LA MELODÍA DEL DIABLO
por IBÁN DE JESÚS MARÍN, "GATO 777"
En la ausencia desde la nada, sonó sola de repente como una encantadora dama,
me atrajo con su acentuación,
en mi mente sonaba, hasta silente;t
enía la voz de la música, de la lira,
la escucharán reír al igual que la mirla.
De las más cálidas fue mi amiga, Orfeo tendría de mi maldición,así como perdió su inspiración, llámalo robo, envidia ;
perdió sin saber que yo igual la perdería ...
Me conoció la vida tan breve, en una noche de wasap y pura poesía,
me invocó en la distancia,
se hizo mi hermana, se acogió a mi sabiduría;se rego como la lluvia,tenía encanto por mi metodología.
Busco ser más brusca,
en su oratoria erótica hacerse la que no sentía,
pero por dentro, lloraba sin medida.
Su abrazo plácido me brindó, tenía la pasión de las solitarias, se entretuvo con cada verso,
Y yo fui gentil con sus palabras
pero fue la ausencia de besos,
de esos que ella amo sin medidala
que le derramó lágrimas,
que yo secaba como epifanía.
Entretejia poesía con timidez, pero a la vez música le ponía,
me pregunto muchas veces por que yo un diablo y no,
el zurrón que ella pretendía.
Vió que a pesar de lo extraños,
los cuervos también bailaban,
que los gatos volaban a la luna en la noche larga y en pleno día.
Reíamos por casi nada,de cualquier maricada, si pilla?
toda tontería, ella allí sola, en su sala solitaria,
y yo en la distancia, atento a su lectura,
La oía.
La ironía era que en su labor cuidaba los enfermos,
a mi me sano de la melancolía,
una poeta que cura con su voz
a un diablo de su desdicha, me pidió como milagro suplicio,
rogando a dioses ajenos a su ideología, que la curara de su soledad
y mira ahora, todos acá,suplicando por su compañía.
Cuando solos nadie nos miraba,
nos publicamos en fragmentos, entre como fuera, mira este poema,
como esta tu Dulce Nea,
yo estoy cansada, duermo, ya no pienso.
En nuestra ausencia y compincheria, no reclamamos compañía,
buscábamos en el rechazo, necio, frases que en noches largas,
se escribían, eramos un angel y un demonio
Inspirados en el exilio que nos pretendía.
Pero a lo último,mi infierno se refresco, iluso me aleje yo sin un porque,
ni un Hola tan siquiera en la red, la deje que se fuera, la abandone.
Afamado por la gloria, encadenado a la ninfa,
abrumado por la guerra enloquecido por el amor endiablado por la ira
excitado por los aplausos en la tarima.
Endemoniado por los sucesos, mal encarado por la hipocresía,
fui déspota, fui ausencia, fui ingratitud,
Fui su sombra negra,la que de sueños en coma, ella veía.
Yo indiferente, ausente de sus enfermedad,
dejé de escuchar su tonada más íntima
por seguir los malos pasos de mi rebelde y maldita poesia,
mientras ella en su lecho fatídico,lejos de la inmortalidad padecía.
Perdón, perdón.
Quiero escuchar de ti,
el canto de las palabras, la canción que brotaba por tu boca,
esa risa loca que despertaba en mi alegría,
escuchar tus halagos mientras reías,
atender al encanto de tu cariño,
con la cara de un niño
como ella me decía.
-Hola mi gatico hermoso
-Hola lili, mi poeta amiga,
espero verte pronto, en una de esas veladas
donde me querías, me siento sólo, sólo sin la voz,
donde tus poemas,se hacían mi melodía...
DE UNA MAÑANA EN QUE MOLÍA MAIZ
por HELENA RESTREPO
Hoy ha despertado Helena
con un aire diferente
y sin el monstruo elocuente
que a sus versos la condena.
Esta mañana serena
desciende hasta la raíz de una vieja cicatriz
y encuentra ausencias, olvidos, sueños, corazón de nido, mientras se muele en maíz.
¡EL CANTOR DE MI PUEBLO!
por JHON JAIRO SALINAS
...Con sus rimas poéticas y prodigioso talento impregnando
Versos de Paz...
En los amaneceres cromáticos de este valle esmeraldino renace el cantor......
Llega la noche cuando canta y sacas arpegios de heróica guitarra...
¡Mi cantor enveleces la Paz!
¡Arruyo de amor!
Canto Rebelde Campesino
trueno de voz! ...
Viajas en las notas
con los vientos celestes......
Cómo semillas en el aire...
¡Para siempre amaneces en la vida grande Cantor! ...
Ojalá nunca se apagué Tú voz...
En está absurda guerra que nos
Quiere devorar como fiero ciclón...
VOY A PONER A TRABAJAR MI LIRA
por NINFA MARÍN ESCUDERO
Mi inspiración
mi angustia
y mi tristeza.
Voy a poner a trabajar mi lira
para contarle a todos
por qué ha muerto en mis labios
la risa contagiosa
y sólo queda una sonrisa triste.
