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Arcón Cultural

Letras: ELIANA OSORIO RAMÍREZ y otros

CAOS TÓXICO

por JHONNY OSOCIO, "JOHAN OSAG"





















El año veinte

de nuestro siglo veintiu,

la humanidad ingrima,

vive su pandemia.

según científicos,

la primera de cientos

que seguro pondrán

fin a nuestra huella.


(Esta pandemia a soltado otras múltiples

que habitan en nuestro nido de sesos).

Se impuso el yoismo

en su máxima expresión,

se vivió el acaparamiento de comida

y también para limpiar

nuestros olorosos traseros.

Supermercados, almacenes de cadena,

se convirtieron en vampiros chupasangre

que robaron a diestra y siniestra,

que elevaron los precios

para que solo los burgueses

compraran alimentos.

Políticos robaron por billones,

aprovecharon el hambre

de los más necesitados

para comenzar

sus campañas de perpetuidad

en medio de la esfera política...


¡Sanguijuelas miserables y oportunistas!


HAY SILENCIOS

por CARLOS MARIO CASTAÑEDA SEPÚLVEDA
















Hay silencios

Esos que cotidianamente nos persiguen

Y con mi valor de cobarde,

Me arriesgo y los miro a los ojos


Y aun asi,

Con un acto que parece de amor

No soy capaz de interpretar


No te veo

Grítame…

Para saber que existo.


SUMAN Y MULTIPLICAN

por FÉLIX DOMINGO CABEZAS PRADO
















Suman y multiplican las cenizas

La arcilla que se borra

Las masacres, las heridas

La palabra obsequiada al viento


Suman y multiplican la sombra de la vida

De quienes despertaron temprano

A la conciencia social

De quienes no se arrodillaron

A la anarquía del poder


La sutil o descarada exclusión

El veneno del racismo y de la discriminación

Suman y hacen multiplicaciones

Roban los sueños, y con sevicia

Dividen la miseria

Y, multiplican la desesperanza

Compañera inalienable de la vulnerabilidad


El recrudecimiento de la guerra

En los territorios ancestrales

Las estructuras criminales

La indiferencia, la impunidad

Y el odio al disenso, a la otredad suman y multiplican


Suman las estadísticas de la mentira

Baila la hipocresía, multiplican las cruces

Y apagan la luz de la esperanza


Suman y multiplican el dolor

El puñal politiquero, y sabernos olvido

Suman, suman, suman


Sin memoria secuestran a la vida

Y la suman ya muerta en la canasta familiar


Hola, humanidad…

Te invito

A sumar y a multiplicar amor.


NO VINE

por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"















Cuando el Señor

Escribió mi nombre

En el Libro de los Vivientes,

Mi madre elegida

-apenas pudo-,

Desechó mi vida,

Escogió el dolor,

Renunció a la alegría.


Gracias a mi joven

Madre, ese día

Mi nombre quedó

Inscrito

En el Libro Sagrado de los Justos.


Hoy mi alma

Fue impelida

Para celebrar

La Gran Fiesta

Del Último Día,

De los días que se cuentan.


¿Y quién es mi madre?


¿Dónde quedó

Mi madre,

Dónde que no la veo?

¿Dónde quedó

Mi madre,

Dónde que no la hallo?


La busque

Con mis ojos nuevos

-de ternura bañados-,

En la vida de

Los dolientes,

Y no logré verla.

La esperé

Confiado

Con el sincero anhelo

De mi suave abrazo

En la vida de

Los eternos, y

No llegó nunca.


¿Y quién es mi madre?


¿Dónde quedó

Mi madre,

Dónde que no la veo?

¿Dónde quedó

Mi madre,

Dónde que no la hallo?


Al fin,

Ese día no vine.

No vine ese día,

El día señalado,

Cuando tambien

Pude ser

Y no pude.


Aún espero ver

El rostro lozano

De mi joven

Madre.

Tal vez,

Ya no sea joven,

O, tal vez,

Ya sea madre.


PASAJERO DE SÍ MISMO

por HERNÁN MALLAMA ROUX















Y llegarás a conocer el mundo

pálido y borroso como lo dibujó tu padre,

los días se quemarán a la sombra de los árboles

y se anegará de silencios

la sonrisa de los columpios en ruinas.

Cada quien deambulará su propia nostalgia

en las avenidas del odio.

El tiempo será vértigo y náusea,

y valdrá un centavo

saber que existes,

que aún escuchas a los Beatles,

o que copulas juiciosamente

cada martes.

La salvación será una semilla estéril

para sembrarla en las cavidades del sacrificio.

