Popular ilustración aunque para nada fiel, de quien nació libre en Senegal, pero acabó siendo llevada por la fuerza y encadenada lejos de los suyos, a los Estados Unidos.
La esclavitud marcó un antes y un después en la historia de los Estados Unidos. Si bien la lucha por la abolición de la esclavitud tuvo repercusiones de carácter internacional, no es menos cierto que para EE.UU. supuso un punto de inflexión en una sociedad de estricto corte “tradicionalista” y de marcados complejos culturales.
El colectivo negro tuvo que vivir en una sociedad injusta, donde aquellas personas eran vistas como mera mercancía, en donde el color era el que marcaba la diferencia entre unos y otros, entre hombres y “cosas”.
Manuscrito original, donde puede advertirse la bella caligrafía de la joven poetisa autodidacta.
Es triste para una nación recordar ciertos momentos de su historia, hechos de los que sus ciudadanos actuales no son responsables, pero que aun con todo, su recuerdo sigue pesando como una losa sobre sus cabezas. Al igual que Alemania fue el epicentro del holocausto nazi o España uno de tantos otros países que en su día se dedicaron a la colonización y el expolio, Estados Unidos, pese a ser un pionero en la lucha contra la esclavitud, también fue una de las sociedades más duras para el colectivo negro.
Incluso siglos más tarde de la abolición de la esclavitud, los afroamericanos fueron tratados como ciudadanos de segunda, vetándoseles muchos de los derechos que poseía el común de ciudadanos blancos.
En la lucha por la igualdad, tanto antes como después de la esclavitud, figuran grandes nombres de hombres y mujeres que no aceptaron la injusticia y lucharon con ahínco (dejando su vida en ello) para alcanzar el respeto que, como personas, les correspondía.
Hoy queremos homenajear de algún modo, a una de las primeras mujeres que alzó la voz contra la injustica, Phillis Wheatley, quien entonó el primer canto lírico por el respeto a la integridad humana, con independencia del color de la piel.
Nacida en Senegal en 1753 Philis fue capturada en su más tierna infancia, contando con tan sólo siete años de edad.
Resumen biográfico
Sometida a la esclavitud viajó rumbo a Estados Unidos junto con otros cautivos, en dirección al mercado de esclavos de Boston. El destino quiso que aquella mujer fuera comprada por un matrimonio de juiciosos mercaderes, los Wheatley, que pronto comprendieron que aquella niña poseía una gran inteligencia y que su destino no estaba en los duros campos de algodón. Así, se aseguraron de que la chica recibiese una buena educación, incluyendo estudios de latín, griego, mitología e historia.
Primera edición de sus poemas, que le dedicó a George Whashington (1732 - 1799).
Pronto su educación y destreza dieron frutos y Phillis vio su primer poema publicado en 1767 a la edad de 13 años, en el Newport Mercury.
A esta obra lírica siguieron otras más y la joven creció en popularidad y reconocimiento. Su poesía fue admirada por muchas de las figuras imperantes de la Revolución Norteamericana, como la de George Washington, quien se refirió a ella por su “gran Genio poético” y le agradeció personalmente por un poema que escribió en su honor.
No obstante, Phillis seguía siendo una “simple esclava” para muchos, que creían que era imposible que una esclava negra pudiese tener tal entendimiento y sensibilidad.
Al fin y al cabo, los negros no tenían alma, como argumentaban muchos de los seguidores de Thomas Jefferson, uno de sus mayores críticos.
Reconocimiento
Debido a ello, en 1772 Wheatley tuvo que defender su capacidad literaria en las cortes.
Fue examinada por un grupo de intelectuales de Boston, entre ellos John Erving, el reverendo Charles Chauncey, John Hancock, Thomas Hutchinson, el gobernador de Massachusetts, y su teniente gobernador Andrew Oliver.
Concluyeron que, ella era la autora de los poemas adscriptos a su persona y firmaron un certificado que fue publicado en el prefacio a su libro de Poems on Various Subjects, Religious and Moral, editado en Aldgate, Londres en 1773. Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de los Estados Unidos de la igualdad intelectual entre blancos y negros.
Un hecho que parece nimio en nuestros días, pero que en su momento supuso todo una revelación, y la chispa que originó multitud de reivindicaciones que no pedían nada más que algo que caía por su propio peso, el reconocimiento de los mismos derechos que, como persona, les correspondía.
