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Arcón Cultural

Letras: SEBASTIÁN JIMÉNEZ y otros

Actualizado: 6 mar 2021

INSONDABLE OSCURIDAD

por NUBIA CASTILLO VALENCIA
















En el sombrío sendero

del desamor,

dos manos parecen juntarse,

mas, en el horizonte

opaco de la luna

esas dos manos

de deshacen, una, a una

lanzándose a un

mismo abismo.


POEMA UNO DE UNA ESTELA

PARA LA CIUDAD DORMIDA

por CARLOS ALBERTO RICCHETTI



















Y te perdí,

bajo la naciente oscuridad

que comenzó a marcar

los días por venir.


Y te perdí,

con la mirada a la distancia,

con un dulce y triste beso

volando hacia el fin.


El escudo tierno

buscó tu corazón,

la pesada marcha,

el comienzo de mi nueva vida.


Y te perdí

mil veces,

amarrado al inútil deseo

de volver.


Mi soledad tenía un ángel

esa noche,

cuando perdí también

tu calor que me envolvía,

la cosecha de tus manos

haciéndose mi piel,

tu presencia de nube

al envolverme en su manto sagrado.


Mis ojos tienen sed

del sueño de sentir;

la mente me condena

a tu imagen casi ingenua.


Al pálido recuerdo

de quien quizá nunca vuelva,

alguien etéreo y jovial

que aguardó todos mis días.


Pero te perdí,

solitaria doncella de los tiempos,

gimiendo de dolor

mientras la luna bosteza.


Y te perdí, es verdad,

lanzado a tu suerte,

al cósmico destino

de verte recién

en el cielo.



BUSCO...

(In memoriam de los estudiantes universitarios nariñenses masacrados en 2019)

por LILIANA GRISALES CEDEÑO















Los sueños que dejarón pegados a las estrellas fugaces

Las canciones cantadas al pie del fogón en las noches frías de septiembre


Busco sus huellas marcadas en los caminos que llevan a la quebrada, en las escuelas ,los parques, el café , en la tiendita de doña Melba, en la casa del árbol ...

Inútil búsqueda

Se convirtieron en anécdotas desdibujadas en la memoria con la complicidad del tiempo .



JARDÍN UNIVERSAL

por MIGUEL ÁNGEL RUBIO OSPINA




















Toda flor fue antes un pájaro que perdió sus alas y todo pájaro es ahora una flor que canta en mi ventana.

Estamos hechos de flores y jardines pues solo el hombre ama aquello que no vuelve y destruye las flores que asoman a su alma

Sin embargo, día tras día riega, abona limpia y poda las hojas secas de su propia muerte


DEVENIR

por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"















Me dijo

El devenir

-en un instante

Que estuvimos

Frenta a frente-


-Hablemos mañana.


Cuando logré

Llegar

Al lugar acordado,

Ya había partido.

Tal vez quiso,

Y no pudo

Esperarme;

O, tal vez,

No se ha ido.



FIESTA DE SANGRE

(Masacre el Salado, Febrero 2000.)

por: JHON JAIRO SALINAS























Bajo un sol canicular,

calles polvorientas del corregimiento de El Salado

arropadas de sangre y miseria,

humea la muerte por doquier. Hombres de halcón negro recrean la muerte.


Sus veredas enseñoreadas por campesinos humildes...

manos encallecidas por labrar la tierra... Fueron cercenadas.

pieles manchadas por el sol y la lluvia... Fueron laceradas y humilladas

llevando a cuestas la desgracia de la guerra...

¡Guerra que no es la suya!


El Salado especie de oasis, rodeado de arroyos y cerros verdes.

Hombres y mujeres sembrando tabaco, bajo el inclemente sol,

recibiendo salarios de hambre y de miseria,

Sobreviven en zozobra por la bala y la motosierra.

Cadáveres de campesinos degollados se vieron a diario en obra pictórica de la muerte

febrero del año dos mil, fecha de terror, barbarie y muerte.


Seres despiadados con furia infernal, sacaron a su gente,

en la placita principal, uno a uno, fueron torturados y asesinados.

¡Jugaron su destino de muerte!


