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Atril literiario. Invitado: LEONARDO RAMÍREZ

POEMA IV

por MARÍA LUZ MELIÁ ALZATE PEREA

Cuatro mujeres

una vigila

una escribe

una se defiende

otra con su cabellera envejecida

enroscada en tardes grises

y noches negras...


Cuatro mujeres

Con su luna, su semilla nativa

sus brebajes perfumados

sus capas y rupturas.


Cuatro mujeres en todo mi cuerpo

Guardadas en el eco de mi voz

tan adentro de mi cabeza.

invasora de mis ideas.


CÁBALA

por MERARDO ARISTIZÁBAL









El amor Y el desencanto Tienen Un pacto Que Se disuelve en pranto.


SIN NOMBRE

por EMMA DELLY MARULANDA


Ahora que el mundo dejó de ser mágico. Por el hecho de que te han abandonado. No volverás a regalar la luna llena de las noches de primavera.


Ahora recordarás con nostalgia los días lluviosos en lo que estaban. No existirá un presente por qué ya todo ha quedado en el pasado.


Zafiro destellante lleno de Soledad, brisa de la mañana llena de agonía. No se volverán a entrelazar los dedos cuando de la mano se llevaban el con ella y ella prendida de él.


Hoy solo te que el pasado fallido y los días venideros; No se pierde cuando sé amado con el alma, no se pierde cuando ya no tienes nada.


Y si lo que quieres es olvidar algo tan querido, no te aferres a las rosas,ni a los poemas dichos,ni a las canciones dedicadas mucho menos a los momentos que ya vividos, dejan tatuada el Alma.


Y quizás no volveras a ser feliz; Entre una y otra cosa ya no importa. Hay millones de seres en el mundo, capaces de mutar un amor profundo y tu aferrada a la carne muerta de este amor que aunque aún gobierna el espíritu, ya no pertenece a este mundo.


Y aunque en las largas horas tu nombre invoque, una nube de humo te asemeja quizás tu allí inmersa me humilles con el desprecio de la noche, tu nombre llega.


Y aunque la muerte siempre está presente no hay cabida aquí para ella, por qué el amor que me rompe llega, cual sombra en la madrugada irrumpe.


Ahora que tu presencia ya no alumbra, mis oscuros días, hay un sentimiento que aún sufre tu partida, ya no hay retorno, pues ese amor que decías que existía se extinguió como la llama en esa fogata que ahora está en cenizas.


Ahora solo me que la dicha de mi Soledad, Triste pero mía.


GATO ENTRE PALABRAS DE CRISTAL

por OMAR GARCÍA RAMÍREZ

Como viejo gato entre palabras de cristal

procuro no romper la estantería.

Mis contorciones refinadas tienen la delicadeza de una antigua raza de felinos.

Giro en las esquinas para no derribar un signo, un punto, una declinación semántica.

Intento, no cruzar los límites previstos para el ejercicio de la contemplación y la pereza.

Aprecio mi reflejo en los cristales ambarinos

en los opalescentes púrpuras, en los lisérgicos violetas.

Procuro mantenerme alejado de las botellas que contienen

perfumes fuertes y licores exquisitos.

(No vaya a ser que pierda agilidad y compostura).

Me deslizo en cuerpo sostenido y músculo despierto

sobre la tabula rasa del espacio fragmentado que se dobla como una servilleta en origami.

Y es mi poema, un rastro luminoso… recorrido silencioso sin maullido;

Traslúcida joyería; ligera lluvia de pétalos de oro entre las palabras.

Algo que enciende los átomos del silencio…

Que mantiene viva la llama del fuego y de la fiera.


AFRODITA

por JOHANNA CARVAJAL




De tu sexo nace el amor

y del mismo amor nace la vida

surges de las olas y sus espumas

las conchas del mar

descifran en mi oído

la voz de las perlas

dándome un llamado

desde unos labios

qué anuncian en su beso

el deseo

y la llegada de los vientos

para enardecer el fuego

del cuerpo vivo

que en las noches no puede apagarse.


AMOR MISTERIOSO

por JHON JAIRO SALINAS

El amor...