Tu abuelo te lo confesó aquella tarde

cuando te heredó un libro.

(Tu primer viaje,

el único,

hacia el paraíso)

Ahora te despides

desde el jardín del exilio

y vuelves la espalda para marcharte

sin ver florecer los remordimientos.


NIÑOS, ETERNOS NIÑOS

por DIANA PÉREZ DUQUE














A ellos las estrellas fugaces de un bosque encantado,

A las miles de hojas de los árboles que caen al suelo,

A aquellas luces que por brillar diferente no son encendidas,

A las incógnitas de las preguntas como respuesta.

A ustedes habitantes de este mundo real y poco amable,

Por que aman la vida y al mundo como nadie lo amara;

a ellos siempre niños, siempre.

Por que tienen pasaporte al paraíso,

Por que poseen la ternura eterna y la inocencia trascendente, a ellos niños eternos niños……



¡¡¡GRITO DE AMOR Y PAZ!!!

por JHON JAIRO SALINAS























...Vidas de hombres y mujeres...

...cercenados sus cuerpos limpios y puros como agua bendita de santo manantial...

...Niños inocentes mutilados... Campos y huertas teñidos de sangre.


Que reverdezca la primavera, que pétalos de rosas frescas protejan corazones de risa infantil;

permitan que la maestra enseñé el ábaco de eterna vida... ¡por favor permítanle!.


¡Que cese la muerte!

¡Que regrese la vida!

¡Que vuelvan los sueños!

¡Que vuelva el amor!

¡Que vuelva el aire!

¡Que vuelvan los besos!

¡Que vuelvan las madres!

¡Que vuelvan las aves con sus cantos de vida!

¡Que vuelva el sol!

¡Que vuelva la lluvia a regar nuestros huertos!


Ahh, que nuestros ríos sean los espejos de la paz; que nuestros bosques sean susurro y canto de tu voz.


Que soplen los vientos de agosto... para que infantes dejen volar sus cometas, izando en el cielo azul sus sueños febriles.


No más manos disparando rugidos de metralla... ¡Por favor no más! ... No más...


¡Que vuelvan los bellos arcoiris con los ojos de risa infantil!

¡Que vuelva la alegría en las aulas!

¡Que vuelva el bullicio infantil en los corredores de la vieja escuela!

¡Que vuelvan los abrazos como coronas humanas!

¡Maldita sea la guerra!

!Que se vayan los alquimistas de guerra!

!Desterremos los avaros banqueros!


Queremos un nuevo amanecer... Sí, el amanecer de la paz pintada en los labios de auténtico pueblo.


Seremos como huracanes destruyendo el inmenso océano de la muerte. Nos reproduciremos en eterna semilla de vida.


Seremos relámpagos de impetuosa vida, seremos millones de voces pidiendo paz, pan y vida.

Seremos rayos de sol, dejando venir la lluvia con truenos de paz.


Seremos millones de flores y rosas, desfilando contra la barbarie y el crimen...

seremos tambores y gaitas retumbando contra el rugir de metralla.


Somos Caribe, somos andinos, somos Pacífico; construyendo paz con justicia social.


!No existe espacio para rendirnos! !comencemos la marcha triunfal! ¡es hora de flamear la bandera de la dignidad!...Seremos eternos en el brillo del amor...

...Seremos fuertes como el acero de honor...


"No renunciemos a la vida, a la negra noche bajo la luna plateada, bajo

las estrellas amarillas en el lejano horizonte."


Que la Paz se pinte de negro, que se pinte de blanco inmaculado, se pinte de indio... También de campesino...

Sí, iremos tras el horizonte...

El horizonte de la paz... No te rindas... ¡Por favor!, ¡No te rindas!


PREPOTENCIA HECHA SABER

por ELIANA OSORIO RAMÍREZ




























Como si la educación no fuera parte del sistema,

Como si el sistema en pleno no debiese de caer,

Como si cada gremio no defendiese su terreno,

Como si cada uno no aportara un gran saber,

Como si la crisis del momento dependiera del poder,

Como si la transformación sincera no viniera del querer,

Como si ese anhelar sincero no se hubiera prostituido,

Buscando solo poder y poseer.



