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Arcón Cultural

Baibars, el tuerto que llegó a rey


Grabado donde se lo representa.


Su historia se convirtió en leyenda través del poema épico Sirat al-Malik az-Zahir (Baibars), redactado a principios del siglo XV, pasando a ser un héroe popular en el folclore árabe.


No hay información exacta sobre el origen de Baibars. Solo se sabe que nació alrededor de 1223 en un lugar desconocido de la vasta estepa entre Crimea y el Mar Caspio.


Algunos historiadores afirman que proviene de las tribus kipchak (de ascendencia turca) de las estepas polovtsianas (norte del Mar Negro), y otros afirman que el futuro sultán nació en Crimea. La segunda versión está respaldada por el hecho de que, habiendo alcanzado el poder y la riqueza, Baibars envió generosos obsequios a Crimea y ordenó construir allí una mezquita, cuyas ruinas han sobrevivido hasta el día de hoy.

En 1242, los mongoles atacaron su pueblo y, junto con otros jóvenes, fue reducido a la esclavitud. En el mercado de esclavos, los habitantes de las estepas eran muy valorados. Los nobles egipcios a menudo compraban jóvenes fuertes para convertirlos en mamelucos, miembros de una clase diferente de esclavos: esclavos-guerreros.


Carga de caballería de mamelucos con armadura completa.


Estos esclavos se convertían al Islam y se entrenaban rigurosamente, convirtiéndolos en guerreros de élite.


Y esa fue la suerte de Baibars. Fue comprado por el Emir Aydakin al-Bundukdar, quien envió al joven a un campo de entrenamiento mameluco en la isla Roda en el Nilo. Pronto ese emir perdió el favor del sultán de Egipto As-Salih II y le confiscó a todos sus esclavos.

El gobernante de Egipto quedó impresionado por Baibars: un hombre rubio, alto (cerca de 2m según se dice) y el más fuerte de todos los presentes en la isla Roda; todo esto a pesar de tener un defecto en uno de sus ojos que lo había dejado tuerto.


Pero el sultán no vio defecto alguno y decidió nombrar a Baibars comandante del ejército mameluco.


De esclavo a general


Retrato de Luis IX.


La Sexta Cruzada, encabezada por el rey francés Luis IX (San Luís), se acercaba a tierras musulmanas. En 1250, Baibars participó en varias batallas importantes demostrando en cada combate su valía militar, que llevaron a la derrota de los caballeros cristianos y la captura de su líder.


En este momento, el sultán que patrocinaba a los mamelucos murió y su hijo Turan Shah II ascendió al trono.


El nuevo gobernante decidió retirar a los mamelucos de su padre de todos los puestos importantes y designar para los mismos a personas leales a él. Su reinado no duró mucho: de alguna manera, Turan Shah, borracho inició una pelea con los mamelucos y, claro, tuvo que escapar por patas; pero al final lograron alcanzarlo cerca del Nilo y allí fue asesinado, según se cree, personalmente por Baibars.


Miniatura medieval que muestra el asesinato del sultán. A la derecha, Luis IX de Francia, cautivo tras la rendición de sus huestes en abril de 1250.



Con esta muerte comenzaron los problemas en el trono egipcio. Los sultanes comenzaron a sucederse muy rápidamente y era difícil predecir quién llegaría al poder a continuación y qué decisión tomaría.


Temiendo por su vida, Baibars, como muchos otros prominentes mamelucos, permaneció durante este período turbulento en Siria. Durante ese tiempo, los propios mamelucos llegaron al poder fundando el Sultanato mameluco de Egipto, sucediéndose varios de sus líderes (matándose entre ellos) hasta que Qutuz (Saif ad-Din Qutuz al-Muʿizzi) ascendió al trono en 1259. Dio garantías de seguridad a todos los mamelucos.


Los mongoles



Cuadro de Hulagu, khan del temido pueblo de Asia central.


En 1260, un embajador llegó a El Cairo con malas noticias: el ejército mongol al mando del nieto de Gengis Khan, Hulagu, había conquistado Irán y se estaba trasladando a Egipto.


