PERTENENCIA Y EXILIO
por XIMENA GAUTIER GREAVE
Las bestias y las aves al llegar la estación,
Primavera, el instinto, el mágico calor
crea fertilidad, duplicando el vigor.
También la Humanidad, a ese mosaico inmenso
en medio de los campos o allá en la ciudad,
participando está a su propio alumbramiento
arriba en la montaña o a la orilla del mar.
Y uniéndose los sexos fecundan lo carnal
destello de un orgasmo que es más que terrenal.
De Amor el estilete sangrando al cincelar
sagrado acoplamiento de esencia material
cuyos montes y valles dominan lo mental.
Naciendo los pequeños se van a impregnar,
son potentes descargas de emotividad.
Su alma y su cerebro así heredarán
los signos esenciales, la marca maternal.
Ese olor y sabor, romance impalpable
De ternuras, caricias, presencia de los padres.
Ese es su centro inmóvil, ombligo y equilibrio
El seno, su existencia, el meollo requerido
Su eje e identidad, señal de su destino.
Las líneas de ese entorno sus ojos guardarán
Ningún lugar podrá su ausencia compensar
Ni gozo logrará ese llanto silenciar
Ni otro cielo podrá ese cielo suplantar
Y aquel verdor ninguna selva ostentará
No habrá suelo que sea como el suelo natal
Ni luz que opaque un día la luz de aquel salar
Y a la felicidad ninguna senda irá
Nunca más hasta su alma sus pasos llegarán
Ni podrán encontrar la huella al más allá...
MI JOTABÉ PARA UN POETA… UN GRAN AMIGO
(versos endecasílabos con rima consonante AA-BBBB-CC-ABC)
por GERARDO MARÍA GIRALDO PÉREZ
Rima Jotabé contagia alegría
es mar acariciando la bahía.
Es mi homenaje amigo mexicano
desde Colombia le extiendo mi mano,
es mi padrino y parece mi hermano
él con su guitarra es un artesano.
Mi cuate querido, Dios te bendiga
tus bellos escritos que él los prodiga.
Con sus versos mi corazón rocía
es gran maestro cuando toca el piano
Es buen sembrador que da buena espiga.
¡SEREMOS!
por JHON JAIRO SALINAS
Seremos como la arcilla que se endurece con el sol de la esperanza, no caeremos en el barro de la putrefacta Política corrupta, mezquina y asesina. ¡Que el viento sople a nuestro favor! con la fuerza ciclópea del pueblo, desterrando la tormenta de la infamia. ¡Sí! como vientos huracanados saldremos a las calles para redoblar las campanas. Seremos volcanes, emanando la lava ardiente de amor por el pueblo y la justicia social. ¡No dejemos que nuestros corazones se insuflen de odio! pero tampoco permitiremos que ellos nos tiren la rosa con espinas…¡No!… Haremos en fuerza de la naturaleza, la energía y ebullición del combustible; para incendiar de amor y ternura a nuestros niños marginados. Que la Pacha Mama abrace con energía cósmica nuestros frutos…Son de nosotros y para nosotros, de nadie más… No queremos una patria asesina, tampoco queremos que las lágrimas de nuestras mujeres, sean estampadas en gélidas lápidas, llorando eternamente a sus críos, que murieron en la obsurda guerra… Guerra perpetuada por ellos… Solo por ellos… ¡Es hora de levantar el estandarte de la dignidad!, es hora de levantar la bandera de la paz, Que millones de voces exijan el derecho a la vida. No más sangre derramada en patria humillada. Que los manantiales sigan irradiando la calma en nuestros ríos, que nuestros bosques sigan siendo el oxígeno de la vida. Que nuestra selva sea canto de eterna rebeldía… Sí. La rebeldía contra esta maldita tiranía… haremos de la paz una hermosa sinfonía, dejando para nuestro pueblo una eterna alegría, desterrando para siempre la pérfida melancolía…
ANDRES CAICEDO ESTELA
por NUBIA CASTILLO VALENCIA
Bajo soledades citadinas
de sol, asfalto y música
me miras…
hombre camino, corriente,
viento, infinito, libre de gravedad,
melodía, sin amante, sin tierra.
