ACADEMIA
por ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM"
Quisiera, como lobo feroz, o asaltante de caminos, extraviar del destino a los hijos reclutados de Academia; mostrarles un camino nuevo -sin aceras-, y hacerles perder tiempo, destruyendo sus rutinas, sus quimeras.
Divagar con ellos en la noche por calles alargadas -sin fronteras-, llevarlos a conocer las catacumbas y salir de allí en física estampida -con gritos y con risas-, debido al suave roce con la cola de una rata parda, que, inocente, esconde su cabeza en una vieja y asustada calavera.
A los académicos los quiero tanto que tanto podría aborrecerlos, son legión de soldados esforzados, que atienden la voz de un general, cuya propia milicia -sin cordura-, a sabido llamar:
Formalismo riguroso y curricular.
Marchan en fila, organizados, con un lápiz, un libro y un papel; y ante la más inútil de las ordenes gritadas, inclinan las ideas de librepensadores, y al unísono -y sin vacilar-, rechinan,
ante él, sus botas bien lustradas.
SOY VIENTO
por ESPERANZA RAMOS YÁÑEZ
Soy viento de ternuras y delirios de muchos tiempos… murmullo de “te quiero” concebidos en la clandestinidad.
Soy viento que galopa tu cuerpo, ventisca que abraza, ciclón que quebranta los sentidos, torbellino de emociones que se envuelven en amores prohibidos. Soy viento que se escapa y en un segundo te arropa; tornado de caricias y goces perpetuados. Soy viento… Todo y Nada.
ADOPTA, NO COMPRES
por KELLY TABARES, "KELYN KYT ACHE"
El amor es un perro callejero, las pulgas son esos otros que te aman.
Te abriré la puerta
con mis garras de bestia ancestral te liberaré
te dejaré volar entre mi casa,
te alimentaré el ego
mientras tu alma danza
con demonios subterráneos, demonios pobres
ebrios de whisky barato
marcados por el paso de los romances rotos
vestidos de mentiras
Levantaré las persianas
y el neón intermitente parpadeará la noche
me amarás en cada cuerpo
acudirás a Jung a Freud a Bukowski
Te encontraré puliendo tus antiguas cadenas con la saliva de nuestro perro muerto,
antes del amanecer
Serás un gato insistiendo su última vida
serás un diente de león y yo el vientito
desintegrado y volador
me besarás los pies,
mordisqueando mis dedos
permitirás la fiel comunión de tu cabeza entre mis piernas
Allí entregado el mutismo liquido de nuestros cuerpos
tus aspiraciones humanas desaparecerán
te entregarás al único propósito de otorgarme la diminuta muerte del orgasmo
Te abriré la puerta
y con mis besos de feme fatale retaré
tu libertad y tus sueños
te diré vuela alto
y sólo yo sabré que los gatos no vuelan
POEMA III
por CAROLINA HIDALGO
Es propicia la casa del lenguaje y en ella la cámara nupcial despojo del deseo La cocina de los antojos que practican los ancestros sagrados lugares de la palabra En el baño se piensa sobre los hijos y el secreto de la eternidad Sentarse con estilo y paciencia con el olor y lo que se es En la sala nacen las creaciones se observa a los transeúntes y se inventan sus historias Penetra el mundo en la casa del lenguaje se desvanecen las civilizaciones Nacen otro hombre otra mujer
DEGOLLARON SU SANTA PALOMA
por JHON JAIRO SALINAS
Padre Tiberio, desollaron su piel, Cortaron sus manitos y pies, Cercenaron sus genitales, Impávido vio como violaron a su sobrina, con motosierra, le abrieron su cabeza en forma de cruz, Abrieron su vientre, le sacaron las vísceras, Lo rellenaron de piedras, lo tiraron al río.
Como, él jóvenes campesinos de Trujillo, Valle, En una orgía de horror, desmembraron sus manos, Sus cabezas, sus pies, Madres lloraban desconsoladas, sin saber que era lo que pasaba, Gritos de desgarro implorando por sus hijos. Todo por sembrar la tierra en sus huertos, Germinar la semilla, para dar alimento.
Hoy los muertos de Trujillo...
Aparecen en cuerpos esculpidos, Son los huesos secos que se unen en grito de justicia, Los muertos se levantan, nos miran y nos hablan, La siembra de semillas convertida en esperanza. No es lugar de muertos, es jardín de vivos, olor a resistencia, Es Memoria histórica, denuncia subversiva, Es duelo doloroso de llanto y sufrimiento, Es sueño y utopía de nueva sociedad. En silencio sepulcral, el alcalde no dijo nada, En silencio sepulcral, el gobernador no dijo nada, En silencio sepulcral, el obispo no dijo nada, En silencio sepulcral, degollaron su santa paloma.