Original monumento de quien fuera la primera mujer negra en publicar y la tercera que lo hizo en su país adoptivo.
Los afroamericanos aún tuvieron que soportar muchas décadas de opresión y de constante lucha por alcanzar la igualdad, viviendo momentos realmente duros, pues el fin de la esclavitud no supuso el término de las hostilidades, sino el comienzo de la cimentación de las grandes barreras del racismo y la exclusión social, pero la voz de Phillis Wheatley no dejó ni dejará de motivar a los corazones de los hombres. Escribe: HUGO JIMÉNEZ
Datos Anexos
Tras la muerte de John y Susannah Wheatley, Phillis contrajo matrimonio con un negro liberto y de profesión verdulero llamado John Peters. Luego de que su marido la abandonara, realizó tareas domésticas como sirvienta.
Ni el trabajo duro ni su habilidad artística le brindarían prosperidad, lo que desembocaría en su temprano deceso a la edad de 31.
Alegoría de la destacada poetisa que de la forma más injusta, fue "evaluada" por un tribunal de "notables" para determinar si una mujer de su raza era capaz de escribir tan bien como lo hacía.
Partió de este mundo sumida en la pobreza y muriendo su tercer hijo unas horas después que ella.
Un segundo volumen de poesía en el que se encontraba trabajando se ha perdido.
Trabajos
- Poems on Various Subjects, Religious and Moral, 1773
- An Elegy, Sacred to the Memory of the Great Divine, the Reverend and Learned Dr. Samuel Cooper, Who Departed This Life December 29, 1783-
-Una Elegía, Dedicada a la Memoria del Gran Divino, el Reverendo y Cultivado Dr. Samuel Cooper, Quien dejó esta Vida el 29 de diciembre de 1783.
Una opinión al respecto de la autora
-Memoir and Poems of Phillis Wheatley, a Native African and Slave (Boston: Published by Geo. W. Light, 1834), also by Margaretta Matilda Odell
- Memoria y Poemas de Phillis Wheatley, una Nativa Africana y Esclava.
Poems on Various Subjects, Religious and Moral, published in 1773 To His Excellency George Washington
-Poemas sobre Varios Asuntos, Religiosos y Morales, publicado en 1773 y dedicado a "Su Excelencia, George Washington".
Detalle
La escritora infantil norteamericana Katryn Lasky, se "hizo un tiempo" para realizar una historia sobre su vida, la cual desgraciadamente aún no fue traducida al castellano y otros idiomas.
Fue llamada Phillis, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, que era el nombre del mercader que la compró. Había nacido en Senegal. En Boston, los negreros la pusieron en venta:
-¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua!
Fue palpada, desnuda, por muchas manos. A los trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuera la autora.
A los veinte años, Phillips fue interrogada por un tribunal de dieciocho ilustrados caballeros con toga y peluca.
Tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados.
Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: Era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta.
(Texto de Eduardo Galeano, "El cazador de historias")
POEMAS
Sobre ser traída desde África hasta América
Fue misericordia la que me trajo desde mi tierra Pagana, La que le enseñó a mi alma sumida en ignorancia a entender Que existe un Dios, que existe un Salvador también: Yo antes redención no buscaba ni conocía. Algunos ven a nuestra raza negra con los ojos del desdén, “Su color es un estampado diabólico”.
Primera edición de su libro, donde de alguna manera se aclara que la poetisa es "propiedad de un tal "Señor John Weathley".
Recuerden, Cristianos, Negros, negros como Caín, Pueden ser acrisolados, y unirse al séquito angelical.
Un himno a la mañana
Atiendan mis cantos, siempre veneradas nueve, Asístanme en mis labores y pulan mis melodías; En suavísima unión vayan vertiendo las notas, Pues brillante Aurora ahora reclama mi canción. Salve Aurora, y los miles de colores Que adornan tu progreso por los abovedados cielos: Despierta la mañana, y amplia extiende sus rayos, Sobre cada hoja juega el dulce céfiro; Armónicas melodías reanuda la emplumada raza, Danza el ojo brillante, y agita la pluma colorida. Sombreadas arboledas, desplieguen su verde sombra Para escudar a su poeta del quemante día; Calíope despierta la sagrada lira, Mientras tus bellas hermanas abanican el grato fuego: Las enramadas, los vendavales, los cielos jaspeados Con todas sus delicias ascienden en mi pecho.