Es como el hielo

de una gota prendida

en el pétalo

de una rosa en el desierto...


El amor...

Es como un alfiler

guardado en un corazón...

O, quizás el amor

sea un veneno para dos...


El amor...

Es un corto paseo sin hablar...

Es compartir un granito de arena

para dos...


El amor...

Es universo...

Donde hay un pequeño lugar

para sufrir,

es algo íntimo, muy íntimo

entre usted y yo..

"Es perdonarme tú

Y comprenderte yo"


El amor...

Es como una yaga

en el corazon

que nunca cicatriza,

Y arde como fuego volcánico

hasta quedar en puras cenizas...


El amor...

Es tan frío a veces...

Que nuestros corazones

se convierten en láminas

de hielo...


¡Ah!, nuestro amor ahora

está envuelto en fundas de nieve...

Y nuestros besos suspendidos

en un pequeño témpano de hielo.


Alguien diría:

Nuestro amor es pálido

como una galaxia,

sin luceros... sin estrellas...


El amor...

Es como una polvareda

perdida en la noche,

y un largo camino

de borregos perdidos...


El amor...


UMBRÍA

por VALENTINA ROJAS







La luz alumbra adentro y refleja lo que somos, todos los días se juega con la sombra seguimos la marcha de nuestros ancestros y los astros.

Un espíritu le habla a otro y casi siempre es por medio de la herida, se enlazan las rupturas

Necesario es mirarse en la oscuridad abrir los ojos en la negrura

No siempre es en la claridad dónde todo se nos muestra.


LA PLAZA LLORA SU PUTICA

por IBÁN DE JESÚS ALARCÓN MARÍN, "GATO 777"

La plaza de Bolívar esta triste por que le mataron su putica, la noche llora su intensa caricia; su última penetración, una puñalada, un quejido una inspiración insólita , como último suspiro como beso, un cliente satisfecho y exitado que quería la putica solo para él. La putica se fue sin amar de la plaza, su sombra desde su esquina solitaria ya extraña los tacones como pedestal de sus sueños, la noche celebra su amor y amistad lejos de sus bostezos. Mis lágrimas caen sobre la plaza. A mi el amor también me paso la cuenta de cobro por el servicio, en la plaza de Bolívar mi indiferencia siente pena por no haber sido su cliente, que solo llora en la noche los recuerdos que dejó a los ebrios, en sus putos duros días.


DEL AMOR COJO

por HELENA RESTREPO

Esto no es poesía, ni es la melancolía que

acaba conmigo.


Es un análisis enfermizo de mi enfermedad,

desprovisto de cualquier intento de objetividad

y, siendo así, me doy todas las licencias.


Este amor, cojo de nacimiento,

nació sin una pata y aprendió a bailar

en su único sostén, que soy yo.


¿Y si él no me quiere?

¿Y si no le importa nada toda mi pasión?

¿Y si miles de cosas más?


Cada pregunta de cajón

tiene su respuesta de cajón:

“El amor da sin esperar nada a cambio”

—unas veces—.

“La dignidad ante todo”

—otras tantas—.


Lo cierto es que, contra todos los golpes

que, periódicamente, le dan mis palabras,

este amor cojo se levanta,

le sonríe a los recuerdos

y abraza tus palabras


Del amor cojo

aunque no sean para él

y tú no vuelvas.

He tomado remedios baratos y valiosos,

como unos tequilas, salir a bailar,

abrir puertas y ventanas,

meditar.


Mas, después de muchos días

y pruebas terapéuticas,

siempre llego a la misma conclusión:

no hay cura posible para un amor lisiado

que aprendió a bailar en una sola pata

y no se quiere curar.


¿Y qué importa vivir con esta enfermedad?

Entre las que hay, no imagino una más grata.

Claro que lo sé, también duele y hace llorar.

Pero… ¡Ah, la lluvia!...


Ese olor a tierra húmeda, fértil,

ese gris fresco del cielo que lleva a lo hondo.

¿Por qué temerle al dolor?

¿Acaso vivir es indoloro?


