NABÚ
por ALEJANDRO AZAG
El pastor agricultor amalgama el triángulo de las razas, simiente esencial que marcha a la vanguardia; el pastor agricultor hurga la tierra con los dedos y aplica su oído a ella para percibir el rumor de la horda, entonces canta la plegaria de la espada con una mujer en el pensamiento, esperando que solo ella guíe su mano, el pastor agricultor, hijo de la vírgen del aire y el rey de los lucios, tiene por herencia un redoble de tambor, la fuerza del árbol; el pastor agricultor fabrica una cítara con la espina del tigre a quien ha debelado y dirige sus pasos a la guarida de la profunda oscuridad para deshacer sortilegios, el pastor agricultor duerme y con los veinticuatro signos recorre los mundos, así crece en precisión y sabiduría, el pastor agricultor, navegante solitario, merced al nuevo oleaje y la brisa protectora, gana el rojo en su piel y puntea hacia las estrellas.
EXHORTACION
por NUBIA CASTILLO
“Espero alegre la salida y espero no volver jamás”.( Frida Kahlo)
Quizá concebimos la muerte
como una esperanza,
mientras nos visita,
nos consentimos
con su hermano el sueño.
Mirar de frente a la vida,
contemplar la imagen
de Dios por la plegaria,
vivir su presencia,
es la inescrutable eternidad
de los días.
La expiración - Inspiración,
conocimiento sumo
que deviene del interior,
luz del espíritu
sobre nuestros cuerpos
sustentándonos en el universo.
No es consumación,
es afirmación en el supremo poderío
de su libertad innegable.
Efusión sobre lo que existe,
en su plenitud inmortal.
POEMA NÚMERO DOS DEL
LIBRO "MUJER DE CAL"
por CARLOS ALBERTO RICCHETTI
El sólido atardecer
desplegaba su iracunda bóveda
en el hormigón
de la ciudad efervescente.
La vereda estaba en llamas,
bajo los pasos del hombre
que sin saber marchaba,
sigiloso en el andar vacío
hacia el encuentro añorado.
“¿Volveré a verla esta vez?”,
se preguntó confundido.
Avanzaba ilusionado
formulando sus palabras;
imaginaba las bromas
que volcaría a los pies
de la bella a que acudía,
sin entender la razón
de vislumbrar las orillas
donde el mundo era color
y los ojos de mujer,
una caricia del sol
cuando sale al anochecer.
Ascendió las escaleras,
para verla sonreír indiferente,
con el rasgo apartado,
el sugerente cabello
que trazó el cincel de Dios,
en la sala abarrotada
de silenciosos testigos
de la apariencia ilusionada
del hombre,
ansiosa de escuchar
una encantada oración
de esa inmaculada sirena angelical,
naufragando al caminar
sobre pequeños retazos
de suelo almibarado,
lenta y cancina,
cual manecillas de un viejo reloj
ante el paso del día.
El hombre venía a rescatarla,
a ahondar la melancolía
de unos extraños ojos,
que concedían sin querer
al memorar.
Pero al verla
las palabras le faltaban.
Quería aliviar
los surcos del llanto
en su boca de fresa,
maldiciendo y guardando la verdad
a cada suspiro.
Reinó la negación,
brillo la intensidad
por presenciar a la doncella
del hermético suspenso.
“Pronto me hablará”,
pensó el hombre
un tanto ingenuo.
Se apresuró a partir,
dibujando el nuevo encuentro
EROTISMO DE ULTRATUMBA
por DANIEL PALACIOS
Ella comió el cadáver de un recién nacido
y yo la miraba deseoso por ese erotismo
que me produce ver a alguien
comiendo los gazapos de la humanidad.
Más tarde ella bebió el néctar azucarado
de mis venas, que bellos fueron sus ojos
cuando absorbía sin pudor
la luz que me llenaba.
Se llevo todo, solo quede yo.
Hasta mi soledad se dejó seducir
por su melancolía más angustiosa
y atrayente que mis propias congojas.
Un invento más elaborado
que la Conciencia humana,
una rosa sin Pétalos ni espinas,
solo una bella
y embriagante rosa matinal.
PRESUMÍA
por FÉLIX DOMINGO CABEZAS PRADO
Oscuros sentimientos
Pasan por la orilla de aquel río
Pequeñas mariposas
Se embarcan en la palabra
Abren el álbum de las flores
Y recorren las orillas
El salto del pez
No alcanza a ahogar la fiesta
Se embriagan de néctares
Y las mariposas
Disfrutan del tiempo y de las aguas
Las flores huelen a vida
El pilchicho [pájaro del agua] no disimula
El fragor del esfuerzo
Almuerza mariposas
Incluido: polen y licor
De todas las flores
El río presumía
La suerte de los cuerpos
El polvo y la sustancia del espíritu
Que yacen ya en el cauce
De otras aguas
Azules, verdes, rojas y amarillas.
