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Arcón Cultural

Conan Doyle, entre pistas, espíritus y hadas


Arthur Conan Doyle nació el 22 de mayo del año 1859 en la ciudad de Edimburgo (Escocia).

Era el segundo hijo del funcionario y dibujante Charles Altamont Doyle y de Mary Foley, un mujer muy aficionada a la lectura.


El apellido Conan lo añadió como homenaje a su tío abuelo Michael Conan, quien influyó notablemente en las ansias culturales de su sobrino.


Tras cursar sus primeros estudios con los jesuitas, Arthur estudió Medicina y Cirugía en las Universidades de Stonyhurst y Edimburgo, ejerciendo su profesión en la localidad inglesa de Southsea entre 1892 y 1890, año en el que abandonó su faceta de doctor para dedicarse a la escritura.

En 1884, un año antes de licenciarse en Medicina, Doyle contrajo matrimonio con Louise Hawkins.

En 1885, Conan Doyle se doctoró en Medicina con un trabajo sobre neurosífilis, la tabes dorsal.

Imagen de la cubierta de la primera edición de A Study in Scarlet (1888).


En el año 1887 publicó el libro “Estudio en Escarlata (A Study In Scarlet)” (1887), título en el que apareció su creación más famosa, el detective Sherlock Holmes acompañado por el doctor Watson.


Este singular investigador privado llevó a su autor a la inmortalidad literaria gracias a novelas como…

“Las Aventuras De Sherlock Holmes (The Adventures Of Sherlock Holmes)” (1892) “El Perro De Los Baskerville (The Hound Of Baskervilles)” (1902) o “El Valle Del Terror (The Valley Of Fear)” (1915).

Sherlock Holmes fue llevado al cine en numerosas ocasiones. Su intérprete más habitual fue Basil Rathbone.


Sus otras obras están oscurecidas por la magnitud de los libros protagonizados por el famoso detective, pero no por ello deberían de ser desestimadas.


Algunas de ellas son las novelas históricas “Micah Clarce” (1888) o “Rodney Stone” (1896), la obra de teatro “Historia De Waterloo (Waterloo)” (1907) o sus evocaciones de la Guerra De Los Bóers, en donde sirvió como médico militar, como “La Guerra De Los Bóers (The Great Boer War)” (1900) o “Guerra En Sudáfrica (The War in South Africa)” (1902). También escribió cuentos, entre ellos “El Médico Moreno” (1898).

Louise Hawkins, primera esposa del escritor.


Con el personaje del profesor Challenger escribió otra novela célebre, la fantasía de “El Mundo Perdido” (1912).

Sobre este personaje se ha publicado en español el libro “El Abismo De Maracot”, que recopila cuentos y la novela corta “La Zona Ponzoñosa”.


En 1906 murió su esposa Louise, con quien tuvo dos hijos, y un año después se casó por segunda vez, ahora con Jean Leckie. Con Jean, Arthur tuvo tres hijos más.


Una de las pasiones de Doyle era el espiritismo, especialmente a partir del fallecimiento de su hijo Kingsley en la Primera Guerra Mundial, siendo miembro de la Hermetic Orden of the Golden Dawn (en la que también estuvo Aleister Crowley). Incluso llegó a escribir el libro “Historia Del Espiritismo”.

Su novela “El País De La Bruma” (1926), texto con el protagonismo del profesor Challenger, también tiene como centro una historia de espiritismo.


También Conan Doyle era muy amante del deporte. Destacó como jugador de cricket y también dedicó su tiempo al fútbol, llegando a ser portero del equipo del Portsmouth F. C. en los inicios del club, finales del siglo XIX.



Lord (distinción otorgada en 1902) Arthur Conan Doyle murió el 7 de julio de 1930 en Crowborough, Sussex (Inglaterra), tras sufrir un ataque al corazón.

Tenía 71 años de edad.

Está enterrado en la iglesia All Saints, ubicada en la localidad de Minstead, New Forest, Hampshire.


Lado oculto

A la derecha, el detective, Sherlock Holmes, interpretado en su versión más popular por Basil Rathbone (1892 - 1967), junto a su leal compañero y amigo Whatson, encarnado por Niguel Bruce (1895 - 1953).


Sir Arthur Conan Doyle tuvo una prolífica carrera como autor, en la que escribió sobre muchísimos temas, aunque sin dudas es recordado por su máxima creación, los 56 relatos y las 4 novelas de Sherlock Holmes.


