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Atril literario. Invitado: DIEGO FIRMIANO

SANGRE DETRÁS DE LOS PÁRPADOS

por DANIEL PALACIO

Todo era pequeño,

sin definiciones ni voces,

Había oscuridad y luz

Y un poco de dolor en lo que escribí.


Todo de basaba en amor y odio.

En ser bizarro y tierno.

Crecí con el espíritu desenfocado

mirando hacia el cielo buscando

un frenesí de alas el cual pulverizar.


Mis noches se basaban en soñar

con los cadáveres debajo de mí colchón,

escribiendo líneas de vida

y muerte en mis venas.


Perfectamente me escurría

en el discurrir pasivo del mundo,

como una sombra destilada

por un rio de sangre.


Ya en ese tiempo empecé a buscarla,

detrás de mis ojos que se rompían

a cada lágrima.


Ya en ese tiempo

creí encontrarla sentada

fumando un cigarrillo y leyendo un libro.


CLAMO PALABRA

por MERCEDES VIVAS BENÍTEZ

¡Oh alborada! ¡Oh alborada! desvestid la impaciencia cuantas cosas no pueden designar mis palabras. ¡Oh Celestina! reviste el amanecer indómitos encuentros impiden ponderar mi garganta. ¡Oh sombras!, voltead los sonidos a mis espaldas alcanzadme la pluma en mi deliquio, prestadme los sueños de los desvestidos, el huracán de los hambrientos, los motivos de los presidiarios,

las raíces de los desaparecidos. ¡Oh palabras! Ofrenda las camisas roídas por los fusiles objeta al enemigo del pueblo tilda la sangre llorada por los disminuidos Oh mordaza, oh mordaza, libera la palabra………


EL MIRLO NEGRO

por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"

Esa tarde

Regresé a la casa

Después de recoger

Semillas de hierbas

Y algunos insectos.

La casa ya no estaba.

No estaba la casa

Ni estaban mis hijos,

Y el fresco mandarino

Allí tampoco estaba.


Un hombre

Había talado

El mandarino y quemado

Las ramas y los nidos.


Estuve en silencio

Muchas horas

Sobre el tallo

Del árbol cortado,

Y hasta hoy

Me he preguntado:

¿Adónde se

Fueron mis hijos?


Un amigo tordo,

Que llego hace poco,

Dijo no haber visto

Saltar a los pichones

El día que cortaron

El fresco mandarino.


No sé por qué

Este hombre

Incluyó en

La hoguera de las ramas

También a los pichones.


Después de dos semanas

Eclosionaron mis

Cinco pichones.

Pudieron disfrutar el aire

Apenas seis días;

Y en solo seis días,

lograron conocer al hombre.


Recordé,

Las Palabras Increadas

Que leí al comienzo

Del Libro de la Vida,

Y que fueron escritas

Con la tinta roja,

Del rosal sublime

Del Omnisapiente Creador:


Para conocer

Al hombre,

Se necesitará

-tan solo-,

Que transcurran

Seis días,

Seis días

De los días

De la cuenta

De los Cielos.


DESCENSO DEL SIGNO

por CAROLINA HIDALGO

¡Sabiduría!

¡Lumbre de esperanza! El corazón severamente inocente abre el sentido amor Soy yerba lavada Nombre trasparentado por los años


¿No he sido yo? Guerrera que retorna del meridiano austral ojeada por la serpiente de agua en esferas lagunas y precipicios Preñada de americanidades vórtice del tejido viejo y nuevo de continentes


¿No he sido yo? Ha sido el oído perfecto del Yang sobre la línea ecuatorial Escuché de la tierra su nombre y las onomatopeyas saltaron sobre las brechas del juicio racional


¿No he sido yo? Es sol de la corola original descendió huérfano a su cuna Otro canto espera


¿A qué horas pudiera escribir? Tan oscura estoy. Encandilo y los antílopes y los héroes y la mujer en las letras de la musa colombiana ¿Especies en vía de extinción?