MUERTE

por LEONARDO RAMÍREZ MARTÍNEZ*













El tiempo dura un recuerdo

Por eso la muerte habita en el olvido

Que me guarda el día

En que mis letras ya no sean leídas

Ni mi voz escuchada


*Nació en Chinchiná, Caldas, Colombia en 1993. Es Escritor-Poeta Nadaísta, Sentipensador ambiental, investigador y docente universitario. Ha realizado aportes en los ámbitos académicos relacionados con el Pensamiento Ambiental Sur – Latinoamericano y su tensión con la Administración de Empresas. Tiene una Maestría Científica en Administración de la Universidad Nacional de Colombia. En el ámbito literario, ha publicado los libros “Nunca es tarde para caminar” (2020), “Entre caminos y voces” (2021) y "Del viejo hábito de morir" (2022). Participa en diferentes eventos académicos-sociales-literarios a nivel regional, nacional e internacional. Además, es parte de la Juntanza Chinchiná Resiste.



VIDEOS



MARÍA MARTINA

por JORGE ANTONIO SANTACRUZ GÓMEZ


MI POEMA ES LA ORACIÓN

por GERARDO MARÍA GIRALDO PÉREZ


PARTICIPACIÓN EN LA TERTULIA DE LOS MIÉRCOLES

por JAIME ROJAS HURTADO


POEMA A MI PADRE

por MARCOS ROGELIO RUBIO LÓPEZ (MÉXICO)


PARTICIPACIÓN EN LA TERTULIA DE LOS MIÉRCOLES

por JOHNNY OSORIO



ENSAYOS, ARTÍCULOS & PROSA POÉTICA



¿TE DIGO ALGO DEL AMOR?

por SAMARA BEDOYA LÓPEZ

Empezaré a escribir.


- ¿De qué?, te pregunto. ¿Sobre el amor?

- ¡No! Quizás ese tema esté vetado para mí. Si viviera el idilio de pasión, lo haría totalmente inspirada. Pero temo decepcionar al oyente, aunque es la realidad y debo de asumirla.

Claro. Muchos escritores, cuando están en su más profundo dolor, son más creativos en aquello de formular ideas. Sin embargo, no quiero aburrirlos con historias tristes, melancólicas, a pesar de todo bonitas, porque me enseñaron a sentir la angustia de manera más sutil y suave. Tal vez suene loco decirlo, pero hasta tierna.


Es posible que el amor de pareja no nos funcione a todos como nos gustaría en realidad.


- ¿Te digo algo? ¿De verdad esperas besar el sapo y de una vez, se vuelva príncipe? ¡No me hagas reír!


Algunas mujeres somos tan sentimentales, ridículas, al extremo de seguir besando a ese mismo sapo esperando se transmute. Lo más triste es cuando al final lo hace, pero en ogro. Y al encontrarnos demasiado enceguecidas por la ilusión, siempre veremos al sapo como a un príncipe...


Te voy a aclarar algo. Sí. A ti, quien me lee o escucha:


Nunca fue amor. Es a lo sumo un espejismo, la expectativa creada de hallar la pareja ideal, que nada más existe en la propia cabeza. Sola, te subiste a esa nube creando un mundo de fantasías hermosas, a pesar de ser apenas el más maravilloso de los sueños. Al advertir la farsa, tumbada de un piedrazo, deambulas hecha añicos en el peor mar de lágrimas fluyendo sin querer. Entonces te vuelves tosca, aburrida, amargada, fría. A veces, hasta sientes que ni a las personas puedes tolerar.


- ¡Oye! ¡No puedes ni debes dejarte derrumbar, por ser lo más hermoso de la existencia! ¡El alma más especial que pueda existir! Lo sabes. ¡Apenas falta te lo creas! ¡Y si quieres, te lo digo a gritos! ¡Tú, la única que, al caer, puede volver a levantarse con más ganas de vivir el día a día! Así, simplemente. Como te dé la gana. ¡Porque eres extraordinaria, un ser de otro mundo!


