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Camino al río, en el llano


"CAMINO AL RÍO", realizada en temperas. Enmarcada con varilla de madera y vidrio

¡Buenos días mis queridos lectores!, hoy he venido con muchas ganas de compartir con ustedes varios de mis escritos de diversos géneros (cuentos, poemas, microficciones, ensayos, etc) y por supuesto acompañados con mis obras pictóricas que son mi grata compañía a diario. Por fortuna hoy están allí del otro lado, pero muy cerquita mío, para que podamos juntos recorrer este camino de letras y pinturas.


¡Avanti!


En el llano


Dicen en el llano que para algunos era una gracia de Dios que Imelda haya nacido tan bella, pero para la muchacha esto era una desgracia, tanto así que padecía día a día lo que para ella era una brujería de algún antepasado. Imelda era tan agraciada que con sólo mirarla dolían los ojos, «Ay, Diosito, se parte la tierra cuando camina la Imelda», así decían los mocitos del pueblo. Pero para esta todo era un padecimiento «Porqué me han engualichao con este rostro, mamita», así le decía la pobre Imelda a su madre con lágrimas en los ojos. Y la pobre doña Clara ya no sabía qué justificativo darle, si para ella esto era una bendición, el haber tenido una gurisa tan fresca y llena de vida, tanto así que en el parto apenas salió de su vientre el médico se quedó extasiado con la bebé, no dejaba de mirarla y hasta llamó a las demás parturientas para que vieran a esa niña que había nacido, la tal Imelda.


La muchacha nunca había tenido un novio, pero sí se había enamorado de un gurí del pueblo, ese mocito que todas pretendían por ser tan dispuesto de palabras que sabía cómo endulzar el oído a su medida, y la Imelda no era la excepción. Un día mientras caminaba por el llano en busca de agua se le cruzó en el camino el tal Juan:


¿Qué anda buscando, Imelda? —le dijo.

—Agua para los caballos —le contestó Imelda mientras sentía sonrojarse.

La acompaño, no vaya a ser que se pierda.


Y anduvieron por el llano largo rato conversando de los asuntos de la vida. Al llegar la tardecita Imelda se despidió de Juan y le agradeció su compañía. Al día siguiente todo el pueblo hablaba del encuentro entre Imelda y Juan, estaban en boca de todos, no había otro tema que no se hablara más que de ellos. Todos pensaron que por fin se terminaría la soltería de ambos, hasta imaginaban la fiesta del casamiento en el pueblo con el párroco Raúl dándoles la bendición. Pero no fue así, al poco tiempo se enteraron de que Juan se había ido del pueblo en busca de nuevos horizontes y que cuando le preguntaron por qué dejó trunco el romance con la Imelda éste les contestó: «Es demasiado bonita para mí, su belleza será un problema el día de mañana y yo busco una muchacha para sentirme seguro y tranquilo».


Ese día Imelda supo que la gracia que Diosito le había conferido había sido su calvario y perdición. Nunca más volvió a enamorarse.


Pasaron muchos años y quedó toda mullida y arrugada, dicen en el pueblo que la Imelda ahora es un alma en pena, que anda por los llanos en busca de agua, pero todos saben que en el fondo todavía espera por su amado Juan.


Escribe, pinta y se inspira: YANINA CERIANI*















*Nacida en la ciudad de Rosario en 1971, Yanina estuvo ligada al arte desde niña debido a las influencias de un tío abuelo, pintor reconocido de la ciudad de Rosario, Osvaldo Traficante y a su hijo quien también la apadrina, Marcelo Traficante.Yanina es autodidacta y ha dedicado su vida al arte en forma permanente.


Su capacidad de comunicación va pareja a la proyección y variedad de sus obras literarias como la poesía, el género de distopías, soliloquios, microficciones, etc.


Ha dado muestras de su versatilidad y su pasión por el arte desplegándola en varias expresiones artísticas como la pintura y la fotografía.


Actualmente dirige un taller literario para adultos llamado “Ronda de la palabra, los libros nos hacen libres” y difusión del arte por medio de programas radiales.





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