Ojos nuevos, bajo la inentendible
fuerza del alucinógeno;
fuiste a la otra orilla,
a la periferia de otro sentir:
dicha del desnudo.
Entrega, desgarramiento, alumbramiento,
pensamientos que surcan al rio Pance.
Soledades acostumbradas a que la nada ocurra,
caminante sin prisa,
caminante del camino sin retorno,
no sabes lo que has dejado,
sueño que desvías el umbral
de la esencia y la partida.
Tu engendraste la soledad con la carne,
la podredumbre y el olvido
en el eslabón hacia el horizonte
del éxtasis que te sumergió la música.
ERRANTE
por LUPE CASTILLO
(Al artista chileno, Iván. Andarín por Pereira)
“Hay quienes desembarcan ardiendo con un grito
Sin barcos y sin armas por la vida”
León Gieco
Diestro dispensador del tiempo
versado semaforista de la noche
tiznado de hollín, hasta los dientes,
mago de las antorchas luminosas
por devaluadas monedas que te dan.
Equilibrista de balancines, en el día
machetes, aros, cuerdas, monoruedas;
secuaces de espinosos malabares.
Mientras tu ser clama por un bocado
o descansar, limpiarte en algún antro
hay un manojo de migajas que no alcanza.
Estética, destreza, reflejos resistentes, eres
entre el calor fustigante que apelmaza
todo por subsistir, asiduas ganas,
bajo la pestilente ceguera del estado.
Poemochilero,
espejista del circo de las sombras.
Estelas de usurpación advierten tus jirones.
Andarín, migrante, desplazado,
nómada golondrina desahuciada,
brega de incertidumbres en el aire,
desencajado rostro de hambre intacto.
LA MUERTE*
por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
Estas palabras
No han debido
Ser escritas.
Estas palabras
Se juntaron
Solo para cantar
Un lamento.
Cuando las palabras
Que pudieran
Contener un lamento
Se escriben, muchas
Se pierden en
El abismo de los pensamientos.
Dice la Palabra
Dulce y Sagrada
Que la muerte
Lleva el alma
A una Nueva Vida.
Seguramente
Sea cierto,
No tengo duda.
Pero la Palabra
Dulce y Sagrada
Poco habla
De los estragos
Que produce
Una indebida
O inesperada
Partida.
Cuando la muerte
Llega a la casa,
Se instalan con ella
La Soledad y la Tristeza.
La tristeza contamina
Las lágrimas de
Los dolientes;
Las llena de un aserrín
Diminuto, azafranado,
Que irrita toda
La conjuntiva.
Salen las lágrimas
Con dolor de parturienta,
Porque las lágrimas
De la muerte
Se desgajan
En racimos
De cinco en cinco.
No bajan ordenadas
Como las lágrimas
De un adios con regreso,
Que bajan lentamente
Por la mejilla,
Y permiten el
Asomo de alguna
Sutil sonrisa.
Las lágrimas de
La muerte
Caen en pedazos
-sin ningún orden-,
Como mendrugos
Desechados del alma,
Arrancados de un
Solo tajo.
Destilan en su salida
La sangre salada
Y transparente
Que irriga al alma,
Y que es la vida;
Sangre que viene
A beber, la sedienta
Y languida muerte.
Con la muerte
Se reconoce a
La Soledad
Bailando frente
Al espíritu,
El baile eterno y solar
Que bailan
Con multicolores faldones
Los Sufíes -obedientes
Hombres de lana-.
En el tiempo del duelo,
La Soledad
Arma su tienda
Junto al corazón
De la madre
Que ha perdido
A su hijo.
Impide que entre
Y repose en ella,
El Espíritu de Consolación
Que envía Dios
Con los justos.
Es cierto
Que algunas muertes
Son refrigerio
Para las almas,
Pero también
Cierto es,
Que muchas muertes,
Son un ataque indolente
Hacia algunas vidas
Desprevenidas
Que se sabían
Inocentes.
