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UMBERTO SENEGAL

Las tripas de Palahniuk

Actualizado: 13 may 2023


Escribe: UMBERTO SENEGAL*


¿Asqueroso?


Si solo lees libros de superación personal, escarbando en sus textos ejercicios y recomendaciones para transformar tu conflictiva o monótona vida, adquiriendo en breve lapso y sin mayor esfuerzo nuevas formas de pensamiento, otro nivel de conciencia o sensibilidad para mejorar condiciones de tu vida, de las relaciones contigo mismo y con los demás, entonces el cuento Tripas, del narrador norteamericanoChuck Palahniuk, va a causarte dolor de estómago. Escozor en tu moralidad. Prurito en las saludables costumbres de lectura. O náuseas, tal vez, por lo antagónico este texto de las optimistas páginas de Wayne W. Dyer, Napoleón Hill, Robin Norwood, James Allen, Anthony Robbins y esa embrolladora legión de autores semejantes con el síndrome de la redención del individuo o del rebaño, recomponiendo tu vida y la de todo el mundo con recetas de amor y tolerancia, comprensión y conocimiento de sí mismo, eficaces con solo destinar a sus enseñanzas varios minutos al día. O adquiriendo, para mayor efectividad, aquellos otros títulos de sus producciones con los cuales se puede y es necesario complementar el tratamiento.


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Umberto Senegal: ¿Cuál es tu hogar literario, Chuck?


Chuck Palahniuk: Un nido encantador y aislado donde uno pueda invitar solamente a la chusma que le cae bien. Un entorno que uno pueda controlar, libre de conflictos y de dolor. Donde uno reine.


Para afrontar tan digna situación literaria, lo mejor es tomarte la Sopa de pollo para el alma, ofrecida por el chef espiritual M.V. Hansen y repetir porción. En cuentos como Tripas, lo repugnante sostendrá un glutinoso tropiezo con tu moralidad cristiana y tus prejuicios literarios. No leas, por lo tanto, dicho texto propio de la ficción transgresiva, este vanguardista género narrativo donde las prácticas sexuales anómalas, apologéticas de inusuales parafilias y saturadas de cruda violencia en todos los ámbitos, con personajes sociópatas y nihilistas violando cuanto tabú constriñe al ser humano, son el tema recurrente y obsesivo de autores como Palahniuk, (Monstruos invisibles); Poppi Z. Brite (El arte más íntimo); Arthur Nersesian (La cagada); Irvin Welsh (Trainspotting); Burroughs (El almuerzo desnudo) y otros como Dennis Cooper, B.E. Ellis o J.G. Ballard. No te acerques a estos autores ni mucho menos a dichas novelas. Continúa tus candorosos ejercicios espirituales con Paulo Coelho, Suryavan Solar, Lair Riveiro, Duque Linares y con El poder del ahora, de Eckhart Tolle. Recuerda el sapiente consejo de Coelho: “Un hombre tiene que escoger. En esto reside su fuerza: en el poder de sus decisiones” (sic). Más transparencia en la sabiduría no puedes exigirle a un escritor.


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U.S: ¿Escribiste este cuento como periodista o como escritor?


Chuck P: El periodista escribe para conectar a la gente con el mundo exterior. Es un conducto. Pero un escritor escritor es distinto. Alguien que escribe ficción es alguien –o eso imagina la gente- que está solo. Tal vez porque la ficción parece conectarlo a uno solamente con la voz de otro individuo. Tal vez porque leer es algo que hacemos a solas. Es un pasatiempo que parece separarnos de lo demás”.


¿Escandalizante?


