John Montagu (1718-1792) era un hombre importante en su época.
Había sido educado en los mejores colegios, ocupó cargos importantes como embajador plenipotenciario, primer lord del Almirantazgo, lord Justicia, vicetesorero adjunto de Irlanda... pero su nombre no se recuerda por sus méritos. Ni tampoco por el viaje que realizó por el Mediterráneo entre 1738 y 1739 para completar su refinada educación, el Grand Tour, en el que recopiló y se llevó al Reino Unido un millar de objetos de arte, entre ellos una placa de mármol cuya enigmática inscripción revelaría en 1743 el profesor John Taylor y que se conoce como «mármol de Sandwich».
La fama le llegó con el descubrimiento de James Cook de un archipiélago en el Atlántico al que puso el nombre de Islas Sandwich, en honor del conde que había costeado los gastos de la expedición.
En pocas palabras; ¿quién fue?
Hoy se conocen como Hawái, pero aún mantienen su denominación las islas Sandwich del Sur, a las que se les agregó «del Sur», para distinguirlas de las primeras «islas Sándwich».
Sin embargo, la aportación de Montagu que ha pasado a la historia popular es la de un sencillo emparedado hecho con dos rebanadas de pan de molde entre las que se coloca jamón, queso, embutido, vegetales u otros alimentos.
Así define sándwich la Real Academia de la Lengua, que no admitió su grafía hasta 1927.
Como tantos otros era un gran aficionado a los juegos de azar, al punto de quedarse días enteros jugándose una fortuna a la suerte de los naipes.
No está claro si el famoso sándwich lo inventó él, o su cocinero, que tuvo que idear una comida con la que el conde no se manchara las manos mientras jugaba a las cartas porque éste era un jugador empedernido que podía pasar días y noches sin apartarse de la mesa de juego.
Carlos Fisas relató en sus «Historias de la Historia» (Planeta, 1985) que la vida privada del cuarto conde de Sandwich fue «un tanto escandalosa».
Uno de sus retratos de cuerpo entero más populares.
Su esposa, lady Dorothy Fane, de la que se separó, pero no se divorció nunca, fue declarada loca por un tribunal.
En tanto, su amante, una joven cantante de 17 años llamada Martha Ray, con la que vivió en concubinato, fue asesinada en la Opera House de Covent Garden.
Todo aquello hizo correr ríos de tinta en la época, pero «hubiera quedado en el olvido a no ser por la pasión que le inspiraba el juego», según Fisas. Cuentan que durante las largas negociaciones de la Paz de Aquisgrán , que se prolongaron durante dos años, cuando tuvo lugar la partida de cartas en la que nació el sandwich.
John Montagu IV había sido enviado en 1746, en la delegación que representaba a la emperatriz María Teresa, y dedicaba sus ratos de ocio a jugar a los naipes.
¿Cómo hacer alguno de los emparedados del famoso conde?
Su pasión «era tal, que no se levantaba de la mesa ni para comer», cuenta Fisas. Su cocinero ideó entonces una solución: le sirvió un filete de buey entre las dos mitades de un panecillo.
Trinity College, una de las casas donde cursó estudios, aún sigue en pie.
En la sala blanca del Ayuntamiento de Aquisgrán se pueden ver los retratos de los ministros que acabaron con la guerra sucesoria de Austria, entre ellos el del conde de Sandwich.
Es «el más conocido» de todos, «famoso por haber inventado el famoso plato que lleva su nombre», señalan en la web oficial. «La idea tuvo éxito y pronto se puso de moda, hasta tal punto que en las reuniones aristocráticas se empezó a servir lo que, desde entonces, se llama un sándwich», recogía el fallecido escritor y colaborador radiofónico de Luis del Olmo. En España la palabra sándwich generó sus dudas, «como si lo mejor no fuera ignorarlo y olvidar tan exótica, áspera y fea palabreja, teniendo como tenemos nuestro castizo emparedado», decía la revista «Alrededor del mundo» en 1917.
