EN TU DÍA
(A los docentes)
por: SENÉN NIÑO AVENDAÑO
Eres vanguardia, profeta y guía, con tu voz, ejemplo y sabiduría, alientas los sueños milenarios de transformar las tiernas travesuras, en potentes espíritus libertarios. Tu Grandeza se erige en hacer sencillo lo complejo y en placentero el uso del número y la letra, llaves eternas del conocimiento y código descifrante de ocultos secretos en la historia. Tu palabra, herramienta prodigiosa, tinte indeleble que marca los genes del alma infante, anida en ella el amor por la verdad y el coraje de luchar contra la tiranía y desigualdad Tu fe es infinita y conmovedora, no importa el injusto olvido, la inclemencia laboral, la ingratitud o la cruel traición, te mantienes firme en tu filantrópico ideal, de construir humanidad y Nación Tu claro criterio y valiente autonomía son gotas de democracia, de amor y rebeldía, que sumadas todas, constituyen portentosa corriente emancipadora de humildes y excluidos de la patria mía. La arrasadora fuerza de tu noble compromiso con facilidad increíble derrumba sombríos muros de pérfida ignorancia y letal olvido, alumbrando la esperanzada lucha del oprimido.
POEMA IV
por EMMA DELLY MARULANDA
Mientras la respiración fluye Las manos sudan y el vientre arde, El corazón se rompe Se dilata Se desgarra Se entregan las pupilas a la piel, Las yemas de los dedos se unen a la espalda, La fragancia que emerge en la habitación, excita e ínsita a la pasión Arde el cuarto en fuego esta Los pies se contraen Y los labios muerdo.
EVA
por: HELENA RESTREPO
Eva no necesita llenar un vacío entre sus piernas. Está llena de sí misma. Y, si alguna vez se siente amada y reconocida en su valía, puede ser que Eva abra los muslos de su paraíso interior y deje entrar a su amado para compartir su alegría.
AYER
por MERARDO ARISTIZÁBAL
Píntame sapos en el cuerpo. pero sobre todo en mi espalda; no dejes de lado mis pies y mi pecho. Píntame muchos y que alegres salten por mis humedades. Píntame sapos lentamente guiados de tu mano. Deja que ella sea tu trazo y mi veneno.
VENDAVAL Y CAOS
por ESPERANZA RAMOS YAÑEZ
Caen sobre el rancho, golpeando como balas las gotas de la ausencia.
La hojarasca conduce emociones que serpentean se agolpan formando remolinos turbulentos de nostalgias.
Las paredes se desangran y se introduce el olor a muerte, vuelan las palmas de los techos, como las almas de los muertos.
Hierve el miedo caos de impotencia y dolor hace que me postre en la tierra para mitigar mi culpa y no sentir más.
¡OH, BENDITA PATRIA,
TU PUEBLO OS BENDIGA!
por: JHON JAIRO SALINAS
“Debemos levantar de las ruinas esta república, y eso solo lo puede hacer el pueblo, que es el verdadero soberano.
Por encima de él, el cielo solamente” ¡Oh, bendita patria! Tu pueblo os bendiga, ¡Ondea tú bandera con dignidad! El amarillo nuestras riquezas, el azul nuestros océanos, el rojo la sangre derramada por quienes ofrendaron sus vidas, abonando con ella, el suelo, para ser libres, no para ser lacayos y esclavos. El escudo símbolo de honor, no como símbolo de entrega, Es hora de darnos una flor, un abrazo, símbolo de unidad, y vida digna. Que los malos gobiernos sean remplazados, por miles y miles constructores de paz. La Paz como fuerza renovadora nos ha sido esquiva, desterremos los jinetes apocalípticos de la guerra. ¡Porque sin semillas no hay agricultura!, ¡sin familia no hay organización social! ¡Sin campesinos no hay agricultura!, ¡sin agricultura no hay comida!, ¡sin comida no hay vida! Nuestros niños de Colombia piden agua... Pan... Aire... Vestido... O quizás un abrazo. ¡Señores amos del poder queremos niños para la paz, no queremos ver, niños creciendo odiando su patria, por intolerancia y mezquindad política de quienes ofenden a esa misma patria! No Queremos más casas de cartón... Salarios de hambre... Educación de mala calidad, ¡ni viejos abandonados en las calles!... Que la salud no sea una mercancía.. Y que la corrupción sea extirpada. Que las motosierras no se utilicen para cercenar manos pies y cabezas de campesinos, que los fusiles y las balas desaparezcan, que liberales y conservadores ofrezcan perdón y no repetición a las más de cinco millones, Víctimas del conflicto, político, social y armado. El clamor por la paz con justicia social en Colombia, ha sido una perseverancia, una constante... ¡Pareciésemos estar genéticamente condenados a una cultura de salvajismo, desaparición, infamia, tortura... Hasta cuándo... hasta cuándo... Las auroras febriles del pueblo truncaran la pavura de la guerra... ¡Trasplantaremos el polen rebelde de nuestras selvas, flameando la antorcha libertaria en las calles y barriadas de ciudades ávidas de libertad y dignidad fundiendo para siempre la paz con justicia social!