Voy a poner a trabajar mi lira
y al triste arrullo de dolientes notas
quiero viajar por siderales rutas
y llegar al olimpo
y preguntarle a Eros,
a Venus o Afrodita:
¿Cuándo el amor se acaba,
adónde van los besos,
adónde las caricias,
adónde la ternura?
Voy a poner a trabajar mi lira...
CUANTOS SOLES Y QUÉ DE OLVIDOS
por ALAN GONZÁLEZ SALAZAR
Ahora que hemos hecho de la curiosidad
trampas,
venimos
a rompernos el alma en los ojos,
a enmarañar los sentimientos y jugar con ellos,
a matar el sueño,
ese río subterráneo de la noche
que nos abandona
en la mañana imposible
donde el olvido es una piedra
que levantas amenazante como el mundo.
Yo te quiero, niña tonta,
imaginándote.
Así te conozco,
por sendas sutiles e indirectas
y sé, sé con pasmosa certeza
que tu naturaleza es de viento
¿qué pueden mis manos, entonces?
La oquedad de mi vida.
LA RIQUEZA
por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
La riquezase genera con
el rebrote de la grama
que trae la hierba
fresca del campo,
en la tundra y la sabana.
Se genera también,
con el saludo
alegre y vital
de la naciente mañana.
Los animales comen
la hierba y la ayudan
a germinar.
Comen de toda
la abundancia que
el generoso suelo
regala.
Los hombres comen frutos
y comen y venden
de los animales:
la carne y los huesos,
la grasa,
su leche, sus plumas,
sus conchas, sus huevos
y sus escamas.
Con la piel
también se enriquecen
quienes con esto
se afanan.
En el ser humano
la riqueza de la carne
está en la carne
que la retiene.
En cambio,
para el alma,
todo lo que tiene
lluvia y sol,
frío y calor,se debe tener
por bendecido.
Esta bendición
se cuenta como una
riqueza,si se pesa
como se pesa
el conocimiento alcanzado
,que es la riqueza del alma.
Además,
hemos de sumar,
la riqueza incandescente del espíritu,
que se puede
medir y contar
por la cantidad de gozo
obtenido con las buenas decisiones
que toma, el escudo discreto
de la sabiduría;pues, reconoce en el horizonte
al buen tiempo ya la ocasión;la gran dádivad
el amor,que habita en el corazón, y que nos fue propicia a todos.
El gozo es una luz divina-continua y singular-,
que en inefable efusión -y sin sufrir distorsión- alegra al cuerpo
y alumbra al alma.
El gozo muevea las almas solas,
a las almas tristes
y a las fatigadas,
hacia la penumbra infinita de los serenos
pies del Padre.
Lo hace,
con sustancial alegría
al entrar
en comunión,
con el envolvente y radiante amor
con el que se constituyó
aquel día-desde que se constituyóasimismo-
como Padre nuestro,
como Dios de amor.
A desazón,
lo pobreza de los hombres
llega con los saltamontes
gregarios que barren
la hierba en una sola pasada.
También llega con la oscuridad de la noche
que trae escondido
-bajo un manto ciego, sin borlas-,
el más hermoso
y mejor tallado
arcón de las tentaciones.
La riqueza
de los seres con vida
se genera con el andariego
plancton
que deambula por los ríos y los mares,
y que es la gramadel agua.
Oculta
bajo las rocas dela tierra, se halla
una gran riqueza.
De allí brotan
-como un rebrote bendito-
el agua y los minerales.
Ellos esperan en profundo sueño,el llamado ansioso del hombre;
pero cuando el hombre descubre la magnitud
de tal riqueza,
pierde la virtud dela saciedad,
y con ella llegan en fila los grandes males.
La pobreza de los hombres
se oculta en el corazón de los injustos,y en las cuerdas
trenzadas del mal,que atan
las almas esclavas.
Rico no es quien más tiene,sino, el hombre generoso
que en la carrera dela vida-dejando atrás el mal-,
logre amar más a los seres
y respete lo dispuesto.
Pues, la riqueza
en la vida es una sumatoria
de obediencias y recompensas,
que nutren con igual vigor
al cuerpo y al espíritu;y en los hombres-así creados-
colocan delante del alma-como en pectoral de oro-,
el galardón de la paz.
LO INNOMBRABLE
por KARLA JAZMÍN ARANGO
Los teóricos dicen
que creamos la realidad
al nombrarla.
Pienso en todas aquellas cosas
que dejaron de existir
porque mi abuelo
nunca conoció el diccionario.
Cuántas emociones
se quedaron fuera del universo
porque Dora nunca pudo
poner en palabras
el nudo que le crecía en la garganta.
Pienso en el bigbang
como el balbuceo de un infante
que trata de aferrarse al mundo con sonidos.
Benditos los locos,
los inocentes, los poetas
que pueden acariciar lo innombrable.
ERÓTICA, TUS MANOS.(A la nana perdida)
por JOSÉ ADELNIDE GIRALDO HERRERA
Dónde estarás erótica.
Tus manos temblorosas
caminaron mi carne
mientras mis ojos frescos
hurgaban los cuadernos
entre conjugaciones
de sumas y de restas.
