejos
las últimas luces de aquel país
en la Avenida Lenin me perdí
me hallaron varios rostros conocidos
de la Plaza Bolívar
me dijeron adiós como quien ve soñar
tomé la mano a una niña de Plovdiv
y ella me dio una carta
de aguas del Mar Caribe
cuando los ríos de las costas caen en él
que alegría
por fin saber de un por la mar de perlas
de rostros de oro negro
de selvas ramazones y veranos
como estas cosas que ahora me rodean
con un largo muro bizantino
donde tender los pensamientos
mi nueva vida nocturna
subiendo a los Balcanes
bajando por vestigios de la Piedra del Medio
con un ruido de adentro
de acentos como el llano
viendo correr mis pies
la nieve juega entre ellos
hace casas en mi corazón
con ladrillos de Varna
y techos de Maracaibo bañados por el mismo sol
cuando ser humanos
es una sola palabra entre los hombres
entre labios de pueblos
guardado el secreto de la vida
como viejos amigos
así como ahora estoy
con eslavos que ya me llaman Olga
macedonios escintios tracios serbios
búlgaros de Kulata
griegos de Promathón
habiéndoles de ustedes y aquel río
de las aguas que he abierto
Tuy
Orinoco
Arauca
quería decir lo mismo
aquello que de pronto nos une todavía
cuando la Mesa de Guanipa
se tiende a sol amante con el viento
del este de la arena
a unas aguas del sur
y alguien la escucha
a veces
en aquellos manglares de Apurito
con mi nombre a secas
con mi cuerpo a rastras
con mi olvido turbio
lleno de fríos bajo cero
y una lengua ya extraña
que calienta en mi voz
más arriba que el odio
o ilesa
echada al suelo mi alegría
más abajo
que toda la carga de conciencia
con que una vez me dispararon
a esa sien tan oculta de soñar
se vieron
los ojos dieron quehacer
a tantos -paisajes fugaces
a cuantas maneras distintas
de estrecharse la vida
y la voz
el pulso como el andén lleno de gentes
la única palabra posible
la traducía el viento
era ininteligible
*Lucila Velásquez, seudónimo literario de Olga Lucila Carmona Borjas, poeta, ensayista, periodista, crítica de arte y diplomática de profesión, nace en San Fernando de Apure, Estado Apure, Venezuela, el 24 de marzo de 1928, y fallece en Caracas, el 28 de septiembre de 2009.
Realiza sus estudios de secundaria en la ciudad de Maracay, Estado Aragua. Posteriormente cursa periodismo, y el 28 de julio de 1949, obtiene su título en la primera promoción de Periodistas titulares, de la Universidad Central de Venezuela, con el nombre “Leoncio Martínez” en homenaje al gran periodista, escritor y caricaturista, creador del semanario Fantoche.
Es frecuente verla ataviada con elegantes ropas y el adorno de sombreros europeos, trabajando en la redacción y en las páginas del Papel Literario del periódico El Nacional durante los años de la disidencia contra Pérez Jiménez, con seudónimos como Chela, Luminaria, Diana II y Estrella; en el Universal, y en las revistas El Farol, Nosotros e Imagen; en la Revista Nacional de Cultura, Cuadernos Americanos (México), Revista Shell y en Cultura Universitaria.
Autora laureada en el concurso, de la letra del Himno de la Universidad de Oriente (UDO)
Se cuenta entre los fundadores del Círculo de Escritores de Venezuela.
Mujer de intenso activismo político y ferviente luchadora contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por lo que se ve obligada a vivir en el exilio en México, Panamá y Costa Rica.
Creadora al lado del Maestro Alirio Rodríguez, de la Galería de Arte Nacional.
En su gestión cultural se logra la creación del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), el 30 de julio de 1974, mediante acuerdo emitido por la poetisa Lucila Velásquez, para entonces Presidenta del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes.