VEJEZ
por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
¿Para qué he de tocar
Una mano fría,
Si tampoco la quiero
Hoy caliente?
Recuerdo los años
Cuando los besos,
En humedad
Estaban excedidos.
Ahora,
No son besos;
Son roces de labios secos
Que no besan.
Son un ritual exigido,
Es un asunto social
De la especie humana;
Una danza antigua
Del juego de los respiros
Que necesitan bailar
Los vivos.
La natural ternura
Que se perdió
En la infancia,
Regresó en la vejez
Para aliviar
Y dar sentido y calor,
A la novedosa lentitud
Que retiene el cuerpo
Y que lo enfría.
Vida nueva,
Sutíl y macilenta
Que con rubor de absenta
Marca en los porosos huesos
La indeleble huella de los años.
No recuerdo
En qué momento
Perdí el deseo
De correr y de saltar
Para manifestar la alegría.
Ya pasaron los tiempos
Del calor intenso,
De la vida termal,
De los interminables ardores;
De la ausencia del frío.
Se ha ido
El paso afanado
Para llegar al nido,
El hacer mil cosas juntas;
El ir y venir,
Y luego saltar hacia el vacío.
A la señora Utilidad
-que siempre fue la reina-
Se le acabaron
Los días de su gloria;
Han venido a gobernar
En esta corta vida,
Los días de la conciencia vasta,
Del esfuerzo justo,
De la subconversación
Con el silencio, que origina
La oración sanadora.
Con todo esto,
He podido ver
Los ojos de los misterios
Sutiles;
Ya comprendo claramente
El desparpajo de los gatos,
La ansiedad del perro,
La tenacidad de los castores,
El canto del gallo,
Y el afán del sol.
En los últimos días
He vuelto a revisar
El viejo baúl de pino
Donde guardé los indicios
Que contaron los secretos
Más pequeños.
Allí encontré
Uno que necesitaba:
El secreto de la buena despedida.
Lo voy a revelar.
Hoy quiero revelarlo.
No pudo ser antes.
Debió der ahora
¡Tiene que ser ya!
La vida felíz
Que anhela la carne
Cuando obedece al alma,
Se llama: tibieza.
RISA
por ROBINSON NÁJERA GALVIS
Se escucha la armoniosa música
de una flauta mágica
Es tu risa diáfana
qué contagia al viento de alegría
y con el se escapa sigilosa
Quisiera tener el guante de Édgar Rentería
para atraparla en la tercera base de mi corazón
y sólo yo pueda soñar y jugar
con su dulce melodía.
LA VIDA EN BLANCO Y NEGRO
por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
La vida en blanco y negro Sólo el verde se levanta y sitia la palabra en la mesa donde los comensales son fantasmas recuerdos de un ayer en el patio donde se congregaban la risa la luz la lluvia el beso Insectos de ultratumba buscan el color devorado por la noche mortal Aquí el tiempo lucha contra la putridez de su naturaleza el enmaderado de polillas los ojos del moribundo entre la deriva del más allá Se escucha por última vez el miedo pasos sigilosos presagian la fuga Empieza a evocarse la vida en blanco y negro sin asomo de verde alguno
SONETO DE AMOR (Poema audiovisual)
por GERARDO MARÍA GIRALDO PÉREZ
(En homenaje a las mujeres al conmemorarse su día)
Cuentos, ensayos y entrevistas
LA LIBERTAD DEL JUEZ Y EL DERECHO CONSTITUCIONAL COLOMBIANO
por: ALAN GONZÁLEZ SALAZAR*
¿Cómo debe el juez resolver los conflictos jurídicos conservando los principios constitucionales? ¿Cómo articula una posición clara sobre el problema de la obligatoriedad del precedente? En casos ordinarios existe siempre una responsabilidad interpretativa o hermenéutica a la hora de la aplicación directa del texto constitucional. De allí parte la técnica del precedente constitucional, como una estructura compleja que abona el camino para generar credibilidad a los jueces al momento de unificar sus criterios en la interpretación de la Constitución Política de 1991, ya que se sigue creyendo que el derecho consiste en tomar una norma o situación fáctica y descubrir qué derecho fundamental se está violando, como bien lo explica Lancheros–Gámez, lo cual desconoce en cierta medida la dogmática, veremos entonces cómo la Corte Constitucional ha avanzado notoriamente en varias de estas líneas jurisprudenciales.
