Cuando grupos armados de atacantes quieren hacer que decaiga la moral de los civiles o de las fuerzas opositoras, a menudo destruyen deliberadamente símbolos del patrimonio cultural.
El artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) ayudó a sentar las bases para que lo descrito con anterioridad fuera reconocido como un crimen de guerra. En una sentencia histórica en septiembre de 2016, la Corte Penal Internacional (CPI) declaró a Ahmad Al Faqui Al Mahdi, miembro del grupo armado que opera en Mali, en Ansar Dine, culpable de un crimen de guerra por atacar construcciones históricas y religiosas en Tombuctú. Fue condenado a nueve años de prisión.
Esta fue la primera vez que la destrucción de sitios culturales fue perseguida como un crimen de guerra en la CPI, abriendo la puerta a la esperanza para que se persigan más casos así– especialmente contra miembros de ISIS que llevaron a cabo destrucciones indiscriminadas de muchos monumentos culturales y religiosos en territorios que en algún momento fueron parte del norte de Irak y de Siria.
El caso de Al-Mahdi en la CPI fue el primero en el que alguien fue acusado de destruir patrimonio cultural como un crimen de guerra independiente. Otros tribunales han acusado a individuos de destrucción criminal de sitios de patrimonio cultural – incluyendo la destrucción del puente en Mostar – pero sólo como una ofensa adicional unida a crímenes de guerra más establecidos como las ejecuciones sumarias y la tortura.
Todos los mausoleos que Ahmad Al Faqi Al Mahdi ayudó a destruir, salvo uno, eran Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO, y la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, ha descrito esta táctica de guerra como "limpieza cultural" para desgarrar a las comunidades.
"Lleva siglos crear una cultura, a veces miles de años, pero el genocidio la puede destruir instantáneamente."–Raphael Lemkin, proponente de la Convención sobre Genocidio de 1948
Según la Relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos culturales, Karima Bennoune, "la destrucción de la propiedad cultural con intenciones discriminatorias puede ser procesada como un crimen contra la humanidad, y la destrucción intencional de propiedades y símbolos culturales y religiosos también puede ser considerada como prueba de la intención de destruir a un grupo conforme a la definición de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio."
El artículo 27 establece que toda persona tiene derecho a participar libremente en la vida cultural de la comunidad, a participar de los avances científicos y sus beneficios y a ser valorada por su trabajo. Este artículo se refiere con rotundidad a los derechos culturales como derechos humanos para todos.
Éstos se relacionan con la búsqueda del conocimiento y el entendimiento, y con las respuestas creativas ante un mundo en constante cambio. Un prerrequisito para implementar el artículo 27 es asegurar las condiciones necesarias para que todas las personas puedan involucrarse de manera continua en el pensamiento crítico y tener la oportunidad de cuestionar, investigar y contribuir con ideas, sin importar las fronteras.
Los derechos de los grupos minoritarios
Una de las grandes metas no alcanzadas de la malograda predecesora de la ONU, la Liga de las Naciones, fue la protección de los grupos minoritarios.
Charles Malik, el redactor libanés que hizo importantes contribuciones a la DUDH durante su redacción entre 1946 y 1948, defendió fuertemente los derechos de los grupos minoritarios. Quería asegurarse de que los miembros de las comunidades minoritarias estuvieran protegidos ante formas extremas de asimilación.
Al final, la Declaración no incluye un artículo separado dedicado a los derechos de los miembros de grupos minoritarios, pero el término "cultura" se entiende también como referente al "modo de vida" de las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas. Se trata de preservar la diversidad.
El artículo 27 está estrechamente relacionado con los artículos 22 y 29 al afirmar que los derechos económicos, sociales y culturales son indispensables para la dignidad humana y para el desarrollo de la personalidad humana.
Juntos muestran la determinación de los redactores de la DUDH para no sólo garantizar estándares mínimos básicos, sino para ayudarnos a todos a convertirnos en mejores personas.
Estos tres derechos fueron posteriormente consagrados en otros tratados internacionales incluyendo el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por 169 Estados.
"La ciencia es un regalo hermoso para la humanidad; no deberíamos distorsionarla."–A.P.J. Abdul Kalam, científico y antiguo Presidente de la India
El derecho a participar del progreso científico
El artículo 27 también cubre un tema diferente, como es la preocupación de que toda persona tenga derecho "a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten" que ha sido atacado recientemente, particularmente en debates sobre cambio climático y enfermedades.
En algunos círculos, el tema de si los humanos causan el cambio climático o si el cambio climático tan siquiera existe, es tratado más como un tema de creencia personal que de ciencia rigurosa.
Publicaciones científicas ya han lanzado la voz de alarma ante lo que una de ellas describió como "el alza de un populismo antagónico ante la influencia de los expertos."
En 2018, un grupo de 58 expertos escribió una carta abierta condenando el sentido del equilibrio fuera de lugar creado por "una falsa equivalencia entre un abrumador consenso científico y un grupo de presión, fuertemente financiado por intereses particulares" que crea dudas a propósito.
El cambio climático es real, declararon: "Necesitamos, de manera urgente, avanzar en el debate sobre cómo enfrentarnos a las causas y efectos del peligroso cambio climático" porque la alternativa, dijeron, será "catastrófica".
"El objetivo de la propaganda moderna no es sólo desinformar o impulsar una agenda.
Es agotar tu pensamiento crítico, aniquilar la verdad."–Gary Kasparov, antiguo campeón mundial de ajedrez y político ruso
El escepticismo sobre la ciencia, o la pseudociencia, puede costar vidas, como lo ilustra trágicamente la presión a los padres y madres para no vacunar a sus hijos contra enfermedades que habían sido prácticamente erradicadas tras exitosas campañas de vacunación.
