Cayo y Tiberio Graco, hijos de Cornelia, una de las más nobles matronas romanas y poseedores de ideas demasiado avanzadas para la comprensión en su tiempo.
A mediados del siglo II a.C., Roma era ya la potencia más importante de todo el Mediterráneo gracias a las victorias conseguidas por sus legiones en la península ibérica e itálica, Grecia, diversas islas mediterráneas y el norte de África.
Sin embargo, los soldados que habían construido la gloria y el poder de la ciudad habían recibido escasos beneficios por sus grandes logros.
En este contexto de empobrecimiento y éxodo urbano, un hombre llamado Tiberio Graco quiso hacer cambios en las leyes para tratar de conseguir una sociedad menos desigual.
En este artículo haremos un resumen de la biografía de Tiberio Graco, abordando su reforma agraria y sus demás obras, su popularidad entre la ciudadanía romana y su muerte.
¿Quién fue Tiberio Graco?
Representación de Cornelia en pintura, quien al parecer poseía una belleza poco usual.
Tiberio Graco, cuyo nombre completo era Tiberio Sempronio Graco, pertenecía a una de las familias más importantes de la aristocracia romana.
Su madre era Cornelia, hija de Escipión el Africano, y su padre era Tiberio Sempronio Graco, pretor de la Hispania Citerior entre el 181 y el 179 a.C. y censor en el año 169 a.C.
El tiempo que Tiberio Graco pasó en el ejército, sirviendo junto a su primo Escipión Emiliano primero en la Tercera Guerra Púnica y luego en el asedio de la ciudad de Numancia, le hizo tomar consciencia de las dificultades que pasaban los soldados y del injusto reparto de las tierras conquistadas.
Tiberio Graco fue elegido tribuno de la plebe para el año 133 a.C. Los tribunos de la plebe eran los protectores del pueblo llano de cara a los posibles abusos de poder por parte de los otros magistrados, y podían actuar por iniciativa propia o a instancias de una persona.
La reforma agraria de Tiberio Graco
La reforma agraria de Tiberio Graco tenía el objetivo de resucitar una vieja norma por la cual ninguna persona pudiera llegar a poseer más de 500 yugadas (equivalente a 125-126 hectáreas) de terreno público. Esta ley agraria pretendía confiscar el excedente considerado ahora ilegal para repartirlo entre los campesinos sin tierra en parcelas reducidas de unas 7,5 hectáreas cada una.
Según la ley agraria de Tiberio Graco, la tierra confiscada a los aristócratas pasaría de nuevo a ser propiedad a todos los efectos del Estado romano, al que sus nuevos usuarios habrían de pagar un pequeño impuesto por el usufructo.
En otras palabras, las tierras no podrían ser vendidas por sus nuevos poseedores pero sí podrían ser heredadas por sus hijos. Todo el procedimiento debería ser realizado por una comisión de tres miembros electos que disfrutarían de poder judicial para reclamar la tierra pública ocupada ilegalmente, confiscarla y luego redistribuirla.
Tiberio Graco, ¿un político revolucionario?
Grabado que representa a Tiberio Graco, hablando en un ágora romana.
Al contrario de lo que pueda parecer a primera vista, la ley agraria de Tiberio Graco no era tan revolucionaria.
La reforma era conservadora en tanto que trataba de recuperar un antiguo modelo de sociedad, pero desde un punto de vista social apoyaba objetivamente los intereses de los ciudadanos más pobres.
En primer lugar, en la redacción del proyecto el tribuno fue asesorado y apoyado por algunos influyentes políticos romanos, miembros reputados de la sociedad y nada sospechosos de ser revolucionarios. Este grupo lo que deseaba era resolver, o al menos aliviar, uno de los mayores problemas sociales para así lograr una estabilidad económica interna duradera.
En segundo lugar, la ley agraria buscaba incrementar la riqueza general del pueblo llano para que esto incrementara también la cantidad de hombres susceptibles de ser reclutados para el ejército.
Asimismo, había que tener en cuenta que cuanto más prósperos fueran estos campesinos, más hijos podrían tener, lo que también se traduciría en un ejército mayor y en una capacidad de conquista superior. Por último, se quería frenar el ritmo de crecimiento de la mano de obra esclava para evitar el riesgo a posibles insurrecciones de estos en el futuro.
Otra de las cláusulas de la reforma agraria limitaba el impacto de las confiscaciones entre los grandes propietarios. A los infractores no solo se les garantizaba que conservarían las 125 hectáreas legales, sino que también tendrían otras 65 adicionales por cada hijo.
En la práctica, esto permitía legalizar la situación irregular de muchos de ellos para hacer uso de una elevada cantidad de tierra pública.
Tiberio Graco vs. el Senado romano
A pesar de la prudencia reseñada, la oposición a la reforma agraria de Tiberio Graco fue intensa desde el principio.
Para muchos grandes propietarios, la naturaleza confiscatoria de la ley era inaceptable y no estaban dispuestos a ceder una parte de la tierra que explotaban. Por el contrario, tanto la plebe urbana como la rural apoyaron la propuesta y se movilizaron a su favor desde el primer momento.