Si los jueces y abogados desarrollan una lectura constitucional metódica y rigurosa, se verá lo singular del derecho constitucional colombiano, pues, como afirma Lancheros Gámez:
El Derecho constitucional colombiano ha llegado a tener una identidad propia que lo hace diferente, peculiar y, si se quiere, atractivo para aquellos que deseen observar cómo la jurisprudencia puede complementar y, en algunos casos, desplazar a la ley como fuente principal de Derecho en un sistema jurídico de origen europeo continental.
Gracias a que se ha pasado de tomar la jurisprudencia como una simple fuente auxiliar a una fuente formal de derecho, queda demostrado que el desarrollo y estructuración asociativa del poder vinculante del precedente constitucional en Colombia, surte sus efectos gracias a que su principal función es la de unificar la jurisprudencia y brindar ejemplos de sentencias en firme para que jueces y abogados logren suficiente ilustración frente a casos de alta complejidad o sensibilidad social:
Mediante este procedimiento se examinan mensualmente un promedio de 40.000 expedientes de tutela de todo el país —se radican 2000 diarios—. De este total, solo se seleccionan para revisión aproximadamente sesenta tutelas al mes. En este proceso participan cerca de ochenta funcionarios de distintos niveles de la Corte Constitucional. Hasta el 31 de marzo de 2012 han sido entregadas a este Alto Tribunal un poco más de tres millones cuatrocientas mil sentencias para su revisión.
Se vincula de este modo la ley y el derecho a las necesidades sociales, al responder de forma adecuada y garantizar al Estado social de derecho su búsqueda creacionista de principios jurídicos que garanticen justicia material en casos concretos, en pocas palabras, es deber del juez tener en cuenta casos similares y fallarlos de la misma manera con base en su propia doctrina judicial, como quedó sentado en la Sentencia C-252/01, donde se determina cuándo el juez puede apartarse de la jurisprudencia del máximo órgano de la respectiva jurisdicción. Lo cual quiere decir que están obligados a fundamentar expresamente sus decisiones a partir de la jurisprudencia para determinar la forma como deciden apartase de los fallos de la Corte Suprema como juez de casación.
Ahora bien, la Jurisprudencia Constitucional es siempre rica a la hora de ejemplificar de forma metódica hechos que estructuran la práctica de abogados y jueces. En consecuencia, cuando no ha habido un tránsito legislativo relevante, los jueces están obligados a seguir explícitamente la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en todos los casos en que el principio o regla jurisprudencial, sigan teniendo aplicación, así lo afirma López Medina. En síntesis, los jueces colombianos, por mandato constitucional, son independientes y sólo están atados a la ley y no al precedente judicial; que el precedente sólo tiene un criterio auxiliar de la actividad judicial, pero que jamás es obligatorio, como dejó en firme en la Sentencia C-836/01, para cuidar que se petrifique el ordenamiento jurídico y se creen sentencias inaceptables al generar injusticias en la toma de fallos que deben estar inspirados en la Constitución, en el derecho legislado y no en los vaivenes del devenir histórico. Lo anterior resulta relevante en la unión u oposición de un sistema romano-germánico y el common law que son los que caracterizan el manejo técnico de la jurisprudencia en Colombia.
El Consejo de Estado a su vez sugiere otorgarle mayor peso y fuerza a la construcción detallada del concepto de “doctrina probable”, puesto que, según la Corte Constitucional, el cambio jurisprudencial sólo se puede dar por un listado más o menos cerrado de motivas razonables y suficientes. Esto gracias a las libertades concedidas por el Congreso de 1896 que permitió avanzar en la materia al reformar, por petición de la Corte Suprema, el Artículo 361 de la Ley 105 de 1890, por medio del artículo 4° de la Ley 169 en la que quedó especificada la posibilidad que la Corte “varíe la doctrina” en caso de que juzgue errónea sus decisiones anteriores, sin que las tres disposiciones uniformes sobre un mismo punto de derecho constituyan una “doctrina probable”. Así: “La consolidación definitiva de un régimen y de prácticas de precedente constitucional, sin embargo, sólo se da a partir de sentencias de los años 1995-1998 donde la Corte Constitucional en pleno adopta un sistema fuerte de precedentes constitucionales”. De allí el valor que se le confiere a la Sentencia C-836/01, la cual ayuda a reinterpretar “de forma radical” el artículo 4° de la Ley 169 de 1896, de forma que la presente jurisprudencia se muestre como un sistema fuerte de precedentes y no una disciplina meramente indicativa de doctrina probable como había sido su interpretación casi centenaria.