Un niño con ojos vidriosos, sentado sobre una cobija de lana,

tendida en el piso de tierra, todo parece doler,

¡observa degollar a su padre! y le arrojan al piso sus orejas cortadas.


El bobo del pueblo es acusado de guerrillero,

él solo comía lagartijas:

delante de su gente,

le cortaron la lengua

Y, se la tiraron al hambriento perro.


Don clemente, anciano tullido, en silla de ruedas,

es arrojado al piso, cortan sus piernas con motosierra,

es obligado a caminar con estacas de madera.

Un nieto suyo quiere auxiliarlo. Un tiro en la cabeza impide su hazaña.


Deibby, a la niña de trenzas negras, con solo dieciséis

desfloran su virginidad en la plaza principal.

Es !empalada! delante del pueblo.


Uno de ellos instala sonido y al calor de cumbias y vallenatos,

danzan y bailan celebrando la muerte.


En la plaza principal, lodazal de sangre,

¡hacen la fiesta!, celebran la muerte,

con sus cabezas juegan a la piñata,

en medio de orgía... Dolor y sangre se proclaman héroes,

sus cráneos y vísceras, exhibidos como trofeos de guerra,

solo son símbolo de sadismo y cobardía.


En medio de la fiesta de sangre,

melodías de rancheras y vallenatos,

lágrimas y gritos desgarrados- de mujeres y niños-

se confunden en una sola armonía... ¡armonía de muerte!



SIN NOMBRE

por SEBASTIÁN JIMENEZ*
















Siempre supe amarla más, jamas retrocedí en el acto, desde que aprendí a hacerlo, nunca la amé un día menos que el anterior.

Amarla más, significaba nuevas formas de disfrutar la vida a su lado, era como descubrir otros significados del amor.

Ni siquiera ahora que los años han pasado, marcando el tiempo de nuestra separación y los kilómetros alejan nuestros corazones, he olvidado hacerlo.

Solo evolucionó ese amor más allá de los afectos del cuerpo; ya no la veo, tan solo a veces la imagino, no la palpo, pero la siento, ya no llevo su mano entrelazada en la mía, ahora solo llevo su alma en mis oraciones.

Y no encuentro razones para no hacerlo, ya otros labios me han besado con los ojos cerrados y han susurrado en mis oídos -te amo-, ya han pisado sobre las huellas del camino que ella abrió en mi corazón, pero solo es eso, nuevas caminantes sobre lo ya conocido, aunque la ruta se disfrute de formas diferentes.

Y sin duda alguna, gozo y me entrego en cada paso que pinta y colorea las emociones del amor, en su recorrido por el alma.

Aún así, siento que no dejo de amarla, es un amor extraño que no necesita de nada para existir, solo fluye, como si por algún motivo, quien no sabe odiar, solo encuentra en su interior, otras formas de amar y continuar.


*Escritor colombiano, natural del municipio de El Cairo, departamento de Valle del Cauca.


Sus escritos se enfocan en el romanticismo y superación personal, se caracterizan por estar impregnados de un gran sentimiento y ser sencillos de comprender.


Actualmente es leído en todos los Países de habla Hispana a través de su página @csebastianjimenezz, la cual cuenta con más de 30.000 seguidores.


Pero nadie mejor que este autor con estudios de Administración y Mercado o fundamentos en ventas enfocado en marketing digital, para dar a conocer su historia.


"Nací en un hogar humilde, rodeado del campo y la cultura paisa, mi padre es una persona muy inteligente y desde pequeño me inculcó el hábito de la lectura. La psicólogia, filosofía, superación personal, se volvieron mis temas preferidos; por otra parte, mi madre es muy sentimental y heredé de ella la empatía.


Alrededor de los 16 años empecé a escribir, inició como un pasatiempo con el cual me desahogaba, enfocándome en escritos de amor, algunos cuentos de ciencia ficción; de esta manera fui acumulando cuadernos con ellos, un día una amiga los vió, le gustó y decidí empezar a publicar, desde ese momento fui dándome a conocer, y me apasioné más con la literatura y en ella, la poesía".


En la actualidad, es integrante del Colectivo Cultural Péguelo.