"Al estilo francés"
«Dígase el sandwich ó la sandwich está mal dicho. La palabra en inglés es neutra, y tampoco habíamos de decir lo sandwich», continuaba el artículo que aconsejaba «ó pedir emparedados como Dios manda, ó de pedir sandwichs pedir de dos para arriba».
Origen del término
Diez años después, el sándwich ingresaba en el Diccionario de la Real Academia.
Legado
El Conde de Sandwich dejó dicho en su testamento que su mayor legado era la invención de la comida a la que había dado el nombre: dos panes y fiambre en el medio.
Posiblemente no hubiera inventado nada nuevo,
Cámara de los Lores, de la cual supo ser un destacado miembro.
y por ejemplo había emparedados desde hacía siglos en España, lo que evidencia que las convenciones históricas pueden ser engañosas, pero divertidas.
La historia de la gastronomía está llena de grandes anécdotas. No todas ellas son ciertas, y es muy común caer en sobresimplificaciones, pero no por eso esas historias deben ser descartadas.
El bartender Federico Cuco relata que en un bar de Brasil llamado Dry escuchó al barman, de nombre Cascao, contar una historia falsa del origen del Dry Martini a una cliente.
Le decía que había sido inventado por alguien de nombre Martini para el magnate estadounidense John Rockefeller.
Más sandwiches
Cuando Cascao notó que él lo miraba con asombro, puesto que conocía la verdadera historia, se le acercó y le dijo: “Vos sabés que esa historia es mentira, ¿no?” Cuco asintió. “Pero, ¿entendés lo que estoy haciendo?
Esa chica no tiene por qué saber que es falsa; lo importante es que en este momento se siente Rockefeller”.
Variedades raras
Una de las historias que siempre me resultó sospechosa pero simpática es la de la creación del Sandwich.
El canon oficial se lo atribuye a John Montagu, IV Conde de Sandwich (un distrito de Dover, dentro del condado de Kent) en 1762.
Su amante de 17 años, una famosa cantante, fue asesinada tras actuar en la ópera.
Era común referirse a los nobles por su título, por lo tanto a Montagu nadie le decía así, sino directamente Sandwich. Y resulta que este hombre en cuestión era un jugador empedernido de cartas. Se dice que en una ocasión, mientras estaba por cuestiones diplomáticas en Aquisgrán, Alemania, pasó 24 horas seguidas en un juego, e hizo que su sirviente le trajera comida que pudiera consumir mientras seguía con su vicio (porque 24 horas seguidas quizás amerite este calificativo).
Panes, fiambres y carnes adobadas eran lo que tenía para comer a forma de picada mientras seguía dale que dale con los naipes.
Y siguen los "manjares entre dos rebanadas de pan"
Y como el señor este que hoy sería considerado alguien con problemas con el juego no quería parar ni siguiera para comer, agarró dos panes, puso los fiambres en el medio, y así evitó mancharse las manos, y logró comer sin tener que frenar ni siquiera un minuto.
Sorprendidos por tamaña hazaña, sus contemporáneos empezaron a pedir “lo mismo que Sandwich”, y así este noble inglés le dio nombre a una de las preparaciones más versátiles y difundidas del mundo.
Sandwich "Tea Conection"
Tan orgulloso se sintió de esta hazaña, que hasta lo dejó asentado en su testamento. Ahora, quizás eso de comer con las manos dos panes con fiambre en el medio fuera toda una novedad para la nobleza de Inglaterra, pero resulta sospechoso creer que semejante idea no se le hubiera ocurrido a nadie antes.
El pan es una de las preparaciones más antiguas de la humanidad, y varios de los típicos ingredientes que pueden ponerse en el medio ya existían desde siglos, e incluso miles de años, antes de que Sandwich se creyera el inventor.
Además, si bien para su época los cubiertos ya eran algo de rigor para los nobles y las clases altas, durante la Edad Media comer con las manos era la regla general.
