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JAMES LLANOS GÓMEZ

Introducción a una "Artista de Oficio"



Escribe: JAMES LLANOS GÓMEZ*


He publicado otros temas de interés personal: ciencia, cine, política, de la vida, del espíritu y otros que enriquecen el aliento, en fin, escritos que me llenan de coraje para saber que es otra forma bien precisa y parecida de contar y pensar, al igual que lo hago cuando dibujo. La escritura no deja de ser una pasión personal, escribir que se está muriendo de goce, de tristeza, de pasión o desolación, es emocionante, igual se está muriendo cada día así no se escriba. Saber que, uno vive en pedazos de párrafos, líneas que llevan o están cargadas de muchas emociones y sentimientos, historias en primera o tercera persona, que sirve o hacen y deshacen, destrozan el pellejo de gallina, el mío.


Tratar de escribir clasificado en alguna de las escuelas o géneros: novelesco, en crónica, poética, anécdota, en fin, escribir bonito o feo es fácil y complejo a la vez, bueno, igual se hace el ejercicio, tratar de contar algo a través de unas líneas, estilo, es otras de mis formas, de contar una mirada más del mundo.


Es por ello que me presto o preparo para realizar una serie de publicaciones donde ya no sea mi pluma, mis pensamientos, mis sentimientos y pasiones las que coloque en el papel a puño y letra, sino por el contrario, haré de preguntón. Escudriñar en el tema del periodismo (perdónenme no soy periodista, ni mucho menos escritor) por medio de la indagación, de la pregunta. Ahora, es el momento que sea el artista o la persona misma, que diga con sus propias palabras o manifieste sus sentimientos y emociones, qué sabe del mundo, del ser, de lo nimio, del más allá o del más acá, que contra diga, en fin, que se sienta viva o vivo igualmente muerto, esto es válido.


¡Bueno! comienzo esta serie “ARTISTA DE OFICIO” con una persona bien interesante y valiente a la vez, una mujer, madre, artista, amiga, revolucionaria, artesana, campesina, hermana y caminante del mundo. Un ser humano de unas cualidades extraordinarias, en lo personal y territorial. La conocí hace ya varios años, una joven inquieta y amable con la vida, llegó a una de mis exposiciones, de tantas de las que he hecho individuales en Pereira, creo era la conmemoración de “Los 50 años del bogotazo”, en la casa sindical, la CGTD.


En sus primeros pinos en la literatura era muy precisa y poética, luego estudió Lic. en artes plásticas, en la Universidad Tecnológica de Pereira, hoy graduada. Una muchacha de trenzas y piel canela, gafas muy bien puestas, sonriente con todo lo que la rodeaba, asimismo dadivosa y espontánea con el humano sencillo, viviente callejero, el amigo, el amante, o novio, no importa, una mujer de carne y hueso. Hoy después de muchos años es la misma en su esencia, que mira el mundo con más tranquilidad, sin tanta pasión desbordada, por el contrario, hoy es una mujer con más calle y experiencia de vida, donde ésta le ha mostrado, que el periplo por este plano material sirve, para darnos cuenta, que somo unos seres comunes y corrientes. ¡comencemos!


¿Quién es Marcela Velásquez?


Una mujer campesina de manos pequeñas y delgadas que ha trabajado la tierra desde pequeña, una niña a la que mi abuelo vio y apoyó para que desarrollara ese don, esa capacidad de observar de otra manera. Crecí en una finca, en medio de árboles, guaduales, plantaciones, entre el cielo, la tierra y la libertad. El quehacer diario era una constante, una acción para prosperar. Luego, trasladarme desde Palestina Caldas, a una nueva morada, Pereira ¡la ciudad sin puertas! fue un reto. Todo diferente, más rápido, más duro, nudoso y distante. Llegar a mi primer colegio, el Rafael Uribe, un espacio en ruinas, sin paredes, un claustro habitado por la necesidad y con sensibilidad, fue un golpe de martillo, cosas no vistas pero sentidas en el ambiente, ahí, en ese momento, en ese lugar gris, conocí “La Fragua”, un espacio de grafías distintas, con un gran maestro, Rubén Darío Sierra. Un ser extraordinario que alentó a seguir mi travesía de la escritura, desde el punto cero hasta hoy. Esa cruda realidad del campo a otras dimensiones, fue como un salto con garrocha.


En la poesía encontré la voz, el camino, un recorrido largo de senderos amplios, llenos, concurridos de personas sinceras, soñadoras y soñadores, escritores y escritoras importantes, famosos, famosas, que, sin saber, estaba en el crisol correcto, complementando un futuro carnoso para la posteridad, lo que me llevó a estudiar por extensión esta área creativa y encontrar otro puerto para el corazón.  La escuela de artes plásticas, fue un punto de inflexión, otro camino: la figura, la forma, el color y lo trazado, partir de la nada y transitar por un camino desconocido era fascinante, que hasta ahora no ha parado, es fuerte pero reconfortante. El horizonte se ve, no se alcanza, solo el crecimiento personal me acerca más a él.  



