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Arcón Cultural

Atril literario. Invitado: UMBERTO SENEGAL

CAMINO CON LA LLUVIA

por NUBIA CASTILLO VALENCIA, "MADAME GALERAS"

Me gusta ver cuando llueve

las gotas coronando

el brebaje de la tierra.

Me gusta escuchar el llanto

de las nubes en blanca marcha.

Me gusta que me acaricie

el suave latir de la brisa.

Me gusta el velado color del medio día,

tejiendo vacíos con hilos de nostalgia,

beber melancólicos recuerdos

quedados de la bruma en la noche.

¡Cómo me gusta la lluvia

para poder olvidar!

Me gusta frecuentar al frio

al relámpago, al trueno, al rayo

toda la descarga de su hechizo.

¡Que desgarren presentimientos!

Al llanto, que entre en carrera

por mi garganta,

porque le urge a mi alma

sosegar la sed.

A la luz del amanecer

que riegue aquí sus aromas

que envuelvan en su espesa capa

la nostalgia de mis días.


EL FRUTERO

por JHON JAIRO SALINAS

Aquel frutero cansado

por el trajinar de los años...

Con su caminado lerdo

baja de la montaña...


Con su destartalada carreta...

En la esquina sórdida de la ciudad...

Exhibe sus frutos,

cual arcoiris de frutas jugosas...


Aquel frutero

que viene de la montaña

¡vende!, ¡vende! el amor en dulce

Pitaya, vende!,

¡vende!, los besos en ciruelas rojas.

¡Vende! , ¡vende!, uvas y fresas

hasta agotar sus existencias...


Pasa la prostituta

exhibiendo sus pechos,

le pregunta al frutero

¿Cuánto vale la manzana?_

-¡vale diez pesos!, responde.


¡Tranquila! si, no tienes dinero

me pagas con tus ricas guanábanas.../

¡Ahhh! mi lindo frutero

ellas valen más que la manzana...


Umm... ¿eres entonces un corazón

de frutal prohibido?...

Ella suspira ante el frutero

con sus ojos coquetones:

-...Soy como la amarga hiel

en frutal maldecido...


El frutero inquiere:

¡Eres entonces pecado,

hecho en carne...

Peligrosa de anón!


¡Ah!, eres cual fruta madura,

¡exquisita!,

¡fruta deseada!

¡fruta madura, sabor a miel!...


Con el pasar de los años

el amor de aquel frutero

siguió navegando ebrio

en el sol de los viñedos...


Su acritud de fruta madura

muere lentamente

en cáscara de vergel.


En su destartalada carreta,

en sórdidas calles,

el frutero venerable,

arremolina su último amor

en fruto maduro...


El corazón del viejo frutero...

seguirá madurando

en el sabor de agua agridulce...

Sus ajadas manos

abrirán el camino

tendido en cáscaras amargas...


Sus frutas seguirán siendo

texturas del deseo,

añorando la fruta carnosa

de un amor fariseo...


MI CUERPO HABLA

por SAMARA BEDOYA LÓPEZ

¿Acaso crees que mi cuerpo no te habla?

¡Ya vas a ver!

Mis ojos te miran con lujuria,

pero si tu frialdad

es como un témpano,

te devolveré

arrogancia y olvido.


Si no me ves con amor,

podré usar mis pensamientos,

enviarte señales de humo

para recordarte que existo.

Y si pasaran las horas,

los minutos, los días,

los meses, quizás los años,

usaré todo mi cuerpo

para correr hacia ti,

hablaré, gritaré, correré, tocaré, palpitaré,

dejare que mi sangre y mis sentidos

te aclamen a viva voz....


¿Aún así y nada?

¡Hey!

¿Eres sordo o simplemente

un muerto en vida,

que no mereces escuchar

ni siquiera esta agonía

de amarte sin pensar?


Algún día,

te darás cuenta

de haber perdido

a la que nunca valoraste,

a la que se cansó

de serte siempre leal,

de tanta humillación,

volando a nuevas rutas

de amor y felicidad.