Sin embargo, el haber creado al padre de todos los detectives literarios no era algo que lo hiciese demasiado feliz, ya que consideraba que el peso de su personaje más popular opacaba el resto de su trabajo: “También escribí entre veinte y treinta obras de ficción, libros de historia sobre dos guerras, varios títulos de ciencia paranormal, tres de viajes, uno sobre literatura, varias obras de teatro, dos libros de criminología, dos panfletos políticos, tres poemarios, un libro sobre la infancia y una autobiografía”, solía decir.


Sobre el final de su vida, Doyle intensificó en un aspecto que lo interpelaba de manera personal: lo paranormal. Ya para 1887 siendo un autor de éxito, se unió a la Sociedad Literaria y Filosófica de Portsmouth, donde realizó una serie de investigaciones sobre la posibilidad de fenómenos psíquicos.


En ese contexto, asistió a unas 20 sesiones donde se practicaba telepatía o había médiums. Aquellas experiencias lo convirtieron en un espiritualista y comenzó a escribir para la revista especializada Light.



Con los años, se fue sumando a otras sociedades interesadas en los fenómenos psíquicos y hasta se convirtió en un buscador de casos de poltergeists.


En 1907 contrajo matrimonio por segunda vez; su nueva esposa, Jean Elizabeth Leckie, decía ser una médium, por lo que reforzó aún más su interés por lo desconocido.


Las niñas Elsie Wright, de 16 años, y Frances Griffiths, de nueve, dijeron haber fotografiado a las hadas en el jardín de la casa donde vivían,

engañando al autor quien cayó en la trampa.


Ya con la Gran Guerra como escenario, su convicción fue aún más allá: creía que Lily Loder Symonds, la niñera de sus hijos, tenía este tipo de poderes y comenzó a dar conferencias sobre el tema. En 1918, publicó su primer trabajo espiritualista, La Nueva Revelación, donde sostenía que el espiritismo había sido un regalo de Dios para consolar a los afligidos por tanta muerte.


Debido o luego de la contienda bélica, fallecieron muchas personas cercanas a él, como su hijo, su hermano, su cuñado y sus dos sobrinos, por lo que ahondó energías en el asunto y para 1919 publicó El Mensaje Vital.


Apoyó la tesis del espiritismo cristiano y alentó a la Unión Nacional de Espiritistas a aceptar un octavo precepto: el de seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús de Nazaret, además se unió a la reconocida organización sobrenaturalista The Ghost Club, a la que había pertenecido Charles Dickens.


¿Es posible engañar a un maestro de la deducción? Sí. Esta exposición pública sobre sus creencias lo hicieron formar parte de algunos eventos particulares, desde un gran estafa por parte de unas niñas hasta encuentros con “médiums honrados”, que querían demostrarle que estaba equivocado en sus creencias. Incluso, el espiritualismo lo enfrentó con uno de su grandes amigos, el gran maestro del ilusionismo Harry Houdini. A continuación, las historias:

La médium, el espíritu y la incredulidad


Junto al mago, ilusionista y escapista, Harry Houdini (1874 - 1926), con quien terminaría muy enemistado tras polemizar sobre su creencia en lo sobrenatural.


El 21 de marzo de 1919, el célebre autor participó de un comité en su rol de investigador paranormal, junto a una vizcondesa, un lector de mentes, un detective de Scotland Yard y un forense. Reunidos en un pequeño departamento en Bloomsbury, Londres, tenían como objetivo autenticar, o no, los poderes de una médium, que prometía una sesión de espiritismo que implicaba una demostración de clarividencia y hasta la materialización de un espíritu.


El anfitrión fue Percy Thomas Tibbles, un mago que actuaba bajo el seudónimo de P.T. Selbit, y la médium, Molly Wynter, una ilusionista que recién comenzaba su carrera. Por su puesto, nada dijeron sobre sus antecedentes.



Cada miembro llevó un pequeño artículo personal, que colocaron en una bolsa y luego dentro de una caja, lejos de la mirada de la psíquica. La mujer, que tenía su rostro cubierto con un velo, colocó la caja en su regazo, y comenzó a nombrar los objetos describiéndolos con detalles.


Entre estos, estaba el anillo que perteneció al hijo fallecido del escritor, la médium incluso leyó la inscripción.