El sultán no temía injustificadamente por su estado, su ejército no podía hacer frente a esta horda mongola («Horda» proviene de la palabra mongola «orda/ordu» o campamento), posiblemente la mayor que se había reunido en la historia; pero el azar intervino.


Justo en este momento murió el gran mongol Möngke Khan, hermano de Hulagu, quedando este como heredero. Se vio obligado a finalizar la campaña que había emprendido contra los estados musulmanes del suroccidente asiático y partir con gran parte de su ejército de vuelta a Mongolia para participar en la elección del nuevo gran Khan y evitar sublevaciones en sus dominios.

Atacar Egipto fue confiado a los soldados bajo el mando del comandante de confianza Kitbuqa, unos 10,000 jinetes. Al enterarse de esto, Baibars aconsejó al sultán que iniciase una campaña lo antes posible para asestar el primer golpe ahora que sus fuerzas se habían reducido.


El gobernante estuvo de acuerdo con el plan y el ejército egipcio emprendió su campaña por el territorio cristiano del Reino de Jerusalén, previo aviso y consentimiento de los francos y ejércitos cristianos que pretendían permanecer neutrales en el enfrentamiento entre egipcios y mongoles.


Soldados mongoles del tiempo de las famosas Cruzadas.


Eso sí, temían que los mongoles los sometieran a ellos una vez terminasen con los mamelucos, por lo que facilitaron las cosas a los egipcios (e incluso los aprovisionaron).


Recordemos que Qutuz pretendía también salvar de las garras mongolas a los lugares santos de del islam, entre los cuales estaba Jerusalén (de interés cristiano también) La Meca y Medina.



El ejército egipcio penetró en Palestina el 26 de julio de 1260. Derrotó primero a la guarnición mongola de Gaza, luego persiguió al contingente de Kitbuqa hasta que los alcanzó en una zona conocida como el Ain Jalut (el Pozo de Goliat). Allí, el 3 de septiembre de 1260, los mamelucos alcanzaron la victoria definitiva.


Tras la ejecución del comandante mongol, el comandante en jefe de los mamelucos, Baibars, estaba seguro de que el sultán lo recompensaría con dignidades y señoríos en los territorios recuperados (Siria), pero Qutuz vaciló, temiendo las ambiciones del eslavo. Baibars enojado conspiró contra él y finalmente asesinó al sultán en el camino de regreso a El Cairo. Los emires, que no iban a oponerse a su voluntad, lo proclamaron sultán de Egipto.


Sultán de Egipto


Busto de Baibars I, Sultán de Egipto.


Después de reprimir alzamientos menores, Baibars abordó problemas más serios. A saber: los cruzados que se habían establecido en Siria y la inminente nueva oleada mongola.


Para hacer frente al enojado Hulagu, Baibars forjó una alianza con la Horda Dorada, cuyo gobernante Berke Khan (musulmán) estaba encantado de tener la oportunidad de molestar a su pariente (también era nieto de Gengis Khan).


Esta unión también se convirtió en un acuerdo «comercial»: los prisioneros capturados por las tropas de la Horda Dorada serían entregados a Egipto a través de comerciantes genoveses para ser vendidos como esclavos y, por supuesto, para seguir la tradición del entrenamiento de los mamelucos.


En 1263, el ejército egipcio sitió Acre, la capital de lo que quedaba del Reino Cruzado de Jerusalén. No fue posible tomar la fortaleza, pero sus alrededores quedaron devastados. El 21 de marzo, los soldados de Baibars sitiaron Arsuf y, tras nueve días, la fortaleza se rindió. Aunque el sultán prometió paso libre a los defensores supervivientes, no cumplió su palabra y los cristianos supervivientes fueron esclavizados.


Un destino similar les sucedió a los caballeros que defendieron otras fortalezas del Reino Cruzado. Las posesiones del sultán egipcio crecieron y llegaron hasta lo que hoy es la Turquía moderna.


En 1266, los egipcios asolaron el reino de Cilicia (Armenia) y capturaron al heredero al trono, León II. El rey Haitón I de Armenia tuvo que entregar varias fortalezas fronterizas, incluso dándose cuenta de que esto enfurecería a los mongoles, de quienes el país era tributario. Cuando el monarca logró solucionar su situación gracias a la intermediación mongola, recuperó a su hijo, abdicó en él y se fue a un monasterio.