Y el Estado no dijo nada.
POEMA
Por JHONNY OSORIO, "JHOAN OSAG"
Días de pandemia,
a pesar de la maldad personas de luz
se manifiestan, ayudas y mercados,
los héroes por fin se hacen visibles,
médicos , enfermeras
que arriesgan su vida
salvando la de otras personas,
gestos de humanismo;
días de pandemia, abrazos virtuales,
mensajes de aliento buscamos
un rumbo luchamos por la salvación.
SOLO ME QUEDÓ AMARLO
Por ANA LUCÍA NARVÁEZ CEBALLOS, "ANA LU"
Oculto entre sus letras él fue escribiendo un código secreto, en mi nueva piel de fiera. Pude ver como se desintegraba ante el abismo y el viento una frágil y temerosa mujer, con piel solo de arena. Al final lo único que me quedó fue AMARLO. Amarlo entre alegrías y lamentos, entre gritos y también silencios, de noches tan o más oscuras que mi cabello, pero amarlo, amarlo hasta olvidar el secreto del código. Esto no tiene retorno, sería volver a vivir tras los barrotes Y dejar de sentir la libertad Que me dan sus manos.
POEMA
Por HELENA RESTREPO
Quiero en mi cama dignos oponentes que bailen con mi cuerpo y con mi alma y no salgan huyendo si la calma escapa por momentos de mi mente.
No quiero bailarines con escudo que hagan del instante una evasiva para no dar en forma decisiva su luz, su oscuridad, su ser desnudo.
Es claro para todos el ahora, pero este corazón que se enamora anhela un corazón que le dé abrigo.
No espero ser la única o la más ni aquella que se esconde; quiero paz, la transparencia fiel de los amigos.
CUANTO MÁS
Por CARLOS ALBERTO RICCHETTI
Cuanto más
los ojos llenos de lágrimas,
el descomunal silencio
sin un pésame,
con la aberración
de haberte creído mía,
dándote comedias
llenas de sol
y palabras hermosas.
Ni un desesperado ruego
puedo dar.
Me ahogo al gritar tu nombre
a la soledad tirana,
porque sólo tu razón
enciende la única esperanza.
Apenas un destello
cambiaría lo que soy.
Ahora estoy yaciente,
mitad muerto;
el resto vivo por la fuerza.
Aguardo la hoguera abismal
la cual tristemente,
acaso en busca de tu amor,
me dejará varado en el olvido.
CUENTOS
LA CABAÑA DE GERARDO
Por UMBERTO SENEGAL
Aunque abrí al azar El lugar de la espera, no hay casualidades. Reorganizándose frente a mí para demarcar otro fructuoso hito en mi vida, la sincronicidad significativa discurría sin yo saberlo. Poemas de Gerardo Rivera. De los pocos libros de poesía prologados por William Ospina: “En esta poesía lo humano es solo una parte humilde de lo que existe”. Y agrega, con clarividencia sobre la inspiración de su amigo: “Solo quien se mira tan poco a sí mismo puede ver con tanta intensidad el mundo”. Sebastián Felipe Barlovanto, anfitrión espléndido en Mira-ve, me obsequió el libro que le había prestado el poeta Orlando Restrepo. Leí, a los amigos allí presentes, el poema sobre el cual se desplazó mi mirada: En el comedor vacío. Me pareció teatral la dedicatoria: A mi mamá. No debería hablar de ti ni recordarte. /Tenías una hermosa mansedumbre, /eras mansa como la paloma que entra por la ventana abierta/y se posa en una mesa. /Y luego quizás duerme sostenida por unas manos amadas/. Extenso poema de añoranza nada meliflua, tras del cual fueron desmigajándose otros, para sorpresa de quienes escuchábamos por primera vez la poesía de tal poeta de franciscana existencia, infrecuente especie de ermitaño taoísta. O monje zen parecido a un Ryokán colombiano, sembrando versos entre los montes de Dapa, en Cali. Habita hace 42 años en el apacible Chicoral, alojado entre remanentes de bosque seco. Bajo florestas húmedas y de niebla. Sobre matorrales yermos. Ha publicado seis libros: A lo largo de las estatuas de octubre. El Viajero de los pies de oro. Una nada cubierta de hojas. El lugar de la espera. El libro de los árboles milagrosos y Los vinos del desterrado. Nunca supe nada de Rivera ni de su existencia literaria en la poesía colombiana. Mucho menos de sus temas poéticos, vecinos del haiku. O su acento taoísta, poco usual en la poesía colombiana. “Encontraste mi casa/Pusiste tu música en mí/. Y ahora soy como ese bosque/Amado por la luna. /Agua invisible que desciende/Soltando sus pájaros. /Espuma que regresa/Al llamado de las piedras/”. Entre los árboles que la abrigan, las aves compañeras de Gerardo en su nativa vivienda son tangaras rastrojeras. Y perdices coloradas. Y carpinteros punteados. Tarde de la noche, en mi habitación, leí en la solapa derecha: “Vivo en una pequeña casa de guadua y madera, cerca a Cali, después del caserío de Dapa”. Gerardo residía por allí, en algún rincón del bosque cerca del apacible sitio donde me alojaba. Quise visitarlo al día siguiente, domingo, y pregunté a mis anfitriones por tal paraje. “Si es necesario, voy a pie”, les dije. “Es cerca. Mañana los acompaño a visitar a Gerardo”, nos prometió Luz Mary, esposa de Sebastián.