Erótica,
tus ojos brillaban con mi cuerpo
mientras que yo inocente,
distante a las pasiones
sentía los temblores
de tus manos versátiles
que danzaban fugaces
en mis intimidades.
Erótica, recuerdo tus besos asediantes ardientes como ascuas
que sembraron con magia
pasiones en mi vientre,
mientras que yo distante apenas sonreía
mirando las turgencias que ansiosa
me ofrecías.
Hoy al paso del tiempo erótica,
te busco con el ansia en mis manos
y en mis viejos recuerdos.
Busco tus manos ágiles tus labios y tus senos
tu cuerpo delirante tu vientre, tu cintura
y tus devastaciones…
Pero erótica el tiempo
me dice que ya es tarde
y que en alguna parte de este mundo cambiante
estarás contemplando ante el espejo mudo
las marcas desoladas de tu rostro marchito
y la mirada triste de tus ojos distantes.
LLANTO DE PATRIA
por ESPERANZA RAMOS YAÑEZ
Enciende tu luz y vuelve a brillar
Como el sol cuando amanece
Y esas tinieblas de la noche anterior
Mueren en su despertar…
Porque hoy somos más,
Somos más los que
la guerra queremos parar
Y una tregua en nuestra alma adolorida
Queremos lograr…
No más violencia, no más temor, no más corrupción
Gritan silenciosas las lágrimas
Que humedecen mi rostro
Y ruedan al vacío, para así la tierra fertilizar
Lágrimas abrasadoras de sueños realidad
Que como abono caen a la pacha-mama
Donde habrán de germinar
Árboles de amores
Cultivos de fe
Rociados de esperanzas
Para una patria nueva
Tan anhelada ya
Volver a conquistar
SILENCIO
por JORGE ANTONIO SANTACRUZ GÓMEZ*
Silencio… ¿dónde estás?
¿silencio porque callas?
acaso te refugias como los débiles cobardes.
silencio… no solo escuches, quiero que estés de pie
porque todo el mundo recuerda
tu angustioso silencio.
Silencio, que duele y cala el alma,
silencio aletargas el suplicio
presintiendo el asombroso frío,
sufro y lloro para ser honesto.
Quiero saber pero no importa,
el calor del gran espíritu,
ha llegado para celebrar la fiesta…, fiesta exclusiva
la cual te ayude, a levantar el ánimo,
porque has aprendido en todo este largo tiempo,
a escuchar en silencio.
NIEBLA Y CENIZA EN EL
ROSTRO DE SAMUEL BECKETT
por DUFAY BUSTAMANTE
Como un volcán semiprendido en la ceniza de su luz, el momento que prohíben en la pantalla. Has causado algunos inviernos en las nubes y en los ojos, como un teñimiento de época gris al despilfarro de negros: hay venas en el lenguaje que están enfermas, tiznadas por el vuelo de paisajes, las ofrendas en la lengua. El loading eterno. Llueve. Manchas de aceite suspendidas en la lluvia. Formas de filosofía y poesía, montón de banderas que se queman. Pases para entrar en círculos viciosos nos expenden. Me has tenido encantado con esa serpiente blanca por la que ahora me respiras en múltiples formas del humo o servicios que se meten, por adentro de tus bocas.
VIDEOS
PALABRA, POESÍA Y HOMENAJE EN
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA,
DEPARTAMENTO DE BOLIVAR
por DAMARIS CASTRO OSPINO
DEJA VU (VIDEO ANIMADO)
por JULIÁN MARTÍNEZ, "JULIÁN SOMBRILLA"
LA ACTUACIÓN
por ALONSO MARULANDA ÁLVAREZ
SOBERTANGA XXIII EDICIÓN
por VALENTINA ROJAS
ENTREVISTA AL ARTISTA PLÁSTICO Y
PINTOR, JAMES LLANOS GÓMEZ
por EN SÍNTESIS
CUENTOS, ENSAYOS,
MICRORRELATOS Y PROSA POÉTICA
SI GARCÍA MÁRQUEZ HUBIERA LLEGADO A NUESTRO TALLER DE LITERATURA
por ANTONIO CAMPOVERDE* (ECUADOR)
Ante la conflagración del sol que se oculta durante la noche, esta incertidumbre se suspende entre el olvido y la corrosión. Sobre un escritorio café, dentro de un cuarto oscuro; escribo estas líneas acompañado apenas con la luz de dos velas.
El rescoldo de niebla de palosanto y sahumerio de iglesia, llena el ambiente con un misticismo propicio para el encierro de la razón. Así empiezo esta narración de un encuentro casual, al que creo, ningún otro se le compara.
Dudas, existen muchas; pero el encuentro no ocurrió la noche de un sábado de este año, a las siete y media de la noche.
El lejano murmullo diáfano de las cigarras del parque Itchimbía, “sualentan” el palpitar de la índole nocturna; El silencio que sucumbe al miedo de las inacabadas noches quiteñas en su Centro Histórico, no se encuentra con el concierto diáfano y tranquilo de los grillos, que desde el barrio Tola Alta se apercibe ensimismado en la ferviente memoria de la tierra.