¿A qué horas pudiera escribir? Tan oscura estoy Encandilo


Este poema aún continúa cifrado por lector testigo


SE AVECINAN VIEJAS TORMENTAS

por IBÁN DE JESÚS ALARCÓN MARÍN, "GATO 777"

Sopla la fuerte ventisca Llegan inesperadas visitas Caen los riscos se arroja el gran árbol Truenan los cielos se abren los prados Se inundan los valles Se esparcen los álamos Llega el invierno y con él el pasado De entes y mitos para otros espantos Por fin las hadas como los diablos Las Diana también los Faunos Crían los cancerberos Liberan los Minotauros Se alientan los míticos demonios que rugen en los fríos paramos Aullan los lobos que fueron humanos Sacian de sed los macabros Vuelan las deidades se avivan los canticos En mantras se revelan los nombres satánicos Se manifiestan las gargolas Druidas brujas gatos y magos Llegan de aguas entes oscuros Leviatán kraken sirenias kutulus Como ha debido ser después de siglos A través de pentagrama y sigilos se abrió el portal de marduck En el trópico el Moan Pata sola y llorona. Truene tiemble y sucumbe El Reino de los desposeídos irrumpe Manifestaciones revelan los grimorios Revoluciones acarrean los entornos Inconformidad revelan sus destrozos Como decía el único papa negro ''Yo sé por ser más diablo que por viejo''


ÁNGELES CAÍDOS

por ESPERANZA DEL CARMEN RAMOS YAÑEZ








Hay noches así.. .

donde el silencio

taladra los oídos

y sólo murmuran los quejidos.


Noches oscuras

que advierten el peligro

que devoran almas...


Parece que Dios ha huído del hombre.


UNA ESCALERA HACIA EL SILENCIO

por VALENTINA ROJAS












Detrás de cada acción hay un espacio un oculto estupor, fragmento diminuto que parece dejar lugar para la duda


Allí, una ondeante libertad para decir, para callar.


MORDISCO BAUTISMAL

por MARCO FIERO

En el nocturno reposo recorrí en espíritu extraños senderos

levitando en trance me adentre en tinieblas de inquietante misterio

pude ver el mundo en su vil trasfondo sin antifaz ni velos

percibí el destino del género humano que avanza al averno

presentí de repente que me acechaban infernales espectros

pretendían devorarme y arrancarme el alma con sus garras de fuego

aligere mi vuelo buscando refugio en la esfera de muertos

discurrí solitario sin hallar sosiego en el pesado silencio

cruentos rostros fieros hallaba a mi pasó en la ciudad del miedo

sentí que un demonio se aferró a mi cuello y desperté indefenso

salté de mi lecho me arrojé en las calles persuadido del sueño

confundido de miedo enfrente mil temores con aire violento

merodee la penumbra buscando al espectro que mordió mi cuello

poseído de odio de una cruel venganza perdí el sentimiento

vislumbre a lo lejos procesión de sombras en siniestro suspenso

descubrí entre brumas el belicoso engendro que encendió mi fuego

al verme furioso se alteró su imagen me frunció su ceño

se acercó muy lento me habló como bestia en mi propio dialecto

me sorprendió su grito; dijo : «El mordisco te bautizó poeta»

en sonámbulos pasos se fue delirante mi infecto intelecto


PALABRA REVELADA

por KARLA JAZMÍN ARANGO



Palabras que retumban en la mente con ritmos tan ignotos e inefables, contundentes como golpes de sables, canciones que te llegan de repente.

No importa preguntar cuál es la fuente, hay que dejar que lo entrañable hable bailando como el sol sobre los cables, despertando del sueño a lo silente.

Hilos de luz que nacen en lo oscuro, superando los miedos fragmentarios, revelando la esencia de lo puro,

los secretos de un nuevo diccionario.

Voces que son elixir y conjuro, el latido de un bosque originario.


ARDID

por CARLOS ALBERTO RICCHETTI

Necesito colmarme,

hablarte de algo así

como lo escrito en el alma,

palabras obsoletas

con destellos de razón,

bellos rastros de caricias.

Busco amarte

de maneras distintas,

encontrarte,

para saber si me mimas;

besarte más,

entender que harías por mí,

cuanta calma podrías darme

y escuchar tu leve respirar.

Debo urdir

turbios refranes,

frases simples, adorarte

sin final,

apocarme a tu mirada infantil,

a las señales de tu niña interior

que desbordan mi ser,

quien descubre el Edén

al alcanzarte.



