MESTIZAJE DE TAMBOR
por LILIANA GRISALES CEDEÑO
Cariño, viste tu pollera colorá bordada de paisajes cielo y mar.
Ponte el tocado que Pachamama con sus manos negras tejió de lacatleyas, calas y astromelias.
Engalana la fiesta del abuelo tambor escucha atenta sus historias de tierra remotas en donde todo inicio.
Baila conmigo, suelta tu cabellera mestiza sobre las selvas, cordilleras y playa.
Mirame dulce niña con tus ojos esmeralda , mientras acarició tu piel multicolor.
Ríe mi bella , danza ,canta los trinos de pájaros que reciben la mañana.
Bésame, moja mis labios con tu rico sabor a caña,
que el arcoiris te espera en la montaña para envolver tus formas de niña, mujer y anciana .
Déjame soñarte esplendorosa , pacífica , próspera e igualitaria déjame América amarte como tu me amas .
QUE EN PAZ DESCANSE MI MADRE
por GERARDO MARÍA GIRALDO PÉREZ
Madre....madre
Te estoy llamando mi madre
Tengo un dolor en el pecho
Anoche al llover,
se ha caido mi techo
y Se me perdió el maíz
Que cada año cosecho
Madre....madre...pero...
¿Dónde estás madre?
¡Donde está mi madre !
Que no revisa mi pecho?
Quiero sentir ya tus manos,
Esas manos que me sanan,
las que siempre me daban
la bendición en la mañana
Cuando salía a trabajar
A cumplir con mi jornada y
Que tu boca exclamaba,
Lo mucho que tu me amabas
Quiero escuchar de tus labios,
mi mama,
Esas viejas melodías,
que tu siempre las cantabas
Y que a mi padre agradaba, cuando el jardín tú regabas...
Pero…¿.que me está pasando mi madre…?
Que me está pasando mi madre
Si ya cruce los 60 y tu madre,
Moriste, cuando yo tenía 40.
Madre, madre, que en paz descanses mi madre
Y ahí de pasito, le das un beso
a mi recordado padre.
AUTOR : Gerardo María Giraldo Pérez
INOCENCIA
por JOSÉ ADENILDE GIRALDO HERRERA
De pie sobre un barranco mi cabello En desorden giraba El aire, el sol, el verde espacio Y el canto de la brisa me abrazaban.
Abajo en la hondonada, perfilaba Un techo frágil de vetustas tejas Abajo se escapaba silenciosa La fumarola airosa Mientras adentro de la choza ardía El asado del hambre.
De pie sobre el barranco, yo, más bien parapetado Sobre mis trece años, Soñaba en soledad Y al aire izaba el chorro de mi orina Que mojaba caliente la enramada, Mientras mi mente seducida estaba De la dulce fragancia de la estancia.
De pie sobre el barranco yo soñaba…
En tanto que quizás Allende el universo destrababa dolores de existencia…
Qué me importaba al fin y al cabo el mundo Si entonces a mi edad aún ignoraba Las cosas de la vida, ¡Qué inocencia!
DEGOLLARON SU SANTA PALOMA
por JHON JAIRO SALINAS
Padre Tiberio, desollaron su piel,
cortaron sus manitos y pies
cercenaron sus genitales.
Impávido vio como violaron a su linda y tierna sobrina.
Con motosierra, le abrieron su cabeza en forma de cruz,
abrieron su vientre... le sacaron las vísceras
rellenaron con piedras
lo arrojaron al rio...
Como él, jóvenes campesinos de Trujillo, Valle,
en orgía de horror, desmembraron sus manos,
sus cabezas...sus pies.
Madres lloraron desconsoladas, sin explicarse lo que pasaba.
Gritos de desgarro implorando por sus hijos.
Todo por sembrar; ¡la tierra en sus huertos!
¡Germinar la semilla! … para dar alimento.
Hoy, los muertos de Trujillo…
Aparecen en cuerpos
¡esculpidos!
Son huesos secos que se unen en grito de justicia...
Los muertos se levantan ... Nos miran y nos hablan,
la siembra de semillas ¡convertida en única esperanza!
No es lugar de muertos...
¡Es jardín de vivos! Olor a resistencia
Es Memoria histórica...