PRISIONEROS POLITICOS
[Cuarta Cuita]
por: XIMENA GAUTIER GREVE
Cómo quisiera recibir palabras tuyas
oir el toque tuyo sobre la mesa del patio
escuchar tus pisadas cuando llegas
pensar que solo fuiste al camino
que ya te encuentro en la quebrada
estoy mirando las matas ya llegas
y los perros bailan de contento.
Espejismos de la noche vacía
No resuenan tus cantos ni tus notas
melopeas intuitivas que murmuraban
las abuelas los veteranos sabios
como secretos que tú anotabas
aprendiendo palabras anudadas
lengua ancestral y prohibida
retener la memoria, también la historia.
A la aurora partiré caminando
a buscar los gendarmes y al gobierno.
Te secuestraron cuando protestabas
quemando ramas secas en medio del camino.
Lo poco que tu y yo traíamos
para sustentar los niños
se hizo mucho menos escaseando
mucho menos, vino el hambre.
Atravieso campos y potreros
¡cuántos kilómetros tendrán
que caminar los pies desnudos
para llegar hasta la cárcel!
Me miran, se burlan, no podemos regresar
allanaron la choza, destruyen todo
nos expulsan quitándonos la vida
te juzgaran por terrorismo
mapuche padre marido hijo amante.
Colibrí ligero del aire y la kantuta [48]
encadenado en calabozo hediondo.
LA FUENTE DEL POETA PERSA
por: UMBERTO SENEGAL
¿Qué verso podré considerar mío? Ningún poema me pertenece, ninguna palabra. ¿De cuál ritmo me enorgulleceré? Todo y también el resto está dicho. Entonces sólo me quedan los silencios y el silencio porque hasta el gesto de secar con mi mano la humedad de la boca, ese vino que perfuma el alma o el sudor que le queda al cuerpo luego del fuego que murmura, los siento ajenos al beber de la fuente que embriagó a Hafiz, o en el mismo vaso donde se embriagó Khayyam. Nada mío. Ni mis poemas ni los de otros. Tal vez el silencio. Posiblemente el silencio porque hasta el poeta que represento a ratos deja de pertenecerme.
SI HUBIERAN COSAS BUENAS BAJO EL SOL
por WAHIDER CARDONA
EL ADIOS A NATALIA CAROLINA
por: NINFA MARÍN ESCUDERO
Te fuiste… como se va la tarde…
Como se va la brisa cuando la sopla el viento.
Como blanca gaviota volaste al infinito,
buscando las estrellas para jugar con ellas
a la ronda rondalla;
para llevarles dulces y enseñarles los cuentos
que en las noches felices mamita te contara.
Jugarás con luceros, con angelitos rubios
de mejillas rosadas y…
les dirás que mamita
se ha quedado muy triste
desde que tú te fuiste con ellos a jugar.
En las aguas celestes entre nubes y rosas
Natalia Carolina aprenderá a nadar,
para que en una noche muy trágica y oscura
no te vuelvas a hogar
y no queden tan tristes los angelitos rubios
como estamos nosotros desde que tú no estás.
Pero una noche clara, allá en el infinito,
una estrella traviesa feliz alumbrará,
y a mamita y papito les enviarás mensajes
de ternura y cariño, de consuelo y de paz.
Cuentos
EL CABALLO QUE ERA BIEN BONITO
por AQUILES NAZOA
Ilustraciones: CÉSAR MOSQUERA
A continuación presentamos el fabuloso cuento de Aquiles Nazoa, el caballo que era bien bonito. Presente en varias de sus antologías, incluida «La vida privada de las muñecas de trapo».
Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines.
Todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos los colores en los ojos del caballo.
Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que con los ojos de ese caballo que comía jardines se veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo estuviera viendo para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y miraba para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de los ojos del caballo.
¡Qué caballo tan agradable! A nosotros cuando más nos gustaba verlos era aquellos domingos por la mañana que estaban tocando la retreta y ese caballo de colores llegaba por ahi vistiéndose de alfombra por todas partes que pasaba.
Yo creo que ese caballo era muy cariñoso. Ese caballo tenía cara de que le hubiera gustado darle un paseíto a uno, pero quien se iba a montar en aquel pueblo en un caballo como ese, pues a la gente de ahí le daba pena; ahí nadie tenía ropa aparente.
Ese caballo si se veía bonito cuando estaban tocando ahí esa retreta y el Señor Presidente de la Sociedad de Jardineros lo traía para que se desayunara en la plaza pública.
Que caballo tan considerado. Ese caballo podía estar muy hambriento, pero cuando los jardineros lo traían para que se comiera la plaza, el sabia que en el pueblo había mucha gente necesitada de todo lo que alli le servían, y no se comía sino a los músicos.
Y los músicos encantados. Como el caballo estaba lleno de flores por dentro, ellos ahí se sentían inspirados y se la pasaban tocando música dentro del caballo.
Bueno, y como el caballo se alimentaba de jardines y tenía todos los colores de las flores que se comía, la gente que pasaba por ahí y lo veía esperando que los jardineros le echaran su comida decían: míreme ese caballo tan bonito que está ahí espantándose las mariposas con el rabo.
Y el caballo sabía que decían todo eso, y se quedaba ahí quietecito sin moverse para que también dijeran que aquel caballo era demasiado bonito para vivir en un pueblo tan feo, y unos doctores que pasaron lo que dijeron es que lo que parecía ese caballo es que estaba pintado en el pueblo.
¡Así era de bonito ese caballo!
Todo el mundo era muy cariñoso con ese caballo tan bonito, y más las señoras y señoritas del pueblo, que estaban muy contentas con aquel caballo que se alimentaba de jardines. ¿No ve que como consecuencia de aquella alimentación lo que el caballo echaba por el culito eran rosas?
Así, cuando las damas querían adornar su casa o poner un matrimonio, no tenían más que salir al medio de la calle y recoger algunas de las magníficas rosas con que el caballo le devolvía sus jardines al pueblo.
Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general el hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra mundial que había ahí, diciéndole: mira caballo, déjate de jardines y de maricadas de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no se quien, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tu sabes que uno defiende.
Apenas llegaron ahí a la guerra mundial, otro general que defendía el patrimonio y otras cosas así, le tiró un tiro al general que estaba de este lado de la alcabala, y al que mató fue al caballo que se alimentaba de jardines, que cayo a tierra echando una gran cantidad de pájaros por la herida porque el general lo había herido en el corazón.
La guerra por fin tuvo que terminarse porque si no hubiera quedado a quien venderle el campo de batalla.
Después que terminó la guerra, en ese punto que cayó muerto el caballo que comía jardines, la tierra se cubrió de flores.
Una vez venía de regreso para su pueblo uno que no tenía nombre y estaba muy solo y había ido a recorrer mundo buscando novia porque se sentía bastante triste, ¿no ve que le mataron hasta el perro con eso de la defensa de los principios y tal?, y no había encontrado novia alguna porque era muy pobre y no tenia ninguna gracia.
Al ver ese reguero de flores que había ahí donde había muerto el caballo que comía jardines, el hombre cogió una de su gusto y se la puso en el pecho.
Cuando llegó al pueblo encontró a su paso una muchacha que al verlo con su flor en el pecho, dijo para ella misma: que joven tan delicado que se pone en el pecho esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son tristes también, como esa flor que se puso en el pecho ese joven que viene ahí. Ese debe ser una persona muy decente y a lo mejor es un poeta. Lo que ella estaba diciendo dentro de ella con ese asunto, el hombre no lo escuchó con el oído, sino como lo oyó fue con esa flor que tenía en el pecho.