Cuentos y ensayos



OTRA CATEGORÍA DE MORIR

por UMBERTO SENEGAL


En esta primera temporada de la Covid-19, que tal vez supere las 11 de The walking dead, preñada de programados terrores y metódica desinformación; con algorítmicas codificaciones eugenésicas de estadísticas concernientes a muertos por coronavirus; e ininterrumpido ametrallamiento sicológico mediático, los muertos están monopolizándolos como nunca había acontecido. Todos ellos adquieren jerarquías cuantitativas en un necrofílico mercado negro sin fronteras económicas. Sin proporciones sociales. Se vuelven evidentes. Nefastos. Desconcertantes e intempestivos, estos fallecimientos de familiares, amigos y desconocidos. Todo anónimo difunto de pueblo o capital, adquiere notoriedad como muerto por el hecho de acrecentar estadísticas de la pandemia. En tan brumosa época, donde todos gestamos cándidas esperanzas de una utópica sociedad menos desquiciada; donde el sustancial objetivo de la población humana en este lapso es que le administren, cuanto antes, una contradicha vacuna, gravitan más los cadáveres que, gracias a noticieros y periódicos alarmistas, adquieren categorías poco usuales entre los felices muertos pre-Covid. Antes de esta, con sus evidentes desbordes eugenésicos, un muerto por cualquier causa era eso: un simple difunto por cualquier motivo. Cadáver que, en algunas personas, provocaba algunas lágrimas. O algún pésame. Cualquier incómodo recuerdo presionando a mascullar frívolos padrenuestros entre quienes apreciaban al fallecido. Hoy por hoy, la extensa hilada de muertos es más notoria. Aunque reduzcan los cuerpos a valorizada ceniza, el peso mediático, alterado por ambiguos criterios sanitarios de la OMS, es cada día mayor. Irrefrenable. Los nombres de los fallecidos, resplandecen más. ¡Murió fulano! ¡Murió zutano! ¡Murió mengano! Murió perengano… Recuerda: Morirás en el momento menos pensado. Voy a morir. Solo que ahora los muertos despliegan, en el imaginario social, la honrosa categoría de fallecidos por culpa del virus. Sin este o con él. Aunque en realidad hayan chocado contra un dron octocóptero. Si usted o yo, a pesar de mantener embozalados, tenemos la histórica y dichosa oportunidad de perecer durante este lapso de galopante coronavirus, seremos más notorios en nuestros pueblitos. No es lo mismo haber muerto antes de la p(l)andemia, cuando cualquier indisposición era suficiente para arrojarnos al cielo, al infierno, al nirvana o los bardos tan bien expuestos por el budismo tibetano, que sucumbir en esta temporada y ser empaquetado en las insaciables despensas del errabundo virus. Seguro que usted, cuando muere alguien, también pregunta amedrentado: “¿De Covid?”. Se protegen de tal anatema post mortem, cuantos optan por el suicidio. Pocos, desafortunadamente. Quienes barajan los aleatorios números, deben verse en calzas prietas para adherirle, por alguna vía médico mediática, la etiqueta del coronavirus a indefensos pacientes. Mientras los afectos se despueblan de amigos y conocidos, uno siente que, cercana, sigue viva tras del bozal mucha gente en apariencia inmune al virus, que uno despediría de manera definitiva sin asistir a su funeral.


(Publicado originalmente en el diario "LA CRÓNICA DEL QUINDIÓ" y transcripto con el consentimiento del autor).


ESE DIOS DE LAS IGLESIAS

por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA


I


Dios, el de las iglesias, vocablo anquilosado dentro de la naturaleza del lenguaje objetivo, concepto transversal al fanatismo, precedido por el raciocinio superficial, significación ambigua, pomposa, de efecto alienante.



En los piadosos o no creyentes, la química cerebral circula de forma compleja y despótica, se solidifican grandilocuencias a favor o en contra de una conjetura imposible de convertirla en acontecimiento verificable.


Para darle coherencia al concepto Dios es vital oxigenar su esencia, sin desvíos sicológicos ni filosóficos, vertebrarlo con fluir existencial, ser abiertos a lo preconcebido y de igual manera deshilvanar, sin prejuicios de ninguna índole, teorías científicas, para así tener un criterio neutral ente estas doctrinas antagónicas.


Quien pronuncia Dios se remite a un algo sin principio ni fin, invisibilidad concebida para llenar el vacío existencial, paradójico. De este modo se confiere personalidad a lo incorpóreo, se le da patente de haber sido el creador de la vida, de cuanto existe, también la regencia suprema del universo, inaudito hábito de creer en Dios. Este artificio lo auspician arteros del poder religioso. En esta discurrir la omnipotencia conceptualizada tiene edad de la aparición del hombre sobre la tierra. Es decir, Dios nace en la etapa del cuaternario y como la imaginación es carburante óptimo para su perpetuidad, el hombre desde el devenir le ha dado fortaleza a dicha representación para resistir a diferentes glaciaciones, plagas, terremotos, huracanes, devastaciones de toda índole. Alguien con humor negro proclamaría: para algo sirve ser Dios. En otro extremo se sitúa el materialismo, discernimiento encargado de aseverar la no creencia en Dios, religión a la inversa, todas sus dilucidaciones tratan de convencer, atraen seguidores, evangelizan con la negación de Dios.


