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Arcón Cultural

Poemas en tiempos de pandemia

POEMA

Por: HELENA RESTREPO
















Ahora que el veneno echó raíces

salimos a la calle con bozal.

"El otro es un peligro potencial"

nos gritan las enormes cicatrices.


Ahora no hacen falta directrices,

la cárcel se nos hizo natural

y hacemos nuestro éxodo virtual

con la contradicción en las narices.


Parece que está abierta la salida,

pero nadie da un paso, nada empieza,

si no hay una mesiánica vacuna.


Estamos enterrados casi en vida

y apenas asomamos la cabeza

nostálgicos de un "dos bajo la luna".


Y SI LA MUERTE NO FUERA

Por: IBÁN DE JESÚS ALARCÓN MARÍN






















Que suerte corre la muerte

Sin ser impuesta sin ser nada

Ser la que le toca bailar sola

Que suerte correría el ente viviente

Sin esperar de ella su mortal sombra

Si la muerte no fuera el final de la espera

Si la muerte no se amarilla

No se pulveriza ni se transforma

Si no se apareciera de repente

A los pies de la barandilla

Si la muerte no sintiera el veneno

El rigor del verdugo el mendrugo

La pálida y última sensación plena

El ruido infernal de los quebraderos

Que suerte seria la del Gato negro

Que se cruza de mero susto por tu camino

Que la muerte no fuera tristeza

Amenaza silenciosa crónica

Como esperanza bella y fría

Como fuese que la muerte

No esperará su ración diaria de existente

Que pasará siete vidas sin la agónica ilusión

De navegar el sombrío tártaro

Estímulo de la última estancia

Muchos años convertidos en hongos Cubriendo la tierra como Lama

Y si la muerte no fuera a donde iría

A parar la vida con su angustioso

Canto al traqueteo descompuesto

En su vagabunda esquinera alma


REINA

por CAROLINA HIDALGO



















Si esto es. Descubrirse ficción.

Ella se queda en casa cocina colaciones o

 reparte carteles de propaganda. Una versión de ciudad. Escribe historias sobre el universo vórtice tejido para el día que esto sucediera. Ofrendó la tinta del sentido corazón soltó el hilo que le lleva

a la cueva del Minotauro para declararse mujer libre. Poeta. Ha mutado de poemas

con un fondo de agua. No necesitó ser una princesita carnada,

en ello, algo de transparencia. Soberana, y feliz de tener r

eino en la fantasía hermana de los sueños

que sólo alcanzan los valientes. Sueltos los hilos convendría danzar

en puntas de dedos apenas tocar el suelo, cantar a coro abierto: ¡pureza! aún saltos de cascada aún ojos de pantera la brisa sigue fluida.

SIN TÍTULO

por MERARDO ARISTIZÁBAL
















No estamos muy distantes

de la muerte.

A un paso quizá,

un guiño,

una sonrisa.

Estamos tan cerca

que ya se siente

el aroma marchito de las rosas.

SOLILOQUIO

por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO

"MATU SALEM"
















Empujado por la ira. Abrumado por la fuerza de la desolación; tomé una pala nueva y la llevé a la sabana. En el lugar elegido -cerca del viejo níspero-, cavé y cavé; cavé y cavé, y cavé un hoyo del tamaño de mi cuerpo y un poco más. Ingresé al hoyo; acostado allí, me dí cuenta que necesitaba de alguien para favorecerme con la húmeda tierra, que un mal día, no respetó mi sacrílega soledad. ¡Perdón! te pido perdón... Tierra mía.

SIN SOSIEGO (A quienes buscan sentido?

por: JORGE ISAAC LÓPEZ LÓPEZ












Cansado de andar por las estepas y de cruzar los valles y los bosques inclino mi mirada al horizonte para hallarle sentido a mi existencia

¡Cuán vasto es el mundo que me azota! que como El Atlas llevo a mis espaldas quisiera rebelarme, mas no puedo pues él menguando mis fuerzas me derrota

Y asciendo de los estratos a los nimbos y bajo como luz empedernida al nife profundo de mi vida

Y de tanto caer y tropezar me he dado cuenta de verdad que mi lucha eterna ha de ser y merced a mi vencer mi vida sentido ha de tener