TENEMOS QUE APRENDER

por PEDRO ARTURO SOTO BURITICÁ

Tenemos que sacarnos de la cabeza tantas palabras que nos dijeron que nos lastimaron…

Qué somos fe@s

Que somos gord@s

Que somos demasiado delgad@s

Que no tenemos buen cuerpo, que sí nuestra nariz, que nuestras piernas, que nuestras manos, que nuestros ojos, que nuestra frente…Que si somos demasiado tontos o ingenuos…Que si somos o no somos…..O que………….

Que sí nunca fuimos lo suficiente, o nunca hicimos lo suficiente

Que lo que nos faltaba

Que si cualquier cosa


Debemos desaprender y volver a creer que somos fuertes, que somos poderosos, que somos imparables.


Tenemos que aprender que somos seres de luz maravillosos, que somos seres perfectos tal cual somos, que la belleza es un constructo y está en la luz de quién nos ve.

Que cada uno de nosotros es luz, así sin más.


Desaprender y abrazarnos a nosotros mismos, recuperar la confianza y la libertad que nos arrebataron


Recuperar las ganas de volar que teníamos cuando éramos niños

Volver a reír hasta que nos duela la panza….

Volver a confiar


Y cuando haya dudas, solamente confiar en ti y en tu camino por andar , en tu vida por vivir, y en todo lo nuevo que tienes por ser, por estar y por dar.


Confirma, permanentemente que eres un gran honor y un ser que poco a poco va siendo mejor.


EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LA LOCURA

por KARLA JAZMÍN ARANGO










En un mundo de estructura,

de mandamientos en mármol,

prefiero ser ese árbol

que asciende buscando altura.

La piedra de la locura

que extrae un falso doctor,

en realidad es una flor

y lo pétreo se desarma.

La libertad es el arma que amenaza al dictador.


EL LENGUAJE

por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"


Telar con hilos de plata que sujeta las palabras cernidas.

Manto Sagrado que cobija la voz de las almas cercanas, dando identidad y calor a los pueblos hermanos.


LLUVIA

por ESPERANZA RAMOS YAÑEZ

La lluvia cae sobre mi pueblo, las calles se inundan, como se inunda mi alma de amor por ti...


Así como se humedece, la tierra y los campos; se humedece cada parte de mi cuerpo al evocarte.


Llueve sobre mi terruño así también llueven las imágenes al recordarte...


Que caigan rayos y centellas anunciando con su luz y con su estruendo... como te amo.


Llueve, en la mañana silenciosa llueve, en tarde novembrina llueve, en la noche nostálgica, tu ausencia...

llueve, en mi cuerpo y sacia la sed que produces... colma con cada gota mis ansias, colma con cada gota mis ganas, permíteme así como mi cuerpo, mojar hoy también mi alma.


MI HIJA LUNA A LOS 5 AÑOS EN LA VENTANILLA DE LA BUSETA

por IBÁN DE JESÚS ALARCÓN MARÍN, "GATO 777"





Casa, casa, casa, carro, carro, moto, casa, moto, señor, señor, señora, niño, moto, perro, moto, señora, policía, casa, flores , policía, carro , policía, gato, policía, señor, moto, basura, señora, policía, policía, camión, policía...

¿Papá por qué hay tantos policías? Porque hay pocos niños en la escuela.


MI NIÑEZ

por HELENA RESTREPO


Mi niñez fue en las afueras

de una pequeña ciudad.

Yo vivía en la mitad

de una calle sin fronteras.

Fue el tiempo en que las quimeras

me sabían a verdad

y en que la fiel amistad

me dio sus mieles primeras.

La tierra era nuestro juego

o caminar hasta el río

con la lluvia como riego

sin miedo a temblar de frío;

y mi madre era el sosiego,

el calor, el cielo mío.


POSIBLEMENTE

por UMBERTO SENEGAL*

¿Eres mi mujer?

La que teje con agua

flores en la arena,

y sabe dónde crece

mi presente para plantar

sus besos y mis caricias.