Consejera Cultural en la Embajada de Venezuela en México en 1958 y en Panamá, Primera Secretaria de la Embajada de Venezuela en Brasil, Asistente de Relaciones Públicas del INCIBA en 1964, Asesora de Publicaciones de la Cámara de Diputados, Jefe del Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Simón Bolívar en Caracas (1970-1974), Embajadora de Venezuela en Uruguay, Bulgaria, Grecia y Rumania. Pertenece a la Asociación de Escritores Venezolanos y a la Asociación Venezolana de Periodistas.
Ella y toda su familia sufrieron los rigores de la persecución política del dictador Marcos Pérez Jiménez
Después del retraso que conllevó la tiranía gomecista en Venezuela, se inicia un movimiento de escritores en transición que se verá detenido nuevamente, por la dictadura militar y nacionalista de Pérez Jiménez, que de nuevo estancará el país culturalmente hasta su derrocamiento en 1958.
Los inicios de Lucila Velásquez, se vinculan al grupo conocido como Contrapunto, en la década de los cuarenta, y según opinión de Juan Liscano, en una reacción antiviernista e hispanizante lanzada a reimplantar con atenta mesura, los clásicos de la poesía castellana. Este numeroso grupo de escritores, solamente registra una voz femenina, la de Lucila Velásquez, integrante de la llamada Generación del 48, fuertemente atenida en esa época, a las formas clásicas tradicionales del soneto perfecto en endecasílabos, herencia española en estas tierras venezolanas.
Su poesía exalta tanto la llamada del espíritu del amor como el clamor de su tierra bajo una dictadura, o los misterios de la cienciapoesía.
Toda su obra poética de diecinueve títulos, dan fe de su vocación poética y puede agruparse en tres grandes etapas, la primera abarca los primeros cinco libros:
Color de tu recuerdo (1949), Amada Tierra (1951) Premio Municipal de Poesía ese año, Los cantos vivos (1955), Poesía resiste (1955). En un pequeño cielo (1960)
En una segunda etapa: Selección Poética Nº 90 (1962), A la altura del aroma (1963), Tarde o Temprano (1964), honrado con un Accésit al Premio Nacional de Literatura de ese año, Indagación del día (1969), finalista en el Premio Hispanoamericano de la Poesía “León de Greiff”, en Bogotá; Claros Enigmas (1972), Acantilada en el tiempo (1982), premio Mateo Manaure, Arte y Conciencia
Estos dos primeros grupos encierran todo un ciclo poético coherente que conforma una de las obras más vigorosas y distinguidas de la poesía hispanoamericana.
La tercera etapa se inicia el año 1989, con cambios radicales en su quehacer poético, con la incorporación del universo cuántico, en su lucha poética contra la carrera armamentista y atómica, contra las diversas formas con las que el hombre destruye al planeta y a sí mismo, a partir de El Árbol de Chernobyl (1989), al que se suceden, Algo que trasparece (1991), La rosa cuántica (1992), El tiempo irreversible (1995), La singularidad endecasílaba (1995), La próxima textura (1997), Cincuenta años de creatividad de la palabra. Poesía (1999) y Se hace la luz (2004) todos los de esta última etapa pertenecientes a la posmodernidad.
Su obra ha sido traducida a varios idiomas, griego, alemán, italiano e inglés, y publicada en importantes sellos editoriales. Recientemente se traduce en España, una Antología Poética al griego a cargo de Ediciones del Orto
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MAESTROS DE LAS VOCES
por MC- TIAN (feat Bless Kdemente - Lord Mc - Liocse - Sadem - Kabster Scratching)
DE LO QUE SOY
por ANDRÉS GALEANO
POESÍA UNDERGROUND BETSY BETSY,
EL DUELO, YO SIENTRO, MUSIC POE
por ALEXÁNDER VÉLEZ GONZÁLEZ
OTRA VEZ TU BOCA
por HELENA RESTREPO
BRUJERÍA
por FULANA DÚO
CUENTOS, ENSAYOS,
RELATOS CORTOS Y PROSA POÉTICA
MIBONACHI DE LA PEDANTERÍA
por CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE (1956 - 2024)
-Alpher: Macron lo necesita, Macron lo necesita, Macron lo necesita.