Luego se produjo la “materialización” de un espíritu. La mujer fue atada a la silla por los miembros del comité y las luces de la sala se atenuaron. Ella ingresó en un estado de trance y una “niebla luminosa” con forma de anciana surgió a sus espaldas.


Dicen que el espíritu atravesó a la médium y desapareció en la pared opuesta. El comité quedó impresionado con las demostraciones, aunque el escritor dijo que necesitaría volver a ver al fantasma antes de dar fe de su paranormalidad.

A principios del pasado siglo, el espiritualismo se encontraba en boga y muy a menudo fue filtrado por estafadores u oportunistas que en algunos casos, más allá de cualquier verdad pseudo comprobada llegaron a enriquecerse a expensas de cientos de incautos.


Y aquí es cuando todo se vuelve aún más extraño. Luego de la exhibición, Tibbles y Winter anunciaron que todo era un engaño, que ellos eran “engañadores honestos” que realizaban ilusiones para entretener al público.


Explicaron que en el caso de los objetos en la caja, en realidad ésta había sido cambiada por una igual y que, desde otra habitación, un asistente abrió la original y transmitió su contenido a un auricular que el velo ocultaba. La “materialización”, por su parte, era un acróbata, vestido completamente de negro, que ingresó por una ventana y que utilizó una gasa recubierta con pintura fosforescente. El comité quedó consternado y algunos miembros, entre ellos Conan Doyle, aseguraron dudar de la explicación.



Organizaron un segundo encuentro, pero con un comité más numeroso. Repitieron los trucos para el asombro del público.


Y otra vez, el autor se negó a creer a que había sido engañado. Insistió en que lo que había visto en la primera sesión no era lo que los magos describieron posteriormente y además agregó que incluso si la segunda demostración fue realizada mediante un truco, “no hay nada que demuestre que la primera sesión no fue genuina”.



Conan Doyle se negaba a ser engañado, prefería creer que lo que él había visto era real aún cuando le explicaban lo contrario. “Tal vez los magos realmente eran psíquicos, pero simplemente mentían sobre sus poderes paranormales.


Es hora de que se demuestre nuestra causa. El tiempo también demostrará a aquellos que nos han tergiversado que están jugando con fuego. No están juzgando lo Invisible. Lo Invisible los está juzgando”.


Las hadas de Cottingley


Antigua edición de "Las Aventuras de Sherlock Holmes", cuya primera edición data de 1892).


Era 1917. Elsie Wright tenía 16 años cuando junto a su prima, Frances Griffiths, de 9, salieron a dar un paseo por los bosques que rodeaban el pueblo de Cottingley, West Yorkshire, que no superaba los 700 habitantes.


Elsie llevaba una cámara de placa Midg de su padre, Arthur, un aficionado a la fotografía, quien fue el que las rebeló e hizo el descubrimiento: las jóvenes habían capturado sin querer a un grupo de hadas en 2 instantáneas.


Sin embargo, fue la madre de la joven quien las expuso ante la Sociedad Teosófica de Bradford dos años después. Edward Gardner, presidente de la asociación quedó maravillado por el descubrimiento y, según un especialista consultado, estaba en lo cierto: era la primera prueba científica de la existencia de estos seres, hasta entonces considerados mitológicos.


"Frances y la ronda de hadas", tomada por Elsie Wright, en 1917.



Fue una de las dos primeras imágenes que las chicas tomaron para demostrar la existencia de las hadas. Se subastó por más de USD 18 mil.


La historia alcanzó otro nivel de repercusión cuando Sir Arthur Conan Doyle las utilizó para ilustrar un artículo sobre hadas que le habían encargado escribir para la edición navideña de 1920 de The Strand Magazine.


Las hermanas Gardner recortaron imágenes de un catálogo, su padre las reveló y tras asegurar que eran reales, el escritor se dirigió a la familia aunque todo resultó absolutamente falso.


Contactó a Gardner, quien le facilitó las imágenes, le escribió a Elsie y a su padre para pedir permiso para utilizarlas. Arthur Wright estaba “obviamente impresionado” de que Doyle estuviera involucrado, y dio su permiso para su publicación, pero rechazó el pago alegando que, de ser genuinas, las imágenes no deberían “ensuciarse” con dinero.


Luego, el autor comenzó un derrotero por expertos en fotografía de compañías como Kodak y Liford, quienes comentaron que las imágenes eran reales, pero que dudaban de que las hadas realmente existieran. En otras palabras, no se veía engaño, ni retoque en lo que hacía al material, pero si esas figuras danzantes eran realmente hadas, eso, bueno, era harina de otro costal.