El comprensible y extraño asunto que convocó esta reunión, hace padecer a los demás la extraña duda de que este asunto no es irreal, o, por lo menos, no del todo; lo extraño es tener yo mismo que repetírmelo varias veces para lograr entenderlo. Tengo la llana impresión de que: de haber vivido usted los recuerdos tortuosos que se generan en los confines de la sinrazón, aún estuviera retorciéndose sobre el fango dudoso de la verdad.
Es de virtuosos creer que me embarga una estupenda alegría, y hoy, más que nunca, el recordarlo de nuevo; y en el soplo del sueño ilusivo, el descubrimiento de un minúsculo vórtice del diámetro de una aguja, me permitió meter mi nariz y aspirar la fuerte fragancia única de la buena literatura: la condensada, aquella que desconoce matices.
Narraré lo que no ocurrió tal y cómo fue, sin añadir ni quitar nada de lo que considero más importante.
Puntualmente aquel día nos conectamos, confieso que estaba nervioso: y mucho. No era para menos; pero a medida que el tiempo transcurría, me iba convirtiendo en el extasiado contendor perdido de una envidia atroz, cuya vileza te permite odiar a alguien sin tener motivo alguno.
Una densa mina de humo negro se escapaba de todo mi cuerpo; yo lo veía, los otros no lo vieron: era mi rencor a aquel estilo que yo no alcanzaría. La incomodidad, como una intensa bruma, se apoderó de la sala y García Márquez puso en frente de la cámara la copia del manuscrito a máquina de “Cien años de soledad”. Un tesoro.
Algunos pasajes narró del primer capítulo. Nos hizo entender que la novela sería publicada en Argentina. De alabanzas lo colmaron al maestro, y en el alma me comprimía un enorme malestar, se constreñía porque no era yo el dueño de ellas. Es imposible no odiar a alguien que siendo apenas un par de años mayor a mí, ya había escrito una obra maestra; y como aún no la publicaba, me aprovecharía de eso.
Para ser arrogante García Márquez tenía su derecho bien ganado; pero nosotros, escritores de cuarta categoría, no habíamos hecho ningún trabajo importante y ya andábamos por todo lado secretando arrogancia de la más fina calidad: la que más hiede. Durante varios años había sido un periodista muy creativo, sus cuartillas eran como pequeños cuentos; por aquel entonces, él disfrutaba ya de los frutos de la corrección continua.
Fácilmente reconocería ahora que García Márquez era un genio, ahora que está muerto lo reconozco con mayor obstinación, como reconocemos todos los escritores a quienes nos superan y que son de la misma generación o más jóvenes.
Hablamos de varios acontecimientos reales que se pintan en la novela de diversa forma. Aquel furúnculo de envidia que hasta ahora traigo, necesitaba apenas un poco más para terminar explotándonos a todos en la cara; y la presión vino: recalcó el detalle que publicaría en Argentina porque empezaba a convertirse en un escritor internacional.
El ulular silencio me llamaba y las cigarras carcomían la noche a dentelladas fugaces y continuas. La novela entonces tenía otro nombre, que el ansia apabullada de quererlo decir, podría agregarle un drama innecesario al presente relato. Ninguno de nosotros dijo nada que guarde relación con los elementos conocidos de la obra: Le hicimos creer, a un escritor universal, que nadie lo conocía.
Es evidente la desconsiderada diferencia que existe entre el primer párrafo y el resto de la obra. Presentí que mi aguijón alacrán estaba listo para inyectarle veneno; pero el Diablo me detuvo para ofrecerme una mejor idea; por lo que decidí no hacerle sugerencia alguna, y más bien, lo apabullé entre halagos, y muy decentes halagos, para que su ego no se resintiera y, de esta manera, no terminar convirtiendo a su obra, insuperable ya de por sí, en una obra de otro mundo; porque no hay mejor elixir para convertir a un escritor en un monstruo literario, que golpearlo donde más le duele: en la obra que más le costó escribir.
Con toda seguridad le hubiera dicho que su novela traía un diamante oculto, y que podría fácilmente convertirse en “El Quijote de nuestro tiempo” como había dicho Neruda, si tan solo la reescribiese un par de veces más; Pero la envidia se desbordó infinitamente, que ya por mis poros la supuraba; y una minúscula sonrisa que nadie vio, le antecedió a la máxima exaltación que podría haberle dado cualquiera en este tiempo; Aquella lluvia de alabanzas fueron un vendaval que lo desprendieron del piso y vimos cómo se elevaba hasta el cielo de los escritores satisfechos con su trabajo. Y como maldad aún me quedaba, decidí mantenerlo en vilo, flotando entre la incertidumbre hasta que la sociedad lo reconociera; Prohibí que se mencionara siquiera, cualquier pista que revelase que a aquella obra ya la habíamos leído. Una compañera joven y bonita: de cabello liso: abundante y azabache: llegó a sentir lástima al ver cómo las dudas le carcomían el corazón, aquel pobre hombre no tenía idea del fracaso o éxito de su libro: Ese hecho todavía me conmueve.