II


Es respetable la creencia. Lo inadmisible consiste cuando se hace uso del nombre de Dios para engañar, embaucar y sacar provecho económico, político, social, sexual, al trepanar el raciocinio del ingenuo, predispuesto a caer en trampas mixticas. Truhanería de clérigos y pastores, rapacidad mental en detrimento de “la búsqueda individual de la verdad”, del Dios sin explorar en cada ser humano.


Las iglesias son emporios cuya materia prima de comercialización es el ser supremo, sus mercaderes viven a costa del dinero de los feligreses, estafadores, fulleros, hipócritas, traficantes de la espiritualidad.


III


Arrojo por el desagüe cualquier teoría en relación a Dios. Me libero de religiones y estructuras petardistas, urdidas solo para la explotación. Escucho con mente penetrante la religiosidad del verde, del polvo, de la naturaleza. Veo a Dios en todo lugar, a cada instante, en cualquier circunstancia. Dios es bestia, ruge. Dios va al pozo a saciar su sed, paloma en el cristalino del aquí y ahora. Dios posa su llaga de infinitud en un instante del día, de la noche. En ocasiones bate la cola y lanza el zarpazo. Dios y mis deseos van al mercado a palpar los colores del arcoíris. Dios cata la lluvia, se embriaga de firmamento. Dios es infinidad en mi aposento. Dios es ciencia pura. Alquimia del espíritu. Dios despedaza el ayer. Dios vive sangre contaminada por el sufrimiento del hombre. Dios experimenta la falta del pan de cada día. Dios suicida el verbo era con Dios. Dios es mutismo. Dios habla esto y aquello desde las entrañas de la piedra. Dios se explaya en la nada. Dios comulga con la raíz. Dios es jolgorio. Dios es océano en el rocío. Dios es respiro de la sombra. Dios es disciplina absoluta de nuestros sentidos. Dios es exploración total de las neuronas. Dios tiene la potestad de no dejarse manipular, por esto no cabe en templos construidos con falsedad, astucia y fraude. Dios se ríe de ser Dios.


En conclusión, soy un creyente de Dios hecho a imagen y semejanza de la vida, soy un ateo de ese Dios de las iglesias.


(Publicado originalmente en el portal "LAS 2 ORILLAS" y transcripto con el consentimiento del autor).


Y LA ABUELA TAMBIEN HABLÓ MAL

por CARLOS ALBERTO RICCHETTI


Una como tantas otras noches, la abuela decidió reunirnos cerca de la chimenea para narrar sus increíbles historias. Eloísa, mi hermana por parte de mamá, estaba muy inquieta. Le di toda la ración de galletitas dulces que me correspondían a diario. Sin embargo, seguía fastidiosa, maleducada. La llegada de la abuela con unos bocadillos recién horneados en la cocina, pareció calmarla. Luego de pasarle la fuente de madera, prendió la pipa, surgió la primera bocanada de humo y las palabras comenzaron a brincar sobre el lejano sonido de la leña quemada.


-Chicos. Díganme una cosa. ¿Saben por qué nunca se debe hablar mal de nadie?

-No, abuelita –contestamos al unísono.

-Muy bien. Yo les voy a contar…


Intuí que la abuela daría comienzo a una serie de sermones desagradables, como consecuencia de la presunta mala conducta de alguno de nosotros. Cuando quise desviar la atención, las palabras se tornaron más atrapantes.


-La gente siempre se entera…

-Pero abuelita, abuelita –insistió Eloísa con su habitual imprudencia. Si la gente no te puede escuchar, podemos decir lo que queramos…

-No, mi amor, no… La gente se entera después. Es cuestión de tiempo. A la corta, si le cuenta alguien; a la larga, cuando van al cielo y Dios allá arriba les dice, porque Él sabe todas las cosas.


Sentí crecer el pánico al flanquear la curiosidad, olvidando aún el dolor de mis manos congeladas de jugar en el patio ante la cercanía del fuego.


-Entonces Dios es malo –dije. ¿Para qué le cuenta a la gente si se enoja?


La abuela removió el hediondo tabaco de la pipa. Luego perdió su mirada en el vacío.