VIDEOS



PRESENTACIÓN DE "POESÍA VIDA MÍA"

EN LA FERIA DEL LIBRO

por CAROLINA HIDALGO


X° ENCUENTRO INTERNACIONAL NADAÍSTA

DESDE SANTA ELENA

por ANDRÉS GALEANO


LECTURA

por HELENA RESTREPO


VELADA POÉTICA

por CARLOS MARIO GRANADA


NO ME SUELTES TODAVÍA

por YANINA MARÍA CERIANI (ARGENTINA)



CUENTOS, ENSAYOS Y PROSA POÉTICA


XVIII

por JOHANNA CARVAJAL


Puede haber sido muchas otras, pero mi saco de piel y huesos se encargó de llevar el alma de la que soy ahora. Pude haber sido muchas, incontables…


Tal vez, haber nacido a orillas del Nilo y pasar mi vida entre camellos y arena, haber visitado los jardines colgantes de Babilonia y beber agua de sus arroyos, tener la Acrópolis frente a mis pies, o saludar a Beethoven en alguna calle de Viena…Pero todo eso me fue negado, mi carne fue llevada a un lugar donde el sol nace fuerte todos los días, y mis mejillas rebosan de sudor por su saludo de fuego.


Puede haber adoptado el Islam o haber presenciado la caída del muro de Berlín, pero no fui ninguna. Son veintisiete años tratando de entender las visitas de Dios en mis sueños y su necesidad constante de decirme que las flores del ciprés aún no están secas, veintisiete años, presenciando la figura fantasmal de los ausentes que fueron a la montaña y nunca más volvieron a su hogar.


Pude haber sido muchas, pero ahora soy la voz furiosa que yace en el centro del mundo.



MIBONACHIS Y TANKUENTOS PARA

DESPERTAR AL SEÑOR K

por CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE*


El presente artículo compila una serie de relatos y propone dos nuevos subgéneros de la minifición: el mibonachi y el tankuento, pero antes realiza una brevísima historia de la minificción en el Departamento del Quindío, Colombia, referencia la influencia de la poesía oriental en la narrativa regional, incluye aspectos preceptivos del mibonachi y del tankuento y esboza algunos de los aspectos de la estética del tanka que sustenta el formato narrativo propuesto.

Contexto previo


Como lo afirmé en el artículo de Letralia, la revista de las letras hispanas, publicado con el título: “El Quindío, tierra de minificción”:


Ubicado en el corazón verde de Colombia y cuna del Paisaje Cultural Cafetero, declarado por la Unesco como patrimonio material de la humanidad, el departamento del Quindío es reconocido como el territorio donde la minificción iberoamericana tuvo su origen.


Valga citar que en 1926, cuando el poeta calarqueño Luis Vidales sacudió la abulia parnasiana con su libro paradigmático Suenan timbres, incluyó entre sus textos una serie de poemas en prosa denominados “Estampillas”. Para muchos críticos literarios, aquellos textos son considerados el acto fundacional de la literatura breve en Iberoamérica. Aquel acto poético constituyó un verdadero timbronazo que le abrió senderos insospechados a la literatura universal con la creación de un nuevo género literario, la minificción, ahora denominado “el cuarto género”.


Microbios


Por medio de los microscopios

los microbios

observan a los sabios.

(Luis Vidales, 1926)

El vecino de enfrente, Luis Vidales


Me lo encontré en la avenida. Su identidad conmigo era, como si dijéramos, escandalosa. Le dije: “¿Quién es usted?”. Y me soltó, susurrando las sílabas:

-“Luis Vidales”. Le grité, angustiado: -“¡No! ¡Yo soy Luis Vidales!”

Y para asombro de mi parte, me respondió con aplomo: “¿Y quién lo contradice?”. Y en verdad, no tuve nada que argüirle.


(De Suenan timbres, Estampillas, 1926)


No es gratuito que la tierra de Vidales sea un fértil escenario para el cultivo de la minificción. Entre ellos, escritores como Jaime Lopera, Oscar Zapata, Hugo Hernán Aparicio Reyes, y poetas como Leydi Bibiana Bernal, Fabio Osorio Montoya y Nelson Osorio Marín, este último creador de las “microfantasías”, término pionero acuñado cuando aún en Latinoamérica no se hablaba de minificción, ficción súbita, brevicuento, haikuento, minicuento y más de un centenar de denominaciones que ha recibido por parte de los creadores y estudiosos.