La mujer que no teme

al tiempo y sabe que los años

son fugaces instantes

donde se decide el amor.

¿Eres mi mujer?

Que va con el vuelo

de la abeja y no se queja

ni se aleja, simplemente

se deja. Eres mi mujer,

aunque no te des cuenta

y yo no lo sepa.


Nació en Calarcá, Quindío, Colombia. Poeta, cuentista, ensayista, educador y editor. Director del Centro de Estudios Robert Walser (Calarcá, Quindío, Colombia). Licenciado en Español y Literatura. Ha colaborado en múltiples periódicos y revistas de Colombia y otros lugares del mundo. Sus haikus han sido traducidos a 12 idiomas. Algunos de sus textos en prosa y verso figuran en antologías dentro y fuera del país. Fundador y Presidente de la Asociación Colombiana de Haiku. Coordinador del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos, Miguel Castillo Didier. Codirector del Centro de Investigación y Difusión del Minicuento, Lauro Zavala. Vicepresidente de la Fundación Pundarika. Asesor literario y coordinador de Cuadernos Negros Editorial, de Calarcá, Quindío. Ha editado y dirigido varias revistas y periódicos literarios entre ellas la Revista de arte y literatura, Kanora. Ganador de varios concursos regionales de cuento y poesía. Ha publicado 24 libros de poesía, minificción, cuento, haiku y ensayo. Tiene varios libros inéditos sobre Robert Walser. IM: Entre cuento, haiku, minificción, poesía, ensayo o lo que tú denominas cuento atómico, ¿con cuál te sientes más cómodo? ¿Por qué? US: Cada forma literaria de las enunciadas por ti, me satisface a plenitud cuando es con esa expresión verbal, con ese género determinado que mis vivencias, mis emociones, sentimientos e ideas, buscan exteriorizarse por escrito. Cada impresión interior elige, no sé cómo, la forma literaria para concretarse. Del cerebro al papel, ocurre la elección del género. La intensidad de la vivencia adopta una estructura de acuerdo con la conciencia que tenga yo del evento. Surge entonces un haiku. Germina una minificción. El cuento atómico llega como cincelado en la imagen, en el acontecimiento que lo inspiró. Con ninguno realizo esfuerzos más allá de las correcciones adecuadas cuando el texto se convierte en realidad literaria. Todos me son placenteros y con cada uno de ellos, cuando el hecho así lo produce, me siento íntimamente conectado, sin contradicciones de ninguna índole, sin arrepentimientos porque quise decir algo en un género y lo especifiqué en otro. IM: ¿Por qué no le cuentas a nuestros lectores acerca de Robert Walser? US: Sí, contémosle a quien tenga el alma, la conciencia, todos sus sentidos abiertos al máximo, que Walser fue un iluminado zen y nunca lo supo. Nadie se lo dijo en el manicomio de Herisau. Hablémosle al oído, a quien pueda escuchar susurros de este tipo, sobre el mayor y más desconocido (ahora, no tanto) escritor que ha dado el mundo en los últimos cien años. Walser, el escritor de lo superficial, de los detalles visibles y mínimos, abre desde ellos los abismos literarios donde pocos son capaces de descender. Desde la materia, lo cotidiano sensorial, señala senderos sicológicos, metafísicos, filosóficos, religiosos y estéticos a fenómenos del mundo y la vida, de los sentimientos, la soledad, el paisaje, el ser y la nada, que pocos narradores y poetas han trazado para caminarlos como lectores o protagonistas. Cuando se conoce la obra de Walser, es imposible seguir impasible al mundo que nos rodea. Todo se llena de nuevas voces. Nuevas miradas. Nuevas reflexiones. Todo se llena de síntesis pero también de dimensiones nuevas hacia lo real o lo imaginario. Hombre y obra son