Denuncia subversiva...
Duelo doloroso...
llanto y sufrimiento...
¡Es sueño y utopía de la nueva sociedad!
En silencio sepulcral... El alcalde calló
en silencio sepulcral...El gobernador no dijo nada,
en silencio sepulcral... El obispo no se pronunció,
Degollaron su santa paloma...
¡Y, el Estado, cómplice, enmudeció!
LA ROSA
por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
Vagina
De las flores
Es la rosa,
Capullo encantado
Y primigenio;
Copulas
Las mañanas
Embriagando las abejas,
Y en la tarde,
Y todo el día
Lo haces,
Mientras
El picaflor excitado,
Vuela y liba.
Magnolia
Mercantil y misteriosa,
De aceite esencial
Y lisonjero,
Tienes la figura
Más excelsa
Del primor
¡oh, rosa!
Y dominas en fragancia
Al limonero.
Vendes,
Cual precio vergonzoso
-a brujas, amantes
Y hechiceros-,
Tus aromas
Sagrados y sensuales,
Tu belleza desflorada,
Y el candor,
Que en el invierno
Protegías,
En capullos delicados,
Virginales.
Tu follaje
De hoja perenne,
Guarda celoso
La desnudez
De tu copa;
Tus pétalos alegres
Se abalanzan
En cascada
-de uno en uno-,
Celebrando inmolados
El regreso victorioso
Del amor.
¿Qué apego
Tienes con la vida,
Notable trepadora,
Que cuando se marcha
Reemplazas sus ojos?
¿Cómo que
Te han visto
Con los fallecidos,
Guardando
Sus cuerpos
Con tallos de espinas,
Y llorando
Con lirios
A tus petalos
Rojos?
PETRÓLEO
por FÉLIX DOMINGO CABEZAS PRADO
La explosión gásica
Del pozo petrolífero
Ensordeció
Los oídos del bosque
Ríos de petróleo
Cabalgan loma arriba
La casafinca
Los alimentos
Y los frutales de pan coger
Los asoló
La capa acéitica
Que se comió la vida
El taladrante «progreso»
Sembró de dolor
Toda la floresta
Los vivientes se quedaron
Sin su hábitat
Y la poderosa ambición
Rompió los bolsillos
Los sueños sembrados
En el fértil campo
Se los robó el petróleo.
SIN NOMBRE
por EMMA DELLYS MARULANDA
Ahora que el mundo dejó de ser mágico. Por el hecho de que te han abandonado. No volverás a regalar la luna llena de las noches de primavera.
Ahora recordarás con nostalgia los días lluviosos en lo que estaban. No existirá un presente por qué ya todo ha quedado en el pasado.
Zafiro destellante lleno de Soledad, brisa de la mañana llena de agonía. No se volverán a entrelazar los dedos cuando de la mano se llevaban el con ella y ella prendida de él.
Hoy solo te que el pasado fallido y los días venideros; No se pierde cuando sé amado con el alma, no se pierde cuando ya no tienes nada.
Y si lo que quieres es olvidar algo tan querido, no te aferres a las rosas,ni a los poemas dichos,ni a las canciones dedicadas mucho menos a los momentos que ya vividos, dejan tatuada el Alma.
Y quizás no volveras a ser feliz; Entre una y otra cosa ya no importa. Hay millones de seres en el mundo, capaces de mutar un amor profundo y tu aferrada a la carne muerta de este amor que aunque aún gobierna el espíritu, ya no pertenece a este mundo.
Y aunque en las largas horas tu nombre invoque, una nube de humo te asemeja quizás tu allí inmersa me humilles con el desprecio de la noche, tu nombre llega.
Y aunque la muerte siempre está presente no hay cabida aquí para ella, por qué el amor que me rompe llega, cual sombra en la madrugada irrumpe.
Ahora que tu presencia ya no alumbra, mis oscuros días, hay un sentimiento que aún sufre tu partida, ya no hay retorno, pues ese amor que decías que existía se extinguió como la llama en esa fogata que ahora está en cenizas.
Ahora solo me que la dicha de mi Soledad, Triste pero mía.
Cuentos y ensayos
DESENTRAÑISMOS
por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
1
Por lo alienante de su expresión, no hay lenguaje más materialista que un “gracias a Dios”.