Por ello el año de 1991 resulta cardinal en los estudios recientes al respecto, no sólo por la Constitución del mismo año si no por la creación de la Corte Constitucional y la expedición del Decreto 2067 y un año después la Sentencia T 406/92, la cual reconoce el valor de la tutela a la hora de generar una jurisprudencia normativo-general, a este nuevo régimen se le denomina “doctrina constitucional” la cual difiere notoriamente de la “doctrina probable”.
Podemos resumir entonces que un juez de la República de Colombia y demás funcionarios competentes tienen la posibilidad, dentro de su autonomía, de apartarse de la línea jurisprudencial tratada por las altas cortes, pero siempre que justifique de manera suficiente y adecuada su decisión, pues, de lo contrario, estarían infringiendo el principio de igualdad. Por lo tanto la Corte Suprema de Justicia se libera de la obligación de seguir sus propios auto-precedentes y puede dictar fallos “iguales”, en apariencia, en diversa forma, ya que para la Corte Constitucional el concepto de error en la doctrina jurisprudencial está severamente limitado, pues existe una obligación de respeto relativo del precedente horizontal y vertical en la jurisdicción común, la Corte Constitucional busca entonces unificar y materializar la igualdad frente a la ley, por ello la Sentencia C-836/01 insiste que el “error judicial” no constituye una facultad del juez para desechar la doctrina de la Corte Suprema de Justicia sin conservar una suficiencia en el juicio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
López Medina, Diego Eduardo (2006). INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL. Escuela Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”. Consejo Superior de la Judicatura. República de Colombia. Editado por la Universidad Nacional, Bogotá, Colombia.
Lancheros-Gámez, Juan Carlos (2012). EL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL EN COLOMBIA Y SU ESTRUCTURA ARGUMENTATIVA SÍNTESIS DE LAS EXPERIENCIAS DE UN SISTEMA DE CONTROL MIXTO DE CONSTITUCIONALIDAD A LA LUZ DE LA SENTENCIA T-292 DE 2006 DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. Universidad de La Sabana. Recuperado de: http://dikaion.unisabana.edu.co/index.php/dikaion/article/view/2273/3095
*(Pereira, 1987…) Autor de Anónimos (2012, Premio Nacional de Novela “Ciudad Pereira”), Noche en tu silencio (Poesía, 2017) y Máquina triste (Narrativa, Jirafa Enana Editores, Pereira 2018). En la actualidad coordina el Taller de Lectura y Escritura Creativa de la Universidad Libre de Pereira. Director de la Revista Teatro Pereira y Representante del Consejo Departamental de Lectura, Escritura, Oralidad y Bibliotecas de Risaralda 2020-2024. Poemas suyos han sido incluidos en las antologías: Poetas del Gran Caldas (Alcaldía de Neira, 2013); Lecturas Urgentes de Poesía (Ediciones Grainart, Santiago de Cali, 2015); Palabras entre dos ríos: Nuevos poetas pereiranos (Secretaría de Cultura de Pereira, 2018).
DISGRESIONES SOBRE
LOS TORNEOS SIMBÓLICOS
por MERARDO ARISTIZÁBAL
Primera parte de la entrevista al escritor y artista plástico Omar García Ramírez, alrededor de los concursos y convocatorias regionales en el campo de la cultura. Un asunto que ha despertado enconadas disputas, no siempre de mayor altura intelectual por parte de los contendientes en estos torneos, donde la venganza y la vanidad parecieran lucirse más que las propuestas.
Merardo Aristizábal / En días pasados me recomendabas la lectura del libro de ensayos de Pierre Bourdieu Campo de poder y campo intelectual. Reconozco que, aunque hace tiempo sabía que estaba expuesto a estos campos de fuerza que se expresan al interior de la cultura, no era consciente de ello. Ahora, después de su lectura y en esa línea de crítica, en los torneos en el campo simbólico se arriesga un capital cultural. ¿Has participado de esos torneos? ¿Qué hay allí? ¿Qué se juega allí?
