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"Travesuras" de una bruja de Wall Street


Escribe: ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"


A finales del siglo XIX, la mujer más rica del mundo era también la más tacaña. Tenía millones de dólares en el banco, pero vestía como pordiosera y vivía como indigente. A continuación, la historia de Hetty Green, la primera mujer magnate de Estados Unidos.

Henrieta Howland Robinson aprendió a leer mirando las páginas financieras del periódico para recitarlas a su pudiente padre. A la edad de 30 años heredó un millón de dólares, y en los 50 años siguientes manejó las acciones y los bonos con tal maña que los convirtió en casi 100 millones.

Su sagacidad financiera y sus extraordinarios manejos en la bolsa de valores estadounidense, dejaron boquiabiertos a magnates de la talla de Jay Gould y J.P. Morgan, y le valieron el apodo de “la Bruja de Wall Street”. Era una genio para hacer dinero, pero su renuncia a gastarlo no tuvo límite.

Matrimonio y familia de Hatty Green

Durante su juventud

Al cumplir 33 años se casó con Edward Green, otro millonario, pero le hizo firmar una acuerdo prenupcial para que no reclamara ni un centavo de ella. Él se arruinó especulando en la bolsa, por lo cual se divorciaron. No obstante, cuidó de él hasta su muerte. Hetty, siendo tan rica, crió a sus dos hijos en condiciones deplorables y mudándose de un hotelucho a otro para no tener que pagar el impuesto predial.

Para ahorrar en ropa y jabón, usaba el mismo vestido negro todos los días y sólo lavaba lo que más se ensuciaba de éste: el dobladillo. Su renuncia a gastar dinero alcanzó proporciones increíbles cuando su hijo Ned se lesionó la rodilla; lo llevó a la beneficencia pública para que lo curaran, pero un médico reconoció a la madre y le exigió que pagara. Hetty se negó a pagar, y curó ella misma a su hijo: a los dos años tuvieron que amputarle a éste la pierna.

Por qué le decían “la mujer más tacaña del mundo”

Rumbo a hacer negocios

Era demasiado avara como para pagar renta para una oficina. Lo que hacía era despachar sus asuntos financieros en el banco donde tenía depositada su fortuna; si a algún funcionario se le ocurría negarle un escritorio, amenazaba con retirar sus fondos. Cuando se sentía muy desdichada, entraba en la bóveda del banco, se sentaba en el piso de mármol y hojeaba sus estados de cuenta, archivados en unos bolsillos especiales cosidos en las enaguas.


Para comer, calentaba avena en el calefactor o sacaba de otro bolsillo un sándwich de jamón sin envolver.


La mezquindad de Hetty intervino en el incidente que le causaría la muerte a los 81 años, en 1916: le dio un ataque apologético al regatear el precio de la leche.

Su hijo Ned contrató a unas enfermeras para que la cuidaran, pero les pidió que usaran ropa de podioseras, pues su madre empeoraría si viera en qué se gastaba el dinero.

Al morir Hetty, Ned heredó una gran parte de su fortuna. Paradójicamente – o como consecuencia de su anterior vida llena de privaciones– se volvió un derrochador extravagante: gastó todos sus millones en fiestas, joyas costosas, yates y hasta urinales con incrustaciones de diamantes.

Frases de Hetty Green

Una caricatura que muestra a Hetty Green a la cabeza de
la mesa con los financieros más poderosos de EE. UU.

– “No hay un gran secreto para hacer una fortuna. Todo lo que tienes que hacer es comprar barato y vender caro. Actuar con economía y sagacidad y ser persistente”.


– “Compro las cosas cuando están bajas y nadie las quiere. Las guardo hasta que suben y la gente está loca por conseguirlas.”


– “Una mujer de negocios es, a menudo, más inteligente que un buen hombre de negocios”.


– “Durante 40 años he tenido que luchar cada centímetro del camino”.


– “Mientras que las mujeres no ahorren, es poco probable que tengamos muchas mujeres millonarias en este país”.



Fuente: MUY INTERESANTE MÉXICO
















*Escritor, filósofo y poeta teórico, autor de "Las caravanas de Matusalém"

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