PUEBLO DE MADERA

por: CARLOS ALBERTO AGUDELO GARCÍA
















Pueblo de madera

que construyó su destino

con pasos de aurora

Tardes de piedra que se hacen casas

donde habitan labriegos

y el sudor del siglo

Años de hiel y lluvia de sal y miel

de sombra y mundo

Pueblo que comulga con el fruto

que el alma de hombres y mujeres cosecha

a la vera del acontecer

en que el maíz y el humo

son efigie de una raza

que diluye la vida en un firmamento

donde cada destello es vivienda

que resplandece de humanidad

de pan y lodo

Pasos sin huella sin destino

como aire que incendia la almendra

y deja serrín de palma

mientras el olor a fantasmal aceite

penetra en los ojos de vivos y muertos

un mañana sin quién lo viva

Pueblo de aquí de allá

de un lugar cualquiera

que pudo ser mi pueblo

o el de mis hijos que nunca nacieron

Pueblo de ladridos inconclusos

Pueblo de buitres que se alimentan

de sombras espectrales

Pueblo de hormigas

que cabalgan la hierba amarga

Pueblo de pueblo

engatusado por la fiebre del café

fiebre de tantas agonías

que hacen del pueblo un delirio

un lugar que jamás existió

en las líneas de la buena suerte

Pueblo al borde del camino

o a la orilla de una mirada triste

que luego de abandonar el tiempo desbocado

se va a un lugar sin horizonte

a digerir lágrima a lágrima

la mano que para siempre dijo adiós

Pueblo que resplandece

en la tajada que el humilde

desde tiempos inmemoriales

predestina al almuerzo que ha de servirse

al hambriento de cada día que pasa

Pueblo en el filo del cuchillo

que fragmenta el segundo próximo

hasta dejar en migajas la eternidad

Pueblo de mi sangre

que exhorta a la lujuria

a reclamar su parte de la mujer ardiente

Pueblo que estás en mis huesos

que luego de caminar las variantes del infinito

reclama para sí las huellas

que dejó la mariposa

luego de estacionarse en la humedad

del lunes del aquelarre

donde el macho cabrío fue vuelo púrpura

como el desangrar del ciervo en el ritual de la lluvia

Pueblo a la deriva

que tras el ventanal que lo hace pueblo

es rostro igual a calaveras mancilladas

de piel de durazno

encarnando en mil mentiras

el transcurrir de su existencia

Pueblo de espejos laberínticos

en los que yo mismo soy un extraño

que se busca en lo más recóndito

del reflejo de la memoria

Pueblo que amo Pueblo que odio

Pueblo que me estorba

Pueblo que mi brazo izquierdo aprisiona

para luego con mi destreza derecha

desclavar casa a casa puertas y conflictos

de por qué el pueblo crece a las cinco

de un siglo después

como luciérnaga que estalla y relumbra

igual que bombillo intermitente


La más blanda gota del oleaje

en el pesebre del Cristo

que nunca ha de ser crucificado

Pueblo en el que habitan sombras

como murciélagos a la sombra de la fruta de la noche

sombras que suenan a lamentos

que salen de una caverna sin fin

Pueblo que va hacia las dos de la tarde

a encontrar la música llana

que restablezca la armonía entre los buitres

que con sus rostros de ángeles oscuros

asedian a los enfermos

que salivan su alma que se evapora

Pueblo estático que Orfeo balancea

cuando en el parque se evapora el murmullo del alba

Pueblo al amparo de un dios de porcelana

que al quebrarse queda a la ventura

del repicar de palomas en el parque

que a la vez son poesía de Dios que arrulla

Pueblo que crepita pasos de pordiosero

en tanto la mano en llagas no se cerciore

de las monedas de Judas que recibe

Pueblo que sí en el centro de su propio designio

Pueblo que no en lo cóncavo de la ciudad

que aspira a ser

Pueblo que se indaga así mismo

al lado de la infraestructura de la rama marchita

Pueblo de la escalera

que da al otro lado del viento

hacia donde asciende el maullar envenenado

del gato de mi casa

Pueblo en el intervalo y el espacio

donde el espacio se alumbra de una vela

que sesga su llama a cada rincón de la tierra prometida

mientras espacios entre los ladridos

dejan ver del pueblo cien años

que circundan la templanza de un tambor

que encuentro en sus calles

Pueblo de vino y hostia de nada y todo

de alcanfor y abrigo

Páginas en blanco resumen mi vida

en este pueblo que es mi pueblo

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