Una serie de minificción con rostro de mujer


Gracias a la serie Cuadernos negros, orientada por la poeta Leydi Bibiana Bernal, los cultores y estudiosos de la minificción han podido divulgar sus creaciones en otras latitudes y conocer estudios críticos sobre el cuarto género en otra partes del planeta.


Valga reseñar aquí los libros Aforías, del escritor Hugo Hernán Aparicio Reyes; Era el final, del fallecido periodista y compositor Alfonso Osorio Carvajal; la antología Minificción quindiana, compilación de Leidy Bibiana Bernal; La baba del farsante, del poeta Fabio Osorio Montoya, y El boom de la minificción, del crítico mexicano Lauro Zavala. “Breve y exigente trabajo sobre aspectos varios de la minificción que pueden convertirse en sólidos puntos de partida para realizar múltiples investigaciones en torno al tema. Ideas imprescindibles, las de este texto, para consolidar, valorar y proyectar la minificción en la narrativa del siglo XXI”.

La influencia oriental en la narrativa quindiana


Sin duda uno de los más destacados estudiosos y cultores de la minificción en el Departamento del Quindío es Umberto Senegal, quien no sólo introdujo el haikú en esta región colombiana sino que promovió, cuando era integrante de la legendaria revista Termita, el Primer Concurso Nacional de Minicuento, ganado por la escritora vallecaucana Lucy Fabiola Tello.


De ese concurso fue jurado Germán Vargas Cantillo, uno de los integrantes del denominado Grupo La Cueva de Barranquilla. Senegal no sólo creó y promovió el “haikuento”, narración ficcional breve de máximo diez palabras, sino también creó, fundamentó y cultiva el “cuento atómico”, narración ficcional breve de máximo 20 palabras.

Muestra de cuentos atómicos


Desde La embajada de nadie seleccionamos los siguientes cuentos atómicos escritos por Senegal:


El mendigo


“Regáleme un poema”, solicitaba a los sorprendidos transeúntes, quienes sólo tenían monedas.

El crédulo


Dos fantasmas comparten una habitación.

-No creo en fantasmas- dijo uno.

-Yo tampoco- respondió su compañero.

“Yo sí” -intervino alguien.

Dudas


Cuando ese fantasma entró a un campo cuántico, comenzó a dudar de su condición de fantasma.

Ego


Aquel quark tenía complejo de superioridad.

El que debe irse


La muerte y el hombre se encontraron. Dialogaron un momento. “Es hora de irse”. Pero uno de los dos se quedó.


-¿Eres real o irreal?- le preguntó.

-Ambas cosas- respondió entre la lluvia.

La última cena


Era el último hombre. Los dos vampiros lo supieron demasiado tarde.

Afirmación válida y comprensible dentro de cien años


Contemplaré los gobs del ciniclón mientras se jaztro la tridina.

Extraviado


Al apagar la lámpara, preguntó: “Papá, ¿todavía estoy aquí?”.

Amistad


Esta vez su eco sí le respondió.

Escritor


Por esquivas, salvajes y peligrosas que sean las ideas, basta un lápiz para atraparlas.

Búsqueda


“Trataré de encontrarme”, dijo. Y entró al laberinto.


DESENTRAÑISMOS

por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA


1


Especulaciones como ley de Estado. Mañanas sin horizonte. Cirios encendidos originan en la marquesina sombras de alcantarilla. La mirada incesante del león desvía el curso del disparo. Esto aquello en la esfericidad puntual de las ideas. Geometría del desespero flexiona el bolsillo del hombre pronto a suicidarse. Multitud sucumbe en su imaginación de nada. Avidez con dimensión de sombras anacoretas por los atajos del orbe. Pócima salvaguardada en el aire del área por construirse. Se esbozan epitafios al silencio justo y necesario en las huestes del tiempo por recuperar. Algo incierto enmascara el devenir de siglos.