Cuentos y ensayos




LA SOMBRA DE ORIÓN 2

por UMBERTO SENEGAL


En su reciente novela, donde de nuevo emerge el Pedro Cadavid que interviene en sus libros Los derrotados y La escuela de música, Pablo Montoya fermenta, con urbano dramatismo en esta ocasión, una Medellín cuya escombrera pretenden olvidar —cuanto en ella subyace divulgado o escondido— enjuiciados estamentos políticos antioqueños y colombianos. U optan por eludirla en sus diálogos, al no poder desalojarla de la memoria. Una porción de Medellín, explícita, sin restañar recónditas heridas de La Escombrera que, tal vez en estas páginas, cicatricen. O se agrieten otras desgarraduras, imposibles de restablecer mediante lo literario. O se trasfiguren en esto: literatura. Ficción y nada más. Albertina Estela Gómez, joven lectora de Gabriela Mistral, bajo toneladas de basuras lo sospecha. Y se lo reclama al protagonista: “¿Piensas que algún día me encontrarán? ¿Crees que tu escritura lo hará? ¡Qué iluso eres, Pedro!”. Medellín, quebrantada por mesnadas violentas de toda clase. Antes, en y luego de la Operación Orión. Comuna 13. Y esta ominosa escombrera, expansión de estigmas sociales y económicos. Silencios e infructuosas denuncias, enfermando a Pedro. Y, por ramificación literaria, a Pablo, durante el bilateral proceso de escritura de la novela. Tanto al escritor, confesando no volver a escribir sobre la violencia colombiana, como al protagonista, declarando “que, en efecto, la ciudad lo agobiaba y que, en vez de sacarles el cuerpo a sus facetas aterradoras, él las enfrentaba con su oficio”. Producto de fecundo año sabático, esta coherente novela es resultado de dicho quehacer. Sobrevivientes desplazados, construyendo sus bastas casas y futuros inciertos, expulsados desde distantes municipios antioqueños por otras formas de violencia. Y desde otras regiones de Colombia. Suburbanizando pauperizados cerros de Medellín y acorralados, consecutivamente, por quienes en tales comunas asumían el poder mediante el terror, confiaron aquellos, entonces, en edificar sus esperanzas entre laberintos de dichas alturas. Supervivientes allá. Sobrevivientes aquí. Líderes comunales. Monjas. Vendedores. Obreros. Niños. Adolescentes y ancianos. Unidos construyendo aquellos barrios que se hinchan desproporcionados. Y explotan. Esta novela de Pablo Montoya, una de las suyas que se leen con mayor fluidez y expectativa por su trama, a la cual puede adaptarse como fondo musical Réquiem por un sueño, de Mansell, desde su apertura hasta el esotérico capítulo final, en un crescendo descriptivo pocas veces desplegado con tal exactitud narrativa en la novela contemporánea colombiana, es consecuencia dolorida de investigaciones rematando en terapéuticas sinuosidades chamánicas del yagé. “Quedé exhausto después de escribir la novela. No quiero volver a escribir sobre la violencia de Colombia”, asegura Montoya. Escudriñamientos no solo en archivos periodísticos y registros oficiales. Sobre todo, entre subsuelos anímicos susceptibles, de cuantos soportaron la tragedia. Y también, preguntando en vano a la abrupta topografía del lugar por los asesinados y desaparecidos.


¿POR QUÉ COLOMBIA SIGUE MAL?