2
Crear una coraza contra la ingratitud, antes de servir a los demás
3
Después de tres minutos de mi amor platónico, por una mujer que me ignoró, me queda explicita la filosofía del olvido.
4
Sobre el silencio de la piedra descansa mi silencio.
5
Aspiro, hasta el final de mi vida, continuar con mi dignidad de ser nadie.
6
Tres escalones herméticos para llegar al pináculo de lo infinito.
7
Dios que eres flor, amo tu belleza. Dios que eres perro, amo tu ladrido. Dios que eres guijarro, amo tu mudez. Dios que eres hoja seca, amo tu crepitar. Dios que eres sombra que viaja, amo tus pasos.
8
Me aterroriza más el alter ego de la muerte que la muerte misma.
9
¿Por qué no vamos desnudos entre la multitud, a las 9 con 00000002 segundos 00000008 milésimas de segundo exactos?
10
Escribo para desentrañarle a mi vida mi vida misma
11
A la velocidad del algodón, que se balancea en el ramaje, viajo hacia la penumbra de mí mismo.
12
“Ir al grano”, también dirigirse al granero que existe en la feria de lo indefinido.
13
Si en la juventud no se promueve lectura que agrade, se origina mediocridad.
14
Claras de pensamiento que evitan ser parte de yemas con sabor a inteligencia, impiden que se produzcan huevos de la certeza.
15
Escribir hasta dejar virus de palabras sin vida.
16
Nadie tiene derecho a no meterse en la vida ajena.
17
Casi siempre no encuentro qué decir. Aunque tampoco me importa decir algo. Como ser contradictorio que soy, en ocasiones digo algo, algo como no sé qué decir, hasta rebasar el extremo del cinismo.
18
No nací para creer en Dios un domingo, claro que tampoco un martes, ni un viernes, menos un sábado, ni un lunes, ni un jueves, ni un miércoles, ni…
19
Beber la pócima del beso en la copa de tus labios ardientes.
20
Día que converge en el azul-gris del firmamento. Día que se diluye en manos del andariego. Día genuino para no escribir palabra alguna. Día para condensar en el acontecer del agua. Día de las suelas agujeradas por donde penetra el diluvio bíblico. Día que pesa igual a una hebra con la que se teje el siglo. Día. Día. Día. Siempre día hasta el día en que morimos.
21
Desagradecimiento es eufemismo de odio.
22
Se llega a tal grado de estupidez que, muchas veces, se le rinde más honores a la muerte que a la vida.
23
Cuando te vayas me vas a decir amor y yo te diré amor. Así cerramos un ciclo donde en algún momento hubo amor. Nos diremos amor, ya no el amor solemne, no, el amor que recuerda y hiere, amor de sombra, ni siquiera sombra de amor. Pero antes debemos brindar con la copa vacía, con el pocillo hueco, aspiraremos el aire que nos contuvo y al poco tiempo la estancia desaparecerá con nosotros porque éramos el paisaje, la luz, el amanecer, la tarde y la noche.
24
En sí la poesía encarna el verde, materia gris de la poesía. El azul de la poesía, fecunda el pintoresco sueño poético.
25
Duele este mundo sin un Dios que se apiade de millones de seres humanos, aquellos que permanecen en la desgracia.
26
Dormir es olvidar que la muerte existe, que duele la vida.
27
Escribo para reafirmarle al registrador, con torpeza, que aún existo.
EL TRUENO ANTERIOR A LAS LLUVIAS
por CARLOS ALBERTO RICCHETTI
Atardecía en las montañas de Gondmar, al este del río Svlora. El suelo presentaba depósitos de arenisca, y en los escasos sitios donde afloraban panes de tierra fértil, el sol los cuarteaba. Había transcurrido el noveno año desde la caída de las últimas bolas de fuego. El hechicero afirmaba que la sequía, según las señales del mundo espiritual, anunciaba la llegada de gruesos tambores voladores.
Los homo - erectus escuchaban alrededor de las fogatas las anécdotas de la cacería. Las hojas comenzaron a moverse. El viento soplaba con más violencia a cada instante, volcando un trueno furioso sobre el firmamento. Los homo-erectus festejaron la añorada lluvia. Bailaban, aplaudían elevando los brazos, emitían agudos alaridos. Al saltar, la húmeda arenisca salpicaba en todas partes.