¿Hábleme un poco más de su paso por la literatura?


Desde niña como ya lo dije, encontré el juglar más importante de mi vida, mi abuelo. Un hombre sabio, creativo, ebanista, un emprendedor y comerciante, inquieto ante la vida que asumía con su gran talento, sortear las dificultades era su experticia. Con sus gestos y palabras me enseñó a mirar, seleccionar y leer la buena literatura, caminábamos por encimas de arrume de libros, enciclopedias, libros de historia y algunos Best Sellers. Recuerdo que todos los domingos, después de llevar a mi madre abuela a la iglesia, recogía los periódicos, la separata del Magazín le gustaba mucho, por su contenido: pinturas de los famosos, la crítica literaria, ensayos de la poética universal. Leía a Albert Camus, a Vallejo con seriedad, hallaba en ellos, insumos para derrotar el inconsciente dormido. Recuerdo tanto que, en mi pueblo, desde niña, me llevaba a grupos de poesía, asistir a este parnaso de las letras, me permitía soñar con las palabras, jugar en mi mente con las fantasías perdidas. Aprendí, que la tristeza y la nostalgia a causa de las carencias y escasez era recurrente, el vocablo era una flecha que, desvanecía el volumen del dolor para compensarlo, esto, equilibraba mi ser, para encontrar refugio.


¿Quién es Marcela como madre?


La madurez que me ha dejado mi vida a hoy, mi mundo común, de ser madre -algo que nunca pensé- es un regalo. Pedro mi hijo, un niño que me enseñó a soñar, a perdonar y ver, que la sonrisa es como un caramelo. Ser madre cabeza de hogar es una responsabilidad gigante. Comencé a vivir el mundo de las preguntas, de las tareas, volví a ser estudiante de primaria, pero con el encanto de la lúdica pedagógica actual. El rol de madre, te hace sentir tu piel y, que tu membrana está en otro lado. Esta es otra creación, hacer vida y cada vez, solidificar esa invención a un precio altísimo, te hace heroína en la tierra. Ahora comienzo a entender a mi madre y, es lo mejor que nos ha pasado a los dos. Los hijos, es la reivindicación con uno mismo, esto es lo bello de ser madre.  


¿El mundo de la pintura es para usted su otra vida, cuéntenos su paso por bellas artes de la UTP?


Estudiar y educarme como pintora y grabadora es y ha sido de principios, mucha disciplina férrea. Entendí que esto no es de musas e inspiraciones y mucho menos de golpe de suerte. El ser gestora y tallerista, me ha enseñado, ha corregido la misión como artista. La técnica, el gesto, el color es un privilegio, un regalo para el universo mental. La pedagogía es la experiencia más reconfortante para el mundo del profesor, crea lazos de amistad, cimentados con la filosofía de la lealtad. Esto te da argumentos de verdad. Considero que todo esto es una ofrenda para la vida, también se construyen o elaboran conversaciones sanas, y se siente que el tiempo no se ha perdido. Responder desde el amor y la sabiduría comprendida, aprehendida a través de los libros, de la experiencia misma, te permite hablar sin ocultamientos, esto te hace, te lava y te sana.


El otro mundo como artista es el privilegio de nacer y vivir la naturaleza, te da lenguajes muy potentes, te llenas de formas, como ver el mundo desde la fealdad y la belleza. Las texturas, el aroma y la valentía de llevar el campo en los poros, lo simbólico y lo representativo, es una comunión perfecta. Te permite encontrar otras dimensiones. Sentir que las formas salen, saltan y bajan por la mano es algo mágico, fantástico y te llena de asombro. Todo esto me invitó a mirar y amar la indígena, el negro con su estallido sólido, estos temas, con la mezcla de todo lo dicho, te permite volar con el pincel, por cielos imaginarios de azules profundos, ahí donde nacen las formas, como el test de Rorschach, es un juego visual, es cuando uno identifica cosas en las nubes o en las brasas. Mejor dicho, hay paciencia, conocimiento, claridad sobre todo lo que el ser humano puede hacer.


Para terminar James, tuve la oportunidad de estar por Europa y vi tanta belleza excelsa, monumental, perfecta, poética, en fin, vi lo que no he visto acá, y es lógico, porque allá, se vive mucho de lo divino y en mi Colombia, se vive y se nutre de lo humano, es ahí donde se marca la diferencia, entre occidente y nosotros los latinos, con mucho respeto para ellos y nosotros. ¡Muchas gracias por esta entrevista!


Fuente: EL OPINADERO














*Pintor, artista plástico y uno de los artistas más relevantes a nivel nacional. Curador de la Sala "Carlos Drews Castro".

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