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Los militantes


Un sistema político surge, cuando de las proposiciones de los filósofos (buscadores de la verdad), un intelectual o académico, descubre que una de las proposiciones se puede convertir en un bien social. El intelectual – ya convertido en ideólogo – elabora la representación del sistema, de tal modo, que las premisas puedan ser proyectadas a la sociedad, o a un grupo social, y la visión sea estimada con una alta probabilidad de ser incorporada al sistema real. No se conoce el momento cuando una filosofía se convierte en una ideología, y la ideología en un sistema político, mas la historia ha revelado con constancia esta ocurrencia. Max Weber, reconoce esta conversión por la relación dialéctica entre las ideas y las necesidades sociales.


La primera dificultad para lograr esta conversión se da por el desconocimiento que tiene el ideólogo de su pueblo, debido a que sus extensas investigaciones académicas lo han llevado a una inconsciente ausencia espiritual del grupo social al que pertenece. Para solucionar esta carencia, incorpora al político, quien posee un mejor conocimiento de sus vecinos, incluyendo la ubicación geográfica de las personas que padecen alguna limitación material causada por los errores en la distribución de la riqueza y la justicia, del sistema operante (antropología sociocultural). El político debe elaborar un programa de acción que acerque el sistema real con el sistema ideal pretendido, y reunir algunos asesores que atraigan a funcionarios y empresarios que den información oficial y financien la causa. Éstos desencadenan un nuevo grupo llamado militantes de voluntariado, los cuales trabajan en tareas con menor responsabilidad individual como el manejo de la logística. Los de voluntariado son militantes sociales que ahora trabajan para una causa privada; no esperan retribución económica; se adscriben a la idea cuando consideran que ésta puede traer altos beneficios a la sociedad. Después que se ha trabajado en la difusión de la idea, y la exposición ha llegado a las áreas requeridas, aparecen los seguidores, quienes simpatizando con la propuesta, muestran interés en apoyar la idea dentro de las reglas del sistema democrático (me ubico en esta categoría). En la última categoría del sistema aparecen los militantes. Son trabajadores incansables que se cuelgan la ideología en su cuello y luchan para que prevalezca como matriz del sistema político. Están dispuestos a trabajar por alguna de las cuatro causas que proponen las organizaciones sociales, deportivas, políticas, militares o religiosas principalmente: conservadoras, revolucionarias, reformistas o restaurativas.


FILÓSOFO—IDEÓLOGO—POLÍTICO—ASESORES (funcionarios, técnicos, empresarios)

MILITANTES DE VOLUNTARIADO—SEGUIDORES—MILITANTES

SISTEMA NO-IDEAL: El defecto del sistema idealizado aparece cuando la conciencia colectiva del pueblo emite un juicio negativo (subjetivo) contra la ideología propuesta. El político que no escucha este veredicto popular, decide resistirse y convertirse, además, en un sofista (falso filósofo). Para lograr su objetivo el sofista debe desencadenar una militancia artificial, y con ella, arremete contra el sistema real para imponer sus ya despreciados ideales (“Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles” Protágoras ).


Los discursos políticos son oraciones apofánticas de retórica que dependen para ser ratificados en la realidad, de la confluencia de muchas variables; siendo las variables dependientes principales: la cultura y el tiempo. En el exordio, el político-sofista que busca formar militantes artificiales, utiliza en su retórica dos de las armas de persuasión que señaló R.B. Cialdini: La simpatía y la escasez. Con ellas elabora su envoltorio verbal (Kurt Mortensen), para posibilitar su mayor influencia en quienes lo escuchan. Debido a la contundente eficacia de sus falacias, la neurociencia ha querido comprender esta realidad utilizando las herramientas de la psicobiofísica; hallando que en los seres humanos, además, es la glándula pineal la que posibilita esta transformación abrupta de pensamiento; convirtiendo las ondas electromagnéticas en estímulos electroneuroquímicos (Semm, Voltrath) pre-codificados. Una de las intenciones del político-sofista con sus militantes artificiales, es hacerles llegar un paquete de información e inferir con éste, la realidad mental de sus escuchas (S.F. de Oliveira). Se conoce que la glándula pineal tiene un medio líquido al que se puede hacer vibrar con sonidos determinados: discursos, mantrams, cantos, oraciones grupales, etc. Los receptores de esta vibración en la realidad material son los cristales de apatita (visibles en tomografía), que pueden alcanzar considerables concentraciones en la glándula. Estos receptores se encuentran en abundancia en el esmalte de los dientes (fluoro-apatita) y en los huesos (hidroxi-apatita). Cuando la información es recibida, el político-sofista incorpora la “violencia simbólica” (P.Bourdieu) contra sus militantes, con el propósito de lograr en ellos una dominación argumental permanente que garantice que sus planteamientos sean incuestionables. La violencia simbólica se ejerce con: propaganda, videos, canciones, himnos, revistas, caricaturas, etc.


Algunos políticos-sofistas que padecen un agravado narcisismo, por saberse bendecidos con el don de la palabra, aumentan la violencia simbólica contra sus militantes, para que, intimidados, le ayuden a sustraer el máximo poder del espíritu del pueblo y con él, hacer creer al pueblo que su cuerpo – su carne y su sangre -, es la representación material del pueblo mismo, diciéndoles: YO SOY EL PUEBLO. ¡Una locura!