Los hechos sólo describirían escenas cotidianas de la vida prehistórica, si una roca hallada a orillas del Támesis escrita en antiguo idioma mdedor, no lo hubiera concluido. El hallazgo posibilitó la continuación del Cantar de las Cuevas, al cual originalmente pertenecía. La roca denunciaba la llegada de tambores voladores que raptaron al pequeño hijo de Ogoro, jefe del Clan de los Dientes de Cobra, quien murió apenado a las treinta y seis primaveras, haciéndose lancear por un amigo.
La estoica muralla resistía el ataque de los hoplitas. Héctor sacó a relucir su heroico valor, ordenando abrir las puertas de la ciudad. Las tropas defensoras partieron a la carrera, veloces como galgos salvajes, con Héctor al frente vomitando odio. El choque con el enemigo fue brutal. Los griegos, desbandados, retrocedieron hasta la mitad del campo de batalla, pese a las numerosas bajas en las filas de Héctor. Un trueno calamitoso pellizcó a la llovizna, que envolvió la bravura destilando el delgado manto del consuelo, al pretender refrescar el fragor de los aceros cuando chocan. El terreno mutó en lodazal. Sepultó cuadrigas, hombres y animales. Algunos caballos morían fieles a sus jinetes, el resto vagaba o relinchaba herido en el fango.
Entre las nubes emergían luces fosforescentes, cuya intensidad aumentaba a tal grado, que los hoplitas dejaron de combatir para observar atónitos como bañaban el horizonte, cuando una gigantesca nave grisácea alunizó en forma vertical. Muchos sufrieron paros cardíacos, la mayoría permaneció estática frente a la supuesta corte celestial estacionada cerca de Troya. Las compuertas dieron lugar a tres hombres. Tenían el rostro blanco, ligeramente azulado. Vestían uniformes de fajina, resaltando la cruz esvástica de la visera y la manga derecha.
Héctor se encontraba a pocos metros. El sujeto que parecía el líder lo invitó a subir a bordo. Intentó negarse, alegando la organización de las exequias de los nobles fallecidos, pero la invitación era demasiado amable… Y también de cuidado. A duras penas su prestigio de guerrero lo salvaba de orinarse encima.
El interior de la nave ofrecía comodidad. Una vez que llegaron los cuatro a la Cámara de Recepción, el sujeto hizo servir copas de licor de café al coñac.
-Mi nombre es Applolodus –dijo. Venimos a confirmar la orientación de sabiduría que pronto garantizará la paz. ¿Eres fiel a tus dioses? ¿Cuánto hace que rehúyes ir al templo de tu padre Zeus?
Héctor miró sorprendido la actitud del “hombre de las luces”, yendo y viniendo de un lugar a otro.
-Pide y te será concedido. Hay tragos, salón de juegos…Diosas vírgenes a tu disposición…
-¡No comprendo porque estoy aquí perdiendo el tiempo! -interrumpió Héctor. ¡Has subestimado mi inteligencia, pues desconfío de las intenciones ocultas detrás de la hospitalidad que me mantiene secuestrado y distante de los míos!
Applolodus sonrió, haciendo encolerizar a Héctor
-Héctor…Héctor…Ni siquiera crees en lo que tus propios ojos han visto caer del cielo…No puedo culparte, los humanos son prisioneros de la naturaleza imperfecta. Olvidaron nuestras palabras inmortales…
Héctor estalló en grotescas carcajadas.
-¿Me dirás acaso que eres mensajero de los dioses?
-De cierto te digo que soy un habitante del Olimpo, enviado por Zeus para que Troya viva.
-¿Insinúas que Troya desaparecerá?
El blanco rostro de Applolodus sonrió de nuevo.
-Los dioses anuncian que los días de tu patria están contados, aunque la necesidad de cambiar el mundo será el motivo para salvarla.
La conversación tuvo un giro inesperado. Héctor ensayó una posición mucho más reflexiva.
-He comprobado el poder de tus “luces”…
-No te preocupes. Hemos recorrido el tiempo y aprendimos a controlarlo, tomando como modelos los adelantos de las sucesivas civilizaciones. Tu débil raciocinio no podría comprenderlo. Perteneces a un pequeño ciclo dentro de la ex-reparación universal.
