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JAMES LLANOS GÓMEZ

Pinturas desde la piel y el alma



La maestra Ana Consuelo Suárez, es una artista hecha y tejida de su realidad, como forjada a golpe de martillo. Una mujer de inteligencia genuina, dueña de una cualidad idiomática y expresiva amplia, alimentada de la piel y del alma de su entorno; compuesta de las pequeñas cosas que brotan en el instante de la plenitud de su mirada, que le han merecido reconocimientos, venidos de voces de la crítica y de los espectadores agudos, gracias a su bagaje y experiencia visual, plástica y estética amplias. 

 

Su gestión a todo nivel, la ha catapultado con ojo visor para contribuir a circular una serie de artistas en espacios convencionales y no convencionales en Colombia y el mundo, acreedora de un vasto cúmulo de experiencias que, le crean un diccionario interlocutor de tendencia al arte universal.   

 

El paso por la academia y demás estudios en el mundo de la estética le ha propiciado una gran capacidad para entregar los variados aspectos perceptivos e intelectuales de su trabajo creativo, definiéndolo como un estallido dinámico y obsesivo que aparece en diferentes momentos del día y la noche, espacios propios o pasajeros. Cada mañana se levanta con la avidez de continuar, rehacer o destruir su última obra, con ello demuestra el deseo de vivir.  



Su avidez permanente es pintar sin precisión, con un lenguaje horizontal del conocimiento para sentir cómo funcionan sus procesos sobre la tela, y con materiales diversos, producto de su seria convicción; estructuras complejas que aplica a los trabajos de manchas y oxidaciones.


La Maestra, se piensa en la práctica permanente con una grafía de innovación.

 

Es por ello que desde el año 2014 mira al mundo inmerso en la temática climática, en la plática internacional, sus lecturas, la inmersión en un tópico, que en su momento era visionario y esto la detiene en su curso creativo, para abrir un capítulo de investigación, una línea recurrente en las ciencias humanas.


 

Nacen sus incógnitas sobre la capa de ozono y la relación con la estratósfera, en una correlación científica que transforma en un planteamiento simbólico, lo anterior traducido en su taller, a través de pigmentaciones, materiales no convencionales en el mundo de la creación actual y otros de su maceración diaria de la experimentación. Todo su planteamiento deja entrever las correcciones que la llevan a cambiar a otras formas y espacios con interrupciones de color o gamas que nos trasladan a la vida abstracta, aquí nace Atmósferas,  esquemas que emergen con un chispazo asertivo de su propia rutina; logrando un equilibrio deseado, esta serie como escudos de protección, desde su percepción, sin caer en el mesianismo estético, esta obra que adquiere una corporalidad, una invención de acción/creación, una relación de compromisos con lo orgánico, con la heredad, un movimiento espiritual, cargado de un artivismo que alerta al espectador para enlazarlo con sus propios estremecimientos.

 

Los trabajos de ilimitadas texturas por ella propuestas, prometen la intención de la artista para generar sensaciones cromáticas que permiten no quitar el ojo de una superficie pigmentada. Cada color en su apariencia. Un amarillo, azul, verde, siena tostada o sombra natural, transportan una carga narrativa impregnada de dedicación y prolijidad, que nos conduce a una dimensión inconsciente, para trazar un pequeño mundo de lo selvático, una naturaleza interpretada con gusto de ese artista que goza con sus propios trabajos. Ella no pinta con los pinceles sino con su corazón, una artista como Ana Consuelo, no muestra su obra producto de una jornada de trabajo solamente, también muestra su alma, a través de metáforas cargadas de sueños, verdaderos sueños que definen por ello, su estilo particular.

 

Las alegorías que se capturan en el lienzo o soportes duros, son propios de una cualidad que determina los golpes de luz u oscuros planos con la riqueza y fortaleza del hierro a un intervalo casi musical. Se atajan en una atmósfera matizada. El espectáculo queda controlado por la sinceridad. La facilidad de lo representado busca la exposición consciente de los efectos. Casi que queda perfecto admitir la cercanía de alguna de estas piezas de Ana con "los brotes terrosos y fisuras de la superficie que da la vida, chispeos e irradiaciones de color mono o poli-cromático relumbrantes en el filo de sus percepciones". El arte es ofensivo, objetivo denunciante y en otros momentos es incierto y produce riesgo.



El riesgo se presenta en los materiales y en todas las formas que se exhiben en el contenedor donde juega muy bien su puesta en escena, su iluminación, una forma de entender que las obras de arte de un artista son un proceso holístico, que nos lleva al mundo del espectáculo para tener la verdadera dimensión que es la creatividad en plenitud, es por ello que estas dos series “Atmosferas” y “Transformaciones” de la maestra Ana Consuelo Suárez, son la ramificación de una serie de pasajes de vida y contacto con su mundo interior, que sirven para traernos al estado del placer y de la sensibilidad.