Omar García Ramírez / Estimado Merardo, el sociólogo francés Pierre Bourdieu fue uno de los primeros que se ocupó de las dinámicas que rigen el campo intelectual y abrió un debate sobre esas estructuras sociales, mostrando sus modos y maneras (habitus). Además, dejó en claro que, en los procesos para alcanzar prestigio, tanto en la academia como en el campo de las artes, lo que allí sucede obedece a unas dinámicas de poder. Aplicando esto a nuestro país, entendemos el porqué de la urgencia de abrir el debate, puesto que, en tiempos de pandemia, se da un raro fenómeno, el de la confluencia de dos fuerzas que, si bien antes estaban muy cercanas, ahora tiene la opción de convertirse en una criatura siamesa de muy interesante contextura. Cuando un sector de la academia y la burocracia parecieran identificarse en tiempos de crisis, se crea una alianza en el campo de poder simbólico, que de alguna manera delinea las relaciones entre artistas y la sociedad.
M. A. / En nuestro país, en tiempos de pandemia, estas estructuras burocráticas han tomado mucho peso y, al parecer, tratan de distribuir a su acomodo los presupuestos para la cultura. El acceso a los recursos sin una veeduría ciudadana les hace casi inmunes a cualquier crítica. Esto lo podemos ver reflejado en muchos aspectos de la contratación pública, los concursos, y otro tipo de asuntos asistenciales. En este tipo de certámenes se da una clara relación entre burocracias y ciertos círculos de la politiquería. ¿Cómo ves esta situación?
O. G. R. / Estos certámenes también deberían ser objeto de revisión y aproximación crítica; los llamaría torneos simbólicos. Hablar sobre estas convocatorias, donde algunos artistas se han postulado y han perdido, no deja de parecer un acto de revancha. Lo digo siendo severo, inicialmente hablo solo por mí. Pero es una situación en donde unos escritores se exponen ante otros escritores. Y como tal, es un acto de posicionamiento en donde esas estructuras burocráticas juegan un papel fundamental, desde la elección de los jurados hasta el diseño y extensión de las recomendaciones. No deja de ser extraño entrar a un circo en donde te expones, desnudo y expuesto a la picana.
El escribir sobre estos eventos es, de cierta manera, una forma de arreglar las cargas. Además, el arte en general y la literatura en particular está llena de fracasos. La literatura es, de cierta manera, una actitud filosófica ante el fracaso. Bueno, eso ya lo ha dicho mucha gente. Se alimenta como un gran palimpsesto* de tachaduras y borrones, y su verdadera poesía aflora sobre el tablero podrido de la memoria. Ya lo dijo Kristeva, ya lo dijo Genett.
Así que, en cualquier momento y por las circunstancias que sean, cualquier artista termina participando. Y te diré, para iniciar una respuesta a tu pregunta: ese campo de juego es un campo de conflicto y, como tal, de choque. Por lo tanto, no puede estar eximido de crítica.
M. A. / Creo que participar es asistir a la expectativa de una confirmación; una confirmación que se sabe, no llegará. El talento como tal no es el que juega. Son otros factores externos los que terminan prevaleciendo.
A veces… ¿No sería mejor mantenerse en la distancia? ¿Participar o no participar?… vale la pena… ¿Dígame?
O. G. R. / Que en Colombia un escritor o artista, cualquiera que sea su disciplina, se someta a estas ordalías*, es una tradición y es un riesgo que todos, en alguna oportunidad, hemos corrido. Como escritores, alguna vez hemos probado en carne propia estas fallidas decisiones. Pero no se crea que todo es malo, que un escritor revise y ponga punto final a ese manuscrito que reposaba en los fondos de los archivos perdidos. Que termine esa obra que se había empastelado. Que pase la página y de una vez por todas termine por exorcizar ese fantasma; es casi un punto de alivio. El decir: no volveré a tratar contigo, fantasma de voces atenuadas. Ya hice lo que podía hacer por ti. ¡Ve a otra parte o desaparece para siempre!
Ahora, bajo qué circunstancias y a qué se expone el artista frente a estas estructuras que tienen capacidad de decisión sobre el campo simbólico y estético… he ahí el dilema.
M. A. / Has sido un “jugador” de vieja data en este tipo de eventos y torneos. Sé, de buena fuente, que, a pesar de algunos premios y reconocimientos importantes, lo que prevalece y es más significativo en esa historia de torneos son más los bloqueos, las trapisondas* que se arman detrás de los escenarios y los enfrentamientos con los encargados de lo que tú llamas El aparatich. ¿Qué dices sobre ello?
O. G. R. / He visto un accionar general en el campo de los torneos simbólicos. Primero aclarar que no participo de todo. Segundo, que, aunque en el pasado he ganado algunos de estos certámenes, es mi historial de finalista lo que me orienta sobre la calidad o la falta de ella en algunas de mis obras. Tú, como hombre de teatro, conoces la famosa sentencia de los dramaturgos españoles del Siglo de Oro sobre el tema: sí, pues eso. Con cierto tratamiento subjetivo puedo hablar sobre el asunto. Expongo mi opinión, mis ideas; siempre me río de mí mismo y ahora soltaré una carcajada por mi estupidez. Pero de eso se trata, algunas veces es reconocer tu estupidez.