Contexto de época
¡Vean en el Este al ilustre rey del día! Su fulgor ascendente espanta las sombras— Pero ¡Oh! Siento demasiado fuertes sus fervientes rayos, Y apenas comenzada, concluye la malograda canción.
Un himno al atardecer
En cuanto el sol dejó atrás el océano oriental El trueno resonante sacudió la celeste planicie; ¡Grandeza majestuosa! Del ala del céfiro, Exhala el incienso de la primavera en flor. Suaves murmuran los arroyos, las aves renuevan sus notas,
Y a través del aire su música entremezclada flota. ¡Por todo el cielo cuán hermosos tintes se despliegan! Pero el Oeste se vanagloria del rojo más profundo: Que así nuestros pechos brillen con cada virtud, ¡Los templos vivientes de nuestro Dios aquí abajo! Llenos de la alabanza de él que da la luz Y tira las cortinas negras de la noche, Que plácidas duermevelas calmen cada mente agotada, Para al alba despertar más celestiales, más refinadas; Así las labores del día habrán de comenzar, Más puras, más precavidas ante las trampas del pecado. El cetro plomizo de la noche sella mis ojos somnolientos, Cesa entonces, canción mía, hasta que la bella Aurora ascienda.
Sobre haber sido traída de África a Estados Unidos
Fue la misericordia la que me trajo desde mi tierra pagana, enseñando a mi ignorante alma a entender que hay un Dios, que hay un Salvador también: Ya que no he buscado ni sabía de la redención. Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso, "Su color es un hito diabólico." Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín, Podrán ser refinados, y unirse al angélico tren
Un himno al crepúsculo Tan pronto como el sol abandonó el este central el trueno repicó y sacudió la llanura celestial; ¡Esplendor majestuoso! desde el ala del céfiro, exhala el perfume de la primavera en flor . Suave murmullo de los arroyos, las aves renuevan sus notas, y a través del aire su música flota mezclada ¡A través de todos los cielos qué tintes tan bellos se extienden! Pero las glorias al oeste, el rojo en lo más profundo: Así que muchos de nuestros pechos con cada resplandor virtud, ¡los templos de vida de nuestro Dios en la tierra! Lleno de la gloria de aquel que da la luz, y corre el azabache las cortinas de la noche, que le permiten dormitar plácido, calmo, de su mente cansada, en la mañana despierta más placentero, más compuesto; así serán las labores de el día que comienza más puro, más reservado de los lazos del pecado. Cetro de plomo de una noche que sella mis ojos soñolientos, entonces cesa, mi canción, hasta que justo se hubiere erguido la Aurora. (Traducción literal del inglés
por: J. Diego Amoroz E.)
"Un himno al amanecer"
Imaginación ¡Imaginación! ¿Quién podría cantar tu poderío? ¿Y quién describiría la velocidad de tu carrera? Elevándonos a través del aire para encontrar la radiante morada, El empíreo palacio del tronante Dios, Sobre tus alas aventajamos al viento, Y dejamos atrás el rodante universo. De estrella a estrella el ojo mental vaga, Mide los cielos y recorre las regiones superiores; Allí en un panorama abarcamos el magnífico todo, O con nuevos mundos asombramos el alma infinita. A una señora en su preservación notable en un Hurrican en Carolina del Norte Si hubieras oído la tempestad desde lejos, Y sintió los horrores de la guerra de los wat'ry, A mí desconocido, todavía en esta costa pacífica Me parece que oigo el rugido tumultuoso de la tormenta, Y cómo Boreas severo con mano impetuosa Compell'd el Nereids para usurpar la tierra. Reticentes se levantaron las hijas de la principal, Y la lenta ascensión se deslizó por la llanura, Hasta que AEolus en su rápido carro condujo En sombría grandeza de la bóveda de arriba: Furioso viene. Sus hijos alados obedecen Su frenético padre, y enloquece todo el mar. El alboroto de las olas, el rugido feroz del viento, Y con sus terrores thund'ring sacude las orillas: Rompido por las olas, el armazón del barco se arrenda,
Existen innumerables ensayos sobre su vida, a pesar de la redundancia de las ilustraciones.