El grito de Deyanira reverberó en Idartes buscando al Director. Iba cargado con emociones opuestas: gran alegría y enorme preocupación. Los hermosos ojos negros de la secretaria también lo buscaron. No hubo en el edificio ningún movimiento que lo revelara. La lucha interna la impulsó a llamar a José Mario. José Mario Gómez Jaramillo, así le gustaba que lo llamaran.
-José Mario Gómez Jaramillo: ¿puede ayudarme a buscar al Director?
-Já, ¿buscar un hombre en una ciudad de nueve millones? Eso es semejante a buscar una aguja en un pajar. ¿No sería mucho más fácil echarle una llamada al celular?
-No me crea tarada, ya lo hice, registra: sin señal.
– ¿Qué, José Mario Gómez Jaramillo se le quemó pólvora? ¿O ya no es el paisa verraco, echao palante?
A Deyanira le molestaba esa pedantería que la ponía al límite.
-Definitivamente usted sólo es tilín, tilín, y nada de paletas. Escúcheme bien, esto es una orden, cúmplala, busque al Director. Cuéntele: “llamó Emanuelle Macron y llamará en una hora nuevamente”. El joven adquirió una actitud propositiva ante la enérgica demanda.
-Claro que sí Deyi, lo buscaré en sus lugares predilectos.
-Deyanira Bueno Torres para usted, para que seamos bien equitativos.*
*Mibonachi: una técnica lúdica de escritura creactiva creada por Mí (pero no te lo creas todo, nada nuevo hay bajo la luz del sol) a partir de la apropiación y reelaboración del concepto del matemático italiano Fibonacci. El presente ejemplo está construido en clave de 10 palabras por oración y un total de 210 palabras.
AQUELLA PRIMAVERA MEDIEVAL
por CARLOS ALBERTO RICCHETTI
Durante aquellos tiempos inolvidables, los hombres vivíamos en una sociedad perfecta, fríamente apartada de las actuales contradicciones. Bajo la sagrada égida de Dios como amo de todo lo Creado, existía un compromiso mutuo entre señores y siervos; a su vez, de éstos con el soberano, para alcanzar la unidad o arriesgar la vida en feroces batallas.
El rey, de quien era hijo y heredero a la corona, constituía la encarnación del poder temporal dentro de los límites del pequeño reino de Arlengrüber. El Papa había firmado la bula para que al momento de asumir el trono, la Santa Madre Iglesia también lo nombrara su defensor, primer amigo y consejero espiritual.
Llegué al mundo dos años después, en novecientos cincuenta y cuatro. A pesar de la temprana muerte de mi madre, tenía numerosas razones para ser dichoso. Educarme en el arte de la caballería fue arduo y sentía el tardío galardón de la providencia. Llevaba grabado a fuego el deber de proteger a las mujeres, los niños e impartir justicia, como la norma a seguir en los días venideros hasta la muerte.
Por iniciativa del Real Consejo de Nobles, una vez ordenado, partí hacía la búsqueda de hazañas y enormes monstruos para obtener prestigio, fortalecer el carácter en las noches solitarias lejos del hogar, de la calidez de los amigos. Mientras iba alejándome, evocaba las palabras de despedida del rey, flirteando la temprana opacidad de las antorchas del castillo:
“…No olvidéis que los preceptos cristianos, además del testimonio vivo del Altísimo, son el eje del control sobre los súbditos, a cuya cabeza se sitúa la gente de bien. Es decir, tu padre, el monarca, los nobles, altos obispos y demás insignes potentados que contribuyen a la prosperidad del reino. La nobleza es una condición heredada de lo divino, más allá de la redención a la cual aspira el resto de los mortales...”.
“…Vuestros actos estarán justificados plenamente por los fines que persigáis, entre ellos, la preservación de la ley y el orden vigente, el fortalecimiento de la comarca, su defensa y cualquier guerra de conquista que emprendáis. Los pobres, los vasallos, la suma de todos los libres, sólo sirven a dicha causa, por cuanto deben responderos de forma incondicional...”.
