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Enamoramiento, más hipocrecía


El enamoramiento (en oposición al amor) utiliza precisamente este mecanismo: el sujeto ve en el otro las propias ilusiones y su realización se canaliza a través de ése otro sujeto, hay una simbiosis.

Escribe:

HÉCTOR CARLOS REIS*

Esta relación es ilusoria, dependiente y corta pues se produce indefectiblemente la desilusión al no haber conocimiento real del otro. En el amor sucede todo lo contrario: cada sujeto conserva su propia identidad y ve al otro tal cual es sin la deformación de sus propias ilusiones proyectadas. En consecuencia existe conocimiento real del otro, el cual se complementa con respeto, responsabilidad, cuidado.

La preocupación activa por la vida y el crecimiento del ser amado mas siendo responsable, es decir, estar dispuesto a responder a las necesidades del otro pero como acción voluntaria. Y respeto no es temor o sumisa reverencia como generalmente se estima sino la capacidad de ver a alguien tal cual es; la raíz de la palabra proviene de "respicio", volverse a mirar hacia o mirar por otro, protegerle, ("aliquem respicio").

En el enamoramiento se tiene al otro como objeto, es decir una cosa, en caso extremo el poder absoluto sobre una persona; que el otro haga, sienta y piense lo que queramos, en síntesis que sea una posesión, nuestra posesión, una cosa y no una persona.

Este mecanismo es el usual en la sociedad humana y comienza en la célula básica: La pareja.

Se traslada luego al resto de la estructura; todo el tejido social está impregnado de enamoramiento y de posesiones.

Las organizaciones sociales no escapan a esto y más aún lo establecen como norma. Las religiones son la clave de esta manera de pensar por su contenido mágico.

En todas ellas hay un enamoramiento hacia su respectivo dios y hacia los inferiores jerárquicos o intermediarios, ya sean o hijos del dios o profetas o madres del hijo del dios o santos o ángeles o descendientes del primer profeta o finalmente los actuales oficiantes o representantes del dios.

En todas las graduaciones jerárquicas se produce este comportamiento de enamoramiento desde épocas antiquísimas.

Podemos afirmar que los homínidos primitivos ya lo practicaban por los restos fósiles que prueban los rituales ancestrales; siempre que hay ritos hay adoración y siempre que hay adoración hay enamoramiento, es decir, delegación incondicional al poder del otro.

La transferencia que se opera hace que el adorante "actúe", es decir que sea hipócrita (que significa actor y viene del griego como lo confirmaría un helenista; mi reiteración de éste concepto, es una ironía con la filosofía especulativa de Platón y Aristóteles) y en su actuación ante el adorado acepte los preceptos establecidos por alguna revelación hecha antiguamente por el dios al primer adorante.

Este escenario es constante y finalmente se hace una costumbre.

Las revelaciones originarias no son discutidas, son tomadas como dogmas y reforzadas con las resoluciones de los cónclaves o sínodos de autoridades jerárquicas máximas que, rechazando primero y anatematizando luego, eliminan a todos los opositores o herejes.

En la Edad Media se produjo esto con los "autos de fe" donde se quemaban vivas a las personas que pensaran diferente a los sacerdotes integrantes de la Inquisición (el Tribunal del Santo Oficio) de la Iglesia Católica.

Miles de personas murieron en la hoguera, como el monje-astrónomo Giordano Bruno (cruelmente martirizado por la tortura -legal pues estaba escrita en el derecho canónico de la época-) antes de quemarlo vivo, también legal pues estaba en el mismo derecho la muerte por fuego en la hoguera; también fueron "ajusticiados" en hogueras el checo Jan Huss (otro fraile opositor que generó la masiva re-belión llamada de los husitas) y sus mi-les de seguidores y el inglés John Wycliffe por idéntico "delito", es decir, pensar distinto.


Actualmente las fracciones shunnitas y shiitas de los musulmanes se masacran mutuamente en disputas similares a las tenidas por los católicos siglos antes; la explicación es simple, Muhamed, hijo de Abdalá (Mahoma) nació en La Meca en el año 570 de nuestra era, es decir, es más reciente el comienzo del islamismo y por ende todavía están en la etapa del predominio de unos sobre otros.


Los sucesores de Mahoma, los "califas" Abu Bekr, Omar y Otmán conquistaron (por las armas) en poco tiempo Siria, Asia Menor, El Imperio Persa, gran parte del Asia Central y de la India, África del Norte y España.


El programa de Mahoma era sencillo pero aceptable para grandes masas explotadas por los Imperios Romano y Persa.


Quizás en el aspecto ético no estaba a la altura de otros fundadores de movimientos religiosos como Sidharta Gautama Buddha o la figura mítica e idealizada de Jesús (no hay pruebas históricas de su existencia real, salvo los evangelios -había casi dos mil y quedaron cuatro pues el resto fue desechado por apócrifos (!) por la autoridad eclesiástica de la época, lo cual nos hace dudar de la verosimilitud de los cuatro remanentes- y en los escritos de los historiadores Josefo, Tácito, Suetonio y Plinio de comienzos de nuestra era pero esos trozos está comprobado que son interpolaciones apócrifas hechas en la Edad Media).