Miniatura medieval del asedio de Antioquia.


En 1268, Baibars capturó Antioquía. La población cristiana fue masacrada o esclavizada. Se robaron tantas monedas de oro que se midieron en tazas. El gobernante del principado, Bohemundo VI, se vio obligado a pedir la paz. Las condiciones de paz le agradaron y no se produjo una nueva guerra con Bohemundo pero con la caída de Antioquí, el resto de Síria pronto cayó también, y la influencia de los Francos llegó a su fin.


Representación medieval de la derrota armenia en Mari, en la que los mamelucos egipcios derrotaron a los armenios, mataron a uno de los hijos de Haitón y capturaron al otro.


Un caballero templario escribió sus quejas a Dios, que parecía haberlos abandonado:

La rabia y la tristeza están sentados en mi corazón, tan firmemente, que apenas me atrevo a seguir vivo. Parece que Dios quiere apoyar a los turcos en nuestra pérdida. Oh Señor mi Dios, lamentablemente, el reino del Este ha perdido tanto que nunca podrá levantarse de nuevo. Harán una Mezquita del convento de Santa María, y como parece que esto agrada a su Hijo, nos vemos obligados a cumplir(…)

Octava y novena cruzadas


Eduardo I, el monarca inglés que inició la Octava Cruzada, pero se vio obligado a retirarse.


Dos años más tarde, Baibars comenzó a fortalecer las fronteras occidentales de sus dominios, temiendo una nueva invasión de los cruzados, pero la Octava Cruzada fue derrotada en Túnez. Dos años más tarde, Eduardo I de Inglaterra, que dirigió la Novena Cruzada, intentó atacar las posesiones del sultán egipcio y negociar una alianza con los mongoles.


Pero esto no condujo a nada, excepto a un intento fallido de envenenar al rey inglés. Eduardo captó la indirecta y regresó a Inglaterra.


Baibars murió en 1278, probablemente en sus 50 Habiendo usado el asesinato para eliminar a muchos de sus oponentes, probablemente murió bebiendo Kumis envenenados (leche de yegua fermentada). Irónicamente, el veneno estaba destinado a otra persona. Otras posibles causas de muerte son una herida de batalla infectada o alguna enfermedad desconocida.


A finales de la década de 1260, Baibars lanzó una campaña contra los Nizaríes. La orden de los asesinos (hashshashin) había asustado a muchos gobernantes del Medio Oriente durante años, pero fue el sultán egipcio quien logró finalmente destruir su sistema de fortalezas secretas en las montañas de Siria. Se dijo que algunos de los asesinos que perdieron sus «trabajos» entraron al servicio del Sultán.


La novena y última Cruzada, que resultó tan lamentable

e infructuosa para los reinos occidentales cristianos como la inmensa mayoría.


En 1276, los egipcios invadieron Nubia, depusieron al rey y pusieron en su lugar a uno de sus hijos, llamado Bershambo, que se había convertido al islam. Este, como los «reyes» que le sucedieron, fue un mero instrumento de los mamelucos hasta la caída del reino a mediados del siglo xiv. Al año siguiente, Baibars fue a luchar en Siria.


Para eliminar a uno de los gobernantes de los principados locales, prepararon una astuta trampa: en una fiesta, al emir le sirvieron un cuenco con kumis (una bebida alcohólica típica de las estepas asiáticas) envenenado, pero sospechó algo y hábilmente cambió su vaso por el del sultán. Como resultado, Baibars bebió el veneno y murió unas semanas después.


Durante el reinado de Baibars I, el estado egipcio aumentó en tamaño y victorias. Pasando a la historia como el vencedor de cruzados y mongoles.


Recibió el apodo de Abu al-Futuh ó Abu l-Futuhat, «El padre de la Conquista». Su busto se encuentra en el patio del Museo Nacional de la Guerra de Egipto junto al de otros destacados generales egipcios. Fuente: EL RETO HISTÓRICO

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