2


No recuerdo si algún día creí en Dios. De todas maneras jamás me ha hecho falta suponer su existencia. Al respecto siempre he sido libre de cadenas que avasallen mi espíritu.


3


Un aforismo dobla la esquina después del gato que dobla la esquina para perseguir al roedor que dobla esquinas con el fin de despistar al felino que no sabe de esquinas ni de astucias del ratón que deduce maullidos y la forma de salvar un mundo como el suyo en la penumbra donde el queso es trampa a favor del gato que dobla esquinas a las tres y cinco de la reflexión…


4


Las ideas estólidas son pantano en busca de cauce en la mentalidad del imbécil.


5


No hay autobiografía honesta. Esta se encuentra impregnada de mentiras, de hipocresías, de cinismo, donde la sicología enfermiza de quien la escribe se disimula con confesiones mentirosas. ¿Quién no dejaría de garabatear páginas que lo van a delatar? A no ser que tenga la grandeza de escribir la verdad personal, con la consecuencia de tener que soportar ante sí mismo su más lamentable verdad literaria y ante los demás la venganza de ser olvidado.


6


Despeñadero por donde se desaguan pesadumbres y esperanzas, hasta fraguarse en cartas de amor.


7


Las épocas históricas han sido sinónimo de turbulencia, donde la humanidad flota incógnitas imposibles de resolver.


8


En la juventud casi nunca se sabe de sí mismo, hasta cuando se llega a la vejez y se recuerda al joven irresponsable, el que permanecía en gozo desbordado. Esta evocación apesadumbra la longevidad, lastima el ego, arranca lágrimas hasta anclar en la frustración al no poder gozar de nuevo el muchacho que palpita las arrugas.


9


En arte está obligado a ser absoluto. Este dominante produce frustración cuando el artista no llega a su cúspide. Por ejemplo, demasiadas veces, al arte del suicidio le falta más vida para ser absoluto, por esto el suicidio se convierte en muerte mediocre.


10


Urge puntualizar qué no somos.


11


Como poética de la creencia, meter el mar en un cuenco para luego pescar la ballena bíblica de Jonás.


12


Con nuestra muerte pagamos caro el haber nacido.


13


Gobernarnos a nosotros mismos como si fuéramos dictadores de quienes no tienen capacidad de gobernarse a sí mismos.


14


Ser inalterable en la espera de no importa qué. Dar tiempo al tiempo, tener confianza en nosotros mismos hasta ver llegar cuanto no nos interesa.


15


Si el hombre que dice la verdad tuviera la capacidad de no decir nada hasta que la mentira salga a flote, se asfixiaría de silencio.


16


No soporto el día que no arroje a la basura páginas recién escritas.


17


Enseñar a un loro a dialogar no es más que un modo de concebir el propio animal que hay en quien enseña a dialogar a un loro.


18


La alegría es un estado del alma que se torna prehistórico desde el instante que se deje de sentir.


(Publicado originalmente en LA CRÓNICA DEL QUINDÍO y

difundido con el consentimiento del autor).



FINCA CAFETERA DE ANTAÑO

por JHON JAIRO SALINAS


De niño recorría aquellos verdes y exuberantes cafetales, en la finca El Naranjal de la vereda La Bella. Allí se sentía el aire, los bellos versos del poeta rapsoda Baudilio Montoya. De niño veía a aquellos hombres recoger el fruto maduro, en viejos canastos hechos con el bejuco de la templanza de raza montañera.


De mañanita, en el surco, se observaban los glamurosos palos de aguacates, guamos, chachafrutos, mandarinos, naranjos, limones, zapotes, chirimoyos, guayabos, papayos y guanábanos; plantíos de plátano, yuca, banano, cidra y ahuyamas...


En la huerta de la abuela se olfateaba el olor a tomillo, cidrón, yerbabuena, paico, albahaca, canela, sauco y anís.


En aquel viejo corredor enchambranado de fina macana, hortensias, azucenas, rosas, girasoles y macadamias engalanaban la vieja casona de estética tapia, de repujado cagajón.

Aquella vieja morena, canas plateadas, en la hornilla de leña e inmensa olleta tiznada, preparaba el primer café de la mañana. En tazas esmaltadas se servía la caliente y humeante bebida. Canastos al cinto para recoger el fruto de suave café.