¿Quién inventó
La muerte?
Y por qué llega
Sin avisar,
Y por qué
Cuando avisa
Tampoco nadie
La advierte.
Es por esto
Que digo
Sin ternura
Y sin alegría,
Que en este aciago
Día, te odio
¡Oh muerte!
De muerte.
Ya no te tengo compasión
Ni temo tu llegada,
Pues, en esta bendita
Y oscura hora
Ya no temo al dolor,
Al hambre,
A la oscuridad,
Ya no temo a la maldad,
Ya no le temo a nada.
Cuando vengas
En pos de mí,
No me avises
Ni te duermas,
Que mis ojos
-en fatal deseo-
Quieren ver
Tu rostro enfermo.
Quiero decirte, además,
Como ultimátum
De un sentenciado:
Que iré contigo,
Ente inmolado,
Pero en mi casa
No quiero verte.
También sé
Que no tienes ojos.
Solo dos lánguidas
Cuencas tienes
Para ver nada;
Dos cuencas
Malolientes
Que llenaré de sal
Y sembraré con
Flores de amapola;
Porque en este
Día gris
Te prometo
Y hasta que duerma,
Que sin descanso
Te odiaré,
Aunque no te odio yo
Sino el intenso dolor
Que siento,
Un dolor que no descansa
Y que te acusa ante
El Altísimo
-por injusta y
Traicionera-,
Muerte cruel y
Presurosa,
Primogénita
De la maldad,
Que la fosa
Tienes por madriguera.
Es por esto
Que digo
Sin ternura
Y sin alegría
Que en este aciago
Día, te odio
¡Oh muerte!
De muerte.
*Publicado en la Revista Viguerías Culturales de Envigado (Colombia), edición julio/2021.
TERTULIA DE VIDA Y MUERTE
por ANA MARÍA DELGADO PÉREZ
Ella, va y vine, viene y va, rítmica, sonora, armoniosa, genuina,
siempre tan ella, inconfundible, estremecedora,
dulce, amable, decente, confiable, indomable, espontanea, osada, brillante,
con fragancia a bosque, misteriosa, como aurora.
Serena, con sus pies meciéndose en el agua dulce
se lee hacia adentro e interpreta el universo,
forjándose propósitos íntimos e infinitos.
Ella, con sus ojos como conjunción de reminiscencias
y su piel como memoria viva, sensible, estremecedora, infinita,
convierte sus labios, en pista infinita de conceptos
que escapan al universo en forma de gotas de agua y fuego.
Autónoma, poderosa, autentica,
marcha urgente, con sus pies como inclementes carniceros del sosiego,
contemplando realidades planas, secas, angustiosas,
la materialidad y sus sombras miserables.
Con sus manos macizas, en las que el tiempo se fragmenta,
desenreda animales del arpón de la muerte
y desancla cuerpos incapaces por sí solos de girar y armonizarse.
Les prodiga sol y sombra, fuerza y racionalidad, calor y amparo,
los conmociona y obliga a pensarse como seres conflictivos y fraccionados,
a actuar y renunciar firmemente a sus cuerpos fosilizados,
a ir y venir, caminado, naciendo y muriendo a cada segundo,
resignificándose, respirando, mutando, siempre mutando.
TE PIDO QUE OLVIDES
por FELIX DOMINGO CABEZAS PRADO
Tu rencor arrastra, mi perdón sosiega
Tu egoísmo aprieta
Las entrañas de mi alma
Mi amor por ti
Abre la puerta de la luz
Exacto
Una estrella de esperanza
Nos espera dichosa
Tu perdón, allanará el camino
Y los dos bañaremos
En el cauce de este río de amor.
POEMA 1
por CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE
Otra sinrazón de Aquiles
El amor es frágil,
no alcanza las simas de rencor
que la palabra siembra contra las ventanas.
Y hoy,
los domadores de leones del circo
sembrarán rencor a manotadas
entre los pocos surcos limpios.