EL CHICHO Y LA YOLI

por YANINA MARÍA CERIANI


El Chicho y Yolanda veraneaban todos los años en Mar del Plata, ella era una mujer regordeta entrada en años, corpulenta cercana al metro ochenta. El era desgarbado, bajito y no pesaría más de 50 kilos. El Chicho era un tipo tranquilo, de esos a los que les gusta pasear el perro por la mañana mientras lleva el diario bajo el brazo, en cambio Yolanda era una mujer de temperamento colérico, le gustaba impartir órdenes y controlar siempre las situaciones, tanto así que cada mañana llevaba una agenda de las actividades diarias del Chicho y ojo que no se cumplieran, había que hacerlo a rajatablas. Tan quejosa y mandona era que sus vecinas temían hablar con ella debido a su mal carácter. Buen día doña Yolanda. Para usted serán buenos, para mi, hoy, con este calor, es pésimo. Así era de tajante una conversación con ella.


Partían a la costa cada 2 de enero y vacacionaban allí desde hacía unos 30 años, tiempo en el que se habían casado. El viaje era toda una odisea, lo hacían en micro, la Yoli apoyaba el trasero en el asiento ocupando prácticamente dos lugares dejando apenas un rinconcito al flacucho de Chicho, quien intentaba no quejarse puesto que sino esta le clavaba el gesto de ceño fruncido que con solo mirarla le causaba pánico al pobre marido. Se hacían largas las ocho horas de viaje, sobre todo porque en ocasiones no funcionaba el aire acondicionado del micro y Yolanda no cesaba de refunfuñar contra todo, la empresa, los choferes y hasta del pobre Chicho que estaba acurrucado en un espacio reducido del asiento con la camisa arrugada y mojada por el calor, secando constantemente la transpiración de su frente con el pañuelo del bolsillo, rogando llegar lo más rápido posible y lo que es peor aun sin poder realizar demasiados movimientos.


Ni bien llegaban a la terminal de micros Chicho estiraba las delgadas y escuálidas piernas y se escuchaba el craqueteo de sus huesos. Por fin llegamos Yolita, hacía mucho calor en el micro. Ay Chicho, deja de quejarte y busca las maletas. Chicho no quería discutir y recordaba cómo su mujer había refunfuñando un tramo del viaje y la otra mitad roncando de tal manera que no dejaba descansar a los demás pasajeros, pero no dijo nada y se fue silbando bajito a buscar las valijas.


El edificio LO PRETE era el escenario de su hospedaje desde hacía tantísimos años, un departamento monoambiente, extremadamente pequeño pero en su medida razonable, el único problema de este era que disponía solo de una cama de plaza y media tan pequeña que Yolanda ocupaba todo el espacio dejando a su marido otra vez en un rinconcito. No obstante los huesos de este pobre hombre ya estaban tan moldeados que se arqueaba en cualquier lugar pareciendo un contorsionista de circo.


Todas las mañanas a las 8 partían a la playa Bristol, sombrilla en mano, sillitas, heladerita y canasta de mimbre. Pobre Chicho, ahora me doy cuenta porque quedó todo encorvado, cargaba todo sin decir una sola palabra, solamente cuando paraba unos instantes a descansar y de paso aprovechaba a ver unas postales de MDQ que vendían sobre la rambla. Yolanda se colocaba un pañuelo a lunares en la cabeza y a veces hasta los ruleros de la noche anterior que olvidaba sacar, o por lo menos es lo que ella alegaba, ya que a esta señora siempre le gustaba llamar la atención, como si el metro ochenta no fueran suficientes. Un vestido estilo batón que cubría su cuerpo redondo y eso sí, revista Semanario bajo el brazo y lentes de sol estilo Brigitte Bardot.