“…Si encontráis bárbaros que viven ajenos a creencias y costumbres buenas, no guardéis compasión alguna ni principio. Haced de cuenta, amado hijo mío, que pacen semejantes a las bestias del campo y no reparéis en ellos. A los hombres, matadlos sin remordimiento por la espada; de ser mujeres, tomadlas sin benevolencia aun cuando fuesen devotas cristianas, ya que desde su nacimiento blanden una naturaleza perversa a los ojos del Señor...”
“…Jamás confiéis en los amigos y tomad siempre las amistades o los pactos según la circunstancia. Mantenedlos mientras satisfagan el apetito del propósito que persigáis y respondan a los acontecimientos presentes. Pensad que Dios está contigo en esta empresa. Él os avala y hace digno. Contáis con su absoluta bendición para tomar las decisiones que consideréis prudentes. Vuestra será mi heredad y habréis de ser merecedor de ella cuando me llegue la hora…”
“… Ahora alejaos pronto y recordad cuanto os enseñé”.
Las hazañas al servicio de algunos príncipes me hicieron famoso. Había formado un ejército de mercenarios con los cuales emprendí diversas conquistas. Veníamos de arrasar Lesavie. Tras pasar por las armas a sus aguerridos defensores, emprendimos el brutal saqueo. Al arribar a Arlengrüber, traíamos el portentoso tesoro de la ciudad. Mi padre salió a nuestro encuentro con sus tropas, sellando el retorno triunfal a través de un largo abrazo.
El día anterior el rey había cumplido años. Festejamos en el castillo. Teníamos deseos de reír a carcajadas, para lo cual desencubamos a tres aspirantes a bufones. Debían de tener trece o catorce años de edad cada uno, diez de ellos creciendo dentro de los barriles. Llorábamos de la risa cuando el más deforme se presentó ante nosotros, casi rodando. Nunca supimos como la madre del chiquillo accedió a la celebración. Lo cierto fue que al aparecer frente a nosotros, comenzó a arengar por la suerte del maltrecho. Percibimos el odio y la soberbia de la mirada incandescente. Nadie pareció darle demasiada importancia al asunto, aunque el rey ordenó a la guardia despedirla a golpes.
Concluida la opípara cena, estábamos todos ebrios. La velada se habría estropeado a causa de la incidencia, si a alguien no se le hubiera ocurrido la fascinante idea de poder gozar de las mujeres sobrevivientes a la matanza.
En la mañana, mi padre despertó sobresaltado tras soñar a la mujer. Por temor a cualquier influjo de naturaleza diabólica, me ordenó encabezar una partida de veinticinco mercenarios hasta la colina donde vivía. Cuando entramos a su cabaña, sentí la desagradable impresión causada por las desvencijadas pieles de oveja sobre las paredes. La extraña cornamenta de ciervo que colgaba del techo roto, junto a la chimenea, le otorgaba a la atmósfera la malignidad necesaria para que decida incendiar el lugar. La mujer volvía del bosque. El fuego atrajo su atención. Arrojó la cesta de mimbre, colmada de frutas y corrió presurosa hacia nosotros. Al aproximarse, lanzando maldiciones, fue silenciada sin la menor consideración. Cuando emprendíamos el regreso, me separé del grupo a mitad de camino, para hacer una ligera vista de mis campos de Oustlag.
Llegué al castillo recién entrada la noche, enterándome de la inexplicable suerte de los jinetes, colgados a la vera de la Arboleda Güntermain. Temeroso, tardé unos días en volver a salir.
Rumbo a Uendlenmüster, la vi junto a la cascada. Aquella primavera medieval fluía desde la muchacha de cabellos largos de sol sobre la delicada hierba. Cantaba tocando el laúd, en compañía de su dama de honor. Los pájaros hacían parábolas sin emitir canto alguno, como llamados a deleitarse. Aparqué el corcel a unos arbustos para contemplar mejor el hallazgo.