conmovedores. Te lo aseguro: nadie queda incólume, nadie desea seguir igual cuando ingresa a la obra de Walser. Entre sus múltiples dimensiones literarias, tiene la magistralidad de lo breve. Puedes comenzar por los tres volúmenes de Escrito a lápiz: Microgramas I (1924-1925), Microgramas II (1926-1927) y Microgramas III (1925-1932). Uno de los más bellos estudios sobre su obra y vida, lo escribió Jürg Amann y se llama: Robert Walser. Una biografía literaria. IM: ¿Cuál es la motivación de Cuadernos Negros para publicar microrrelatos? US: Nuestra admiración por el género. El gusto íntimo de leerlos y contribuir a que otras personas los lean y disfruten también. El gozo de fructificar, aunque parte de la cosecha se pierda. Alguna ave se acercará a comer sus frutos. Igual que escribirlos, la nuestra con Cuadernos Negros y su sección de minicuentística regional, nacional e internacional es una acción no premeditada, no comercial, no utilitarista ni con presunciones literarias de ninguna índole. Innegablemente, dejar una huella del género en nuestra ciudad, en nuestro departamento y tal vez en nuestro país. Contribuir a su visibilización dentro de la narrativa y, en particular, dentro del cuento en Colombia y en el Quindío. Es como señalar la aparición del arcoíris a individuos que van de prisa y no les importa el arco, ni el día, ni el mundo donde viven. Por cuanto se refiere a Colombia, a los teóricos que en algún momento escribirán la historia del género, es confirmarles con cada uno de los cuadernos editados -parte de obras más desarrolladas en sus autores-, que en el departamento del Quindío por algún motivo no académico el microrrelato ha tenido, tiene y tendrá raíces recónditas en la literatura y la visión que el hombre contemporáneo posee de la sociedad actual. De toda realidad. De todo imaginario. IM: Atrévete a hacer un listado imprescindible de libros dedicados al microrrelato. US: Seductora tu propuesta. Veinte años atrás, se habría podido hacer, en torno al género en lengua castellana, dicho listado sin vacilaciones ni vacíos. Diez años atrás, se habría complicado la enumeración de autores y obras. Pasos de dinosaurio. Y de por medio habría sido ineludible comenzar a citar a los teóricos, a los comentaristas, a cuantos sin condicionamientos narrativos fueron aproximándose al género desde otros puntos de vista. Cinco años atrás, el listado comienza a convertirse en una torre de Babel. Bodega de Babel. La minificción hace explosión e implosión. Por sobre los criterios editoriales de los grandes empresarios del libro. Por sobre los cuestionamientos de los críticos y los lectores. Por sobre el gusto literario predominante. El viejo canon del microrrelato se derrumba. Los lectores que descubren el minicuento, imponen sus propios gustos. Revelan obras y autores. La minificción se crece a pesar de todos y contra todos. Proteica en sus formas, en sus temas, en su extensión, en su estructura. La minificción clásica y la posmoderna se atraviesan, se inseminan, se mezclan, se enriquecen a partir de los elementos utilizados por autores reconocidos como pioneros y los recursos de millares de jóvenes incursionando en el género, presentando sus propuestas sin temor ni reverencias para con nadie. ¿Listado?... ¡Dios mío, si cada país tiene decenas de buenos autores y no voy a caer aquí en el error de citar aquellos que los antologistas siempre incluyen en sus colecciones eruditas y limitadas! Los estudiosos descubren cada día nuevos narradores, antiguos o modernos, que rindieron culto a dicho género, a veces sin saber qué estaban escribiendo