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Infierno y Cielo de Carlos Gardel


El "Morocho del Abasto" junto a su prometida, Isabelita del Valle

Cuando de Carlos Gardel se trata lo primero que recordamos es su manera maravillosa de interpretar tangos, lo que le valió el apodo "el zorzal criollo".


Luego llegan como montadas en alas desde tiempos remotos, reminiscencias de las películas en blanco y negro que protagonizó. Su elegancia. La pulcritud de sus pilchas. Su suavidad al hablar. Su mirada de hombre aniñado, la picardía e inocencia conjugada en sus ojitos oscuros. La curvatura de su espalda abrazado a su compañera de pista y sus pasitos besando el suelo con sus zapatos lustrosos, al bailar tango con Rosita Moreno en la película "Tango Bar"...



O tal vez, dibujemos en nuestra memoria esa sonrisa afable, amplia, e inconscientemente también sonriamos como si fuéramos espejos de la figura garabateada por nuestro cerebro.


El "Morocho del Abasto" tenía fama, talento, simpatía, pinta, como si fuera poco, tocaba la guitarra. Y muchas mujeres sucumbieron fascinadas ante tanto virtuosismo.


Pero … ¿Por qué nunca se casó?...


El magnetismo de Gardel sobre las mujeres, estaba fuera de discusión
y de hecho, muchas se quitaron
la vida cuando falleció en la
tragedia de Medellín

Días antes de su accidente ante la pregunta sobre cuáles eran sus féminas preferidas, le respondió al periodista del diario Nacional de Bogotá:


“ He amado muchas veces en mi vida y conservo de ello gratísimos recuerdos, como que en casi todos mis amores he sido feliz. He querido de diferentes maneras, según el temperamento de la chica, las circunstancias y el ambiente. Sin embargo, cada vez que me enamoro creo ser ésta la única ocasión en la que verdaderamente he querido. Prefiero las latinas, indudablemente, por comprender mejor mi temperamento, pero todas las mujeres atractivas e inteligentes me agradan. No obstante, las mujeres sajonas que tienen fama de frías y calculadoras, cuando encuentran un hombre que las enamora y comprende, son tan sensibles y apasionadas como las latinas, y por lo tanto, también me seducen”.



Era libre como un semental Mustang, lo codiciaban, podían gozar de sus favores, pero luego de montar se daba a la huída al son del galope conforme su naturaleza se lo impelía. Esquivó los compromisos y alimentó las fantasías de sus fans a nivel mundial. Al ser tan circunspecto sobre su vida privada, fácilmente se convirtió en "el soltero más codiciado". El paralelo contemporáneo (hasta cinco años atrás) es, en este sentido, George Clonney.


Carlos tenía reputación de mujeriego. Sin embargo, destacan entre sus historias, el romance que tuvo con una francesa y una relación muy duradera con una pequeña de solo catorce años cuando él contaba con treinta y uno:


La Madama


El cantor era un frecuente visitante de cabarets y casas de tolerancia,
donde iba a veces acompañado de celebridades como su amigo, el actor Florencio Parravicini (1876 - 1941)

Alrededor del año 1913, Gardel fue a cantar a un prostíbulo de calle Viamonte, regenteado Madame Jeanne.


Fue una destacada actuación y decidieron terminar la velada en el Armenonville (uno de los cabarets más lujosos de Buenos Aires, entre los años 1910 y 1920 ubicado en avenida Alvear, en el barrio de la Recoleta, cercano al actual Automóvil Club Argentino. Ahí cantaron juntos y los habitués del lugar, entre ellos Jorge Newbery, tuvieron que llevarlos a cuestas junto a varios amigos de la alta sociedad porteña.



Esa noche floreció un romance entre el Zorzal y la madama.


Isabel del Valle "La eterna novia de Gardel"


Aunque pasó a la historia como la novia "legal", hubo quienes desmintieron dicha creencia y hay testimonios escritos del mismo
Gardel poco antes de morir, donde
pide a su apoderado dar por
concluido el romance.

