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JAMES LLANOS GÓMEZ

Poder del agua, bajo dominio del artista


Escribe: JAMES LLANOS GÓMEZ*


El poder del agua solo lo domina un artista, lo digo a manera de metáfora. Una vez que, al montar, colgar la obra de un mortal, bajo la tutela de la curaduría del maestro German Ossa, el título de este texto me lo insinuó un ingeniero y, que por suerte se dedicó hace ya muchos años al arte, a la técnica de la acuarela. La técnica en cuestión hace años, décadas y siglos ha permanecido en el tiempo per sé a los pigmentos que en otrora realizaban y maceraban los mismos artistas, como una de la más difícil de dominar, requiere de mucho conocimiento técnico y experticia, training por demás y sobre todo paciencia, esa que le sobra a esta cultura, de donde viene el artista invitado, exhibido en la sala de exposición la Camilo Mejía Duque, situada en la duma departamental de Risaralda.


El pasado miércoles el curador y yo fuimos a recoger 20 obras muy bien embaladas, era como recoger objetos preciados. Pero antes nos recibió un señor de baja estatura, con un sombreo parecido y guardando las proporciones a un kasa (笠) japones, con la diferencia, que no es el de la guerra, sino el del arte (la Paz), era el japones Sumio Wada, que nos hizo sentir diplomáticos, al hacernos el saikeirei (最敬礼), es una reverencia a 45º, donde se muestra el gran respeto que tienen hacia el anfitrión, una venia para nosotros, bueno, nos estiró la mano, luego nos saludó su esposa Amparo, una mujer que cuida del artista; su espónsor, apoderada, su traductora, su compañera que mira con afecto al artista que lleva por dentro con amor.

Cuando desempacamos estas 20 bellas acuarelas pintadas con tino y mayor tacto, realizadas con manos de cirujano, con dedos de guantes, nos dimos cuenta que los orientales son una autoridad en esta técnica, que ha sido tan difícil para manejar, por el control de la aguada, el tinte y la transparencia, que es lo más importante de la misma, ya que no permite equivocaciones, solo aciertos para que denote el acabado pintoresco, con la claridad de distinguir la elocuencia de la naturaleza, plasmar la lucha constante de los elementos y luchar constantemente por la disolución del plano físico, dando paso a una idealización del entorno.


Sumio sabe con sumo cuidado el verdadero carácter del abismo entre el color de la luz y los colores del arte, con una claridad que es rara entre los pintores en cualquier momento. Pinturas que hizo según él desde el corazón, con el hálito vital del espíritu, que denominó con acierto como VIDA.


Uno puede reconocer en sus obras, particularmente las imágenes del amanecer amarillo, no solo la pureza del color sino también la sensación de tensión, como si registraran una aspiración continua hacia un orden de pureza que es imposible en el pigmento.



La temática es un entorno que cualquier persona de esta región describe y capta con facilidad, porque hay otros temas mimetizados entre la colección, que vienen o están inspirados en otras regiones, pero igual son de esta tierra, de este planeta que a veces los críticos, se detienen perdiendo objetividad, y, que los más importante del arte, es la piel que el artista deja en la superficie o soporte con cada obra.


Invito a todos y cada uno de este periódico virtual El Opinadero, a mis lectores, que visiten una obra vista con los ojos de un japonés en tierras occidentales, la tranquilidad en medio del agite cotidiano.



Este mortal que siente el arte como una forma de vida, que profesa esta profesión como una confesión con Dios y, ante la diosa agua, el color y los pinceles, que, manipulados por la razón emotiva, llega a estas conclusiones, obras donde se siente la fresca de la sabia flora y uno que otro depredador, el hombre.


Fuente: EL OPINADERO


*Pintor, artista plástico y uno de los artistas más relevantes a nivel nacional. Curador de la Sala "Carlos Drews Castro".

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