De mañanita, aquellas mujeres con elegantes delantales impregnados de tizne, arremolinaban con sus manos el blanco maíz... Hierve la chocolatera y humea el cacao de exquisito aroma.


Un viejo, con ajado sombrero ala ancha, siendo las ocho de la mañana, en voz de grito fuerte !El desayuno! Poco a poco llegaban los recolectores, el piso de madera se impregnaba de barro, en enorme mesa de madera, se escuchaba en coro, el chasquido apetitoso de sudorosos trabajadores.


Plutarco, el viejo y desgarbado perro, pedía ser partícipe de exquisito desayuno; taza de chocolate, arepa, plátano asado y calentado era la fuerza de recolectores cansados.

Patos, gallinas, gansos y gallos jugueteaban con el maíz que arrojaba mi abuela; conejos, cerdos y vaquitas aportaban estiércol para abonar la tierra.


Cómo no extrañar en la finca el trinar de las aves, el picotear del pájaro carpintero... El canto de las chicharras y el cucarrón mierdero caminando sobre el verde sendero. Y, lindos floridos guayacanes coqueteaban el cielo.


En la tarde jornaleros terminaban su faena. En viejo radio escuchaban su novela. En la noche uno de ellos templaba las cuerdas de su vieja guitarra para entonar un lindo bambuco.

Son las cuatro de la mañana, canta el gallo...


Los primeros tragos de café. El desayuno. Las medias nueve. El almuerzo. El algo. La comida. La merienda; eran las seis comidas de humilde abundancia... ¡ahhh, tiempos aquellos! Hoy la finca cafetera es un remanente del pasado…


Ahora, multinacionales nos quieren imponer el paisaje cultural aguacatero... Acabando con la finca de aquel bello paisaje verde esmeraldino cafetero...


(Publicado originalmente en LA CRÓNICA DEL QUINDÍO y difundido con el consentimiento del autor).



AQUÍ SE FABRICAN HORRORES

por DIEGO FIRMIANO*


La sugestión es la antesala del psicoanálisis y el portón delantero de la hipnosis. Mucho antes de Freud, mucho antes de Charcot, mucho antes que Swedenborg, puede rastrearse en el médico alemán Franz Anton Mesmer, y eso que el nombre con el que conocían este bulo fue «magnetismo animal». Habían razones de peso para llamarla así, y a causa de un escándalo, el término fue cambiado por «mesmerismo». Como sea, fueron muchos los fiascos registrados de intentos de curación y de influir en el comportamiento humano por medio de la sugestión, fuese usando imanes, hipnotismo, configuraciones psíquicas, y entrado el siglo XX, con la «terapia psicológica». Esto último, hasta que se instituyó una doctrina, y después se conformó en ciencia formal, llamada obstinadamente: «Psicoanálisis».


Es factible creerle al escritor italiano Dino Segre, más conocido como «Pitigrilli», cuando dice que las escuelas de hipnosis o de sugestión estuvieron de moda [comercial] a finales del siglo XIX y comienzos del XX en América y en las grandes capitales de Europa. Viéndolo así, Viena sería solo un laboratorio psicoanalítico de lo que vendría siendo New York, París o Londres, en cuanto a refinamiento de técnicas para sugestionar a las personas y dejando que la imaginación hiciera lo demás en la población. De ahí el descubrimiento del llamado «Trastorno de la personalidad múltiple», luego inmortalizado como modelo en la obra de Robert Louis Stevenson «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde».


Dino Segre se explaya diciendo que : «más tarde surgieron academias de hipnosis, institutos de sugestión, que prometían, a quien lo solicitara, un libro gratuito sobre los poderes que todos poseemos de actuar sobre la voluntad de los demás. “Podrás convertir a quien quiera en tu siervo o en tu esclava”, prometía el autor del fascículo, el cual, empeñado en hacer de cualquier un dominador, pedía una suma cambio de un curso acelerado de lecciones sobre la técnica de “subyugar a cualquiera”».


Dino Segre. Conocido como «Pitigrilli» fue un escritor Italiano.