Cierto día, por esas cosas del destino, Carlitos vio pasar por la esquina de Carlos Pellegrini y Sarmiento a una hermosa jovencita que aparentaba, por sus características físicas, tener mucha más edad de la que realmente tenía.


Automáticamente Isabel cautivó al zorzal. Averiguó quién era. Le contaron que vivía con su madre y sus cuatro hermanos: Manuel, Dora, Concepción e Ignacio.


Pidió que se la presentaran, algo muy común en esa época.


Ya era reconocido en el ambiente y adinerado, así que la madre de la pequeña de hermosa figura y profundos ojos negros, lo invitó a comer.


Apenas notó el interés del invitado por su hija, vio la gran oportunidad, así que no puso ninguna objeción pese a la corta edad de Isabelita y la fama de gavilán de Carlos.



Años más tarde sobre ese día, Isabel diría:


"Yo era muy joven pero tenía una marcada inclinación por la música. Conocer a Gardel, que ya era un personaje en aquella época (año 1921) era lo más importante que me había ocurrido hasta entonces. A mí me cautivó, como a todos, por esa simpatía y buen humor que tenía".


Brindando en presencia de amigos de él y familiares de ella

"Carlos me llevaba veinte años justitos*, pero yo, era ya una mujer en mi figura. Además ¿Qué importan los veinte años de diferencia? Le confieso que nunca reparé en esos aspectos. Me enamoré perdidamente de Carlos… Y sé que él me amó mucho también, que fui el único amor de su vida a pesar de todos los amoríos que se le adjudicaron"


Respecto a su personalidad lo recordaba de este modo:


"Mis recuerdos de Carlitos son todos muy lindos. Siempre digo que él era como un chico grande. Le gustaba hacer chistes, jugar continuamente. Y siempre estaba muy alegre. También era sensible, a veces demasiado. En las películas sentimentales, recuerdo haberlo visto más de una vez con los ojos llorosos cuando se encendían las luces, al terminar la función".



“El jilguero de Balvanera” dijo en una nota que debido a su profesión no era partidario del casamiento, pero sus amigos más cercanos sabían de su extensa relación con Isabel (duró hasta su accidente fatal en Medellín).


A lo largo de esta historia podremos sacar conclusiones que arrojarán luz a los motivos por los que duraron tanto tiempo juntos… ¿Sería verdadero amor o habría otra razón?


Isabel Martínez del Valle, «la novia de Gardel», junto al periodista y locutor argentino Carlos del Valle, ambos de Pergamino, Argentina

En retrospectiva y en una de las pocas notas concedidas por Isabel del Valle tras la muerte de Carlos, ella expresó:


"Gardel, era asiduo visitante de mi casa. Con su consejo y ayuda hice algunos cursos de música en Buenos Aires. Me gustaba cantar y Carlitos me alentaba. Cuando salió en gira para Francia (año 1933) me ayudó para que yo viajara con mi madre a Italia, a tomar clases con una gran profesora de canto lírico. En Europa nos encontramos aquella vez porque él vino a vernos a Italia".


Carlitos se había transformado en benefactor de la hermosa Isabel y de toda su familia y accedía a todas las demandas de la mujer. Solo en un tema giraba como una calesita: El casamiento, siempre argumentaba que sería después de cada gira, se las ingeniaba para ir renovando esa promesa vez tras vez, pero realmente no deseaba cumplir la palabra empeñada.



Al morir Carlos, Isabel se fue a vivir a la República Oriental del Uruguay, según ella, Gardel se iba a retirar de los escenarios, se casarían e irían a vivir al país oriental que al morocho le encantaba. Pero como hemos visto, era una "promesa vacía" para zafar el momento, un argumento que ella elegía creer, pese a las reiteradas veces que el zorzal había "gambeteado" el compromiso.