 

El lenguaje de la Maestra está dividido con una delgada liana que deja fugar de su orilla una fuerte expresión que se manifiesta en distintos espacios, es decir, lugares pequeños y concisos, llenos de capas, pedazos de ruinas como bitácoras de arqueóloga de la piel del entorno, luces matizadas que desmiembran la idea del ojo crítico, una buena manera de inmortalizar ambientes, ausencias representadas, anónimas, ante la mirada del espectador. Las propuestas Transformaciones y Atmosferas, conducen al público y le generan la sensación térmica, sea ésta de frío, de asombro o calor propio del ambiente, del aire, de la escena, de la imagen. 

 

Las tesituras de las acciones que se generan en el recuadro y posteriormente en la composición, son efectos que llegan a encontrarse de manera que sobrepasan las emociones de la artista y luego del concurrente, no son nada fáciles de denotar, por cierto, es una suerte que desaloja el espíritu interior por los canales de la sensibilidad, unificando la figuración y la abstracción de la mancha casi rupestre y natural, una interpretación con decisión.



Así, la Maestra, con sus propias leyes, principios y complejizaciones, nos lleva a ver y controvertir nuestra propia imagen, la que, a través del color, las formas, las texturas, adquieren un tono cuyo comportamiento se hermana con las armonías musicales en un juego que vibra con el alma del espectador. La pintura es el arma directa e instantánea para divertir. En la creación, el artista ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar (como llegó a afirmar Kandinsky) la forma, sino adecuarla a un contenido.

 

Añádase a esto la forma y el contenido, que son dos palabras que no pueden entenderse como dos cosas que se presentan de manera sencilla y ahí acaba todo. Esta obra no se limita a las artes únicamente. Lo anamorfo prima en estas dos series, es el contenido, lo profundo, los puntos cromáticos como lluvia generan, frescura y tranquilidad en el cuerpo, que describen parajes que solo habitan en su esencia. Esto se convierte en un estado de reflexión filosófica, una fase que muestra la condición plástica y encamina al espectador a seguir un patrón estético, en el mismo instante que ve esta información con el lenguaje propio de la belleza. 

 

¡LA IMAGEN! ALTERNADA EN EL ESPACIO

 




Las oxidaciones y las pinturas de Atmósferas y Transformaciones, son cruces de mensajes a través de la pintura y el gesto sobrepuesto en el espacio-tiempo, ¡la imagen! alternada en el espacio, descifra el adentro y el afuera que hay en cada obra, su contenido de materia y textura por la fuerza del toque y el acierto transmitido con sus pinceles y huellas de la tecnología en taller. Lo anterior confiere una propuesta lúdica; aquí hay una pedagogía de la tierra y sus frutos que se presentan en forma de un manierismo magnífico; imponen un pliegue entre la obra y el espectador, un diálogo susurrante que despierta la evocación de la época moderna para concluir en una línea expresiva y abstraccionista, un campo de maduración fruto de sus persistencias con esta línea que ha despertado poderosamente la atención en el momento actual y, lo rupestre con lo desconocido. Una conquista de la sensibilidad en movimiento de la contemporaneidad, al revisar estas obras, se notan definitivos prospectos dialécticos que viven y que son descritos en el siglo XX sobre el significado de la pintura no descriptiva.

 

La cadencia de esta propuesta está estrechamente ligada con el encanto de la felicidad y el animus de Ana Consuelo, es una radiografía de ella, su desplazamiento, el pensamiento, el amor y la transparencia vívida, todo este inconsciente que aflora con su desprendimiento interpretativo de la anatomía de las cosas, la arquitectura de la naturaleza, los sfumatos poco matizados de los espacios recurrentes, parches terráqueos que pone sin miedo, con encanto y acierto, son sus conclusiones. Ella propone otros mundos existentes, para nutrir el soliloquio que viven a diario los seres humanos, que no saben dónde poner sus ojos.

 

Ella propone una caminata sobre “senderos de placas tectónicas”, humedales pintados con el óxido del tiempo, craquelaciones, signos, planos y puntos de colores donde se unifican o recomponen figuras que la distancia configura, bellezas del mundo y la vida.

 

De allí que podamos decir, sin temor a equivocarnos, que, si un artista para ser grande requiere de una sola virtud, esa que se llama originalidad, Ana Consuelo, esta artista no solo la posee con dignidad, sino que se solaza con ella, y nos ayuda a reinterpretarlo todo.

 

Este es el interior de una artista que vive en el galope de la creación, sobreponiéndose de adversidades fuertes de su existencia, que, en vez de restarle a la expresión plástica, por la resistencia que juega la interpretación, la composición, la organicidad y el olor de su obra, por el contrario, toma potencia y las llena con criterios de una humanidad resistente.    


Escribe: JAMES LLANOS GÓMEZ*















*Pintor, artista plástico y uno de los artistas más relevantes a nivel nacional. Curador de la Sala "Carlos Drews Castro".

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