Y cubre con tablas el elemento wat'ry. Pero tú, María, una especie de escudo de Nereida Preservado del hundimiento, y tu forma sostenida: Y seguro que algunos oráculo heav'nly design'd En esa terrible crisis para instruir a tu mente Cosas de consecuencia eterna para pesar, Y a tu corazón sólo sentimientos para transmitir De las cosas de arriba, y de la futura condenación, Y qué nacimientos del mundo temible por venir. De arrojar mares te doy la bienvenida a la tierra. -Déjala, Nereida, fue la orden de tu Dios. Tu cónyuge enterrado tarde, como tus temores concebían, De nuevo vuelve, tus miedos están todos reliev'd: Tu hija florece con gracia superior Nuevamente verás, nuevamente tus brazos se abrazan; Ven y muéstrale tu esposo, tu heredero, ¡Y cuáles son las bendiciones del cuidado maternal!
A Una Señora Y Sus Niños
La tristeza abrumadora ahora exige mi canción: Desde la muerte brotó el dolor abrumador. ¿Qué lágrimas fluyen? ¿Qué corazones de pena soportan? ¿Qué suspiros sobre los suspiros levanta el pecho del padre? El hermano llora, las desafortunadas hermanas se unen El mal creciente, y hinchan la salmuera cristalina; Los pobres, que una vez que su generosa recompensa se alimentaba, Caer, y llorar a su benefactor muerto. En la muerte el amigo, el compañero bueno miente, Y en una muerte lo que varios comodidad muere! La madre infeliz ve la mara sanguínea Olvídese de fluir, y las ruedas de la naturaleza se quedan quietas, Pero vea desde la tierra su espíritu lejos remov'd, Y no conozcan el dolor recuerda a su mejor-belov'd: Él, con piñones más rápidos que el viento, Ha dejado atrás las tristes escenas de la mortalidad Para alegrías a este estado terrestre desconocido, Y glorias más ricas que la corona del monarca. Del curso constante de la virtud el premio behold! ¡Qué prodigiosas maravillas para su mente se despliegan! Pero de las alegrías celestiales canto en vano: No intente, musa, la tensión demasiado aventurera.
Primera esclava poeta de América
No más en show'rs salobre, vosotros amigos alrededor, O bañar su barro, o desperdiciarlos en la tierra: ¿Todavía lloras, todavía deseas su regreso? ¿Qué tan cruel es desear, y así llorar? No más para él los arroyos de la tristeza verter, Pero prisa en unirse a él en la costa del cielo, En arpas de oro para sintonizar inmortales lays, Y a tu Dios inmortal los himnos levantan.
Fotografía original.
A la universidad de Cambridge
Mientras que un ardor intrínseco incita a escribir, Las musas prometen ayudar a mi pluma; Hace poco que salí de mi tierra natal La tierra de los errores y la oscuridad egipcia: Padre de misericordia, fue tu mano gentil Me trajo a salvo de esas moradas oscuras. Estudiantes, a ti 'tis giv'n para escanear las alturas Arriba, para atravesar el espacio etéreo, Y marca los sistemas de los mundos giratorios.
Aún más, hijos de ciencia recibís La dichosa noticia de los mensajeros del cielo, Cómo fluye la sangre de Jesús para tu redención. Verlo con las manos extendidas sobre la cruz; La compasión inmensa en su pecho brilla intensamente; Oye a los maldicientes, y no resiente su desprecio: ¡Qué incomparable misericordia en el Hijo de Dios! Cuando toda la raza humana por el pecado había caído, Se dignó morir para resucitar, Y compartir con él en los cielos más sublimes, Vida sin muerte, y gloria sin fin.
Mejorar sus privilegios mientras se quedan, Vosotros discípulos, y cada hora redimiste, que lleva O buen o mal informe de ti al cielo. Que el pecado, ese mal pernicioso para el alma, Por medio de vosotros os fuisteis, ni os remitiereis; Suprimir la serpiente mortal en su huevo. Ye floreciendo las plantas de la raza humana divina, Un Etiopía te dice que eres tu mayor enemigo; Su dulzura transitoria se convierte en dolor sin fin, Y en inmensa destrucción hunde el alma.
Muy buena nota!!!
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