Doyle contactó a Sir Oliver Lodge, un respetado físico e investigador psíquico, quien dijo que eran falsas, que el peinado era “demasiado parisino como para ser real” y hasta sugirió que eran una compañía de bailarines disfrazados.



"Iris y el gnomo", con Elsie Wright y sacada por Frances Griffiths en septiembre de 1917. Se vendió por más de USD 5 mil en 2018


Conan Doyle y Gardner no sucumbieron ante las dudas ajenas y continuaron investigando. El escritor debió partir a una gira por Australia en julio, tiempo en el que Gardner se reunió con la familia Wright y llevó su propio equipo de fotografía para ver si era posible volver a captar a las hadas.


Arroyo y cascada en Cottingley en la actualidad, donde Frances Griffiths y Elsie Wright afirmaron haber tomado fotografías de hadas, entre 1917 y 1920.


“Me fui a Cottingley nuevamente, tomé las dos cámaras y placas de Londres, y conocí a la familia y les expliqué a las dos chicas el simple funcionamiento de las cámaras, dándoles una para guardar. Las cámaras estaban cargadas, y mi consejo final fue que necesitaban ir al valle solo en los buenos días, como estaban acostumbrados a hacer antes y ver qué podían conseguir”, escribió Gardner en A Book of Real Fairies.


Y así lo hicieron. Envolvieron las placas en algodón y las enviaron a Londres. Después de recibirlas, Gardner escribió un telegrama Doyle, entonces en Melbourne. Doyle le respondió: “Mi corazón se alegró cuando aquí, en la lejana Australia, recibí su nota y las tres maravillosas imágenes que confirman nuestros resultados publicados. Cuando nuestras hadas sean admitidas, otros fenómenos psíquicos encontrarán una aceptación más rápida... Hemos tenido mensajes continuos en las sesiones durante algún tiempo de que estaba llegando un signo visible”.


Esa navidad de 1920 el artículo del The Strand Magazine salió y fue un suceso de ventas. Sin embargo, gran parte de la comunidad intelectual dedicó nuevos artículos no tan centrados en las hadas, sino en mofarse de Doyle, quien había sido ridiculizado por dos niñas, aseguraban.



El asunto cayó en el olvido con los años, aunque varios periodistas volvieron a entrevistar a las primas en los ’60 y ’70 , quienes mantuvieron su versión hasta 1983, cuando aceptaron que eran falsas. “Elsie había copiado ilustraciones de bailarinas de un popular libro infantil de la época, el Libro de regalos de la Princesa María, publicado en 1914, y les dibujó alas”, dijo la menor a la revista The Unexplained. Las habían recortado sobre de cartón y sostenido con alfileres. Las primeras dos fotografías fueron vendidas en subasta en 2018, por más de 5 mil y 18 mil dólares.


Sobre hadas y “médiums honrados”


A los cuatro años de edad.


En 1921, Doyle fue convocado por otro mago, William S Marriott, quien en su tiempo libre se encargaba de demostrar que los médiums no eran otra cosa que unos estafadores. Su plan era invitarlo para tomarle fotografías, mientras el resto del comité -tres especialistas-, luego de examinar la cámara, observarían la sesión. Así sucedió y nadie notó nada extraño, hasta que una vez reveladas las imágenes notaron que en la primera había una figura fantasmal translúcida y en la segunda se presentaba a un grupo de hadas bailarinas, en una clara referencia al caso de Cottingley.


El periódico Sunday Express publicó las imágenes con cierta sorna, centrándose en la captura con las “hadas favoritas” de Doyle. También se publicaron las declaraciones de los testigos y la de Marriott, en las que aseguraba que todo era un truco de manos para manipular el proceso. Marriott quería demostrarle al autor que aquello en lo que él creía no era otra cosa que buenos trucos.



“El Sr. Marriott ha demostrado claramente que un mago entrenado puede, bajo una inspección minuciosa de tres pares críticos de ojos, dar una falsa impresión en una placa. Debemos admitirlo sin reservas”, escribió Doyle, para esta vez no ser ridiculizado. Sin embargo, aclaró que la experiencia no cambió su perspectiva sobre que los espíritus sí podían ser captados en fotos, aunque éste no fuera el caso.