No le explicamos siquiera algún vericueto de nuestro tiempo; ni siquiera le preguntamos cómo logró conectarse a interné; Debíamos dejar ser a García Márquez, para que pueda llegar a ser García Márquez. Entonces los talleristas rebuscaron entre sus preguntas, aquellas que descubran el intríngulis que conformaba la materia de la cual están hechos los engranajes del estilo garcíamarquiano; pero la respuesta en torno a esto, nunca salió de la boca del maestro.
Guardé entonces el papel que tenía las sugerencias, para de esta manera revolcarme a gusto en el fango de mi propia mediocridad, como si fuese un cerdo de pobre, porque un escritor pobre: ya lo soy.
Admito que alguna vez pensé que trabajar una obra de este maestro en nuestro taller, era igual que hacer una escultura de Miguel Ángel, a tamaño real, en un taller donde se retocan imágenes religiosas de yeso. Hoy, en cambio, creo que no existe deshonra alguna, al corregir el estilo de un Maestro de la Literatura Universal.
García Márquez sabía bien cómo escribía, estilo que nosotros conocemos y veneramos. La vida de un escritor es un andarivel finito de inflarse y desinflarse de ilusiones y decepciones. Francisco Candel pudo ilustrarlo mejor que cualquier otro en “Hay una juventud que aguarda”.
Y como queriendo desembarazar mi corazón de aquella mediocre emoción que lo acecha; solo a ustedes les compartiré el párrafo que contiene aquellas correcciones que le hice al texto del inicio de la novela. No lo hago por ego; repito: no es por ego, sino, para “no empantanarme en la egolatría del mal agradecido”.
Cien años de soledad
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento; el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella remota tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo entonces: era una aldea de veinte casas de barro y cañabrava, construidas a la orilla de un río de diáfanas corrientes que se precipitaban por un lecho de piedras blancas, enormes y pulidas, como huevos prehistóricos. Tan reciente era el mundo, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que mostrarlas con el dedo. Por el mes de marzo, todos los años, una familia gitana y desarrapada; armaba su carpa en las inmediaciones de la aldea; y haciendo un gran alboroto de pitos y timbales, convocaba al pueblo para que se acercara a admirar los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades: hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba: “La octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia”. De casa en casa iba arrastrando dos lingotes imantados, y la impresión fue tal, que todos se quedaron espantados viendo cómo las pailas, los calderos, las tenazas y anafes se caían de su sitio; y se arrastraban en turbulenta bandada hasta los fierros mágicos de Melquíades. Las cosas metálicas se descolgaban de las paredes entre temblores trémulos; y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y tornillos tratando de desenclavarse. Incluso los objetos que permanecían perdidos desde hacía mucho tiempo, aparecían en los rincones donde más se los había buscado; y desfilaban en pequeños saltitos atrás de los lingotes que el gitano arrastraba.
*Loja, Ecuador, 1985. Es uno de los mejores narradores ecuatorianos de la actualidad. Su tercera novela: María Emilia, es de lo mejor que ha escrito, ya que en ella se ven reflejados los peores instintos humanos de abuso y poder. Llena de madurez incalculable. Narrada con maestría asombrosa, ya que en ella se enfrenta con la estética de la clase media, y trata con maestría y erudición un tema profundo y a la vez, espeluznante.
Actualmente se desempeña como director del taller literario virtual internacional “Rajatabla”. Gerente de ventas de la empresa: “Musgo (muebles de autor)”; y vicepresidente del Movimiento político en formación “Abya Yala”.
Entre sus otras obras se destacan aquellas que han sido acogidas y elogiadas por la crítica nacional e internacional, por ejemplo: Su primera novela de terror, cuyo borrador lo escribió a los 13 años. Entre sus ensayos destacan los dos tomos de “Me reniego, la biblia del nacionalismo en el Abya Yala”; Su libro de cuentos de terror: “Caricias Ocultas”, Además, su libro de relatos fantásticos: “Evolución literaria de Borges a Curimilma”; así mismo, su propio resumen de una amplia gama de libros de autoayuda, al que tituló: “Sea millonario con esfuerzo” (Todos ellos publicados en amazon.com); El libro de microrrelatos de terror y suspenso: “Intenciones ocultas”; y “Salto de fe” (autopublicados); Así mismo, sus novelas inéditas: “María Emilia, entre la verdad y la tristeza (segunda parte)”, “Encrucijada Digital”, y su novela subjetiva “La tragedia enmascarada”, confirman que Antonio Campoverde es un autor y narrador que merece ser tomado en cuenta por aquellos lectores que gustan de leer buenos libros.