al parir textos breves sin un sitial definido dentro de la narrativa, dentro del cuento o la poesía en prosa. De Colombia, tengo en mi archivo una bibliografía del minicuento con cerca de 1.000 autores quienes, en menor o mayor grado, han incursionado en el género. Y en cada país de Hispanoamérica sucede igual. Solo se requiere comenzar a leer y entender los textos desde tal perspectiva literaria y narrativa, para hallar perlas, tesoros de todo tipo. IM: ¿Hacia dónde va el microrrelato en Colombia? Trázanos un mapa. US: Hacia la madurez técnica y formal del género. Colombia, como México y Argentina, como Venezuela, contribuye a consolidar las diversas variantes del microrrelato en castellano. Nuestros autores, los destacados porque alguien los incluye en un libro atendiendo a su particular gusto, a sus inclinaciones y compromisos o a su capacidad investigativa; y los menos conocidos, porque son poco visibles para los lectores y los timoratos editores con garra comercial solo para la novela o el ensayo, impulsan día tras día por diferentes medios la realidad literaria y genérica del minicuento. En Colombia la minificción tiene identidad específica. A pesar de sus detractores, casi todos ellos desconocedores de sus raíces y su evolución, el microrrelato ocupa lugares privilegiados en universidades, revistas, periódicos, cátedras, estudios, etc. Un recorrido por los blogs, portales, revistas y páginas de todo tipo en internet, puede abrirle los ojos al más insensible de los lectores que subvaloran el género. El microrrelato en lengua castellana es un dinosaurio que camina seguro de sí mismo, sin hacerle daño nadie y sin que ninguno pueda detenerlo o herirlo, desde mediados del siglo XX, hacia la consolidación literaria de un género representativo del pensamiento y la vida del hombre y la sociedad del siglo XXI. Un dinosaurio capaz de transformarse en mariposa, en gato, en mosca, en oveja, en colibrí, de acuerdo con la mirada del observador. IM: ¿Edición tradicional, nuevos formatos, formatos digitales? ¿Cuál es la plataforma más adecuada para el microrrelato en tu concepto? US: Esta es una de las sobresalientes virtudes del género: todas las plataformas son adecuadas para un microrrelato. Cabe en cualquier sitio. Se ve soberbio y seductor en diversos formatos. Desde una arcaica enciclopedia de papel hasta un sencillo celular. En una pared, como grafiti. En un cuadernillo. En un voluminoso libro. En una hoja volante. En la pantalla. En la voz de quien lo relata. Ave para cualquier nido. Ave de todas las estaciones. Donde encuentro un microrrelato, lo saludo con emoción. ¡Son tan visibles, tan discretos pero tan deslumbrantes! Décadas atrás, el libro era su cuna, su pedestal. Sigue siendo uno de sus receptáculos tradicionales, pero el microrrelato se tomó los espacios tecnológicos para configurar una nueva manera de ser leído asimilado, comprendido y observado. Un libro: El Tao-Teh-King. Una película: El ladrón de bicicletas. Una comida: Cualquier variedad de tamal colombiano. Una ciudad: Agarttha. Un deseo: Escribir una noveleta por el estilo de La paloma, La casa de las bellas durmientes o Seda. Un secreto: La técnica sicológica que empleo para escribir un Cuento atómico. Un amor platónico: En realidad, tres: Lolita, Alicia y Caperucita roja. Una frivolidad: Asistir a conferencias donde sus expositores emplean el discurso vacío. Un capricho: La multiplicidad de sentidos en algo que escriba. Un haiku, un cuento atómico. Un insulto: ¡Haces gárgaras con la menstruación de tu madre! Tomado de: http://revistamicrorrelatos.blogspot.com/