-Barquillo, barquillo, palito bombón helado, churros, churros- de esa manera se anunciaban los vendedores ambulantes que pasaban caminando por la playa mientras Yoli codeaba al pobre marido quien enseguida sacaba la billetera y compraba un surtido para pasar la tarde. Venían las rondas de tupperware en alguna carpa, a la cual asistía solo con el propósito de ganar algún premio que se sorteaba al finalizar la demostración, lo que es peor aún, sin intención alguna de comprar algo algo. Mientras el Chicho jugaba a los naipes con algunos vecinos de las carpas linderas, quienes siempre se quejaban por la gran suerte que tenía éste. Vamos al mar Yoli, le decía el pobre hombre a su mujer para arrancarla de la reunión. Sabes que no me gusta mojarme el pelo, además no sé nadar. En vista de que no había forma de convencerla, tomaba el impulso necesario y el viento que por fortuna estaba a su favor y le daba el envión necesario para correr hasta el mar, dando saltitos para no quemarse los pies con la arena caliente mientras Yolanda lo miraba de lejos. Zambullirse en el agua era un placer para éste, tal vez recordaba sus años de galán cuando había conocido a la Yoli entre las olas de MDQ. Ya salí del agua Chicho, le gritaba desde lejos haciéndole señas . Pero era tanta la necesidad de nadar que hacía caso omiso y seguía con el asunto de las olas. Rato después se disponían en sus sillitas a freírse bajo el sol de enero. Yolanda se untaba cada rincón de su regordete cuerpo con crema "Sapolan" mientras Chicho se cubría con un gorro al estilo piluso su prominente y brillante pelada. No le gustaba broncearse, de hecho detestaba tomar sol, pero lo hacía a fin de no escuchar los reclamos de su mujer toda la tarde. Ella en cambio se quitaba el pañuelo de la cabeza , sacaba sus ruleros y desparramaba sus rizos al viento. Hacía unos movimientos de cabeza dignos de una propaganda de Radiolandia solo que exageraba sus gestos acaparando la atención de quienes la rodeaban. Todo en ella era en exceso. Pasada la tardecita regresaban al departamento acalorados y sofocados por el trajín del día, sobre todo Chicho quien era el que se llevaba la peor parte porque cargaba todos los petates de aquí para allá. Por las noches cenaban en La Trattoria para probar esos exquisitos sorrentinos , especialidad de la casa, que preparaban en el restó italiano. Chicho dejaba una suculenta propina a los mozos que con tanta amabilidad los atendía y por supuesto Yoli le reprochaba alegando que no era para tanto. Y así con la panza llena y el corazón contento se retiraban del lugar pasando luego por una heladería a comer unos cannolis helados de sambayon y chocolate.


Así transcurrían las vacaciones de la pareja, entre playa, restaurantes y heladerías. Y llegaba por fin el regreso a casa y con ello la rutina diaria. Y cuando esto sucedía le preguntaban las vecinas curiosas a Yoli como la habían pasado y esta respondía siempre de la misma manera, es el último año que veraneo allí, Chicho me hace trabajar como esclava, se llena de turistas y la comida pésima como siempre. Y así de reojo las vecinas se miraban esbozando una sonrisa disimulada porque conocían su queja de cada año. Y así medio enojada y presumida seguía con sus quehaceres.


La Yoli y el Chicho una pareja dispar muy particular pero a fin de cuentas al finalizar el día se miraban y replicaban en voz alta, "lo primero es la familia".