CUATRO ANIMALITOS HUMANOS
por UMBERTO SENEGAL
Una onírica mariposa. La siempre poética rana. Un sicológico escarabajo y el ambiguo dinosaurio. Hay más. No los apreso en este microzoológico. Bien paridos por el chino Zhuangzi, en el siglo IV a.C; el japonés Bashoo, en el XVII; el praguense Kafka, en 1915 y por el guatemalteco Monterroso, en 1959. Demasiado humanos los cuatro, al transfigurarse en metáforas del hombre y del mundo. Mascotas condescendientes con millares de exegetas en heterogéneos territorios del pensamiento. Literatura. Sicología. Ontología. Ciencia. Política. Semiótica. Cualquier conjetura que se hilvane sobre el ser humano y la sociedad; sobre las relaciones del individuo consigo mismo y sus menesterosos semejantes, por fatua que parezca, podrá cimentarse en lógicas o caprichosas disquisiciones sobre estos cuatro animalitos como símbolos, prosopopeyas, paradigmas o junguianos arquetipos, esa periódica “tendencia innata a generar imágenes con intensa carga emocional, que expresan la primacía relacional de la vida humana”, investigada por el sicólogo. Millares de páginas con todo tipo de raciocinios semióticos, ocupan los enamoramientos literarios con tan volátil lepidóptero, tan retozón batracio, tan irreconocible insecto y tan inoportuno archosaurio. Facilitándose para cuanto literario disparate premeditan los escritores, estos indulgentes animalitos impregnan toda clase de simbologías en las cuales, posiblemente, sus autores no pensaban al engendrarlos. La longeva rana, se eterniza en un haiku con 17 sílabas y siete palabras en algunas traducciones al castellano. Con 330 años de edad, desde el viejo estanque, croa animosa entre primaveras y veranos, otoños e inviernos de la poesía universal. Hombre o lepidóptero sin fronteras entre la vigilia y el sueño, capaz de reposar imperceptible sobre la piel de la rana, la caparazón del escarabajo o la cabeza del dinosaurio, esta difusa mariposa sobrevuela la filosofía taoísta, la narrativa y la onirología. Espacios literarios ampliándose, día tras día, cuando quienes hostigan a cualquiera de dichos animalitos por libros que los contienen, exponen sus puntos de vista para aumentar la confusión de las elucidaciones o para reproducir el esclarecimiento de las confusiones mediante placenteras mescolanzas, sólidas argamasas, intelectuales baturrillos y babeles lingüísticas que el lector no sabe si tomarlas en serio o participar socarrón del juego que proponen muchas de ellas. Lo atestiguo: como lector o escritor, cabrioleo con todas. Mi tesis de grado, en la Universidad del Quindío, discurrió sobre las sutilezas literarias de El dinosaurio, de Augusto Monterroso y aquellas microficciones de 0 a 20 palabras que denominé Cuentos atómicos, ultrabreve subgénero del microrrelato. Por cuanto concierne al hermético haiku de la rana, expresión suprema de la poesía zen, llevo recopiladas cerca de 150 versiones al castellano. Y también, en el terruño del minicuento, continúo coleccionando todas aquellas minificciones o cuentos extensos cuyos personajes son Kafka o Samsa.
LA CASA DESNUDA
por YANINA CERIANI (ARGENTINA)
Hoy más que nunca siento la casa vacía, tan vacía que parece desnuda, así como mi cuerpo cuando se sumerge en la bañera.
Y estando en la más profunda soledad me pregunto una y otra vez repitiendo en voz alta las mismas palabras sin omitir ni agregar nada,«¿hasta cuándo seré prisionera de mi misma, regalándole el tiempo al destino?» A veces con los ojos entrecerrados veo llegar el ocaso y mientras mis párpados bajan lentamente, percibo como se asoma la oscuridad de una manera sensual, esa que tantas veces odié, pero que hoy la deseo y la espero con ansias. Y quizás esta historia o esta casa, sea la de una mujer cuya vida se derrumbó sin pedirle permiso a nadie…el principio o el final, ¿quién sabe?
Me siento cercenada por dentro, como si algo me frenara de algún modo impidiéndome abrir el pecho para gritar con toda la furia «¡déjenme salir!», así de oprimida me siento y casi sin pensarlo me sumerjo en la nostalgia, esa que un día me trajo a esta casa vacía.
DESENTRAÑISMO 141
por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
Poesía en el acontecer del rocío, en la hoja pronta a crepitar el paso del caminante sin rumbo.
La sombra del palabreo encandila mi silencio.
El estúpido es amigo incondicional de la estupidez.
El eslabón perdido es aguja en un pajar infinito.
El poeta auténtico sacude su aureola poética.
Alma sensible se busca a sí misma en la poesía.
¡Tanta literatura urgida del borrador de la perfección!
Inspiraciones ahorcadas con el lazo de la poesía auténtica.
Sombras surreales avivan el mirar ciego de personajes enamorados.
La lógica allana el camino de la razón hasta conquistar la verdad.
La felicidad parece solo un recurso psicológico donde asentar el abatimiento.
Siempre aventajada por la muerte, la vida.
Pende del hilo de la vida, la muerte.
Cruzar el universo de la mano de quien nos va a olvidar.
La alegría de no ser importante…
En esa política de creer en Dios, quien piense deferente a mí en ocasiones tiene la razón.
Con vacíos de amor se teje la maldad.
Triste saber de la justicia benévola o inhumana, de acuerdo al dinero en manos del defendido.
¿Es el hombre un defecto de Dios o es Dios una aberración del hombre?