Quizás por este motivo, Tiberio Graco obvió al Senado romano, cuya oposición era más que evidente, y llevó directamente su propuesta de ley a la asambleas plebeya de gobierno. Esto enfadó aun más a sus detractores, que veían peligroso que el pueblo se creyera con derecho a legislar sin contar con el consentimiento previo del Senado. Hay que recordar que si bien en sentido estricto el Senado romano no gobernaba, al tener entre sus funciones el asesoramiento de la actividad de los magistrados sí que intervenía directa o indirectamente en cualquier asunto de interés para la dirección del Estado.
Estos sectores de la oposición convencieron a Marco Octavio, otro de los tribunos de la plebe (en total había diez), para que ejerciera su derecho de vetar la ley de su colega en el cargo. Legalmente, el veto de un colega colegiado (la intercessio) obligaba a Tiberio Graco a retirar su proyecto de ley, pero este tomó la decisión que decidiría su futuro: inicio una campaña para conseguir destituir de su cargo de tribuno de la plebe a Marco Octavio con el argumento de que actuaba contra los intereses del pueblo al que debía proteger.
Con su carisma y su habilidad para la oratoria, Tiberio Graco consiguió que la asamblea plebeya votara a favor de la destitución de Octavio, por lo que la ley agraria fue finalmente aprobada.
Tiberio Graco, ¿un tirano loco por el poder?
Detalle de una estatua que representa a los hermanos en la infancia, junto a la madre.
La reforma agraria de Tiberio Graco fue aprobada en un clima político excepcionalmente tenso. Hasta muchos de los aristócratas que habían apoyado hasta ahora a Graco cambiaron de postura al considerar sus acciones como una subversión del orden constitucional romano.
Aprobar una ley solo en la Asamblea Plebeya suponía reconocer implícitamente que la soberanía popular estaba por encima de la voluntad de las élite social representada en el Senado, algo totalmente impensable para un régimen aristocrático como el romano.
Una vez aprobada la ley agraria, surgió el problema en torno a la financiación para su aplicación. Como el dinero del Estado lo controlaba el Senado, la comisión de tres miembros recibió medios muy deficientes y quedó paralizada.
Justo entonces llegó a Roma la noticia que Tiberio Graco estaba esperando: el rey Átalo III de Pérgamo había muerto y había legado su reino y su tesoro a la República Romana. Inmediatamente, el tribuno de la plebe propuso a la asamblea popular que esta cuantiosa herencia económica fuese invertida en la aplicación de la ley agraria.
A partir de ese momento no hubo prácticamente nadie que apoyara al tribuno de la plebe, salvo la propia plebe en su asamblea. Tiberio Graco estaba ahora en arenas movedizas, pues estaba cuestionando las competencias del Senado en materia financiera y de política exterior. Para empeorar las cosas, el político anunció su intención de presentarse a la reelección como tribuno de la plebe. Esto era ilegal desde todas las perspectivas posibles y por un doble motivo: no se podía ser magistrado durante dos años consecutivos y no se podía ser reelegido para un mismo cargo cuando el primer mandato aún no había terminado.
La muerte de Tiberio Graco
Asesinato de los hermanos Graco.
La autoridad de un magistrado romano derivaba de su legitimación social al haber sido elegido en una de las asambleas romanas. Las magistraturas inferiores, es decir, el tribunado de la plebe, la edilidad y la cuestura, se decidían en las asambleas por tribus, las que dominaba Tiberio Graco.
Gracias al historiador Plutarco (s. I d.C.) sabemos con detalle cómo fue el día de junio del 133 a.C. en que se produjo la muerte de Tiberio Graco. Cuando la asamblea popular estaba reunida en el Capitolio para las elecciones, el lugar fue asaltado por un grupo de senadores y hombres armados con palos y mazas. Los lideraba Publio Cornelio Escipión Nasica Serapio, un primo de Tiberio Graco que había sido cónsul en el 138 a.C. y que ahora en el 133 a.C. era pontífice máximo, uno de los máximos cargos sacerdotales de Roma.
En la batalla campal que siguió, Tiberio Graco fue asesinado y vapuleado junto a cientos de sus seguidores (Plutarco dice que más de trescientos). Además, para evitar posibles movilizaciones durante su funeral, el cuerpo del tribuno de la plebe fue arrojado al río Tíber.
Con el fin de acabar con el apoyo popular a su causa, el Senado romano encargó a los cónsules del año 132 a.C. una misión especial: crear un tribunal extraordinario para perseguir judicialmente a los seguidores de Tiberio Graco que habían logrado sobrevivir a la matanza. Y aunque la historia oficial siempre justificó la necesidad de su asesinato, la plebe lo convirtió en héroe y mártir del pueblo.
Bibliografía
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PINA POLO, F.: «Lucha de clases en Roma: la rebelión de los Graco», en Historia National Geographic nº140, 2015, pp. 54-63.
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Fuente: BBC (GRAN BRETAÑA)
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