Eso no es gracia; cualquiera pude oír cosas por medio de una flor que se ha puesto en el pecho. La cuestión es que uno sea un hombre bueno y que reconozca que no hay mayores diferencias entre una flor colocada en el pecho de un hombre y la herida de que se muere inocentemente en el campo un pobre caballo.
Qué iba a hacer, le regaló a aquella bonita muchacha la única cosa que había tenido en su vida, le regaló a la muchacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas: ¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a una muchacha? El día que se casaron, como el papá de ella era un señor muy rico porque tenía una venta de raspado, le regaló como veinticinco tablas viejas, dos ruedas de carreta y una moneda de oro. Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y a la carreta le pintó un caballo, y con la moneda de oro compro una cesta de flores y se las dio de comer al caballo que pinto en la carreta, y ese fue el origen de un cuento que creo haber contado yo alguna vez y que empezaba: «Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines».
CUENTOS CORTOS PARA TIEMPOS CORTOS
(Brevísima antología del Cuento atómico) por CARLOS ALBERTO AGUDELO ARCILA
Los cuentos son historia, mito, ficción y como tal existen para ser leídos durante cierto tiempo, ya sea a través de una página, en algunos folios, en volúmenes extensos. En este género tradicional acaecen diversas ramificaciones, las cuales por su contenido, por el punto marginado en el espacio, por el destino en que intervienen sus personajes, por el tiempo paralelo a la realidad, por su misión incierta, por su infraestructura, por su matiz, por su explosiva coexistencia van teniendo nombre muy personal, al grado de parecer distantes unas de otras, hasta vérsele como si fuese un nuevo arquetipo de la narración nutrido de cánones propios. Especie de auto revitalización, ramas de aparente inconexión al encarnar su esencia genuina en supuesta nueva bibliografía. Hablo de una heterogénea perspectiva del cuento, como si esta supuesta dilatación fuese una ficción más, sin serlo.
Entre estas subdivisiones existe el cuento corto o también llamado minicuento, relato corto, cuasi cuento, hiperbreve, microficción, cuento mínimo, relato bonsái, textículo, relato pigmeo, relato vertiginoso (lo utilizó Lauro Zavala como título de uno de sus libros), ficción súbita, cuento alígero, cuento fantástico y muchos otros nombres de hermoso relieve, dados según el gusto de sus estudiosos, quienes son artífices de una historiografía subjetiva del arte de escribir narraciones breves. Cabe anotar que a esta literatura vanguardista tratan de abatirla con críticas destructivas, males intencionados con una mofa hiriente hacia el «prosista» del cuento breve. Se sindica a estos audaces de la brevedad de ser incapaces de ejercer la imaginación al circunscribir la palabra en contadas líneas, de pereza mental. Los anteriores sarcasmos se rebaten con el pronunciamiento de Julio Cortázar, uno de los mayores exponentes de la teoría del cuento, maestro del mismo, cuando «comparaba al cuento con una esfera; es algo, decía, que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos». Esta reflexión es aplicable en la minificción en relación al cuento extenso, en el haiku —poesía de 17 sílabas— respecto al poema largo, el aforismo en proporción al ensayo, etc. En conclusión, un cuento no tiene valor de cuento por el solo hecho de ser narrado en episodios inacabables, aburridos, inconsistentes, merecedores de ser lanzados al olvido. En este caso, el auténtico cuento es indiscutible, penetra, recrea, desentraña, se afirma en el vértigo o se mimetiza de cualquier circunstancia. De forma categórica el cuento debe cumplir con la premisa de ser cuento, así de sencillo, de narrar y dejarnos con el asombro a cuestas, no importa si se blinda de extensión o brevedad. Es absurdo y deplorable observar cómo el desdén, contra tan extraordinaria escritura, promueve la no lectura del microrrelato.