La lengua, fuego compartido
en el calor de la piel,
que amamanta futuros y sonrisas,
no superara los aromas de cizaña
de los cosechadores de noches asesinas.
Y nosotros, habitantes del miedo,
borregos con dientes, abucheados
seremos. Por pastores engrasados
pasto del odio verde. Habi–tontos de vísceras.
Por eso, hoy no saldré a exhibir mi hambre. De lobo
rumiaré en el fondo. De las soledades en esta apestosa covacha.
La gloria. Vendida como ilusoria tienda de campaña.
HAMLET
por ALEJANDRO AZAG
Bate sus brazos el Gallo
y descubre la presencia del intruso
dirige la espada siempre certera
-con o sin velo-
carne hervida
para blancos cerdos.
Vuelve el renacido
para darse cuenta
que celebran en su funeral
y festejan su muerte…
¡se cortan las cabezas necesarias!
A LOS PADRES E HIJOS DE LA TIERRA
por ANDRÉS FELIPE CARDONA MORENO, "ANDRÉS DICKINSON"*
Si la vida no me engaña,
esta tarde veré al día
desmayado en la montaña.
Despierta la cofradía
en el bosque que relumbra,
y dormido en el baluarte
de la noche, en la penumbra,
se escucha el econo sin arte
de la gloria.
Así, sepultos en la tierra, la batalla
se inicia ante los insultos
de un dios impuro y canalla:
la piel del bosque es la gracia
de su hambre y de su inmenso ego.
Sin domar su perspicacia,
destruye todo sosiego
de una caterva de dioses
que se saben
padres e hijos de la tierra.
Los adioses
no se nombran,
son prolijos.
Sin embargo, ellos no lloran:
dejan caer su alma al cielo
de polvo y miel,
y le imploran a la noche
su consuelo.
*En la hendidura donde se entrelaza cada movimiento literario está el ingreso de una nueva generación que sigue entretejiendo las narrativas que afloran en cada época. Es un legendario telar donde se pespuntean relatos orales, escritos y semiológicos como inseparable memoria de lo acaecido a los pueblos. En esta amalgama de encuentros intergeneracionales es un compromiso reconocer la dote fértil de la juventud que brilla desde el arte poético. La misma que en esta ocasión está representada en uno de nuestros sensibles poetas quien va posicionando su semilla literaria. A mucho honor, destello de la entrañable Antioquia.
¡Salud! Andrés Dickinson, por ser polen y pétalo fresco en el cauce de las lides artísticas que venimos sembrando, líneas y surcos de la paz, la vida y la reconciliación. En el verdor que vigoriza a ¡Uyayay! Colectivo Poético, es el cantor promisorio, profundamente excepcional en sus textos. Exponente de una sublimidad lírica librepensadora, existencial. Basta con libar cualquiera de sus creaciones, DESVARIÓS NOCTURNOS, […] “VI Me rendí a mitad de camino. DESVARIÓS NOCTURNOS, Me asistieron las aves del bosque. / Un asno lamió mis ojos. / Los vi. Ahí estaba yo”. […]. Se explaya, lo hallamos absorto entre la descripción de la individualidad y el embate en que nos imbuye la fuerza cósmica. El poeta despoja el poder voraz de las cargas externas ante nuestra lasitud.
Transitando las líneas del poema EL COBARDE, “Usaba el dolor a ultranza el cobarde. / Como un artista, gustaba construir / de la belleza el solio en una tarde, / para evitar el cercano derruir” […]. Recalca la efimeritud en que esquía la soberbia humana, como opción entre los vicios que nos describen y el destino inexorable que nos acuna en la oscilación de la evolución y la involución.
Gracias al relevo generacional, se disfruta, documenta y siente la historia cruda, fluyente, diversa y de amplia cobertura, porque el fresco melado de la juventud y el níveo arroyo de la experiencia en la obra de la humanidad, debe continuar el sendero legado, asumirlo como linaje postrimero. Estirpe que abre el follaje, esparce raíces, irrumpe en pétalos creativos para seguir visibilizando el ahora, como adeudo de mantener el hilo rojo por los siglos venideros.