El único verdadero amor de Carlos Gardel era la música, la barra de amigos con los que realmente pasaba sus horas felices.



Un tiempo después de "la última y definitiva escapada" del divo tanguero, Isabel conoció a otro hombre que sería su esposo y padre de su único hijo.


Fuentes de mucho peso (ya veremos por qué) dieron cuenta que Gardel estaba harto de las demandas económicas de su novia y la familia de ella, por lo que había terminado con Isabel.

La verdad pudo esfumarse en Medellín con nuestro inigualable Carlos Gardel. Pero documentos e investigaciones revelaron una verdad muy diferente a la que pretendió vendernos la novia que más le duró al zorzal.



Carta de puño y letra, enviada por Gardel a Isabelita

Un año antes del fatídico 24 de junio de 1935, el jilguero de Balvanera le escribía a Defino: «Asunto Isabel: Ya te dije que es para mí asunto terminado, definitivamente terminado y así debes considerarlo. Le mandé una carta rajante que espero será la última. Si quieren conservarme como amigo está bien, de lo contrario le corto la respiración sin mandarle más nada. Así debes decírselo, sobre todo a la familia. Te repito que quiero que des por absolutamente terminado este tema y que te hagas eco de mi manera de pensar ante esa gente. A ver si creen que estoy contratado con ellos para toda la vida. Si siguen cargándome se quedarán sin el pan y sin la torta, que elijan». Y en la postdata de esta carta fechada el 23 de abril de 1934, agrega: "Velo a Francisco (Maschio) que siga convenciendo a la prepotente Isabel que me deje en paz, que bastante he hecho y hago con dejarle una casa y manteniéndola, se entiende hasta que se acomode, que si tengo que hacer el cretino." (Fuente: Revista Tanguera, Bs. As. 1965).



El 19 de junio, casi dos meses después, le insiste a Defino sobre el "Asunto Isabel": «No recibí todavía carta de Doña Braulia, estoy esperando ver lo que pasa. Mi decisión de terminar es firme y no quiero que tengas ninguna clase de contemplaciones con esa gente. Andá viendo si nos conviene arreglar de un saque lo de la casa para quedar después libres de este engorro para siempre»


Y los problemas venían de mucho tiempo atrás, en 1927, desde Barcelona, le había pedido a Razzano que "desanimara ese noviazgo", entre otras cosas porque «yo voy a cumplir 40 años y además yo tengo espíritu de dar vueltas todavía».


Visitando un balneario de
Punta del Este, Uruguay

En 1932 en una carta sin fecha exacta (día y mes) redactada en Barcelona en papel membrete del Regina Hotel (posesión del coleccionista D. Héctor Lucci), le escribe a Razzano: «Mirá José, por de pronto hacé que Manuel¹ no vaya más a mí casa... Le pedirás a Glusmann de mi parte que me lo ponga de acomodador en algún cine para no dejarlo sin trabajo y a la familia la ayudaré, es decir a Isabel, hasta que se acomoden y si ella quiere trabajar o cualquier recomendación para un empleo, con tantas relaciones que tenemos procurá de hacerlo, eso lo hacés poco a poco y sobre todo convenciendo a la madre o a la hermana, no sea cosa que estas hijas de putas vayan a hacerle trastada a mi mamá entonces se me acabará la buena voluntad y haré algunas macanas. Bueno viejo, arregláme este asunto en todo lo que puedas.»


La carta continúa con otros temas, pero al finalizar insiste: «Te recomiendo el asunto Isabel».


¹ Manuel (hermano de Isabel).