Si tu criterio de lector lo determinan prejuicios del rebaño al cual perteneces, político, religioso o cultural; si tus lecturas se apoyan en pudorosas recomendaciones de algún locuaz pastor; si confías en selecciones de libros hechas para ti por redactores de alguna revista eclesial, lamentarás entonces perder tu tiempo leyendo estas anotaciones. Te disgustarás conmigo por realzarte la novela transgresora. Por visibilizarte el cuento Tripas, en el caso de que no lo hayas leído. En particular, por traer a tu vida al homosexual de Palahniuk (se pronuncia Polanik). En su libro de crónicas Error humano, Palahniuk afirma: “Todos mis libros tratan de una persona solitaria que busca alguna forma de conectar con los demás. En los sitios donde a la gente no le quedaba nada que perder era donde se contaban las verdades más grandes”.Jamás culparías a tu curiosidad, a tu mal disimulada morbosidad sexual. Por lo tanto, sigue de largo sin dejarte pervertir por esas obras y esos autores citados. Tripas tal vez no se ajuste a tus exigencias estéticas y éticas del cuento. En uno de sus párrafos, describiendo con su estilo minimalista lejos de adjetivos y próximo a los verbos para expresar sin ambigüedades sus imágenes la infortunada y sangrienta masturbación del adolescente dentro de la piscina, relata: “Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad es volver a ponerme el short”. La ficción transgresiva no es para tus oídos ni sirve de abono a tu crecimiento espiritual. Mucho menos propiciará tu entrada triunfal al reino de los cielos. Al mostrar lo grotesco y decadente, lo repulsivo, violento, enfermo y depravado de la sociedad donde habitas, puede opacar tu visión rosa del mundo y la sociedad.


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U.S: ¿Hay mucho de ti en ese joven masturbándose dentro de la piscina?


C.P: Cada vez que uno crea un personaje, ve el mundo con los ojos de ese personaje y busca los detalles que hacen que esa realidad sea la única realidad verdadera.


El minimalismo literario de Chuck puede afectarte si no estás acostumbrado a tal expresión narrativa, parte estructural del cuento. Relato lacerante. Relato estremecedor para tu cuerpo y tus emociones. Quince minutos de lectura, en el caso que no te detengas a subrayar líneas o a decorarle con letra pequeña y en color, acotaciones manuscritas al margen en determinados párrafos, pueden perturbar y pervertirte varios meses de oración, mientras se desarrollan los eventos mediante oraciones lapidarias y párrafos breves: “Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima…la necesito como necesito dientes en el culo”. John Barth, reconoce varios tipos de minimalistas: “Hay minimalistas de estilo: un vocabulario despojado, una sintaxis desnuda que evita el período y la cadencia, los predicados múltiples, y las construcciones subordinadas complejas; una retórica desnuda que elimina por completo el lenguaje figurativo; un tono desnudo”. La escritura de Palahniuk tiene estas virtudes enunciadas por Barth.


4


U.S: ¿Hasta dónde fuiste a buscar la historia para este cuento, Chuck?


C.P: En muchos aspectos, todos esos lugares -los grupos de apoyo, los grupos de rehabilitación en doce pasos, los combates de vehículos agrícolas vienen a cumplir las funciones que antes desempeñaba la religión organizada. Antes íbamos a la iglesia para revelar los peores aspectos de nosotros mismos, nuestros pecados., Para contar nuestras historias. Para que nos reconocieran. Para que nos perdonaran. Y para que nos redimieran y nos aceptaran de vuelta en nuestra comunidad. Aquel ritual era nuestra forma de seguir conectados con la gente y de resolver nuestra ansiedad antes de que esta pudiera llevarnos tan lejos de la humanidad que acabáramos perdidos. En aquelloslugares encontré las historias más verdaderas. En los grupos de apoyo. En los hospitales. En los sitios donde a la gente no le quedaba nada que perder era donde se contaban las verdades más grandes.


¿Divertimento literario?


Tal vez. Podría serlo para aquellos norteamericanos pasmados cuando Palahniuk lee su cuento ante auditorios donde jóvenes y adultos se desmayan al escucharlo. Hombres y mujeres recordando acaso sus períodos de masturbación, vomitan retorciéndose en fingida teatralidad. O porque en realidad las escenas revuelven la total extensión merdosa de sus propios intestinos. Tal vez hace parte de recónditos masoquismos literarios en los apasionados lectores de ficción transgresora. Se me antoja interpretar a Tripas como largo chiste de humor negro, con aderezada premeditación y aguzadas palabras subvirtiendo puritanas actitudes del gusto literario en dispares estratos culturales, sociales y académicos de Norteamérica. Esta es la literatura apta para nutrir millares de lectores en el mundo. La mierda, cuanto más la revuelves peor huele. Y la agitan las editoriales. Y la remueven los críticos. Y la mezclan los reseñadores. Y la revuelven con ávido apetito los lectores. Los medios de información conocen el valor comercial de este perfume intestinal. Todo libro de ficción transgresora, desde Sade hasta Ballard o Dennis Cooper, y desde Burroughs hasta Arthur Nersesian por marginal que parezca al interesarse en sujetos sociales antes ignorados, en lugares desdeñados y lenguajes otrora considerados no literarios, conlleva a rupturas radicales induciendo a una refiguración del pensamiento literario, los temas y estilos y las ideas mismas, libres de patrones éticos, religiosos y culturales de matices ultraconservadores.