VANE: OTRA VEZ AL VIENTO

por UMBERTO SENEGAL

Sus versos no siempre registran aquello que enuncian al describir un paisaje urbano, una íntima evocación o algún acentuado sentimiento, sino que apuntan hacia otros territorios estéticos para los cuales su palabra puntual, tan exclusivo uso de cadencias y orden sintáctico que la destacan entre nuevas poetas del Quindío, es indicio polisémico y señal bella de aquello que no puede enunciarse por escrito. “No hay solución. Aun así, no huye. ¿Quién no hace reproches/ o se ha caído en los sueños?”. Otra vez el viento es el primer libro de la joven poeta Vane Ramírez C. Nació en Dorada. Quindiana por adopción. Vive en Jamaica. Este libro, delicada consecuencia del minucioso quehacer literario de una poeta que pulimenta sus textos una y otra vez; para quien el oficio poético es autodisciplina rigurosa con la cual cristaliza exclusivas modulaciones que demanda para un verso, una estrofa o el poema completo, contiene 61 poemas distribuidos en tres partes proporcionando al libro conexión temática y configuración literaria de un cuerpo lírico con el cual crea espacios definidos. De los más originales que de su generación se leen, hoy por hoy, en este departamento. El sustento de las polillas, Atrapados en el aire, Una estrella ha nacido. Cuarenta y cinco dibujos de Angie Vanessa realzan este libro, confiriéndole otro nivel de lectura y visualización a los poemas. Estableciendo tramos de lectura que lo hacen atípico entre cuanto han publicado poetas quindianas de pretéritas o nuevas generaciones. Tales ilustraciones establecen semejanzas con aquello que en algunos de sus libros también crearon Lorca, Cocteau, Saint-Exupery, Grass, o Rupy Kaur. En la nueva poesía quindiana, Otra vez el viento es uno de los libros de mujeres poetas con acentos, lenguaje, tramas y configuración discursiva polisémica más consistentes en este decenio. “Una temática sin pausa, /algo que valga la pena recordar, /silencio”, expresa Vane en uno de sus poemas. Y señala en otro: “El agotamiento de cada tema/es la frecuencia de nuestros muertos/y por resaltar una voz que no me acompaña”. Poemas escritos entre 2013 y 2020 y publicados en diciembre de 2021 por Nueve Editores, casa editorial que consolida en Colombia un infrecuente, meritorio catálogo de escritores alterno al constreñido canon literario publicitado y comercializado por algunos sellos editoriales. Los de Vane son poemas opuestos al realismo sucio y al lenguaje feminista desencantado y frustrante, o invadido por toscos coloquialismos, propio de muchas jóvenes de su generación, desvanecidas entre la droga y el alcohol y las pesadillas individuales con que pretenden conformar una poesía sin atributos estéticos. Su propuesta literaria personaliza no solo una tradición poética del Quindío, sino una experiencia cuya transición estética representa la presencia femenina quindiana con un despejado enfoque del mundo y del ser humano.


(Publicado originalmente en el portal LA CRÓNICA DEL QUINDÍO

y reproducido por expresa voluntad del autor)


MEMORIAS DE ARGONAUTA

por CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE


Soy poeta, lo declaro sin ambages ni pretensiones,

porque nada ni nadie es un hombre desnudo y solo

frente a la inmensidad de las estrellas.

Como el abuelo Pedronel cazaba significaciones

en un vetusto Larouse

soy un cazador de signos cromáticos y polimorfos

él afinó el hilo que me condujo al laberinto griego

a ese laberinto de dioses regreso cada noche

en donde una mujer teje y desteje

mis pasiones y destinos de navegante.

Me llamo Carlos Alberto, un hombre cualquiera, con nombre de reyes,

quien no se niega la dicha de soñarse Ulises,

cósmico delirio, simiente de locura amonedada en poesía.

Vengo de Calarcá, un pueblo que valora la palabra,

la cultiva como trigo fresco

y la comparte con la alegría del aroma a pan recién horneado.

En las noches, ese pueblo de poetas, se extiende con su hermana,

a los pies de las alturas de los Andes como un sembrado de estrellas.

Cuando regresó de mis periplos vitales

y contempló ese prodigio desde El Alto de La Línea

me gusta afirmar con las palabras esenciales de nuestro poeta Baudilio Montoya:

«Yo fui argonauta, fui un marinero de noble pauta que el horizonte miró pasar, mi barco supo tumbos violentos entre los vientos que despeinaban, locos, el mar. Ciegos países de cielos grises, vieron mi planta de viajador y tras el paso por cien desiertos, llegué a cien puertos y en cada puerto tuve un amor»

En las tierras de Cervantes el signo oral trocó en código audiovisual

y frutecíó la videopoesía

como señal contundente

de una verdadera literatura

de la postmodernidad.

Una mujer luminosa

la fallecida catedrática española

Ana María Vigara Tauste

condujo mis indagaciones

en los misterios de la risa,

su psicogénesis y sus aportes

a la construcción de sujeto y sociedad.

En las orillas de Lisboa,

en donde el cantado río Tajo no atraviesa la ciudad,

solo la besa, la besa, la besa de Marbella


(Publicado originalmente en el portal ARRIERÍAS

y reproducido por expresa voluntad del autor)

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