Si tocamos anomalías en el tema regional, en el campo de estos torneos simbólico-literarios, podríamos señalar la presencia de un jurado casi eterno. No externo. Eterno. Por más de cuatro justas de un torneo nacional con sede en Pereira, ha estado allí. No en esta última, pero ese jurado de la vecina ciudad de Manizales, con sus juicios, ha premiado lo que le ha dado la gana y se ha impuesto durante cuatro o más veces. Considero que una persona, que se dice prestante intelectualmente y que ya ha sido jurado de un torneo, debería declararse impedido y ser restringido por parte de los administradores. Reitero, creo que se trata de un campo de lucha y de poder simbólico, y como tal, no puede estar exento de crítica y de revisión. Aunque la verdad, estimado Merardo, no creo que cambie nada. Espero que, con el tiempo, al menos, se pueda pedir más rigor.
M. A. / En Colombia, en algunos sectores de las artes hay jurados de carrera. ¿Es esto ya casi una profesión?
O. G. R. / Hay jurados que hacen carrera de jurados y, de cierta manera, esto impone una forma de ver las cosas en el campo del arte, de la literatura, la poesía y el teatro; qué vale y qué no. Lo digo también porque, en otras disciplinas, estos jueces se tornan como instituciones y guardianes de una tradición que reclaman para sí, y prolongan por años y hasta décadas.
De cierta manera, se ha creado ya una tradición de jurados, un lobby de jurados y hasta un banco oficial de jurados con vocación de perennidad que, ¡claro! influyen en la producción cultural de una región y de un país.
Pregunto, Merardo: ¿qué pensarían los atildados intelectuales manizalitas, sus poetas de barcos de papel, los ilustrados de la Universidad de Caldas, los nuevos grecoquimbayas de raíces montañeras, si durante cuatro o cinco veces consecutivas les impusieran como jurado, para uno de sus concursos, a un escritor de Risaralda o del Quindío? ¿Qué dirían? ¿Se quedarían callados? ¿Mantendrían las formas caballerescas de los escritores de Pereira y Quindío, quienes, casi siempre, guardan una distancia higiénica frente a este tipo de debates? ¿Perderían sus modales? Sí, son cosas de burocracias académicas, cosas de funcionarios, ellos saben cómo se hacen bien las cosas y mientras tanto… Las ideas sobre la novela, ¿qué?, y mientras tanto, los moldes impuestos a estas nuevas obras que llegan de todo Colombia, ¿qué? Y la censura velada que se impone a otras formas de escribir, ¿qué? No hablo de regionalismos, hablo de juicios y decisiones que recaen de manera habitual y con mucha frecuencia en los mismos personajes.
Ya tú vas a la ruleta con la cara curtida. No me hago ilusiones, nunca me he hecho ilusiones y créame, no doy lata por dar lata. Lo hago con razones de sobra. Y pueden estar seguros que cuando escribo y hablo en esta ágora cibernética, voy marcando tendencia. No se ve, es subterránea, es underground, está llena de ironía. La única que vale la pena, lo demás son palmaditas en la espalda.
M. A. / En medio de una pandemia, el asistencialismo parece ser la norma, ya que los artistas no pueden trabajar debido a las restricciones. La estructura hegemónica se impone, marca líneas, tendencias y favoritismos. La estética se hace oficial. Los incómodos son censurados y los rebeldes intentan ser aplacados. Así lo veo yo. Es decir, el campo de debate se amplía a esas justas, a esos premios, porque no pueden quedar relegados a simples decisiones de burocracias.
O. G. R. / Tú lo has dicho. Y diré más: jugamos sobre un campo minado. Primero, los jurados nunca deberían repetir más de tres veces. Este país está lleno de académicos prestantes, escritores e intelectuales que tienen diversas formas de ver el mundo, la historia, el arte y, en particular, el arte de la novela. No todos ven la novela como un guion cinematográfico, no todos ven la novela como música ligera de rosal florido. Hay quienes, afortunadamente, ven la literatura como un campo de experimentación y ensayo, como lo expresaba Milan Kundera en El arte de la novela, o la ven como espacio de estética ecléctica y dinámica, como propugnó Vicente Verdú en su pequeño decálogo.