-No es mi intención molestaros, señoras. Ha sido la encantadora melodía quien me apartó de la senda…
-El mérito es de la doncella –afirmó la dama de honor.
-Y la suerte vuestra por hacerle compañía.
-Dichosos vosotros, los caballeros andantes –suspiró la muchacha con aire de desazón, que pueden ir veloces como el viento y libres cuales sombras. En cambio, nosotras debemos guardar obediencia, ver pasar la vida y el tiempo desde el uso o las ventanas, donde la mayor aspiración es aguardar la llegada de un noble hidalgo, a recoger la promesa de amor grabada sobre pañuelos tejidos entre océanos de pena…Dichosos vosotros, valientes caballeros que sabéis impartir justicia…
-Bienaventuradas vosotras –respondí intercambiando elogios, doncellas de ensueño a la espera del joven prometido que pronto arrimará a buscaros… Vosotras, bellezas de peregrinar sutil y perfumado, motivando epopeyas a cambio de una flor.
La doncella sonrió. Al contemplar ruborizada el césped, su cabello insinuó aún más la promesa de lujuria debajo del amplio escote del vestido rosado. Me dirigí a la dama de honor.
-Señora… ¿Acaso soy digno de preguntar el nombre de la encantadora luz que os ilumina?
-Su nombre es Souvenir. Es la tercera hija alsaciana del príncipe de Walpurgen, huésped del conde de Dalendorf. Desde que nació, estoy a cargo de protegerla.
-Hacéis bien en no dejarla sola, teniendo en cuenta la ignominia de algunos pillos y barbajanes…
Sin encontrar motivos para continuar, la dama de honor decidió darle punto final a la conversación.
-Disculpad, señor, pero debemos marcharnos. Pronto va a oscurecer.
El blanco carruaje arribó inoportunamente. Era la primera vez que estaba enamorado. Souvenir caló mi indomable corazón salvaje y por nada del mundo deseaba renunciar a aquel ensueño impensado.
-Sois vosotras quienes habéis debido soportar mi impertinencia. Si lo deseáis, podría compensaros escoltándolas hasta el castillo del duque. Soy tan temido como respetado en toda la comarca y estaríais bien protegidas.
-Sois bondadoso, caballero. Pero al duque le complacería vernos llegar solas.
-Entonces me despido y quiera Dios pueda aspirar a vuestra compañía muy pronto.
-Espero que así sea, señor.
Presto a montar, observé alejarse al carruaje hasta que desapareció en la primera curva del camino.
Al regresar, me invadían múltiples pensamientos.
-¡Oh, amada Souvenir, cuanto necesito volver a veros! ¡Mis manos apenas han sabido matar, vejar, pero nunca colmar un corazón! ¡Os poseeré, así sea por la fuerza!…Porque después de todo; ¿qué otro destino puede depararse a semejante beldad, descendida del cielo para tomarla infinidad de veces y hacerla mía?...
El trote de los cascos mecía mis terribles intenciones como la madre negada desde la infancia.
-Souvenir…Vuestros dorados rizos se abren cual émulos de céfiro, para enmarcar, distante y etérea, la singular lindeza que irradiáis desde la más dulce contemplación, haciendo tiritar a los mismísimos astros desnudos con el fulgor de tus rojos labios de tibio manantial, de vivaz atardecer…
Un viento apacible silbaba a través de las hojas. Al llegar la noche, el otoño envejecido se resignaba a morir.
-Alguna vez, las criadas me aseguraron su temprano cariño. ¿Si estuvierais conmigo, madre, cuáles serían tus denodados consejos? Los hombres nada saben del amor…
Llevaba la garganta reseca de tragar saliva. Las insignificantes gotas del sereno cobijado sobre las ramas de los árboles, me enjugaron el rostro. El silencio sólo dejaba entrever el leve quejido de las ramas al pasar y el tosco bagaje de ideas desordenadas, en torno a la persistente obsesión.