Con gotas del aquí y ahora enhebrar el pozo cristalino del mañana.
LA SOMBRA DEL CHARRO
por CARLOS ALBERTO RICCHETTI (ARGENTINA)
Habiendo roto con su prometido luego de ser amenazada de muerte, la joven documentalista e influencer recorría en su automóvil la carretera solitaria a mitad de la noche.
La lluvia azotaba el parabrisas; el viento gélido calaba la atmósfera al interior del auto, mientras no dejaba de pensar que nunca más se vería atrapada ni sujeta a otra situación de violencia extrema.
Por esa razón se quería alejar del mundo y concentrarse en el trabajo siempre demandante de crear nuevos contenidos, lejos de la pestilencia deprimente de la ciudad. Necesitaba darse tiempo para finiquitar la vida que merecía, apartada de aquel miserable del cual había quedado libre sin llorar.
El dolor se había apagado, pero le pesaba el alma. Revivía la amarga sensación puntiaguda de las patadas sobre la boca del estómago, los puñetazos intermitentes a la cara, cuando un relámpago iluminó el entorno. Creyó ver cierta figura oscura a lo lejos. De manera instintiva aceleró la marcha, desechando de antemano cualquier indicio de curiosidad. Había tenido suficiente.
El pragmatismo, las experiencias personales, la llevaron a descartar la existencia de ese dios benigno, de a ratos castigador, depositario de la fe de la inmensa mayoría. De manera contradictoria la atraían el terror, el misterio, los fenómenos paranormales, al punto de crear su propio espacio en las redes.
Llegó al racho arrendado el día anterior de madrugada. No lo eligió al azar. Las apariciones fortuitas de un ser siniestro, espeluznante, llevándose a los lugareños en pleno corazón de la noche, motivarían su inspiración; la inundarían de la soledad adecuada para reinterpretar los sentimientos de angustia, incertidumbre, que invocan el miedo.
Sorteó como pudo el fangal, antes de quitarse el barro hasta los tobillos, tomar una ducha e irse a la cama de inmediato. Una vez cambiada, quiso contemplar la vista del lugar bajo el amparo del vidrio. La tormenta estaba en su cenit. Hubiera sido el escenario perfecto para otra recreación traumática, si la silueta a caballo de un hombre alto, delgado, vestido con un elegante traje negro al pie de la loma, no le llamaba la atención.
Por un instante, sopesó la posibilidad de que podría tratarse de su ex pareja. Medio atinó a sonreír de semejante ocurrencia. "¿Y vestido de paisano para venir a matarme"? ¡Sí, cómo no!, pensó. Más tarde, pergeñó la llegada de un sicario a ajustar cuentas, aunque se lo impidió advirtiéndose que no podía ser tan estúpida al punto de suponer semejante desatino…
Cubierta por las gruesas frazadas, decidió ahondar el relato navegando en el dispositivo móvil. Pronto halló la coincidencia perfecta, en vistas de coronar el próximo trabajo investigativo. La temática estaba bastante trillada, aunque si le añadía el toque personal, podría ser garantía de éxito asegurado, pese a desestimar cuanto consideraba supersticiones de campesinos ignorantes, como la antigua leyenda del Charro Negro, el cobrador del diablo.
La sorpresa de un ruido en la cocina la sustrajo del cansancio del viaje, reavivando las llamas de la conspiración y la paranoia. Tomó el aparato eléctrico de defensa personal dentro del bolso de mano, adentrándose en las sombras del interior de la casa. Al encender la luz, la tranquilizó ver el gato atigrado sobre el fogón, del cual le había advertido la dueña; sobre el piso, la taza de loza de café, vuelta pedazos. Lo quiso acariciar, pero el animal se agazapó entre bufidos, con el pelo erizado.
El golpe llegó por detrás, haciendo caer de bruces a la joven para voltearse y encontrar de frente al novio desairado.
- ¡Me las vas a pagar, maldita perra!
- ¡No! ¡Espera, Marcos! ¡No me hagas daño! —rogó desesperada.
¿Así que preferías abandonarme para seguir con tus estupideces? Eso que hablamos mucho al respecto. Después fuiste a la policía a hacer la denuncia porque se me escapó un cachetazo, fastidiado por tu culpa. ¡A ver quién te viene a defender ahora!
Estaba por tomarla de la solapa del camisón, cuando la joven le dio un puntapié a la silla más próxima, haciéndolo caer. Corrió hacia el cuarto. Alcanzó a encerrarse a tiempo detrás de la puerta. El hombre comenzó a forcejar, profiriendo toda clase de insultos. La joven advirtió que no iba a poder resistir demasiado los furiosos embates. Miró de soslayo la ventana, con el deseo incontenible de saltar. En uno de los empujones, el hombre logró pasar el brazo, recibiendo la descarga del aparato eléctrico.
El grito de dolor fue precedido por el tenso silencio que se prolongaba sobre el del clamor de la tormenta. La joven aprovechó a intentar abrir la ventana. Una pinza metálica aferraba el marco a la hoja. La única ruta de fuga posible era trasponiendo la puerta, con el miedo latente ante el riesgo que implicaba. Olvidó el celular. Abrió con cuidado, resguardada detrás del arma. Las sombras alargadas y el creciente nerviosismo hicieron interminable el breve lapso de arribar hasta la salida.