Anécdota y de qué estaba hecho el original
De hecho si el nombre que aplicamos es emparedado, podemos apreciar otra historia, incluso anterior, aunque un poco menos glamorosa por no contar con fanáticos del azar ni nobles famosos.
El barrio Lavapiés de Madrid tiene una callellamada Mesón de Paredes, llamada así justamente por una posada regenteada por un tal Miguel Simón Paredes, cuyo hijo Juan de Paredes fue guardia de Juan II, rey de Castilla.
La infaltable "especialidad vegana".
En este mesón se preparaban en el siglo XIV-XV viandas para los viajeros que consistían en un pan al que se le cortaba la tapa, se mezclaba la miga con fiambres y aderezos, y se le colocaba la tapa nuevamente.
Del nombre “paredes” vendría “emparedado”. Quizás sin embargo la mejor historia del Sandwich sea la completamente apócrifa que escribió Woody Allen en su libro “Getting Even”, traducido al español con el insólito título “Cómo acabar de una vez por todas con la cultura”.
Exitosas recetas del bar EME de Bilbao, España
En el cuento “Sí, ¿pero puede hacer esto el motor a vapor” el narrador cuenta su tremenda sorpresa al enterarse que “El sándwich fue creado por el Conde de Sandwich” y decide entonces escribir la historia de la creación de este plato, en la que describe al Conde como una especie de académico incomprendido obsesionado por las combinaciones de panes y fiambres.
La invención que lo inmortalizó, fue objeto permanente de un sinfín de variedades.
“Su primera obra terminada (una rebanada de pan, otra rebanada de pan encima de la primera y un trozo de pavo encima de las dos rebanadas) fracasa miserablemente.
Desilusionado hasta la amargura, regresa a su estudio y vuelve a empezar todo de nuevo”, escribe Woody, quien pasa a describir todos los experimentos, que incluyen dos rebanadas de pavo con el pan el medio, o tres rebanadas de pan apiladas, por ejemplo, hasta finalmente llegar a su obra cumbre. La más falsa de las historias, pero sin duda, la más divertida.
Durante sus últimos años.
Fuera quien fuera la persona que por primera vez puso algo comestible entre dos panes, sin dudas fue un genio gastronómico.
Variedades y sitios
Nada mejor que celebrar a ese héroe quizás anónimo con alguno de estos deliciosos sándwiches (o emparedados) que hay en Buenos Aires, Argentina (y no, las hamburguesas, los de milanesa y los choripanes no están incluidos, pero sí, son grandes sándwiches también).
He aquí algunas de los más reconocidos: Tea Connection: Sándwiches con pan casero e ingredientes naturales. El Tibio de Pollo y Gruyere es una delicia, con cebolla caramelizada, hongos y rúcula en un baguetín blanco, y con papas de acompañamiento.
Las treinta especialidades más famosas
La Crespo: Pequeño lugar de cocina judía, ideal para comer el gran clásico sándwich de pastrón, o Hot Pastrami Sandwich, 170 gramos de pastrami con cebollas caramelizadas, pepinos y mostaza de dijón, con pan multicereal.
Una de las especialidades de este restaurante de la comunidad judía en Buenos Aires: El sandwich de pastrami.
Chochán: Exacto, todo de cerdo. El de carne deshilachada con ensalada de repollo y barbacoa casera.
Natural Deli: Para vegetarianos, el Deli Veg es una gran sándwich de zuchini y berenjena a la plancha con tomates secos, mayonesa de ajo asado y rúcula en pan multicereal.
El Tejano BBQ: Un exuberante y picante sándwich de falda con queso fontina, jalapeños, pepinos, cebolla caramelizada y panceta.
"Panino", la especialidad exclusiva de Siracusa, al sur de Italia
Como hubiera querido el conde, por un buen sandwich bien vale dejar de lado los naipes.
Fuente: ABC (ESPAÑA)
Comments