-De cierto, las mujeres están a nuestra merced…Ellas nos preñaron de vida…También de engaño, culpa… ¡Por eso deben pagar! Pero no… ¿Cómo puedo hablar así? ¿Puede semejante criatura angelical albergar las culpas del averno? Aunque Souvenir haya calado en mis entrañas y allí pueda advertirse la obra del mal, debo poseerla de inmediato… ¡Sí!…Fundir los olores; la sangre brotando en un torrente sublime de amor infinito… ¡El pequeño corte de una daga sobre las muñecas, bastará para sellar el pacto eterno! ¡Al fin seré santificado!... ¡Y vos quedaréis purificada del tormento inicuo que supiste despertar!…. ¡Y llegaran los hijos de blanca espuma, de cabellos dorados, perfectos como ángeles jugando en cuclillas!…
Hacía frío. Metros más adelante, asomaba un desvencijado establo de madera. Apenas posé la mano en el cerrojo, cuando la puerta se desarmó atestada de termitas. El oscuro interior era cálido, algo húmedo. Me despojé de la armadura y decidí descansar sobre el montón de heno junto a los corrales. Comenzó a llover torrencialmente.
Estaba a punto de dormirme, cuando percibí los pasos de alguien rondando las afueras. Tomé el mandoble y al salir presuroso, la sombra difusa suplicó antes de derrumbarse exhausta.
-Auxiliadme, señor…Os ruego...
Evité que caiga de bruces a la depresión de lodo bajo la entrada, alzándola en brazos. La recosté sobre el improvisado lecho. Prendí unas velas, halladas de memoria a mitad de la oscuridad. La doncella yacía desnuda, cubierta con una gruesa manta de lana negra empapada.
-¡Mi señora Souvenir!… ¡Contestad que ha ocurrido!
La respuesta encerró un dificultoso suspiro.
-Hemos sido…Asaltados. Íbamos de regreso, luego de dejaros…Cuando un grupo… De bandidos… Nos sorprendió… Madeleine….Mi nodriza… La vi morir… También…. Al príncipe, que salió a nuestro encuentro… Junto a cinco caballeros...Todos están…
Le di de beber del morral de cuero que traía.
-Ahora descansad. Yo velaré vuestro sueño…
Cambié su frisa por la seca que me servía de abrigo. Souvenir temblaba, aunque alcanzó a protegerse de mis disimulados ojos curiosos. Pero la ansiedad fue demasiado fuerte, incontenible. Había llegado por obra del destino, como si se tratara de una señal del cielo. Sin lugar a dudas, Dios la enviaba para que la tome y sea mía por toda la eternidad.
-¡La poseeré! -pensé sin dejar de verla ni un instante. ¡Luego pediré su mano a quien corresponda! ¿Alguien lo hará, sino, con una niña desflorada antes del matrimonio? ¡Tengo amigos en la corte de Walpurgen y el favor no me será rehusado! ¡Souvenir también se enamoró a primera vista!... ¡Lo juro! Y de todas formas; ¿podrían creer el delirante alegato, desaparecidas las pruebas del artero robo?... ¡Está escrito que debo limpiaros de pecado y redimir mis impurezas a través de vuestro cuerpo bendito!... ¡Os tomaré, para convertirme en el ser más dichoso de los mundos conocidos! ¡Seré la envidia de los reyes cristianos y moros! ¡Esta dicho y así lo haré!
Rápidamente quedé liviano de ropas. Al no poder resistir más tanto ardor, la despojé con violencia de la manta. La doncella reaccionó sorprendida frente a la actitud del otrora galante caballero.
-¿Qué hacéis?
-Tomar cuanto siempre fue mío…
Me abalancé. Souvenir perdió la virtud en desgarradores gritos de dolor. Corcoveando como un semental, la atravesé furiosa y placenteramente hasta llegar al clímax. Un terrible bramido, similar al de los dragones de las historias paternas, me heló la sangre.
-¿Por qué, Gustav de Evans?
-¿Cómo sabéis mi nombre? –la interrogué lleno de pánico.
-Estaba comenzando a amaros… ¿Por qué?...