Un brindis ineludible para honrar a quienes trazan la ulterior narrativa. Gratitud por la ancestralidad que dejó podada la trocha hasta donde le alcanzó la vida. Andrés Dickinson toma el legado solariego con exquisitez verbal. Prolífico joven poeta, quien desde ya se augura en la historia, un podio como artista. Empeña trazos del estrépito imperceptible de la condición humana, es profundo al escarbar los holocaustos subjetivos, como se aprecian en el fragmento del poema EL POLO […] “IX / Durante un breve sosiego se manifestó la urdimbre de los seres. Ardía cual antorcha vista a través del agua, internamente, para disponer su voluntad a los designios de la muerte.” […].
“Andrés Dickinson, seudónimo de Andrés Felipe Cardona, es un escritor y poeta que nació en Andes, Antioquia, en 1995, faltando 4 días para finiquitar ese año. Vive en Medellín hace 21 años, y ha sido esta ciudad donde se ha formado. Escribe desde los 15 años y entonces no se ha detenido hasta la fecha, ejerciendo al tiempo labores como piscinero y luego coordinador de alturas. Fue miembro del Grupo de Escritores del CDCM, con el que publicó en colectivo "Voces del barrio" (2017) con Pulso & Letra Editores. En el año 2016 fue parte del XVII Encuentro de poetas de Comfenalco Antioquia con el poema "A mi padre". Ha publicado diversos poemas en varias revistas digital e impresas, tales como Cosmogonía y Filología: Gacetilla Académica y Cultural, entre otras. En el 2021 publicó junto a otros escritores una antología de relatos de terror titulada "Relatos de la oscuridad" con ITA Editorial. Actualmente finaliza estudios de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana. Su mayor sueño es llegar a ocupar un lugar entre los grandes.”**
**Autora: LUPE CASTILLO
CUENTOS, ENSAYOS Y VIDEOS
CONCIERTO DE MARIMBA (Intérprete: EDER ORTEGA, Música: GERMÁN RUIZ)
Letra: JORGE SANTACRUZ
VENDRÁ FEDERICO
por UMBERTO SENEGAL
EL DUELO (Poesía sonora-Underground)
por ALEXANDER VÉLEZ GONZÁLEZ
HOMENAJE AL POETA NARIÑENSE,
JORGE SANTA CRUZ GÓMEZ
por OMAIRA BASTIDAS PATIÑO
"PLEGARIA" (Videopoema)
por HERNÁN MALLAMA ROUX
DE FUEGOS (del libro "Poemas con un fondo de agua")
por CAROLINA GIRALDO
FERNANDO LOPEZ RODRÍGUEZ: ENTRE CAÑAMELARES DEL INSTANTE
por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
Entre poetas que en Colombia se han consagrado al haiku durante varias décadas, el cartagüeño Fernando López Rodríguez es de los más sobresalientes por su constancia escribiéndolo, leyéndolo, estudiándolo y difundiendo tan atractivo estilo literario. Cerca de treinta años dedicado a plasmar esta forma de poesía tradicional japonesa, en la época cuando la mayoría de escritores colombianos la juzgaban con desdén, como escritura ingenua y superficial.
López empezó a escribir este tipo de literatura en su juventud. Sus obras, a partir del primer libro publicado, Tocarte y huir, 1996, y desde cuando los incluía en plegables o revistas de la región hasta su poemario más reciente, dan fe de su manera de percibir el mundo que mediante el haiku contribuye a arraigar dicha expresión en Colombia, a darle identidad temática particular. Lo ha sembrado y lo cultiva con diligencia, atento siempre a los procesos literarios que insertan el haiku en la poesía latinoamericana. Nadie ha sido tan fiel a la esencia y escritura de este, año tras año dedicándose a su investigación y difusión. Su tiempo, su patrimonio, su rigor académico, su espíritu generoso y capacidad de ser permeable al haiku clásico y moderno, lo inscriben entre los más representativos haijines del país, incluyéndosele en varias antologías y libros foráneos. Su destino y vocación siguen dando fe, por escrito y con su forma de vida, de la permanencia de este sutil género en nuestro medio poético.