por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA


La sumisión flota en el fango de la estupidez humana... Este texto es una breve descripción sobre la podredumbre política, económica y social en Colombia, resultado de la acción perversa de gobernantes sin ética ni moral. Es una invitación a reflexionar respecto al macabro sistema neoliberal, acerca de los atropellos contra la clase menos favorecida. Es una exigencia del manejo equitativo de los recursos públicos. Es una exhortación a levantar la voz contra quienes desfalcan la nación, a repensar nuestra república, en todo su contexto, con más de 200 años en constante crisis. Este texto se lee en el diario vivir de una sociedad atropellada por quienes poco le importa la hambruna, la supervivencia dolorosa de una población abandonada por el gobierno colombiano, primer causante de la guerra con su demagogia insultante de paz sin bienestar social, sin oportunidades de una vida digna. - Colombia sigue mal porque somos el sexto país más ignorante del mundo, lo certifica la firma británica Ipsos Mori, en el 2018 subió un puesto en esta vergonzosa clasificación mundial, respecto al 2017. - Colombia sigue mal porque nos encontramos en la escala del tercer país más desigual del orbe. - Colombia sigue mal porque 2,4 millones de personas padecen hambre, según comunicado de la FAO en el 2019. - Colombia sigue mal porque 5 millones de colombianos emigraron hacia otras regiones, en busca de alternativas de vida digna. - Colombia sigue mal porque vivimos en un narcoestado, apoyado por los paramilitares, latifundistas y diferentes jefes políticos. - Colombia sigue mal porque un 75% de jóvenes desean abandonar el país, para ir al encuentro de un futuro próspero. - Colombia sigue mal porque durante el año 2020 van 138 líderes y defensores de los derechos humanos asesinados, y 201 exguerrilleros firmantes del acuerdo de paz entre el Estado y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), lo dice el informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).

- Colombia sigue mal por la violencia contra los pueblos indígenas.

- Colombia sigue mal por los escándalos de corrupción dentro de las fuerzas militares. - Colombia sigue mal porque el relator especial de la ONU para los derechos humanos, Michel Forst, señaló a Colombia como el país más peligroso del globo terráqueo para los defensores de los derechos humanos.

- Colombia sigue mal porque grupos de extrema derecha y narcotráfico expulsan de sus territorios a campesinos, para adueñarse de sus tierras.

- Colombia sigue mal porque el gobierno pronto dará vía libre a las multinacionales Chevron y ExxonMobil para hacer fracking, en los departamentos de Antioquía, Bolívar, César y Santander sin importarle los perjuicios al ecosistema de dichos departamentos.

- Colombia sigue mal porque el elector sin escrúpulo acude a votar por candidatos hábiles en el trueque del voto, quienes manipulan elecciones con un plato de sancocho, un mínimo de dinero, cemento, tejas, y así, de esta manera irrazonable, se elige al opresor.

Esta maquinación acontece dos o tres meses antes de elecciones, para después dicho tipo de sufragantes, su familia y hasta quienes no votaron por los referidos calculadores, verse en la obligación de asumir desgarradoras situaciones en el ámbito económico y social. Es decir, la compra de conciencia es normal en nuestra estructura electoral, el cinismo llama a este actuar triunfo de la democracia, al votante alienado lo ponderan como gran patriota.

- Colombia sigue mal porque la mayoría de sus moradores desconocen la catastrófica realidad del país, ya sea por indiferencia, por hacer caso omiso a la verdad objetiva, por pereza mental, por alienamiento.

- Colombia sigue mal porque bandas delincuenciales, microtráfico, ladronzuelos, sicariato nos doblegan porque no hay leyes defensoras de las víctimas.

- Colombia sigue mal porque aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 "da al estado de derecho un lugar central al afirmar que es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”, acá no se cumple esta norma.

De hecho, se violan de manera sistemática los derechos humanos cuando se percibe cómo el Estado es coparticipe en acción y omisión del asesinato de líderes sociales, al permanecer de brazos cruzados ante la pobreza multidimensional de más de 16 millones de colombianos, según último reporte del Dane (julio de 2019), y en la línea de pobreza monetaria, en el 2018 se ubicó en un ingreso mensual de $257.433, según esta misma entidad.

Además, casi 3 de cada 10 colombianos ganan al mes menos de este monto y 13.07 millones de habitantes se encuentran en condición de pobreza monetaria, debajo de este ingreso. Las anteriores escenas reafirman un Estado bárbaro, pusilánime, incapaz en ejercer la carta magna del 91. - Colombia sigue mal por los vínculos de gran parte de la clase dirigente con el narcotráfico. - Colombia sigue mal porque el engañoso vocablo castrochavismo (término sin asidero político alguno), la fracasada seguridad democrática y el fanatismo partidista sostienen al siniestro Álvaro Uribe Vélez en el poder.