Y este fenómeno fue cierto de alguna manera, pues ante la ansiedad y el vértigo causado por la Revolución Industrial, y el vacío existencial producto de los cambios políticos en el mundo, las personas buscaban respuestas a sus preguntas personales, tipo: ¿El planeta tendrá un final? ¿Cómo dejo de ser pobre? ¿Tengo suerte en el amor? ¿Quién es Dios? Y otras cuestiones más ligadas a la libido y la curiosidad personal. Por ello es que la novela «Satán en los suburbios» (1953) del filósofo inglés Bertrand Russell solo puede ser un bosquejo de lo acaecido en ese tiempo, en esas ciudades, y con ese tipo de gente. Un relato agudo de tintes psicológicos que nos recrea la historia del «Dr. Murdoch Mallako» y sus cuatro pacientes: los señores Abercrombie, Cartwright, Beauchamp, y la señora Ellerker; y un narrador en off que no podemos perder de vista, ya que será fundamental en el comienzo y el final de toda la trama.


Y vaya que esta novela fue (y es) una «sorpresa» mayúscula, por cuanto Bertrand Russell cultivó poco el género, y su creación fue el resultado del mero placer escritural, tal como diría él mismo, a modo de advertencia, en la introducción de la obra. Sumado a esta rareza, la curiosidad de haberla escrito a los 80 años de edad, es decir, 17 años antes de morir, y esto como un juego psicológico y de la imaginación, no exenta de polémica en esa Inglaterra de su época, tan victoriana, fría, puritana, y tan propensa a las supersticiones religiosas.


Con ese contexto es imposible no pensar en lo que el novelista quiso transmitirnos, es decir, no un mensaje ni una moraleja, pero sí sus influencias intelectuales, o al menos las tendencias y vanguardias filosóficas del momento. El psicoanálisis estaba en su apogeo, al igual que el futurismo y la fenomenología. Y allende de estas corrientes de pensamiento, es marcado el deseo del hombre de dominar a los otros por la fuerza, la razón o la imaginación, con el fin de influir y hacer de los demás sus súbditos o los chivos expiatorios de sus hazañas. Las figuras del héroe, el caballero, el soldado, el político y el empresario, descansan sobre esta idea, y la historia oficial del mundo no dice otra cosa.


Bertrand Russell. Fue un filósofo y matemático inglés.

Así es que, puntualmente, en «Satán en los suburbios» es el «Dr. Murdoch Mallako» quien alquila un consultorio en el pueblo de Mortlake, y para promocionarlo, instala una curiosa placa, que, a modo de ancla, despierta la curiosidad de sus habitantes: «Aquí se fabrican horrores». Un anuncio sumamente extraño y misterioso, que no demora en surtir efecto en los primeros clientes, quienes son atendidos no con un «buenos días», sino con las palabras: «¿Qué tipo de horror prefiere?». Y ahí empieza el misterio, la técnica, es decir, las narraciones espectrales e hipotéticas, donde el «Dr. Murdoch Mallako» plantea la solución a cada dilema consultado, no sin daños colaterales y consecuencias ignoradas por la sugestión y el afán de respuesta.


El primer cliente, el señor Abercrombie, luego de consultarlo termina robando dinero de su propio banco y culpando a un subordinado; seguido del señor Beauchamp que se suicida por deshonra; posteriormente, el señor Cartwright se vuelve esclavo de un obispo al ser obligado a procrearse ad infinitum con mujeres africanas; y la señora Elleker concluye sus días en el manicomio. Solo la figura emergente del narrador en off producirá los giros dinámicos de la trama, en cuyo final de la novela entra como protagonista. Hasta este límite es justo preguntarnos: ¿Qué sucede acá?, ¿cómo una consulta médica desemboca en tragedia para sus pacientes?, ¿quién es el «Dr. Murdoch Mallako»?, ¿hay una crítica a la clínica, al racionalismo frío, al sentimentalismo abstruso de los europeos?


No hay duda de que en «Satán en los suburbios» se siente el tono hegeliano de Bertrand Russell, o el arte de darle la razón a quien cree tenerla. El extraño doctor actúa de esta forma, pues les dice a sus pacientes lo que quieren oír, y por medio de historias hipotéticas, no basadas en el razonamiento, sino en la sugestión y la imaginación, los convence. Este tejido narrativo, cargado de ironía, pretende demostrar la trágica naturaleza humana, sujeta a la grandeza y la gloria, como a la genética tontería inherente. No obstante, aquellas decisiones que toman los clientes del «Dr. Murdoch Mallako» son pompas de jabón, ilusiones alejadas de la razón y más cercanas a una sugestión, o a una extensión psicológica del siniestro personaje principal.


