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¿Cómo somos?


Escribe: HÉCTOR CARLOS REIS**


Una bolsa de agua. Un compuesto de células. Moléculas de carbono que se mueven. Trozos de calcio revestidos de tejido. Conjunto de órganos que trabajan combinados. Un cuerpo. Según algunos, un cuerpo y un alma siendo ésta una sustancia espiritual e inmortal. Según otros somos animales con un cerebro evolucionado y conscientes. El centaurino diría que somos una especie animal con cierto grado de evolución biológica por un proceso de cerebración y con un primitivo (para él) desarrollo tecnológico. ¿Cómo nos vería un perro? La visión del perro es en blanco y negro siendo además miope. No puede percibir los matices de nuestro comportamiento pues biológicamente está en un nivel inferior. Lo mismo sucede con el resto de los animales. De algo podemos estar seguros somos el producto de una evolución biológica de millones de años; están los restos fósiles que lo prueban. En la mayoría de los aspectos somos mejores que los demás animales. El secreto está en el cerebro. Nuestro cerebro evolucionado con un gigantesco número de células llamadas neuronas: elementos electroquímicos microscópicos. Las conexiones neuronales, aproximadamente cien billones, 1014, en la corteza cerebral son las que producen el pensamiento; las circunvoluciones aumentan la superficie permitiendo almacenar cuantiosa información en tamaño limitado como es un cráneo humano. Está dividida en dos hemisferios. El hemisferio derecho de la corteza cerebral se encarga de reconocer formas, de la intuición, la sensibilidad, la imaginación creadora. El hemisferio izquierdo dirige el pensamiento racional, analítico y crítico. Esta contraposición esencial nos permite generar ideas y luego comprobar su validez. En realidad más que un monólogo existe un diálogo interior continuo entre los dos hemisferios a través del cuerpo calloso, un haz de nervios, que sirve de nexo entre la intuición, la creación y el análisis crítico. Un buen balance entre ambos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea. La neuroquímica del cerebro son los circuitos que permiten la actividad neuronal y el producto es el pensamiento y éste es el que rige nuestras acciones. Nuestro comportamiento entonces está regido por el cerebro. En el resto de los animales la actividad cerebral es muy reducida; su comportamiento está basado en la programación genética. Los genes determinan el vuelo de las abejas, la conducta de las hormigas, etc., pero a medida que vamos elevándonos en la escala el desarrollo cerebral aumenta, por ejemplo en los mamíferos y en especial los antropoides. Los chimpancés, gorilas y orangutanes (en especial los primeros) tienen una actividad cerebral mucho mayor que un gato o un perro.



Nosotros los humanos somos la culminación de un larguísimo proceso de evolución biológica y hasta el momento ninguna especie puede competir; estamos en el nivel máximo. Esta situación, por demás evidente, nos llevó siempre a asumir una actitud de gran soberbia en nuestra relación con los demás habitantes del planeta a medida que el hombre fue ocupando lugares y ganando espacios al desarrollar la incipiente tecnología; la depredación acentuó el proceso. Pero admitamos que los homo sapiens somos un producto bastante difícil de lograr por la mera mutación de genes (ya que de ello se trata la evolución). Muchos dirían que la idea de ser privilegiados por la especial predilección de un ser todopoderoso (un dios) suena bastante coherente. Somos conscientes, inteligentes, hablamos, hacemos herramientas, pensamos, ¡qué distintos a los demás animales! Pensar que seamos el final de un proceso aleatorio de mutación genética y por ende de una evolución suena arriesgado. Y sin embargo es la realidad...


Recién a mediados del siglo XIX con los estudios de Darwin y Wallace que plantearon la teoría de la evolución comienza a ser entendible el descubrimiento de restos fósiles de seres parecidos al hombre. Adán y Eva pasaron a ser un mito bíblico y no una realidad como se creía.


En el siglo XX los descubrimientos en todos los campos científicos fueron apabullantes. Una ciencia joven, la paleoantropología, fue la encargada de descifrar todos los huesos fósiles de homínidos antecesores del homo sapiens. La ruptura con las creencias fue acrecentándose en todas las órbitas del saber.


En psicología, sociología, antropología, paleoantropología, medicina, biología, genética, química, física, astronomía, cosmología, historia, derecho, etología, etc., los hallazgos son permanentes. La aplicación de las ciencias a la vida cotidiana logró una tecnología de avanzada; hasta hace poco los alimentos se deterioraban en el verano con el calor, ahora hay heladeras de todo tipo que los conservan durante meses; la radio, la televisión, el cine, la informática, son el comienzo de una nueva forma de vida.


Somos, los hombres, programación genética ya que culminamos un proceso de evolución biológica pero además somos, fundamentalmente, cerebros; esto es lo que nos diferencia de los otros animales: la gran capacidad de almacenaje y manejo de información. La actividad, principalmente, de nuestra corteza cerebral genera los pensamientos y éstos son los elementos básicos de nuestro comportamiento. Pensamos y luego actuamos en concordancia. Investigar los pensamientos es dar con el meollo del cómo somos.


(De "Estertores de la cultura"* de Héctor Carlos Reis)


*Esta obra cuenta con la previa autorización de su autor para ser publicada.



**Nacido en el barrio de Parque Patricios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Concluida su educación básica, realizó los estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde obtuvo el título de Bachiller Nacionar.

Más adelante, en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, se recibió tanto de procurador y de Abogado.

No conforme con sus logros académicos, publicó colaboraciones en la Revista "Todo es Historia" que dirigía el Doctor Félix Luna (1925 - 2009), en los números de diciembre de 1986, además de enero, febrero y abril de 1987.

Como mejor síntesis el doctor Félix Luna en su revista "Todo es Historia" Nº 235 de diciembre de 1986 para presentarlo, utilizó las siguientes palabras para definir mi método:

"El doctor Héctor Carlos Reis es abogado, pero sus inquietudes exceden en mucho el marco de su profesión.

Ha incursionado en diversos campos de la ciencia y demuestra una notable capacidad para relacionar circunstancias que, siendo aparentemente inconexas, definen procesos de una neta significación. TODO ES HISTORIA ha encargado al doctor Reis la seccción que se inicia en esta edición."

Es autor de novelas, de ensayos, de libros cinematográficos, de relatos cortos sin contar un esmerado estudio del dibujo o la pintura, a las que hasta la fecha se dedica con enorme intensidad.

No obstante, resulta casi imposible resumir la basta obra de un ser humano enamorado del saber, quizás algo introducido dentro de sí mismo pero de vocación o práctica solidaria, cuyos trabajos de manera increíble permanecen en su inmensa mayoría inéditos.

Seguramente la causa resida en esa vieja obstinación de celebrar el arte en privado, pero sin perder jamás la pasión por el debate, la incorporación permanente del saber ni de inculcar la solidaridad, los valores éticos del bien, a forma de una suerte de "método científico" a la hora de concebir y vivir la vida.

En la actualidad, entre otras tareas, Héctor Carlos Reis brinda colaboraciones en este suplemento.

Nota de editor: El director de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA y del suplemento ARCÓN CULTURAL, Carlos Alberto Ricchetti, quiere agradecer y hacer pública la participación tanto voluntaria como gratuita de tan prestigioso intelectual, celebrando poder contar con su enorme amistad).

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