5


U.S: En este cuento tuyo encuentro patético el desarrollo de la teoría del Bestand. Cuéntales a los lectores de Arrierías algo al respecto, Chuck.


C.P: Ancestral el nombre de esta publicación, me encanta y viajaría al lugar que lo inspiró, en Colombia. El filósofo Martin Heidegger señaló que los seres humanos suelen considerar al mundo una reserva permanente de materiales que podemos usar. Como unas existencias que podemos procesar para convertirlas en algo más valioso. Árboles que dan madera. Animales que dan carne. A ese mundo de recursos naturales brutos lo llamó Bestand. Parece inevitable que la gente sin acceso a las formas naturales del Bestand como son los pozos petrolíferos o las minas de diamantes recurran al único stock de que disponen; sus vidas. Cada vez más el Bestand de nuestra era es nuestra propiedad intelectual. Nuestras ideas, Las historias de nuestras vidas. Nuestra experiencia.


Si esta es la razón de un cuento con tales características, Palahniuk alcanza su objetivo en una sociedad cuyo libertinaje no debería conmoverse con dicha literatura. Durante la gira para promover su obra Diario: una novela, Palahniuk experimentó con su público leyendo, parte central del acto, Tripas, y avivando la repulsión, el desconcierto y la visceral coprofilia entre quienes lo escuchaban y donde la masturbación fue el eje temático descargado por Chuck sobre su audiencia, en un relato de forzoso masoquismo. Pocos querrán vivir en carne propia tal suceso. Y muchos más de cuantos imagina una mente candorosa, desearán verlo y disfrutarlo desde su posición de espectadores. Tal cuento es parte del libro Haunted. Palahniuk admite influencias estilísticas de Gordon Lish, ese editor que expurgó y depuró en su estilo y su forma muchos cuentos de Carver, dándoles características diferentes a las originales; y de Amy Hempel, la cuentista cuyos textos Cuentos completos, asombran por sus estudiadas y complejas estructuras con frases perfectas en sus delimitaciones descriptivas. En toda su obra, según se aprecia en Tripas, adopta un vocabulario despojado y preciso. Consolida oraciones cortas imitadoras del ritmo, las pausas y oscilaciones orales propias de cualquier persona narrando historias al hablar. Rechaza adjetivos y se deleita con los verbos. La novelista francesa Amélie Nothomb, otra novelista contemporánea prestigiosa, manifiesta igual rechazo por los adjetivos. La de Palahniuk es, según al autor le enorgullece calificarla, ficción transgresiva. Por sus sórdidos ámbitos discurren personajes marginados, reaccionando siempre, -elemento característico del género transgresor-, con agresividad autodestructiva. Tal auto arrasamiento es patético, aunque se mezcle con estremecimientos íntimos del placer solitario en el jovencito protagonista de Tripas: “Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto”, piensa este.


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U.S: Debe tener muchos motivos, ocultos y visibles, para escribir no solo textos como Tripas, sino como sus libros de cuentos o sus novelas


C.P: Sí, bueno, pues bienvenidos al mercado de la ficción literaria. Vuestro libro tiene unos cien días en la estantería de la librería antes de ser considerado un fracaso oficial. Uno se pasa años y años escribiendo. Se sienta a oscuras y dice: Algún día. Un contrato editorial. Una foto en la solapa. Una gira promocional. Y llega el día en que consigue todo eso y no sale como uno lo había planeado. Es por eso por lo que escribo, porque la vida nunca funciona salvo si miras hacia atrás. Y escribir le hace a uno mirar hacia atrás. Porque como es imposible controlar la vida, por lo menos puedes controlar tu versión de la misma.