JADEOS Y CENIZAS
Por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
Los sueños son puertas abriéndose al infinito por donde aparecen personajes reales e imaginarios, la mayoría producidos por lapsus de la conciencia, “vía regia al inconsciente”. Esta fue parte de una conferencia dictada por el neurólogo Sigmund Freud en un sueño que tuvo Anna, su inspiradora de la teoría de la personalidad. “El sueño (la ilación de sus contenidos manifiestos) es una formación producida por el trabajo del sueño que transforma el material latente mediante la condensación, el desplazamiento, el trastorno en su contrario y diversos tratamientos que las representaciones inconscientes reciben, en virtud de su estructura, y que designo como desfiguración onírica”, terminó explicando el célebre neurólogo. Anna sigue soñando. Observa a Freud despertar. Lo ve abrir las ventanas del consultorio. Una luz infrarroja baña su cara, es la misma utilizada por el psiquiatra en horas de consulta. Un olor a alcohol la alerta y la regresa al estado de vigilia. Freud con una mano abre las ventanas y con la otra sostiene una lámpara de luz infrarroja que pone junto a la cara de la paciente. El científico tropieza con una botella, al caer se produce un olor a alcohol. Todo este instante le hace recordar a Anna el sueño anterior con exactitud. Freud atraviesa el consultorio traspasando el cuerpo de Anna, se encuentra ansioso y melancólico porque hace tiempos no se ha podido comunicar con Anna, su paciente preferida.
TODO PARECE…
Lo soñé, lo creé. A la vez, el me soñó, me creó. En este momento ambos erramos entre el sueño, con temor de despertar. Leo sus pensamientos, lee mis pensamientos. Uno y otro creemos que la vida es un sueño y estamos en la obligación de respetarla, por lo tanto es necesario acatar nuestros límites oníricos. Los instantes pasan, con ciertas reservas de parte nuestra. En este desconocido mundo voy a la farmacia a comprar una aspirina, él va a la tienda a conseguir pan, panela, huevos y otros artículos para el desayuno. Después de dos horas nos hemos vuelto diestros en las labores de rutina. De pronto despierto y miro hacia él y lo observo también vigilante, no nos decimos nada. Sale a la tienda a conseguir pan, panela, huevos y otros artículos para el desayuno, en el mismo instante voy a la farmacia a comprar una aspirina. Al regresar la casa ya no estaba en su lugar, nos encontramos en un desierto por donde pasa una caravana de camellos y tres hombres que nos saludan, todo parece un espejismo, un sueño.
RECETA
Al darse cuenta que se había convertido en una metáfora, se acomplejó. Por esto fue donde un sicólogo para que le tratara esta enfermedad, así entendía dicho suceso. El profesional de la salud le recomendó no exponerse a la luz de la inspiración. También le anotó que para volver a ser una frase normal debía ingresar, con cautela, al mundo de lo real a través de algún agujero cerebral de un escritor con los pies bien puestos sobre la tierra, hasta lograr alejarse del poeta maniático de la metáfora. Por último le insinuó que esta receta lo expondría a convertirlo en el único personaje suicida de la literatura.
ONÍRICA
“Conozco tus sueños tontos”, manifestó el emperador al esclavo. El siervo respondió: “Lo sé, majestad. Yo también sé de sus sueños dorados. Sin embargo, ¿qué diferencia hay entre lo suyo y lo mío, si todo es un sueño?” Emperador y esclavo tuvieron el mismo destino cuando el hombre que los soñaba entró en estado de vigilia.
REFUTÓ
El poeta se enamoró del verde, del amarillo, del rojo. Todo lo veía de estos tres colores. Unas veces vacas verdes, otras sombras amarillas, mujeres rojas. Le parecía perfecto ver el mundo de esta manera. Cuando le dijeron que había vacas blancas, sombras oscuras y mujeres negras, argumentó que él no percibía el mundo surrealista.
(Del libro inédito "Demonios del día", RELATO ONÍRICO)
Yorumlar