Esta novela nos permite pensar que Bertrand Russell quiera ironizar con las figuras teológicas del pecado como tentación o debilidad, y la del diablo, como el ser benévolo (ángel de luz, o profesional nietzscheano) que solo presenta la ocasión y el contexto al individuo para actuar en libertad. Argumento justificado en el juicio sumario que la voz en off dictamina sobre el personaje central: «…el doctor Mallako es el príncipe del mundo porque en él, en la malignidad de su espíritu, en su intelecto frío y destructor, se concentran de forma quintaesenciada todas las bajezas, toda la crueldad y toda la impotente rabia de los hombres débiles que aspiran a ser titanes. El doctor Mallako es malvado, de acuerdo; pero, ¿por qué triunfa con su maldad? Porque en muchos que son tímidamente respetables se esconde la esperanza de un pecado espléndido, el deseo de dominar y el anhelo de destruir».


«Satán en los suburbios» es una novela escrita por Bertrand Russel, escrita a los 80 años de edad.

Aunque con estas palabras el dilema no está resuelto, pues igual al Melquisedec bíblico, nadie sabe de dónde salió este doctor, qué pretende, y por qué actúa así. Ese es el limbo literario en el que nos mantiene Bertrand Russell hasta el final, pero no hay que desesperar, porque si somos perspicaces, una mirada aguda nos dejará ver elementos psicológicos en los personajes de esta novela. Y ahí es donde el «Dr. Murdoch Mallako» se figura como una misteriosa voz que hace subir al consciente todo lo reprimido en el subconsciente, sin que, por ello, tales deseos sean razonables y correctos moralmente. Gracias a las visitas clínicas, la tragedia está a la orden del día, la fábrica de los horrores está abierta de par en par, y los personajes de la novela no dejan de ser símbolos morales. El señor Abercrombie es la avaricia descarada; el señor Beauchamp prefigura la lujuria desenfrenada; el señor Cartwright el deterioro moral; y la señora Elleker constituye la imagen del amor ciego.


Pero alto, porque esto es solo un punto de vista, pues cada lector descifrará esa historia de múltiples maneras, y esa es la magia de la literatura y los buenos narradores. Como sea, «Satán en los suburbios» es una novela de relectura y deleite, que nos pone en tensión desde la primera página hasta la última. Es una bomba de tiempo que estallará en nuestras manos, caso de no desarticularla por medio de la interpretación.


Finalmente, como diría Dino Segre, el escritor italiano citado al inicio, que luego de una denuncia contra otro profesional de la mente, un tal «Doct Krawer», «ninguno de los compradores del “método” había logrado sugestionar ni siquiera al más tímido, al más incapaz, porque la supuesta “sugestión” es una leyenda y un prejuicio popular. Los peritos de la acusación fueron categóricos: “nadie puede con su propia voluntad dominar la voluntad de los demás”«». Veredicto justo, ya que «la sugestión no existe» y ese era (y es) el secreto de todo. Y entonces ¿por qué actuaron así aquellos cuatro clientes, incluida la voz en off, del Dr. Murdoch Mallako? Ese es el misterio.


*Diego Firmiano. 1983. Colombia. Amante de la literatura en todos sus términos y gestor cultural por naturaleza (al menos desde que empecé a dibujar a los 7 y a escribir a los 20 años).

Soy ensayista senior en La Cola de la Rata desde el año 2012; editor Pro tempore 2017-2018 en La Cebra que Habla; colaborador sabatino en Liberoamérica de España 2017; director general de Ojo al Eje.

Amo los condimentos, los aforismos, y los animales. Tengo una biblioteca fantasma repartida en varios países de Latinoamérica. Mejor que el dinero, los amigos, y conozco el mundo a través de los libros. Una frase ajena resume mi vida: «Quién ya no tiene ninguna patria, halla en el escribir su lugar de residencia.» Así que bienvenidos. Pase y siéntese.

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