Junto con la farsa publicitaria y el adecuado manejo del rumor biográfico, los constantes desmayos de algunos individuos escuchando leer Tripas pueden ser verídicos. Hasta 2004, los periodistas puntualizaban un centenar de desmayados. Por cuanto concierne a quindianos, a gente de Calarcá y a unos pocos amigos a quienes obsequié fotocopias del cuento o lo remití a sus correos electrónicos, ninguno se ha desvanecido. Buen porcentaje de estos, sí debe haber experimentado íntimos cosquilleos al releer sobre el antiguo método masturbatorio de los árabes, con cera de vela, revelado por el libidinoso adolescente del cuento. Si interrumpe la lectura de este comentario y salta a internet a buscar información sobre la placentera práctica, de todas maneras, tenga mucho cuidado…Yuxtapuesto a la fugaz pérdida de conocimiento, cuando el cuento llega a su clímax con el inquieto protagonista inmerso en la piscina de su hogar: “…el cielo ondula, celeste, a través de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos”, las contracciones anales de los asistentes a lecturas de Tripas no son tan visibles como sus rostros pávidos y la incomodidad de sus cuerpos, aunque pueden no estar exentos de recóndito placer para cuantos se identifican con las complacencias sexuales de Chuck Palahniuk.


Tripas, ¿es fruto podrido de algún caso clínico vertido por el novelista al extremo narrativo, transformándolo en minimal pieza de horror sadomasoquista? ¿No le sucedió algo parecido al hombre ansioso de explorar su ano como centro de absorbentes estimulaciones? La deglución del cuento inducirá a más de uno a probar con su culo, en alguna piscina privada, algo semejante a lo narrado. Muchas piscinas agroturísticas del Quindío se prestan para llevar a cabo tal experiencia autoerótica. Palahniuk atribuye a Florida cerca de 150 personas muertas anualmente en idéntica situación a la vivida por el protagonista de su cuento. Dicha estadística puede ser un factoide más de los tan empleados por el novelista en sus crónicas, ensayos y ficciones. Tripas… ¿Experimento emocional para observar durante lecturas públicas, como le regocija a Palahniuk hacerlo, las desbordadas reacciones del auditorio desmayándose y abandonando repugnados el lugar? De todo esto y algo más se cuece en el cuento del polémico narrador norteamericano. Aunque cuentos como Tripas no conmueven zonas fundamentales de mi estética literaria, mi filosofía o mi sexualidad, tampoco subvaloro tales textos ni su infractora fauna de narradores excéntricos rebuscando temas desenfrenados y perturbadores. Mucho menos desdeño aquellos cuentos que afrontan con prosa transgresora la descripción escatológica de alguna inusual parafilia.


Recomendaría este cuento para desarrollar actividades de talleres literarios. Lo señalo como ejemplo de quien trabaja sus ficciones con total libertad de expresión, sin cortapisas académicas ni concesiones hacia el lector; sin prejuicios culturales y dejándose llevar por los eventos hasta donde imaginación y realidad se fusionen. Su manejo de la crueldad es obstinado y perverso. Al prescindir de todo accesorio, sin divagaciones éticas ni de tipo sociológico, Palahniuk se desenvuelve con soltura en temas que con otros autores conducirían a monótonas descripciones y rodeos sicológicos haciéndole perder intensidad al cuento. Una ágil pieza narrativa capaz de fastidiar sensibilidades y maltratar mentes pacatas. No se descarta, por las reconocidas tendencias homosexuales del escritor, que el texto haya surgido de alguna vivencia personal y Palahniuk decidiera compartirla, algo común entre miembros de la Cacophony Society. En su libro Error humano, admite: “Mi propio ciclo va así: Realidad. Ficción. Realidad. Ficción. Su experiencia en trabajos sociales con personas sin hogar, en hospicios, dejó subterráneas huellas de compasión y desolación más tarde enriquecedoras de sus novelas.


¿Hacia dónde apunta este tipo de cuentos?