-No. Dios no es malo –contestó. Pero los que se portan mal, tienen que recibir su merecido. Mirá…Cuando yo era muy, pero muy chiquita, mamá me dijo que siempre leyera la Biblia. Ahí está la verdad, porque la escribió Dios.


Mi hermana aprovechó para consumar otra de sus frecuentes interrupciones. Fue imposible detenerla.

-Abuelita. ¿Qué pasa cuando Dios le cuenta a la gente?

-Vienen a preguntar –afirmó exhalando humo. Te golpean la puerta… Toc-toc…

-¿Toc-toc, abuelita? –pregunté.


Eloísa permaneció callada. Tenía la vista fija en la abuela y el dedo pulgar dentro de la boca. Nunca antes la había visto así.


-Toc-toc, mamita. Y te llevan…


Como la mayoría de los niños, estaba acostumbrado a los epílogos felices. El temor me llenó los ojos de lágrimas. Quise cambiar el veredicto inapelable de la tragedia.


-¿Y si el nene habla mal? ¿Y si el nene se arrepiente?

-Se lo llevan igual, mi vida...

Los sollozos se adueñaron de Eloísa. El acontecimiento dio por concluida la velada y la abuela, fiel a su misión de dar consuelo, la acompañó hasta su cuarto.








La sugestión de la inquietante advertencia, transformó las inofensivas sombras del cuarto en feroces garras al acecho. Bajo el intenso calor del ambiente, el sudor desplegaba su lento vendaval de insomnio. De tanto sobarme a causa de las pesadas mantas catamarqueñas y el camisón de lana, mi piel se cubrió de molestos sarpullidos. Tuve deseos de ir al baño.


Cuando atravesé el comedor, el hogar me dio una bienvenida dramática. El deforme corcoveo de las llamas enseñaba el perfil aguileño de la silueta en la mecedora, bebiendo ginebra barata del tosco cilindro de barro. El golpeteo de los talones descalzos sobre la superficie de madera le llamó la atención, dejándome a merced de la borrachera.


-¡¡¡Ah!!!... ¡¡¡Sos vos, mocoso!!!

-¡No, abuelita, no!... –grité mientras empezaba a llorar.

-¡¡¡Por culpa de ustedes su padre nos abandonó y la imbécil de tu madre, lo único que supo hacer, es ir a comerse los hongos venenosos del jardín!!!...

-¡No, por favor, no!...


La abuela volvió a besar el pico con su boca de arpillera arrugada.


-¡¡¡ ¿Quién los crio?!!! ¡¡¡ ¿Quién lo mantiene a usted, carajo?!!! ¡¡¡Yo!!!. ¡¡¡Tu abuela!!! ¡¡¡ ¿Quién les da de comer?!!! ¡¡¡La abuela!!! ¡¡¡La estúpida de su madre me dejó sola, a cargo de todo!!!

-¡Esperá, no te enojés!


Enardecida, la vieja se puso de pie. Eructó con la botella entre los brazos como si alguien se la fuera a querer quitar.


-¡¡¡Su madre lo único que hizo es matarse porque no sabía qué hacer con ustedes sin su padre!!! ¡¡¡Por qué no se la aguanta como yo!!! ¡¡¡Cállese la boca y no llore más, maricón!!!

-¡Abue…!

-¡¡¡Si, la pobre idiota de su madre, a quien siempre le dije que no se casara con ese hombre!!! ¡¡¡ ¿Y yo que le tengo que decir a usted?!!! ¡¡¡Mándese a mudar, mocoso insolente, que no tiene nada que hacer levantado a esta hora!!!

-¡Quiero agua!...

-¡¡¡Que se mande a mudar, le he dicho!!!


Volví corriendo al cuarto, desconsolado. Atiné a sumergirme debajo de la almohada por miedo a las sombras, en la impotencia de no poder llamar a nadie. Me dormí.


Al amanecer, el colchón acusaba los vestigios de un enorme ovalo de orina.







El día siguiente sorprendió a la abuela con su habitual ternura. Hasta me acarició el cabello, salpicando mis rulos dorados con la tierra negra humedecida de las papas que pelaba.


Esa misma noche, Eloísa fue por un vaso de agua. Cuando llegó a la cocina, observó absorta como dos brazos femeninos putrefactos arrastraban a la abuela hacia la puerta de atrás. En medio de los gritos atroces, los blancos mosaicos del piso mostraban una extraña e irregular ese de sangre. El anillo que siempre usaba mamá descansaba sobre ella.

Jamás volvió a pronunciar palabra alguna.








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