Sin embargo en cuanto al realismo su proyecto contemplaba las necesidades inmediatas y mediatas de sus contemporáneos; en este sentido se lo podría comparar con Martín Lutero.


Una característica fundamental del islamismo es tener sabios doctores, maestros y predicadores, pero no sacerdotes en el sentido de otras grandes religiones. Es simple y comprensible.


El Corán (su libro sagrado ya que en este aspecto coincide en tenerlo como casi todas las religiones) establece la igualdad de todos los seres humanos ante Alá (su dios) pero dejando subsistentes las diferencias económicas aunque atenuadas por un impuesto a beneficio de los pobres. Declara legal la ganancia comercial pero prohíbe la usura y la esclavitud por deudas.


La doctrina musulmana tiene una relación mayor con el judaísmo que con el cristianismo en especial con respecto a su monoteísmo estricto; los mahometanos ven a los cristianos como politeístas ya que les resulta incomprensible el misterio de la Trinidad, o la especial naturaleza de los santos, intermedia entre lo divino y lo humano. El programa de Mahoma inflamó al pueblo árabe que estaba siendo víctima de la interminable guerra entre el Imperio Romano de Oriente y el Imperio Persa, logró unificarlo y mediante una guerra de conquista, en menos de un siglo, extendió su dominio mucho más allá que el Imperio Romano en su apogeo. La musulmana es pues la más reciente de las grandes religiones exceptuando a los protestantes que se los puede englobar en el cristianismo aunque ellos (los protestantes) son quizá los más liberales en un sentido general.


Pero todas las religiones se basan en el esquema del enamoramiento. De allí su carácter mágico, totalitario (en el sentido de total, universal o ecuménico) y por consiguiente dogmático. Todo esto genera intolerancia hacia las ideas distintas y lucha por la supremacía. No existe el respeto en el sentido mencionado antes.


Los atentados hechos por fundamentalistas (dogmáticos enamorados que hacen de su pensamiento-sentimiento el fundamento de su actuación) comienzan a explicarse cuando se conocen las premisas básicas relatadas.


La religión musulmana por ser la más reciente todavía está (como mencioné antes) en la etapa de disputas entre fracciones por la hegemonía, similar a las persecuciones de los católicos en la Edad Media sobre los llamados herejes.


El artista escritor Salman Rushdie es una de las víctimas contemporáneas de la intolerancia religiosa. Vergüenza", provocó malestar en Pakistán por sus críticas al jefe, Alí Bhutto.


Cinco años después la aparición de su libro "Versos satánicos" significó que el régimen religioso-político-militar que detenta el poder en forma autoritaria en el Irán lo considerara "blasfemo" (que significa "decir palabras injuriosas contra dioses o personas"; a su vez injuriar es "despreciar" y ésta significa "tener en poco".


Vale decir que simplemente el pobre escritor Salman Rushdie es condenado por ignorar o tener en poco las creencias de sus "jueces").


Pero la cosa fue más allá, se dijo que el libro era ofensivo para "el sentimiento de mil millones de musulmanes", su venta se prohibió en más de veinte países y un decreto del jefe ayatola Komeini puso precio a su cabeza.


Es decir fue condenado a muerte; igual que la Inquisición en la Edad Media pero en la época cibernética y en los umbrales del siglo XXI.


El artista escritor Salman Rushdie desde entonces vive oculto, bajo custodia y amparado por el gobierno inglés. esta aberración sucede ahora en el siglo XXI. La nueva obra de Rushdie se llama "Patrias imaginarias"… Las autoridades religiosas y que son también las políticas del Irán se arrogan la representación de mil millones de personas.


¿Es esto cierto? Ésos presuntos mil millones de musulmanes; ¿condenaron a muerte al escritor Salman Rushdie?


Unos cuántos ayatolas ¿pueden representar la voluntad de mil millones?; la vida del artista escritor ¿no significa nada para ellos?; ¿su "delito" fue escribir unas cuántas ideas en un libro?; las simples ideas o pensamientos ¿son un delito?


Expresando pensamientos en un texto (con arte o sin él, es lo mismo) ¿se puede cometer un delito tan grave que merezca pena de muerte?; ¿qué molesta tanto a los mil millones de musulmanes?


O la pregunta mejor sería ¿qué molesta tanto a los religiosos que en forma directa detentan el poder en el Irán?


*Realizo estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde obtuvo el título de Bachiller y en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Procurador y Abogado.


Publicó colaboraciones en la Revista "Todo es Historia" que dirigía el Dr. Félix Luna en los Nos. de diciembre de 1986, en enero, febrero, abril de 1987.


Es autor de novelas, ensayos, libros cinematográficos y relatos cortos.


Como mejor síntesis el doctor Félix Luna en su revista "Todo es Historia" Nº 235 de diciembre de 1986 al presentarlo, utilizó las siguientes palabras para definir mi método: "El doctor Héctor Carlos Reis es abogado, pero sus inquietudes exceden en mucho el marco de su profesión.

Ha incursionado en diversos campos de la ciencia y demuestra una notable capacidad para relacionar circunstancias que, siendo aparentemente inconexas, definen procesos de una neta significación. TODO ES HISTORIA ha encargado al doctor Reis la sección que se inicia en esta edición."

Estudió también tanto dibujo como pintura y es autor de numerosas obras pictoricas, dueñas de un singular estilo.

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