A excitar la imaginación y fustigar una sociedad hipócrita, temerosa del sexo, desquiciada por sus apetitos, reprimida por fundamentalismos evangélicos. A lo largo del cuento saltan a la vista vivencias juveniles del escritor, rastros que en su ano dejaron múltiples y frenéticas experiencias masturbadoras decantadas, ahora, por su prosa impúdica y provocadora. Palahniuk lo reconoce en una entrevista: “Cada vez que escribo algo creo que es lo más ofensivo y que nunca escribiré algo así. Pero no. Me sorprendo siempre a mí mismo”.


7


U.S: Chuck, me gustaría escuchar en tu propia voz el comienzo de tu cuento…


C.P: Inhala. Toma tanto aire como puedas. Esta historia debería durar lo que puedas aguantar la respiración, y después un poquito más. Así que escucha tan rápido como puedas. Un amigo mío, cuando tenía 13 años oyó hablar del pegging. Esto es cuando un hombre es penetrado por el culo con un consolador. Se estimula la glándula prostática lo suficiente, y el rumor es que se pueden tener explosivos orgasmos manos-libres…


U.S: ¿Puedo ver el vibrador que tienes ahí?


Es muy silencioso y no tiene ftalatos. Es hipoalergénico y trabaja al ritmo de la música de mi iPod.


Nota aclaratoria: Las respuestas de Palahniuk a mis preguntas, recurso literario dentro de este texto, con excepción de la última, las extraje sin cambio alguno de su libro Error humano, Editorial Sudamericana S.A. Buenos Aires, 2007. Traducción de Javier Calvo.


(Publicado originalmente en el portal ARRIERÍAS
y transcripto por expresa voluntad del autor)