Pero el "asunto Isabel" no sería nada fácil de solucionar, el morocho del abasto era un "una vertiente constante de dinero" era una relación muy lucrativa tanto para Isabel como para toda su familia y no iban a dejarlo escapar:


El 16 de octubre de 1934, una nueva carta a Defino, por parte de Gardel: «Asunto Isabel. Recibí cuatro líneas con protestas de amor y otras tonterías. Pero mi resolución es inquebrantable. Hacéle saber que mi propósito es no volver por muchos años a la Argentina (eso para ella) y que no debe hacerse ninguna ilusión sobre mí. Todo lo que sabés queda en pie, se acabaron las subvenciones mensuales y bajo ningún concepto debés darle un centavo más. En cuanto a la casa, la iremos pagando poco a poco sin que nos pese para no perder lo que ya pagamos y para devolver gentilezas por sinvergüenzadas. Y nada más. Haceme el favor de ir abriéndote poco a poco de esta gente y no aceptés comentarios ni ruegos... Estoy dispuesto a no hacer más tonterías. La de Isabel y Cia será la última. Frunzamos y a otra cosa. Procurá hacer los pagos personalmente y no tolerés que lo hagan ellos hasta que podamos pagar de un saque y no volver a ocuparnos nunca más de toda esa gente. Al hermano tratá de abrírtele, si podés encontrarle algo, mejor, sino que se las arregle por su lado, como todos. Es necesario separamos de toda esa familia...» (Revista Tanguera).


En una fiesta, hacia 1931

Sus allegados sospechaban, o tenían la certeza de que la relación se había extendido tanto pese al evidente malestar de Gardel, porque hubieron extorsiones por parte de la familia de Isabel, pues por el artículo 119 podría haber terminado en prisión, si la familia de Isabel lo denunciaba, al haber iniciado relación con su novia siendo esta menor de edad.


*En 1921 Carlos Gardel tenía 31 años, o bien al abstraerse en el tiempo la memoria de Isabel le juega una mala pasada o solo tenía once años al iniciar la relación. En todo caso y de acuerdo a la documentación recabada por coleccionistas, periodistas e historiadores, los testimonios de Isabel no hacen honor a la verdad, a lo sumo es una verdad parcial y subjetiva, y como solía rezar un viejo refrán "en boca de mentiroso lo cierto se hace dudoso"


Este infierno no pudo mitigar el buen humor de Carlos Gardel



En Barcelona*, el Zorzal se hacía lustrar los zapatos siempre por el mismo muchacho.


Una tarde, Gardel estaba chiflando alegremente el comienzo del tango "Silbando" El joven lustrabotas quedó impresionado.


–¡Qué bien silba, señorito don Carlos!

–Ma' qué silbo... Es un pito, pibe...

El muchacho ya gozaba de la confianza de Carlitos Gardel y se animó a preguntarle:

–Dígame usted... Perdone la curiosidad: ¿Qué se coloca en el cabello, para tenerlo así de reluciente y bien peinado?


El Zorzal con su eterno sentido del humor le respondió:


–No se lo batas a nadie... ¡Dulce de membrillo! Probalo, es un fenómeno.

–¿Jalea, dirá usted?

–Eso es, jalea. ¡Pero tiene que ser de la buena!


En sus últimos años, invitada a un programa de televisión

A la tarde siguiente, el sol estaba radiante, abrazador y volvió Gardel por la parada del lustrabotas. El pibe tenía el pelo que parecía un casco morocho, reluciente, imaginate que un periodista estableció la semejanza a la cabellera de Louise Brooks.


–¿Viste, pibe, qué bien te queda? ¡Parece que me hiciste caso!

–Sí, señorito, es verdad... Pero debe de haber algún misterio, porque a usted las moscas no le hacen nada, y en cambio a mí... Vea... ¡No me dejan vivir!



*Canaro escribió que fue en Madrid


Esta anécdota que pinta el humor de Carlos Gardel, fue confirmada por Francisco Canaro y por Cátulo Castillo.


Escribe: ANDREA GABRIELA NIKODEM*













*Poeta y escritora, oriunda de Gualeguaychú (Entre Ríos), Argentina. Creadora del programa radial "Entre vos y yo", el cual modera en FM Spacio 104.7 de su ciudad natal.

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