Acto seguido, Applolodus desenfundó su pistola.
-Perdóname, Héctor –dijo amargado. Esta decisión escapa a mi voluntad.
Al disparar, la descarga de electrodos impactó sobre el pecho de Héctor, quien se desplomó. Applolodus reajustó la pistola. Luego de orar, condujo el frío hasta su cien, dispuesto a pronunciar las Antiguas Palabras Finales.
-“No vulnerarás la carne ajena, anunció el Gran Pescador de abluzzunes. Contempla la pureza. Siempre. Siempre….”.
Aún muerto, conservaba una expresión bondadosa. El orificio de la nuca, precipitaba la sangre azul en el charco negruzco que iba expandiéndose sobre el alfombrado color nácar.
Dos miembros de la tripulación trasladaron en camilla a Héctor.
-Te dije que debimos reemplazar los tripulantes con problemas psicoterapéuticos –afirmó uno de los doctores, testigo de la descomposición del cuerpo de Applolodus.
Los pilotos de la nave evidenciaron desperfectos en el suministro de energía alternativa. Héctor recobró la conciencia. La puerta de la recámara donde se encontraba desde hacía horas, había quedado abierta a causa de las fallas, oportunidad que aprovechó. Deambulando por los pasillos, ingresó accidentalmente en el laboratorio. La curiosidad lo incitó a destapar el bulto inmenso al costado de las escotillas. Los ojos casi le salen de las órbitas, cuando ante él apareció un tanque transparente que contenía al pequeño hijo de Ogoro, sumergido en una solución cristalina, lleno de tubos color rojo y verde inyectados a su cuerpo. Le faltaba la tapa del cráneo, permitiendo vérsele el rosado cerebro. Desde el recipiente intentó articular aullidos desesperados, pero apenas soltó unas burbujas rogando piedad.
Héctor abandonó el laboratorio despavorido. Llegó al computador central. Trató de manipular los controles con el afán de destruir la nave. La computadora comenzó a llorar.
-¡Por favor!… Snif…. El objetivo: Un mundo mejor…Para lograrlo…Snif, snif…. Evitar…. Desconectar…!.
Al accionar la botonera principal, conectó las salidas de emergencia. Traspuso la más cercana, saltando hacia el vacío. Segundos más tarde, la nave comenzó a elevarse hasta la mitad del cielo, saliendo disparada en dirección al horizonte hasta perderse de vista.
Después de la muerte de Héctor y la quema de Troya, nada de estos acontecimientos hubieran llegado hasta nosotros, si los arqueólogos no encontraban seis libros escritos por un poeta sirio desconocido residente en la corte troyana, los cuales permanecen en algún lugar de Utah, Estados Unidos de Norteamérica.
Una poderosísima bomba cayó en las trincheras alemanas del Marne, sembrando un tendal de víctimas. El trueno ensordecedor vaticinaba los relámpagos y por supuesto, la lluvia. La artillería francesa efectuó sucesivos disparos a las mismas posiciones. Una luz enceguecedora pareció alumbrar a uno de los soldados en el momento de la explosión. La carreta que recogía los sobrevivientes avistó al malherido envuelto en un mar de cadáveres.
El médico de la carpa de primeros auxilios gritaba.
-¡Cabo –dijo advirtiendo las jinetas, trate de mantenerse despierto!
-Una luz…Una luz…Me salvó –murmuró el soldado.
-Debo comprobar la existencia de daños neurológicos. Enfermera, pregúntele la fecha de hoy.
La pausada voz de la mujer en medio de los estruendos, surtió efecto en los oídos del cabo a manera de un oasis de calma.
-Cabo. Recuerde que fecha es hoy. Luego dígame su nombre.
El cabo tardó en responder. Tenía los ojos cerrados, aunque parecía conservar aquella extraña luz debajo de ellos.
-Septiembre…Septiembre cinco de…Mil novecientos…Mil novecientos quince.
El médico no tuvo la misa templanza de la enfermera.
-¡No se duerma, cabo! ¡Dígame el nombre! ¡Vamos!.
-Adolf…Adolf Hitler…
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