La OMS dice que entre 2000 y 2017, 21 millones de vidas fueron salvadas gracias a la vacuna contra el sarampión.
Pero entre 2016 y 2017, los casos reportados de sarampión subieron en un 30%, en parte por padres y madres que se negaron a vacunar a sus hijos dadas las falsas afirmaciones sobre sus riesgos.
Sólo en 2017, la OMS estima que 110,000 niños murieron por dicho virus.
De la misma manera, anteponer los intereses comerciales al bien común también puede llevar a la pérdida de vidas, como cuando las políticas de patentes y precios de suscripción para publicaciones especializadas hacen del conocimiento y su aplicación algo inaccesible para quienes lo necesitan.
Esto se aplica para la medicina, pero también para la producción de comida, la arquitectura, la ingeniería y muchos otros ámbitos.
Más científicas
El papel de la educación en las ciencias está cambiando y no puede subestimarse.
Se calcula que el 90 por ciento de los futuros trabajos requerirán una formación en tecnologías de la información y la comunicación, y que las categorías laborales que tienen una creciente oportunidad profesional son las relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Según recientes estudios, esas categorías crearán 58 millones de puestos de trabajo.
Pero las mujeres y las niñas continúan estando muy poco representadas en las ciencias. Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) muestran que menos de un tercio de las estudiantes eligen carreras vinculadas a ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas, y que solo un 3% escoge carreras relacionadas con la tecnología de la información y las telecomunicaciones.
La inteligencia artificial se está convirtiendo en una disciplina importante, donde se ha identificado la diversidad como un elemento crucial para asegurar que esté exenta de prejuicios de género.
Sin embargo, el Foro Económico Mundial señala que sólo el 22% de los profesionales en esta área son mujeres.
Esta desigualdad en las ciencias se produce por varias razones, desde priorizar este tipo de educación en los niños, a los prejuicios de género y estereotipos, pasando por la brecha digital mundial (la separación que existe entre los países que tienen más acceso a internet y sus servicios y los que menos), que castiga desproporcionadamente a las niñas y las mujeres.
Falta de reconocimiento
La magnitud en que el mundo sigue perdiendo potencial científico femenino se vuelve aún más evidente si nos fijamos en la extraordinaria contribución de las mujeres en los avances científicos y, que a menudo, se pasan por alto.
Valgan como ejemplo Marie Curie, la pionera en computación Ada Lovelace, la científica de la NASA Katherine Johnson y muchas otras más cuyo trabajo continúa pasando desapercibido.
Esta tradición de excelencia científica femenina continúa hoy en día. Por ejemplo, en Sudáfrica, Kiara Nirghin ha desarrollado un polímero superabsorbente único que mantiene cientos de veces su peso en agua cuando se almacena en el suelo.
El descubrimiento fue su respuesta a las peores sequías que sufrió el país en más de 45 años. El polímero es barato, biodegradable y se fabrica en su totalidad con desperdicios. Aumenta la posibilidad de que las plantas mantengan un crecimiento sostenido del 84% durante sequías, y puede aumentar la seguridad alimentaria en un 73% en las áreas afectadas por desastres.
En reconocimiento a su trabajo, Kiara recibió el Gran Premio de la Feria de Ciencias de Google y fue una de las finalistas regionales de la Jóvenes Campeones de la Tierra en 2018 con solo 18 años. Esta competición está auspiciada por la ONU y premia las ideas innovadoras para preservar el medio ambiente.
Khayrath Mohamed Kombo es aún más joven. Con solo 15 años, Khayrath, de Dar-es-Salaam, Tanzania, participó el pasado mes de agosto en el primer Campamento de Codificación en Addis Abeba, Etiopía, junto a más de 80 niñas de 34 países africanos.
Durante el evento se lanzó la iniciativa “African Girls can code” (Las chicas africanas pueden codificar), un programa conjunto de la Comisión de la Unión Africana y la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
"Cuando supe la noticia me emocioné porque mi sueño es aprender más y ampliar mis conocimientos", dijo Khayrath, la única chica del club de informática en su escuela.
Durante los cuatro años de duración del programa, unas 2000 niñas recibirán capacitación como programadoras, creadoras y diseñadoras que servirán como los primeros pasos para iniciar posteriormente su educación en carreras relacionadas con las tecnologías de la información y la codificación.
Otra de las participantes en el campamento, Rebecca Azanaw, pudo compartir sus experiencias y ambiciones este fin de semana con el Secretario General de la ONU, António Guterres, en el marco de la Cumbre de la Unión Africana que se celebra en Addis Abeba, Etiopía.
"Estoy muy orgullosa de haber sido una de las primeras chicas africanas que formó parte del campamento. Fue una oportunidad para empezar a codificar en serio", dijo.
Si no hay más niñas y mujeres que se unan a estas profesiones, las relaciones de poder del mundo seguirán estando muy dominadas por los hombres.
Tras el campamento, Azanaw ha continuado perfeccionando sus habilidades en el lenguaje de programación Python. Actualmente ha fundado un club de codificación en su escuela, la Andinet International School, en Addis Abeba, y comparte sus nuevas habilidades con otras jóvenes.
"Quiero que otras chicas sepan que pueden conseguirlo. Si quieren, es posible alcanzar sus logros", añadió.
Con relación a esta iniciativa, Guterres quiso destacar que "si no hay más niñas y mujeres que se unan a estas profesiones, las relaciones de poder del mundo seguirán estando muy dominadas por los hombres"
*Estos son una serie de artículos publicados por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACNUDH) para conmemorar el 70 aniversario de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948.
Todos los derechos consagrados en la DUDH están relacionados con entre sí, y todos son igualmente importantes.
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