- Colombia sigue mal porque gobierno y congreso se protegen al reglamentar disposiciones jurídicas para elegir contralor, fiscal general, procurador con afinidad gobiernista, de este modo estas entidades de control pierden independencia, su rumbo investigativo, encubren la verdad cuando los procesos son para indagar desafueros de sus padrinos políticos.

- Colombia sigue mal porque se busca eliminar la JEP, establecer una corte única, revocar magistrados y poner el sello luctuoso de la dictadura.

- Colombia sigue mal porque divulgar la hecatombe institucional convierte al opinante en terrorista, en guerrillero.

- Colombia sigue mal por la salud privatizada, donde sus trabajadores y enfermos están desprotegidos, a tal grado de verse pacientes sufriendo el paseo de la muerte, a médicos, enfermeras y otros empleados de este gremio humillados con sueldos no acordes con sus títulos, por la ley cien la cual va en detrimento del derecho a la salud digna.

- Colombia sigue mal por los 2,61 millones de desempleados, y el desempleo juvenil de un 16%, cifras hasta diciembre de 2019, al mismo 5,73 millones de compatriotas están en el trabajo informal.

- Colombia sigue mal porque medios de comunicación convencionales y periodistas de los mismos, son informativos de la clase explotadora, entretanto a la prensa independiente se le amordaza al tildarla de cometer proselitismo comunista.

- Colombia sigue mal porque la policía y los militares se encuentran contaminadas por uniformados bandidos.

- Colombia sigue mal porque el Estado es cómplice de la existencia y aumento del narcotráfico.

- Colombia sigue mal porque es un fracaso histórico en el manejo de la cultura. - Colombia sigue mal porque persiste en ser un país tercermundista, pese a tener recursos económicos suficientes para elevar su PIB per cápita, algo posible si la corrupción no interfiriera en la administración de nuestra economía.

- Colombia sigue mal porque no tienen voluntad de utilizar su reservas internacionales de US$53.144 millones para enfrentar la emergencia por el COVID-9, mientras adquiere deuda por US $ 2.500 millones y así el déficit fiscal del país podría acercarse al 4.9% del PIB, lo que le costaría al presupuesto nacional unos 39 billones de pesos, dicen los entendidos en el tema.

- Colombia sigue mal porque la impunidad hace parte de la rama ejecutiva y se convierte en cómplice de crímenes de la nación.

- Colombia sigue mal porque utiliza recursos de las arcas públicas, para favorecer bancos y emporios rapaces de la economía nacional.

- Colombia sigue mal porque el gobierno quiere utilizar glifosato en la erradicación de plantas de coca, sin importarle el daño mortal a los seres humanos y a la naturaleza, como tampoco le interesa crear alternativas con la implantación de cultivos boyantes.

- Colombia sigue mal al no exigirle a EE. UU. una ofensiva rotunda en su región contra la droga, mientras las autoridades le da la espalda al pueblo colombiano, cuando la guerra se esparce por los rincones de nuestras regiones.

- Colombia sigue mal porque, como afirma el senador Roy Barrera, "117 billones de pesos, fueron a parar en manos de intermediarios financieros, los recursos de la emergencia no llegaron a la gente, no llegaron a los hospitales, no llegaron a los trabajadores de la salud y no llegaron a los entes territoriales”.

- Colombia sigue mal porque gran parte del dinero destinado para la emergencia por COVID-19 se le asignó a las EPS, entre tanto los hospitales permanecen sin recursos para aliviar las necesidades primarias, sin instrumentos necesarios para atender a los enfermos, sin pago de sueldos a sus empleados.

- Colombia sigue mal porque los congresistas no tienen trabajo presencial y la gente del común se ve obligada a trabajar en las calles y oficinas con el riesgo de adquirir el virus. - Colombia sigue mal porque a diario se destapan desfalcos por corrupción, escándalos financieros de importantes políticos, empleados públicos, congresistas, alcaldes, gobernadores, etc.

A pesar de eso, no perdemos la ilusión de algún día sentirnos gobernados por políticos honestos, dirigentes humanistas y salvaguardas del tesoro público. Cuando este sueño se haga realidad no volveremos a pensar: Colombia sigue mal porque…

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