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CARLOS ALBERTO HOLGUÍN



CUENTOS, ARTÍCULOS & PROSA POÉTICA



CUENTOS DE MENOS DE VEINTE PALABRAS

QUE LO HARÁN PALIDECER

CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA


En 'Cien cuentos atómicos. Relatos hiperbreves', el pereirano Álvaro Lopera narra historias macabras con ironía. Diez cuentos que podrá leer en cuestión de segundos.


CIEN CUENTOS ATÓMICOS Relatos Hiperbreves es un libro del escritor pereirano Álvaro Lopera. En este número de cuentos el autor sigue la esencia estructural del reconocido subgénero en miniatura determinado por el cultor de la las letras quindianas Umberto Senegal.


CIEN CUENTOS ATÓMICOS Relatos Hiperbreves es una obra para leerse sin condicionamiento literario alguno ni con bases estructurales determinadas por el cuento extenso. Su lectura no debe desarrollarse con lógica ni con sentido religioso ni sociopolítico. Son textos de Minificción cimentados en el absurdo y por momentos en el arte del silencio. El prosista de este valioso corpus cuentístico posee excelente manejo de recursos técnicos al asentar contextos básicos del “Microscópico” -parodiando a Antonio Fernández Ferrer- e implementar el arquetipo de la narración nutrido de cánones propios.


De seguro el lector o el estudioso del “Relato muy breve” –término predilecto de Pedro Ugarte- quedará sorprendido ante las 20 y quizá menos palabras cuando cuentan una historia de vida o muerte o espectral y lánguida. En ocasiones el leedor sonreirá bajo el influjo de la narración macabra escrita por nuestro citado autor con ironía. O de pronto saltará desde su punto de lectura para ir al encuentro de su propio fantasma.


Álvaro Lopera es un escritor genuino de la literatura hiperbreve. Y digo autor natural del arte de escribir de manera sucinta porque escribe aforismos desde lustros atrás y ejercita su capacidad de asombro a través del cuento atómico, lenguaje intrínseco en su labor escritural hace más de una década.


En diferentes cuentos atómicos aquí comentados hay insinuaciones de una historia la cual debe redescubrir el lector. A veces una ficción lindante con la realidad como decía Julio Ramón Rybeiro: “La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada real”. En esta encomiable producción los personajes orbitan en tiempo paralelo a la realidad. El escritor Lopera pertenece a la historiografía subjetiva del arte de escribir narraciones.


Umberto Senegal en sus constantes indagaciones propone una nueva naturaleza del cuento y con acierto instituye el nombre de Cuento atómico. En uno de sus apartes sobre esta tesis manifiesta: “El cuento atómico es invitación a leerse a sí mismo en la página en blanco. En ocasiones, al cuento atómico se le puede encontrar introducción, nudo y desenlace sintéticos, sin que tales elementos sean necesariamente visibles para la estructura del mismo. Aquí está la esencia del principio dramático de "las tres unidades": un hecho, en un lugar limitado, con un número restringido de personajes". Es inevitable subrayar a Max Aub con su libro Crímenes ejemplares (1957) como un pionero de este subgénero literario.


Un cuento no tiene valor de cuento por el solo hecho de ser narrado en episodios inacabables y aburridos e inconsistentes dignos de ser lanzados al olvido. El cuento sin importar su extensión penetra y recrea. En este libro no solo penetra y recrea también desentraña y se afirma en el vértigo o se mimetiza de cualquier circunstancia.


Julio Cortázar “comparaba al cuento con una esfera; es algo, decía, que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”. Esta reflexión es aplicable a la literatura expuesta en esta breve reseña. Álvaro Lopera obedece la premisa de dejarnos con el asombro a cuestas.


Invito a leer los siguientes diez cuentos de CIEN CUENTOS ATÓMICOS Relatos Hiperbreves del relator Álvaro Lopera para entrar a recrear nuestros sentidos después de la hora exacta de un siglo cualquiera:

CEMENTERIO

—¿Qué haces a esta hora aquí? —preguntó el vigilante.

—Creo que me perdí…

—¿Y dónde vives?

—En la tumba 752.

EN LA MORGUE

—No puede estar en esta área —dijo el forense.

—Disculpe usted…

—¿Busca algún cuerpo?

—Sí, el mío.

AMIGAS DE INFANCIA

—¡Te ves muy joven! ¿Acaso hallaste la fuente de la eterna juventud?

—Claro que sí.

Y le clavó los colmillos.

PETICIÓN DE HOSPEDAJE

—¿Puedo quedarme esta noche?

—Claro que sí.

— ¿Pero es verdad que aquí hay fantasmas?

—Eso dicen…

Y desapareció.

TÉCNICAS PARA DORMIR

Duerme boca abajo, para que lo arrulle el latido de su corazón.

Esta noche, por primera vez, escuchó latir dos.

EN EL QUIRÓFANO

— ¿Qué hago aquí?

—Usted es donante de órganos.