Imponer un jurado o insistir en un jurado por más de tres ocasiones, crea, impone un estilo literario, premia una forma de ver las cosas y, sobre todo, bloquea a una serie de escritores jóvenes que tienen cosas por decir y de manera diferente.
Además, escritores con algo de pudor, deberían mostrarse impedidos para tales menesteres cuando su presencia ha sido reiterativa. Pero eso en Colombia es cosa natural. Sé de ciertos especímenes que han sido jurado más de doce veces en todo tipo de premios literarios, especialmente en el campo de la poesía, con lo tal ha creado ya un modus operandi que a todas luces es y será muy censurable. Casi un ecosistema de laureles y condecoraciones. No son escritores, son jurados de escritores; llevan un escudo en su solapa casposa que dice: “Soy jurado profesional de premios literarios”.
Y así como estos sujetos, existen en Colombia media docena de cortesanas de la literatura que se presta para censurar, bloquear y manipular. Cofradías del mutuo elogio, camarillas de la trapisonda, coristas de los burdeles de la cosa intelectual, modistillos de la literatura que hacen el corte y confección de las nuevas tendencias, que son las viejas tendencias de siempre. Moralistas y censuradores de profesión de cara al respetable, pero que, desde hace décadas, manejan soterradamente y tras bambalinas los criterios con que se juzga la obra literaria y artística de varias generaciones en Colombia.
M. A. / ¿Existe alguna obra que haya sido premiada en esos concursos y que, de verdad, diga cosas nuevas o, al menos, aporte una estética renovadora, rompedora y cree algo de verdad nuevo? Digo esto porque tanto en el campo de la poesía como del teatro y de la novela, no la veo por ninguna parte. Ahora, esta situación es similar en el campo de la obra editorial.
O. G. R. / ¿Qué obra dramática, en el campo del teatro, de la novela o de la poesía colombiana ha dicho cosas que de verdad inspiren a las nuevas generaciones literarias? ¿Qué obra de ruptura plantea nuevos derroteros a la novela colombiana? Miremos los últimos diez años; que sean veinte. Hay cosas muy líricas, hay tratados de botánica y heráldica hermosos, obras de colonización y de aventura. Pero hablemos de obras que desde lo estético planteen nuevas formas de entender la novela colombiana, que superen los macondismos y la novelita de sala de aeropuerto. Miren las novelas del maistream, miren, lean y, después, me comentan.
Luego, algunos se convierten en consejeros y también, por supuesto, en lectores de ciertas editoriales. Es complicado para los escritores salir de estos lineamientos, decir algo sin tener que estar adscrito a esos credos estéticos. Muchas veces, aquellos lectores son los mismos que, tras las bambalinas de estas editoriales, hacen la venia y pax deux de la puerta giratoria.
“¿Qué obra dramática, en el campo del teatro, de la novela o de la poesía colombiana ha dicho cosas que de verdad inspiren a las nuevas generaciones literarias?” Imagen / Lolame en Pixabay
Aunque el mundo editorial ha cambiado de manera radical, la virtualidad se impone y los contenidos pasan del papel a los bites, distribuyéndose de una manera diferente. Las editoriales independientes son, desde hace décadas, una realidad. El panorama publicitario sigue siendo copado por un espectro de la corriente principal que, de cierta manera, impone la agenda setting*. Estoy hablando de un sistema que opera al interior de las estructuras culturales. Y que, como tal, es objeto de profundos acercamientos teóricos en países como Francia, España y México. Estructuras que pueden, incluso, transformarse en lo que llamarías grupos de poder simbólico: promueven lo que les interesa y bloquean lo que consideran molesto como grupúsculo hegemónico. Son los que pretenden imponer su amanerado canon a golpe de laureles espurios, los que controlan también con estructura de dique cualquier disenso que salte las normas estéticas de su estilo literario. De cierta manera, les conviene estar allí protegiendo esa parcela de normatividad. Más aún, cuando en algunas propuestas literarias y artísticas son estos majaderos los objetivos críticos de la revuelta o de la sátira. Son los guardianes del buen gusto y las buenas costumbres, cancerberos a sueldo de los ministerios culturales, enganchados que, mediante un complejo engranaje de influencias y palancas, han creado un ecosistema de meritocracias bastardas, donde se reproducen como lombrices en el compost de los presupuestos culturales.
M. A. / ¿Qué significa para el escritor independiente, para el creador que ha sido excomulgado por las capillas institucionales, la blogosfera o las revistas literarias que no van con la corriente principal?