-¿Pero quién sois?...
El rostro de Souvenir estaba desencajado de ira.
-¡Os conozco a vos, a vuestro padre y al padre de vuestro padre!…
-¿Qué ocurre?... ¿Qué le habéis hecho?.... ¡Responded!...
-De seguro que Madeleine debe haberse encargado de él…Esta misma noche…
-¡Quien sois! –grité mientras sus brazos impedían los sucesivos intentos de librarme.
-Mi amor iba a perdonaros la vida…La misma que malgastasteis entre burlas, mujeres vulgares y noches de embriaguez. El amor os santificaba, pero la pérfida naturaleza que lleváis en el corazón lo ha maniatado, como en nombre de mi madre asesinada y de mi hermano, cautivo para vuestra gracia durante años en un tosco barril, yo os estrangularé hasta que no quede en vuestro cuerpo el más mínimo rastro de pestilente vida…
-Quiere decir que tú eres…
-¡Yo os amaba, Gustav!… ¡Nunca volveré a enamorarme de otro hombre, porque a veces el destino suele ser tan cruel, que tienta a adorar a quienes no nos merecen!…
-¡Pero yo os amo! ¡No podéis matarme! –interrumpí, presa de cobarde locura. ¡Seamos felices!... ¡No neguemos semejante dicha!..¡Si deseáis venganza, yo mismo mataré a mi padre, a cada uno de quienes osaron burlarse de vuestro hermano! ¡Haré cuanto digáis, pero soltadme!...
-En verdad, admiro vuestro aire de gallardo caballero, la gentileza malintencionada que utilizáis para robar, matar y saciar apetitos carnales. Te amo, Gustav de Evans, pero descubro que sois peor carnicero que vuestro padre…
Souvenir se contrajo entre pavesas de saliva y el calor de su aliento.
-¡Perdonadme, por amor de Dios!... ¡Perdonadme y os compensaré!
-Al escuchar los caballos, me apresuré a esconderme dentro de la chimenea… ¡Pude oír los quejidos de mi madre, la hechicera Mardgrev, mientras la desollaban!.... ¡Debí quitar su cabeza de una pica para quemarle el cuerpo y ver sus cenizas cubrir la sangre aún fresca alrededor! Tuve miedo de morir sola, padeciendo las torturas infligidas a mi hermano, que capturasteis cuando pequeño vos mismo, junto al marjal. Él pobre quería recoger moras para ofrendarnos un tierno presente…
Supliqué llorando.
-¡Juro que os amaré con todas mis fuerzas si tenéis piedad de mi alma!... ¡Por favor!...
-Jamás perdonaríais la afrenta dispensada, ni tendría posibilidades de sobrevivir el orgullo del cual tanto os ufanáis, debiéndole el pellejo a una mujer…Yo te amo…Tal vez debería decir que os amaba, Gustav de Evans…
Luego del maravilloso beso de despedida, se transformó en una feroz pitón que comenzó a presionarme las vértebras hasta romperlas. Al despuntar los primeros haces de sol, había concluido el trabajo. Desde el techo, mi pobre alma flotando contempló la nueva metamorfosis de Souvenir en mariposa, que salió por uno de los huecos de la maltrecha pared. Debajo quedó el cuerpo roto del miserable, desprovisto y lleno de vergüenza.
Durante las madrugadas, miraba desvelado el ciclo de películas “Trasnoche Aurora Grundig” que emitía el viejo Canal 2 de la ciudad de La Plata.
Hacia mediados de abril de mil novecientos ochenta y cinco, proyectaron el clásico francés de la década del sesenta, “Lancelot du Lac”,basada en una versión de la leyenda de Arturo. Al transcurrir las escenas, fui atando cabos sueltos. Descubrí que soy culpable de infinidad de pecados sin perdón alguno, aunque tras permanecer mi alma dentro de los límites de aquel mugroso establo durante siglos, haya vuelto a encarnar el cuerpo blando y obeso de un adolescente desde hace apenas quince primaveras.
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