Una de las fotos de William Marriott de Conan Doyle con sus "hadas favoritas"


La pelea con Houdini

Prolífico escritor, fue autor de cuatro novelas y 36 relatos.


La relación entre los dos ya célebres personajes comenzó a principios de 1920, cuando Houdini, en una gira del ilusionista por el Reino Unido. Tras una presentación, Doyle se acercó a conocerlo y estaba extasiado por lo que acababa de ver en el escenario. Forjaron una relación amistosa, con un intercambio epistolar vibrante, de mutua admiración, hasta que todo derivó en un enfrentamiento feroz.


A pesar de que Houdini le explicó que sus hazañas se basaban en la ilusión y el engaño, Doyle estaba convencido de que el estadounidense tenía poderes sobrenaturales, y así lo escribió en El filo de lo desconocido. El amigo de Houdini, Bernard M. L. Ernst, relató un momento en que Houdini había realizado un truco impresionante en su casa en presencia de Doyle.




Houdini había expresado la esperanza de que esta demostración persuadiría a Doyle de no andar “respaldando fenómenos” simplemente porque no podía pensar en una explicación de lo que había visto aparte del poder sobrenatural. Pero, según Ernst, Doyle simplemente se negó a creer que había sido un truco.


Por aquellos tiempos, Houdini se convirtió en un destacado opositor del movimiento espiritualista después de la muerte de su madre, en 1913, que sucedió cuando estaba de gira. Con el vacío de no haber podido despedirse, empieza a acudir a médiums que le dicen que pueden conectarla, pero uno a uno va descubriendo sus trucos y los expone públicamente como fraudes.


Su tumba.


En 1922, Doyle organiza una sesión en Atlantic City junto a su segunda mujer, Jean Elizabeth Leckie, quien aseguraba poder comunicarse con los muertos. Houdini asiste. Durante el encuentro, asegura que la posee el espíritu de la madre de Houdini, escribe un texto y se lo entrega.


Ese fue el final. La nota estaba en perfecto inglés, cuando su madre no hablaba el idioma, sino yiddish y un poco de alemán. Estaba llena de expresiones cristianas, cuando su madre era judía y, además, ese día era su cumpleaños y su madre no lo felicita, no lo saluda, algo que ella nunca habría hecho.


Determinado a desenmascarar al matrimonio, escribe un artículo denunciándolos por estafadores y se involucra definitivamente en su cruzada contra el espiritismo. Entre otras cosas, intenta que el Congreso de los EEUU prohíba cobrar por sesiones de espiritismo o por lectura de cartas. No lo consigue por la primera enmienda.


Tras su fallecimiento, una multitud de ocho mil espiritistas se reunió en el Royal Albert Hall de Londres para honrar su memoria. Estelle Roberts, una reconocida médium inglesa, le aseguró a la viuda que lo pudo ver entrar a la reunión y sentarse junto a ella. Con los años, otros más dirían lo mismo.



Listado de sus obras:

  • Estudio en escarlata (1887).

  • El signo de los cuatro (1890).

  • Las aventuras de Sherlock Holmes (1891–92).

  • Las memorias de Sherlock Holmes (1892–93).

  • El sabueso de los Baskerville (1901–02).

  • El Regreso de Sherlock Holmes (1903–04).

  • El valle del terror (1914–15).

  • Su última reverencia (1908–17).

  • El Archivo de Sherlock Holmes (1924–26).

  • El mundo perdido (1912).

  • La zona ponzoñosa (1913).

  • The Land of Mist (1926).

  • Cuando la Tierra lanzó alaridos (1928).

  • La máquina desintegradora (1929).

  • Micah Clarke (1888).

  • La compañía blanca (1891).

  • The Great Shadow (1892).

  • The Refugees (publ. 1893, escrita 1892).

  • Rodney Stone (1896).

  • Uncle Bernac (1897).

  • Sir Nigel (1906).

  • Las hazañas del Brigadier Gerard (1896).

  • Las aventuras del Brigadier Gerard (1903).

  • La boda del Brigadier (1910).

  • El relato de J. Habakuk Jephson (1884).

  • El gran experimento de Keinplatz (1890).

  • La tragedia del Korosko (1898).

  • A través del velo (1907).

  • Cuentos de la penumbra y lo invisible (1919).

  • El hombre de Arkángel (1925).

  • El abismo de Maracot (1929).


Fuente: ALOHA CRITICÓN / EL RESUMEN

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