El verdadero riesgo que corre el posible militante que se expone a su área de resonancia, es la posibilidad de perder el tesoro de la crítica y la autorreflexión. Éstas pueden quedar encallecidas (lóbulo frontal) dentro de la realidad mental, como estructuras vestigiales sin un uso estimado. Esto ya le sucedió al cuerpo humano con el apéndice, el coxis y las muelas cordales. Se provoca un daño o retardo evolutivo que agrede el principio natural de economía y de óptima adaptación.


MILITANTES ARTIFICIALES: Se forman con los insumos ideales del sofista, quien con su retórica les construye utopías. Estas utopías se sostienen con la mendacidad (Rom 16:17) publicitada en forma de consignas, aforismos y falsas premisas como: ¡patria, socialismo o muerte¡ ¡ todos vamos a prosperar¡ ¡patria, libertad, socialismo o muerte¡; casi todas terminan en muerte.


El político-sofista conoce bien los ocho insumos que exigen los militantes artificiales para operar, y se esfuerza por proveerlos con abundancia para llevar sus militantes hasta la anomía; así ello implique la transformación en la anhelada y cuidada cohesión social.


INSUMOS: Buses para llevarlos a los sitios de concentración, retratos del ideólogo escogido o del mismo político-sofista, camisetas estampadas con el nombre del político, banderas, refrigerios, internet gratuito para hacer los ataques virtuales a los contradictores, megáfonos, y un subsidio.


La principal aspiración económica de los militantes artificiales es la de obtener un subsidio periódico o aparecer en la lista de subsidios que esté ofreciendo el sofista. De los insumos anteriores hay uno al que los militantes artificiales no renunciarían jamás: el megáfono. Este elemento, otrora adelanto tecnológico (Samuel Morland, Atanasio Kircher, siglo XVII), es el objeto de deseo de los militantes. Para ellos este objeto no ha sufrido ninguna senescencia y no aceptan ser escuchados por otro medio que amplifique la voz, por práctico y eficiente que resulte. Aunque los militantes artificiales se cohesionan en función de la solución de necesidades instrumentales, se ha podido inferir que quienes son proclives a la militancia, desean satisfacer también necesidades afectivas.


ESPÍRITU MILITANTE: Este espíritu apareció hace aprox. 10.000 años con la llegada o instauración de los reyes. No es un espíritu menor ni padece algún defecto; es el espíritu del pueblo (1-Mac 13:6-7). Conocimos, entre otros, que estuvo en la vida de Simón cananeo y la de Simón Pedro (Efes 6:16-17), dos de los apóstoles que acompañaron a Jesús de Nazaret, Hijo de Dios. Jesús, reuniéndolos, nos mostró que los doce espíritus primarios que habitan en los hombres de este mundo, siendo muy diferentes, pueden convivir correctamente, y lograr trabajar en equipo para realizar grandes proyectos. Posteriormente, en el camino a Damasco, se hizo presente en la vida de Saulo de Tarso (San Pablo). Él mismo se nombraría militante en la causa restaurativa de Jesucristo. Este buen espíritu se activa espontáneamente cuando las injusticias del gobernante de un pueblo sobrepasan los límites. Su evocación ocurre por el ruego de los justos, y no necesita de un líder o caudillo que lo conduzca. Cuando el espíritu evocado es muy fuerte, basta la presencia del pueblo frente al tirano para lograr que éste entregue el poder sustraído. Rige, además, la migración de grandes grupos de animales, el ataque de las plagas (Egipto: En tiempo de Moisés/ Sumeria: Cuando dirigía el ataque de las plagas lo llamaban Pazuzu), etc; y es muy notorio direccionando el despliegue de las langostas (Apoc 9:3-11).


MILI–NOTA: Retomando el asunto de la militancia artificial, deseo nombrar sólo uno de los odiosos y malvados errores que ocurren tras la entrega del poder del pueblo a un engañador: Nikolái Vavilov (1887-1943), biólogo y genetista de la URSS, logró identificar muchos de los centros de origen de las plantas cultivadas con la intención de proteger sus parientes silvestres, seleccionarlas correctamente y domesticar algunas, para así mejorar la vida y la agricultura. Creó, en su tiempo, la mayor colección de semillas diversas del mundo, buscando que la humanidad pudiera garantizar su provisión alimentaria en el paso del tiempo. Por la defensa de la genética mendeliana y sus ideas contrarias a las del psuedocientífico Trofim Lysenko, a quien apoyaba Stalin, fue enviado a prisión por el Partido Comunista de la URSS, donde murió por inanición en un campo de concentración en 1943; el mismo año en que su opositor intelectual, Lysenko, recibía su segundo premio Stalin.


Por ser este acto de injusticia uno de los más estúpidos e irónicos del siglo XX, propongo que la estupidez en toda su dimensión, la administre el Partido Comunista; con ello lograríamos, seguramente, que cada hombre tenga una ración más pequeña de la estupidez que nos haya sido asignada.


*Escritor, poeta teórico y filósofo. Autor de la obra "Las caravanas de Matusalém"

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