Múltiples poemas de Cañamelares, rememoran la historia real de vida y muerte de nuestros ancestros, vivifican una historia familiar, puede ser la del lector, la del mismo poeta, la mía, la del habitante de algún territorio apartado. También hay en ellos preguntas constantes sobre el sentido de la existencia sin resolver, que a la vez invitan a dejarse ir entre cañamelares del instante. Algunos poemas indican, a quienes los leen sin ninguna interpretación filosófica, que somos vida y muerte entre cantos y vuelos en fuga. Éxtasis y exaltación al revelar el mundo cotidiano, características temáticas y de estilo en estos poemas.
Y aunque la naturaleza camina apacible entre los sentidos del lector despierto, no deja de surgir la incógnita sobre el aquí y el ahora, por ejemplo, de un zapato en el árbol que no dejó huella en el sendero, hermosa figura capaz de incitar a ser realistas sobre las verdades concretas de cuanto terminamos siendo.
En ocasiones en estos deleitables haikus del poeta, publicó en el 2006 su segundo libro con dichas estrofas, Vecino del viento y las chicharras, se rememoran acciones imposibles de tejer como si fuesen lamentos que a diario expresamos debido a lo transitorio de la existencia. Cañamelares es un conjunto de poesías apropiadas para que el lector, capaz de valorar y vivir el haiku, absorba su fragancia existencial, su contenido de humor sutil, sus momentos de tensión, de sufrimiento, de realidad, de espera sin fin.
De seguro en algunos poemas encontrarán optimismo, regocijo junto a las trinitarias de pétalos abiertos bajo la lluvia, un canto breve al mundo, asombro ante sucesos donde brota la calma, que nos introducen en el cristalino devenir y conllevan a no dejarnos amilanar por la angustia cotidiana. Son un banquete en honor a la esperanza, una exhortación a tener fortaleza, sin olvidar el esfuerzo como elemento primordial para lograr cosechar frutos.
Fernando, sin duda, el aroma de los cañamelares es aire de la infancia, recuerdo revivido, para bien o para mal, con el fin de recrear en la edad adulta a ese niño que mira quizá con ternura y compasión el tiempo nauseabundo, o de pronto es la ilusión de realizar algún deseo recóndito. No obstante, en el transcurrir de dicha lectura, se percibe la desazón que impregna lo fugaz del trino y del aleteo, lo efímero de la felicidad…
Al leer estos poemas queda la pregunta que debe resolver quien los haya asimilado con sencillez existencial: ¿Leo o vivo? El poeta Fernando López Rodríguez, autor de un cuarto libro de haikus, Alabanza para grillos, 2014, en esta bella obra nos resuelve con la exactitud formal y determinante de sus haikus, las incertidumbres a través de cada cálido poema de Cañamelares, permitiéndonos saborear el dulce de la respuesta sin nosotros haberla percibido. Sugiero su relectura. O usted poeta es quien tiene la última palabra con nuevos Cañamelares, dueños de atributos similares para resolvernos tal encrucijada.
(Publicado originalmente en el diario "LA CRÓNICA DEL QUINDÍO" y reproducido con expresa autorización de su autor).
DÍA MUNDIAL DE LA SALUD SEXUAL
por RUBÉN DARÍO FRANCO NARVÁEZ
Los padres que no educan sexualmente a sus hijos,
son los primeros responsables de los inaceptables yerros que ellos cometan.
RDFN
El 4 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, una iniciativa promovida por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) desde el año 2010.
La finalidad de esta efeméride es concienciar a la población acerca de la promoción de los derechos sexuales, la diversidad sexual, así como la salud sexual y reproductiva de una manera placentera, sin discriminación o riesgos.