—¡Pero yo no he muerto!

—Eso a mis clientes no les importa.

RARA COSTUMBRE

Desde la infancia, miraba bajo la cama todas las noches, antes de acostarse.

La última noche, encontró una mirada macabra.

INCRÉDULO

Persiguiendo lo que parecía alguien disfrazado de fantasma, le quitó la sábana de encima y no había nadie.

CRIMEN PERFECTO

Todo estaba calculado, incluso traía puestos sus guantes de látex. Al retirar sus manos del cuerpo ensangrentado, exclamó:

—Enfermera, desconéctelo.

EL ANFITRIÓN

— ¿Por qué me visitas cada noche?

—No lo hago.

— ¡Claro que sí!

—No, yo vivo aquí —respondió el fantasma.


(Publicado originalmente en el portal LAS 2 ORILLAS

y transcripto por expresa voluntad del autor).


MIBONACHI GRIEGO

CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE

E1. El encuentro con Kevin Rastoupoulos


Un personaje de apellido griego propició el encuentro con Gabo. Así lo cuenta uno de sus reconocidos biógrafos, Gerald Martin. En 1990 yo era un autor en busca de personaje. En mayo, aquel año había firmado un contrato en Londres. La idea era escribir una biografía de Gabriel García Márquez. Comprendía que sobresalía incluso entre los mejores escritores del planeta. Yo era nadie, aunque acababa de publicar sobre novela latinoamericana. Había dicho a mi editor que lo entregaría en 1994. Nunca había asistido al Festival de Cine de La Habana. Sabía que Gabo acostumbraba visitar La Habana durante aquella fiesta. Pensé que si no lograba conocerlo, me consolaría la experiencia. Y con haber visto algunas películas interesantes de aquel festival. Durante dos semanas busqué a García Márquez por La Habana. Consulté a autoridades y amigos como el novelista Leonardo Padura.


Especialmente la directora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. La dinámica gestora Alquimia Peña, una persona sutil y encantadora. Una noche compartía mucho ron con un estudiante de Zimbabue. Aunque negro, se llamaba Kevin (nombre irlandés) Rastoupoulos (apellido griego). Le confesé que no había logrado descubrir dónde vivía Gabo. Mi amigo Kevin me contestó “I know where he lives”. Al otro día seguí las instrucciones de Kevin y llegué.

E2. El hombre del auto


Cómo no rememorar partes de mi encuentro con Kevin Rastoupoulos. Repite Gerald Martin agradecido con quien lo contactó con Gabo. Un 31 de diciembre Kevin finalizaba turno en un hospital. Vio cómo un Mercedes negro se detenía a su lado. Del Mercedes bajaba un hombre alto, barbudo, vestido de militar. Para invitarlo —imposible decirle que no— a una gran fiesta. Fiesta de fin de año organizada por su mejor amigo. Quien era un novelista colombiano ganador de algún premio literario. Después, el escritor y el militar me dirían que mintió. Sobre la fiesta, porque Kevin me llevó a mi verdad. Siguiendo sus precisas instrucciones llegué a la casa de Gabo. Mi pie en el umbral y resuelto a actuar cínicamente. El más cínico de los periodistas de los tabloides británicos. Ya casi mi mano vacilante se acercaba a la aldaba. Cuando llegó Alquimia Peña y me dijo, textualmente: “¿Tú aquí?. ¿Pero qué haces, imbécil? Si llamas ahora vas a perderlo”. Me fui, Alquimia habló y negoció, y recibí un mensaje. Era un mensaje escueto pero muy positivo dándome diez minutos. Llegué otra vez a la misma casa, resuelto a actuar. Esta vez como el menos pérfido de los caballeros ingleses. Caía la noche y esta vez sí toqué la puerta.