A punto de tomar el picaporte, el inesperado manotón venció la obstinada fuerza del puño que sostenía el aparato. Al ver emerger de la oscuridad el rostro deforme de sevicia, lo pateó con el pequeño pie descalzo entre las piernas, haciéndolo doblar.
La lluvia era caudalosa. Desde el porche, buscó el auto. No le servía, porque las llaves también habían quedado en el cuarto. Huyó hacia los alrededores, donde aguardaría a pedir ayuda con las primeras luces. Oculta detrás de un árbol, vio salir al hombre cargado de ira. Cuando giró hacia la parte trasera del rancho, se encargó de correr en dirección contraria. Recaló cerca del claro, al costado del camino de tierra contiguo, cuyos bordes habían sido desfigurados a causa del lodo, donde le pareció notar al extraño jinete sobre el horizonte. Avanzó atolondrada, medio ciega, debido a las enormes gotas mancillándole los párpados. Pedía auxilio con los brazos extendidos al cielo, como honrando el eventual milagro de esa solidaria presencia a mitad de la noche.
La joven fue derribada de espaldas. Poco podía hacer para librarse, debido a la superficie resbalosa. El pesado cuerpo le atenazaba la cintura con la presión de los muslos, a la altura del abdomen.
- ¡Aquí estabas! ¡Vas a ver las consecuencias de dejar a un hombre que te amaba como yo, desgraciada!
Tomó la pesada manopla de hierro guardada en uno de los bolsillos, se la acomodó y comenzó a golpearla a destajo. El cercano chapoteo de los cascos le hizo alzar la mirada. La horrible visión lo estremeció.
- ¡Vengo a cobrar! —exigió el jinete, cuyo semblante descarnado asomó debajo del elegante sombrero de ala ancha, dejando entrever la luz brillante de los ojos.
El hombre intentó evadirse. Buscó zigzaguear hacia ambos flancos para eludir la carga del caballo negro, que exhalaba fuego. El jinete logró enlazarlo, sin necesidad de apearse, arrastrándolo de punta a punta a lo largo del terreno anegado. Inmóvil, la joven no dejaba de observar perpleja. El caballo se aproximó a toda velocidad.
- ¡A este me lo cargo ahora! ¡Contigo, ya suma varias cuentas por el estilo! ¡Un día me devolverás esta ayuda! ¡Hasta entonces! —exclamó en medio de los despavoridos sollozos del cobarde.
De un brinco el jinete desapareció dentro de un cúmulo de llamas que no cedían a la copiosa lluvia. El natural aroma de la tormenta se mezcló súbitamente con el hedor a fuego y azufre, lo cual le hizo suponer a la sobreviviente que se trataba de las puertas del infierno, antes de perder la conciencia.
Una vez en el hospital, el diagnóstico médico fue inapelable: Dos tajos profundos suturados; fractura del pómulo izquierdo, fisura del derecho, fractura en la cavidad ósea de los ojos, el maxilar, con la consecuente pérdida de frontales, incisivos, dos molares en la parte superior, uno de cada lado, junto a raspones o magulladuras. Rotura de húmero, cúbito del brazo, fisura de dos costillas, además de luxación del tobillo.
La recuperación llevó algunos meses menos que ponerle paños fríos a la experiencia traumática, agudizando el daño emocional. Solía responder airada a cualquier malentendido, rehuyendo a las demostraciones afectivas, predispuesta a la agresión frente a la posibilidad de acercamiento o contacto, sea sincero o accidental.
Quedaba un largo camino para intentar reconstruir su forma de relacionarse, después de elegir mal y dar lo mejor, acabando en el peor de los casos desfigurada por dentro y fuera, al costado de la ruta, de donde fue trasladada a una cárcel de vendas pegadas al yeso.
Apenas pudo mover los dedos, pidió llevarle el computador portátil. Seguía siendo la misma profesional excelente, aunque al releer los detalles de esa noche inolvidable la devolvieran cada tanto al rancho, a recibir los estigmas de la venganza de aquella bestia intratable, surgida como una prolongación diabólica de la oscuridad.
Cuando estuvo en condiciones de prestar declaración, observó a través de la puerta abierta a los dos policías sentados, aguardando interrogarla. Aunque la mantenían sedada, tenía la mente intacta. El lecho de enferma parecía el accidente perfecto del destino. La demanda de los usuarios del canal perdía importancia, comparado a la multiplicación de seguidores que atraería el futuro video.
Tal vez el coste era soportar las duras secuelas durante algún tiempo, para ser recompensada con creces tras lanzar la historia a los cuatro puntos cardinales del ciberespacio. Había experimentado un radical viraje en sus condiciones. Comprobar la existencia del mal implicaba la del bien, volviéndose devota creyente. A lo sumo, de a ratos la mortificaba ignorar la forma en la cual el Charro Negro le exigiría pagarle, entre otras cosas, a cambio de hacerla aún más famosa.
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