*Nació en Calarcá, Quindío, Colombia. Poeta, cuentista, ensayista, educador y editor. Director del Centro de Estudios Robert Walser (Calarcá, Quindío, Colombia). Licenciado en Español y Literatura. Ha colaborado en múltiples periódicos y revistas de Colombia y otros lugares del mundo. Sus haikus han sido traducidos a 12 idiomas. Algunos de sus textos en prosa y verso figuran en antologías dentro y fuera del país. Fundador y Presidente de la Asociación Colombiana de Haiku. Coordinador del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos, Miguel Castillo Didier. Codirector del Centro de Investigación y Difusión del Minicuento, Lauro Zavala. Vicepresidente de la Fundación Pundarika. Asesor literario y coordinador de Cuadernos Negros Editorial, de Calarcá, Quindío. Ha editado y dirigido varias revistas y periódicos literarios entre ellas la Revista de arte y literatura, Kanora. Ganador de varios concursos regionales de cuento y poesía. Ha publicado 24 libros de poesía, minificción, cuento, haiku y ensayo. Tiene varios libros inéditos sobre Robert Walser. IM: Entre cuento, haiku, minificción, poesía, ensayo o lo que tú denominas cuento atómico, ¿con cuál te sientes más cómodo? ¿Por qué? US: Cada forma literaria de las enunciadas por ti, me satisface a plenitud cuando es con esa expresión verbal, con ese género determinado que mis vivencias, mis emociones, sentimientos e ideas, buscan exteriorizarse por escrito. Cada impresión interior elige, no sé cómo, la forma literaria para concretarse. Del cerebro al papel, ocurre la elección del género. La intensidad de la vivencia adopta una estructura de acuerdo con la conciencia que tenga yo del evento. Surge entonces un haiku. Germina una minificción. El cuento atómico llega como cincelado en la imagen, en el acontecimiento que lo inspiró. Con ninguno realizo esfuerzos más allá de las correcciones adecuadas cuando el texto se convierte en realidad literaria. Todos me son placenteros y con cada uno de ellos, cuando el hecho así lo produce, me siento íntimamente conectado, sin contradicciones de ninguna índole, sin arrepentimientos porque quise decir algo en un género y lo especifiqué en otro. IM: ¿Por qué no le cuentas a nuestros lectores acerca de Robert Walser? US: Sí, contémosle a quien tenga el alma, la conciencia, todos sus sentidos abiertos al máximo, que Walser fue un iluminado zen y nunca lo supo. Nadie se lo dijo en el manicomio de Herisau. Hablémosle al oído, a quien pueda escuchar susurros de este tipo, sobre el mayor y más desconocido (ahora, no tanto) escritor que ha dado el mundo en los últimos cien años. Walser, el escritor de lo superficial, de los detalles visibles y mínimos, abre desde ellos los abismos literarios donde pocos son capaces de descender. Desde la materia, lo cotidiano sensorial, señala senderos sicológicos, metafísicos, filosóficos, religiosos y estéticos a fenómenos del mundo y la vida, de los sentimientos, la soledad, el paisaje, el ser y la nada, que pocos narradores y poetas han trazado para caminarlos como lectores o protagonistas. Cuando se conoce la obra de Walser, es imposible seguir impasible al mundo que nos rodea. Todo se llena de nuevas voces. Nuevas miradas. Nuevas reflexiones. Todo se llena de síntesis pero también de dimensiones nuevas hacia lo real o lo imaginario. Hombre y obra son conmovedores. Te lo aseguro: nadie queda incólume, nadie desea seguir igual cuando ingresa a la obra de Walser. Entre sus múltiples dimensiones literarias, tiene la magistralidad de lo breve. Puedes comenzar por los tres volúmenes de Escrito a lápiz: Microgramas I (1924-1925), Microgramas II (1926-1927) y Microgramas III (1925-1932). Uno de los más bellos estudios sobre su obra y vida, lo escribió Jürg Amann y se llama: Robert Walser. Una biografía literaria. IM: ¿Cuál es la motivación de Cuadernos Negros para publicar microrrelatos? US: Nuestra admiración por el género. El gusto íntimo de leerlos y contribuir a que otras personas los lean y disfruten también. El gozo de fructificar, aunque parte de la cosecha se pierda. Alguna ave se acercará a comer sus frutos. Igual que escribirlos, la nuestra con Cuadernos Negros y su sección de minicuentística regional, nacional e internacional es una acción no premeditada, no comercial, no utilitarista ni con presunciones literarias de ninguna índole. Innegablemente, dejar una huella del género en nuestra ciudad, en nuestro departamento y tal vez en nuestro país. Contribuir a su visibilización dentro de la narrativa y, en particular, dentro del cuento en Colombia y en el Quindío. Es como señalar la aparición del arcoíris a individuos que van de prisa y no les importa el arco, ni el día, ni el mundo donde viven. Por cuanto se refiere a Colombia, a los teóricos que en algún momento escribirán la historia del género, es confirmarles con cada uno de los cuadernos editados -parte de obras más desarrolladas en sus autores-, que en el departamento del Quindío por algún motivo no académico el microrrelato ha tenido, tiene y tendrá raíces recónditas en la literatura y la visión que el hombre contemporáneo posee de la sociedad actual. De toda realidad. De todo imaginario. IM: Atrévete a hacer un listado imprescindible de libros dedicados al microrrelato. US: Seductora tu propuesta. Veinte años