E3. Dos ojos asombrosos


Sin embargo el relato de Gerald Martin todavía ofrecería sorpresas. Después de su épica búsqueda por la capital de Cuba. De haber visto infinidad de películas, tráileres, cortos y documentales. De haber bebido ron y whisky con Rastoupoulos como dipsómanos. Recibir el regaño y apoyo de la gestora Alquimia Peña. Para entrevistarse finalmente con Gabriel García Márquez durante diez minutos. Y volver a la dirección que le indicara Kevin Rastoupoulos. Pero esta vez asistido por la certeza de hacerlo adecuadamente. Para iniciar una productiva relación con el hijo del telegrafista. Y poder contarnos qué sucedió después que tocó la puerta. La puerta se abrió y dos ojos asombrosos me contemplaron. Los ojos más profundos y tristes y sabios y comprensivos. Que mis ojos azules habían visto en una larga vida. “Gerald”, susurró; no dijo: “¿Eres Gerald?”, ni siquiera “¿Gerald?”, no. Ni “mucho gusto”, ni “¿cómo estás?”, sólo “Gerald”, no más. Como si me conociera desde el comienzo de mi vida. Como si hubiera sabido desde el comienzo de su vida. Que algún día algún Gerald cualquiera llegaría a su puerta. Habría querido ser una mujer para escuchar esa voz lenta. Cálida, lacónica, íntima, tropical; pero no importaba, todo estaba decidido. “Ven”, me dijo la persona detrás de esa voz: “Sigue”.

E4. Relájese


Aquel veintisiete de noviembre de dos mil quince fue fotografía. El Museo de Arte Moderno de Barranquilla inauguraba una exposición. Una novedosa colección de obras del fotógrafo griego Dimitris Yeros. Exponía 38 fotografías a blanco y negro, y a color. Dimitris Yeros había retratado a Gabo entre Colombia y México. Las fotos mostraron un Gabo alegre, espontáneo y también “rígido”. Así lo describió Yeros, uno de los principales fotógrafos griegos. El primer artista griego en presentar performances y body art. Un galerista en Ciudad de México intentó contactarlo con Gabo. Pero desafortunadamente le brindó el número de un teléfono inexistente. Yeros ilustraba con fotografías un libro sobre poemas de Cavafis. Quería ilustrar uno de ellos con una foto de Gabo. Le pedí al galerista Pablo Goebel la dirección de Gabo. Llevé una carta diciéndole: estoy en México y quiero fotografiarlo. En dos horas me llamaron y me dijeron: puede verlo. Me preguntaron que cómo quería que García Márquez fuera vestido. Y yo les dije que podía ponerse lo que quisiera. Fue muy grato, Gabo era amable, muy cálido, muy amigable. Pero cuando empecé a fotografiarlo, cambió, se puso bastante rígido. Yo le dije que se relajara, que parecía un soldado. “Ajá, cómo relajarme si me está disparando con esa vaina”.

E5. La odisea de Yeros


“Gabo por Dimitris Yeros” fue el nombre de la exposición. Realizada en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (2015). Exhibida un año y siete meses después de su fallecimiento. Dimitris Yeros capturó momentos de los últimos años del Nobel. Le contó a Charlie Cordero, de El Heraldo, su odisea. Hace años, cuando vivía en Nueva York —durante seis meses. En la primavera cuando Gabo celebró su cumpleaños en Cartagena. Un artículo sobre esta ciudad comentó que Gabo estaba allí. Al día siguiente tomé un avión y volé a Cartagena. Con una pintura mía que él me había pedido previamente. Esta fue la segunda reunión que tuvimos, en el Hilton. La tercera reunión fue nuevamente en México, al año siguiente. Después volví a encontrarme con él en la propia Cartagena. Las fotos de estos encuentros me sugirieron hacer el libro. Le conté la idea de hacer el libro; le gustó. Edité algunas de las fotos; se las envié, le gustaron. Al año siguiente volví a México y lo fotografié nuevamente. Tengo algunas fotografías de su casa y de sus jardines. Las fotos son sobre él y la forma como vivía. En el libro tengo algunas fotos de México y Cartagena. Porque quería mostrar en algo la atmósfera de sus novelas.


(Publicado originalmente en el portal LETRALIA

y transcripto por expresa voluntad del autor).



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