O. G. R. / Los tiempos son muy diferentes, tú lo has dicho. No son los sesenta ni los setenta de la academia francesa de Bourdieu, ni siquiera los ochenta, ni los noventa. El cambio es acelerado. La implosión de las capillas hace mucho ocurrió, mucho antes del incendio de Notre Dame. Ahora, en pandemia, los cambios acelerados hacen que todo esté mediado por lo telemático y lo virtual. Esto mismo hace que, el estatuto tradicional de las iglesias académicas y de los sumos sacerdotes, quede en entredicho y al menos, sus métodos de control, quedan debilitados de manera ostentosa.
El discurso se ha hecho hipertexto rizomático y cada quien tiene la libertad de buscar su camino y profundizar por fuera del dogma. Los inconformes se mueven en lectura atenta, fuera y dentro del index prohibitorum, no temen caer en las fronteras de la espiral de silencio viriliana y saben que, ahora minoritarios y en secta, pueden, con el tiempo, transformarse en horda y clan. En las abadías se preparan para el asedio y algunos monjes rijosos, con caras de filósofos platónicos, escuchan con temor aullar a los lobos. El Púlpitum, la tribuna, ha devenido panóptico, pero este panóptico es bidireccional. Y como tal, los mirones son mirados, los jueces son juzgados y los comisarios atrincherados detrás de sus computadores, reciben los dardos afilados de los cheyenes y los iroqueses. De vez en cuando un tomahawk algonquino rompe una cabeza. ¿De qué sirve estar en las fronteras del sistema, si no se pueden tensar los arcos y hacer dianas en los traseros de estos comilitones? Esto ya lo intuía Bourdieu. Pero no sabía de los alcances de esta revuelta que pasaba de las aulas y pizarras al ciber espacio, ¿cómo podría imaginarlo?
De cierta manera, como heredero del habitus de la sociología académica, estaba también impregnado hasta el fondo de su chaleco de esas liturgias escolásticas y apostaba a una clasificación de los estatutos y los prestigios. Todo eso, ahora, pierde valor clerical y simbólico. Esas estructuras, al menos en lo referente al campo del arte, (vale la pena aclararlo), hace tiempo colapsaron. Es por esa razón que, ante la pérdida de poder en sus atriles y pulpitos, un segmento de la cofradía culterana ha corrido a apoderarse de los ministerios y las secretarías de cultura. Pero no con el fin de perpetuar una tradición, sino para imponer, definitivamente, una estructura de poder simbólico.
Afortunadamente en Colombia existe una vigorosa fuerza literaria independiente, que es a mi entender, la que mantiene viva la llama de literatura, la que no solo tiene un alto nivel, sino que trabaja desde presupuestos estéticos diferentes, abiertos y centrados en la búsqueda de la calidad. Revistas literarias y culturales que son ejemplo de rigor y calidad. Campos y plataformas de múltiples inquietudes artísticas en donde todos los escritores tienen la oportunidad de expresar sus ideas sin cortapisas de ningún tipo.
Esas revistas literarias digitales que, en Colombia y el Eje Cafetero colombiano en particular, conforman un grupo de opinión, de brillo y fuerza contra-hegemónica, hacen mantener la balanza equilibrada. Allí, muchas veces hemos cruzados opiniones, controversias abiertas y otras veces difuminadas. La crítica nunca ha sido suave, al contrario, cada vez más dura y ácida, pero también, cada vez más brillante. Medios on-line que vienen de la academia, que mantienen espacio tanto para el ensayo ortodoxo como para el libre ensayo, que vienen desde las capillas institucionales, pero que, como franciscanos liberados, no se encerraron en ellas. Que no se asfixiaron dentro del pensum escolástico. Ojalá nunca se pierda eso, y nunca decline esa dureza salvaje y refinada al mismo tiempo.
* Glosario
Palimpsesto / Manuscrito en el que se ha borrado el primer texto para escribir encima uno nuevo. Los palimpsestos eran comunes en la Antigüedad para economizar pergamino o papiro. Para borrar la escritura anterior solía recurrirse al raspado de la superficie.
Ordalía / Prueba a la que eran sometidos los acusados durante el Medioevo para determinar su culpabilidad o inocencia con base en supuestos mandatos divinos. Trapisondas / Bulla o riña. También hace referencia a un enredo o confusión.
Agenda Setting / Fijación de la agenda. Hace referencia a la teoría que sostiene que los medios masivos de comunicación influyen en la opinión pública, pues son los que determinan qué temas son importantes y cuáles han de figurar en la agenda, en qué espacio y cuánto tiempo deben ser emitidos.
(Publicado originalmente en el medio virtual "La cola de la rata" y reproducido bajo estricta autorización del autor).
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