atrás, se habría podido hacer, en torno al género en lengua castellana, dicho listado sin vacilaciones ni vacíos. Diez años atrás, se habría complicado la enumeración de autores y obras. Pasos de dinosaurio. Y de por medio habría sido ineludible comenzar a citar a los teóricos, a los comentaristas, a cuantos sin condicionamientos narrativos fueron aproximándose al género desde otros puntos de vista. Cinco años atrás, el listado comienza a convertirse en una torre de Babel. Bodega de Babel. La minificción hace explosión e implosión. Por sobre los criterios editoriales de los grandes empresarios del libro. Por sobre los cuestionamientos de los críticos y los lectores. Por sobre el gusto literario predominante. El viejo canon del microrrelato se derrumba. Los lectores que descubren el minicuento, imponen sus propios gustos. Revelan obras y autores. La minificción se crece a pesar de todos y contra todos. Proteica en sus formas, en sus temas, en su extensión, en su estructura. La minificción clásica y la posmoderna se atraviesan, se inseminan, se mezclan, se enriquecen a partir de los elementos utilizados por autores reconocidos como pioneros y los recursos de millares de jóvenes incursionando en el género, presentando sus propuestas sin temor ni reverencias para con nadie. ¿Listado?... ¡Dios mío, si cada país tiene decenas de buenos autores y no voy a caer aquí en el error de citar aquellos que los antologistas siempre incluyen en sus colecciones eruditas y limitadas! Los estudiosos descubren cada día nuevos narradores, antiguos o modernos, que rindieron culto a dicho género, a veces sin saber qué estaban escribiendo al parir textos breves sin un sitial definido dentro de la narrativa, dentro del cuento o la poesía en prosa. De Colombia, tengo en mi archivo una bibliografía del minicuento con cerca de 1.000 autores quienes, en menor o mayor grado, han incursionado en el género. Y en cada país de Hispanoamérica sucede igual. Solo se requiere comenzar a leer y entender los textos desde tal perspectiva literaria y narrativa, para hallar perlas, tesoros de todo tipo. IM: ¿Hacia dónde va el microrrelato en Colombia? Trázanos un mapa. US: Hacia la madurez técnica y formal del género. Colombia, como México y Argentina, como Venezuela, contribuye a consolidar las diversas variantes del microrrelato en castellano. Nuestros autores, los destacados porque alguien los incluye en un libro atendiendo a su particular gusto, a sus inclinaciones y compromisos o a su capacidad investigativa; y los menos conocidos, porque son poco visibles para los lectores y los timoratos editores con garra comercial solo para la novela o el ensayo, impulsan día tras día por diferentes medios la realidad literaria y genérica del minicuento. En Colombia la minificción tiene identidad específica. A pesar de sus detractores, casi todos ellos desconocedores de sus raíces y su evolución, el microrrelato ocupa lugares privilegiados en universidades, revistas, periódicos, cátedras, estudios, etc. Un recorrido por los blogs, portales, revistas y páginas de todo tipo en internet, puede abrirle los ojos al más insensible de los lectores que subvaloran el género. El microrrelato en lengua castellana es un dinosaurio que camina seguro de sí mismo, sin hacerle daño nadie y sin que ninguno pueda detenerlo o herirlo, desde mediados del siglo XX, hacia la consolidación literaria de un género representativo del pensamiento y la vida del hombre y la sociedad del siglo XXI. Un dinosaurio capaz de transformarse en mariposa, en gato, en mosca, en oveja, en colibrí, de acuerdo con la mirada del observador. IM: ¿Edición tradicional, nuevos formatos, formatos digitales? ¿Cuál es la plataforma más adecuada para el microrrelato en tu concepto? US: Esta es una de las sobresalientes virtudes del género: todas las plataformas son adecuadas para un microrrelato. Cabe en cualquier sitio. Se ve soberbio y seductor en diversos formatos. Desde una arcaica enciclopedia de papel hasta un sencillo celular. En una pared, como grafiti. En un cuadernillo. En un voluminoso libro. En una hoja volante. En la pantalla. En la voz de quien lo relata. Ave para cualquier nido. Ave de todas las estaciones. Donde encuentro un microrrelato, lo saludo con emoción. ¡Son tan visibles, tan discretos pero tan deslumbrantes! Décadas atrás, el libro era su cuna, su pedestal. Sigue siendo uno de sus receptáculos tradicionales, pero el microrrelato se tomó los espacios tecnológicos para configurar una nueva manera de ser leído asimilado, comprendido y observado. Un libro: El Tao-Teh-King. Una película: El ladrón de bicicletas. Una comida: Cualquier variedad de tamal colombiano. Una ciudad: Agarttha. Un deseo: Escribir una noveleta por el estilo de La paloma, La casa de las bellas durmientes o Seda. Un secreto: La técnica sicológica que empleo para escribir un Cuento atómico. Un amor platónico: En realidad, tres: Lolita, Alicia y Caperucita roja. Una frivolidad: Asistir a conferencias donde sus expositores emplean el discurso vacío. Un capricho: La multiplicidad de sentidos en algo que escriba. Un haiku, un cuento atómico. Un insulto: ¡Haces gárgaras con la menstruación de tu madre! Tomado de: http://revistamicrorrelatos.blogspot.com/

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