Asimismo, se trata de divulgar información acerca de los factores de riesgo, enfermedades de transmisión sexual y contagios, así como las precauciones pertinentes para una vida sexual saludable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como "un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia".
La sexualidad abarca aspectos como el sexo, la identidad de género, el erotismo, el placer, la reproducción y la intimidad. Se expresa en pensamientos, valores, creencias, deseos, actitudes, roles y prácticas.
Los derechos sexuales contemplados en los derechos humanos, son: El derecho a la igualdad y a la no-discriminación. / El derecho a la vida, libertad y seguridad de las personas. / El derecho a la autonomía e integridad del cuerpo. / El derecho a una vida libre de tortura, trato o pena crueles, inhumanos o degradantes. / El derecho a una vida libre de todas las formas de violencia y de coerción. / El derecho a la privacidad. / El derecho al grado máximo alcanzable de salud, incluyendo la salud sexual que comprende experiencias sexuales placenteras, satisfactorias y seguras. / El derecho a gozar de los adelantos científicos y de los beneficios que de ellos resulten. / El derecho a la información. / El derecho a la educación y el derecho a la educación integral de la sexualidad. / El derecho a contraer, formar o disolver el matrimonio y otras formas similares de relaciones basadas en la equidad y el pleno y libre consentimiento. / El derecho a decidir tener hijos, el número y espaciamiento de los mismos, y a tener acceso a la información y los medios para lograrlo. / El derecho a la libertad de pensamiento, opinión y expresión. / El derecho a la libre asociación y reunión pacíficas. / El derecho a participar en la vida pública y política. / El derecho al acceso a la justicia y a la retribución y la indemnización.
Y LA ABUELA TAMBIEN HABLÓ MAL
por CARLOS ALBERTO RICCHETTI
Una como tantas otras noches, la abuela decidió reunirnos cerca de la chimenea para narrar sus increíbles historias. Eloísa, mi hermana por parte de mamá, estaba muy inquieta. Le di toda la ración de galletitas dulces que me correspondían a diario. Sin embargo, seguía fastidiosa, maleducada. La llegada de la abuela con unos bocadillos recién horneados en la cocina, pareció calmarla. Luego de pasarle la fuente de madera, prendió la pipa, surgió la primera bocanada de humo y las palabras comenzaron a brincar sobre el lejano sonido de la leña quemada.
-Chicos. Díganme una cosa. ¿Saben por qué nunca se debe hablar mal de nadie?
-No, abuelita –contestamos al unísono.
-Muy bien. Yo les voy a contar…
Intuí que la abuela daría comienzo a una serie de sermones desagradables, como consecuencia de la presunta mala conducta de alguno de nosotros. Cuando quise desviar la atención, las palabras se tornaron más atrapantes.
-La gente siempre se entera…
-Pero abuelita, abuelita –insistió Eloísa con su habitual imprudencia. Si la gente no te puede escuchar, podemos decir lo que queramos…
-No, mi amor, no… La gente se entera después. Es cuestión de tiempo. A la corta, si le cuenta alguien; a la larga, cuando van al cielo y Dios allá arriba les dice, porque Él sabe todas las cosas.
Sentí crecer el pánico al flanquear la curiosidad, olvidando aún el dolor de mis manos congeladas de jugar en el patio ante la cercanía del fuego.
-Entonces Dios es malo –dije. ¿Para qué le cuenta a la gente si se enoja?
La abuela removió el hediondo tabaco de la pipa. Luego perdió su mirada en el vacío.
-No. Dios no es malo –contestó. Pero los que se portan mal, tienen que recibir su merecido. Mirá…Cuando yo era muy, pero muy chiquita, mamá me dijo que siempre leyera la Biblia. Ahí está la verdad, porque la escribió Dios.
Mi hermana aprovechó para consumar otra de sus frecuentes interrupciones. Fue imposible detenerla.
-Abuelita. ¿Qué pasa cuando Dios le cuenta a la gente?
-Vienen a preguntar –afirmó exhalando humo. Te golpean la puerta… Toc-toc…
-¿Toc-toc, abuelita? –pregunté.
Eloísa permaneció callada. Tenía la vista fija en la abuela y el dedo pulgar dentro de la boca. Nunca antes la había visto así.
-Toc-toc, mamita. Y te llevan…
Como la mayoría de los niños, estaba acostumbrado a los epílogos felices. El temor me llenó los ojos de lágrimas. Quise cambiar el veredicto inapelable de la tragedia.
-¿Y si el nene habla mal? ¿Y si el nene se arrepiente?
-Se lo llevan igual, mi vida...
Los sollozos se adueñaron de Eloísa. El acontecimiento dio por concluida la velada y la abuela, fiel a su misión de dar consuelo, la acompañó hasta su cuarto.
La sugestión de la inquietante advertencia, transformó las inofensivas sombras del cuarto en feroces garras al acecho. Bajo el intenso calor del ambiente, el sudor desplegaba su lento vendaval de insomnio. De tanto sobarme a causa de las pesadas mantas catamarqueñas y el camisón de lana, mi piel se cubrió de molestos sarpullidos. Tuve deseos de ir al baño.
Cuando atravesé el comedor, el hogar me dio una bienvenida dramática. El deforme corcoveo de las llamas enseñaba el perfil aguileño de la silueta en la mecedora, bebiendo ginebra barata del tosco cilindro de barro. El golpeteo de los talones descalzos sobre la superficie de madera le llamó la atención, dejándome a merced de la borrachera.
-¡¡¡Ah!!!... ¡¡¡Sos vos, mocoso!!!
-¡No, abuelita, no!... –grité mientras empezaba a llorar.
-¡¡¡Por culpa de ustedes su padre nos abandonó y la imbécil de tu madre, lo único que supo hacer, es ir a comerse los hongos venenosos del jardín!!!...
-¡No, por favor, no!...
La abuela volvió a besar el pico con su boca de arpillera arrugada.
-¡¡¡ ¿Quién los crio?!!! ¡¡¡ ¿Quién lo mantiene a usted, carajo?!!! ¡¡¡Yo!!!. ¡¡¡Tu abuela!!! ¡¡¡ ¿Quién les da de comer?!!! ¡¡¡La abuela!!! ¡¡¡La estúpida de su madre me dejó sola, a cargo de todo!!!
-¡Esperá, no te enojés!
Enardecida, la vieja se puso de pie. Eructó con la botella entre los brazos como si alguien se la fuera a querer quitar.
-¡¡¡Su madre lo único que hizo es matarse porque no sabía qué hacer con ustedes sin su padre!!! ¡¡¡Por qué no se la aguanta como yo!!! ¡¡¡Cállese la boca y no llore más, maricón!!!
-¡Abue…!
-¡¡¡Si, la pobre idiota de su madre, a quien siempre le dije que no se casara con ese hombre!!! ¡¡¡ ¿Y yo que le tengo que decir a usted?!!! ¡¡¡Mándese a mudar, mocoso insolente, que no tiene nada que hacer levantado a esta hora!!!
-¡Quiero agua!...
-¡¡¡Que se mande a mudar, le he dicho!!!
Volví corriendo al cuarto, desconsolado. Atiné a sumergirme debajo de la almohada por miedo a las sombras, en la impotencia de no poder llamar a nadie. Me dormí.
Al amanecer, el colchón acusaba los vestigios de un enorme ovalo de orina.
El día siguiente sorprendió a la abuela con su habitual ternura. Hasta me acarició el cabello, salpicando mis rulos dorados con la tierra negra humedecida de las papas que pelaba.
Esa misma noche, Eloísa fue por un vaso de agua. Cuando llegó a la cocina, observó absorta como dos brazos femeninos putrefactos arrastraban a la abuela hacia la puerta de atrás. En medio de los gritos atroces, los blancos mosaicos del piso mostraban una extraña e irregular ese de sangre. El anillo que siempre usaba mamá descansaba sobre ella.
Jamás volvió a pronunciar palabra alguna.
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