El escritor, poeta, ensayista, editor, fotógrafo y cuentista calarqueño Umberto Senegal, en sus constantes indagaciones, propone una nueva naturaleza del cuento y con acierto instituye el nombre de Cuento atómico. En uno de sus apartes sobre esta tesis manifiesta: «El cuento atómico es invitación a leerse a sí mismo en la página en blanco. Defino el Cuento atómico como una minificción que tiene de 0 a 20 palabras, sin cuantificar las del título, capaces de evocar, enfocar, visualizar y describir una situación determinada con personajes directos o indirectos, identificables en espacios y tiempos definidos. En ocasiones, al cuento atómico se le puede encontrar introducción, nudo y desenlace sintéticos, sin que tales elementos sean necesariamente visibles para la estructura del mismo. Aquí está la esencia del principio dramático de “las tres unidades”: un hecho, en un lugar limitado, con un número restringido de personajes». En otro de sus apartes, en relación a esta teoría, prosigue: «El cuento atómico es siempre minificción y esta se caracteriza por su extrema “brevedad y la presencia de ironía literaria, todo lo cual propicia una estructura paradójica y una relectura cuidadosa” […] Algunos de los nombres aplicados al minicuento pueden ajustarse al cuento atómico: brevicuento, cuento diminuto, microcuento, cuento en miniatura, nanocuento, cuento instantáneo, relato microscópico, texto ultrabrevísimo, o ficción de segundos, entre otros, todos con igual capacidad de evocación…». Muestra de Cuentos atómicos: De Ernest Hemingway Vendo zapatos de bebé, sin usar. De Albert Camus · Compraventa En un barecito, una sinfonola anula las conversaciones. Para tener cinco minutos de silencio hay que echarle cinco centavos. De Franz Kafka · El destino Una jaula salió en busca de un pájaro. De Jorge Julio Echeverri Botero · Otoño Sobre el escaño del parque, una hoja seca-yo. De Rafael Courtoisie · La fiera Un rebaño de lobos acechado por un único, terrible cordero. De Edmundo Valadés · Sueño Sentada ante mí con las piernas entreabiertas, columbro la vía para cumplir mi sueño de cosmonauta: arribar a Venus. De Georg Christoph Lichtenberg No solo no creía en fantasmas, sino que ni siquiera los temía. —————————————– Cuando la helada de la muerte cubra de escarcha mis mejillas. De Ana María Shua · ¡Huyamos! ¡Huyamos, los cazadores de letras están aquí! De Bibiana Bernal · Descontinuado Después de comprar la cabeza, brazos, piernas, el tronco y los órganos, al fantasma le fue imposible comprar la vida. De Francisco Garzón Céspedes · Armonía El picor de su ala lo rascó con su mano. De Aníbal Trespalacios Villa · Brindis El bebedor incorregible alzó la copa y dijo: —¡Me voy a tomar el último! —vació la copa y cayó muerto. De Antonio Skarmeta · Desnudo en el tejado ¿Y qué pretendes? ¿Que viva desnudo en el tejado? De Luis Vidales · Superciencia Por medio de los microscopios los microbios observan a los sabios. De Julio Torri · Don Un hada le concedió el don de abrir cualquier diccionario justamente en la página donde se hallaba la palabra buscada. De Tomás Arauz · El sueño de la virgen Cuando dijo «sí», tendida en el pasto, descubrió que soñaba; pero era demasiado tarde. De Carlos Alberto Castrillón · Visor Aturdido por la feroz matanza, se llevó las manos a la cabeza y no tenía cabeza. De Triunfo Arciniegas · Pequeños cuerpos Los niños entraron a la casa, destrozaron las jaulas. La mujer encontró cuerpos muertos y enloqueció. Los pájaros no regresaron. De Juan José Arreola · Cuento de horror La mujer que amé se ha convertido en fantasma: yo soy el lugar de las apariciones. De Rodrigo Argüello · Cuento de hadas La mujer que amo se me convirtió en hada: Me hace el amor todas las mañanas. Cuento policíaco La mujer que busco me busca desesperada: Soy el culpable de todos sus crímenes y pecados. De Hernán Lavín Cerda · El miedo Nadie anda detrás de mí, pero corre. Nadie que ahora se abalanza. De Juan Eduardo Cirlot · Sueño 1 Una ciudad se derrite lentamente como carcomida por un incendio. Sueño 2 No me interesa la otra vida, dije, puesto que en ella también hay suplicios y verdugos. De Agustín Monsreal · Reencarnación ¡Carajo, otra vez perro! De Anatole France · Desfiguración Se había puesto tan horroroso, que pasándose la mano por la cara, sintió su fealdad. De Augusto Monterroso · El dinosaurio Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Historia fantástica Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo. Fecundidad Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea. De Ángel Oleoso · Monstruo «¡Eres un monstruo!», le gritó ella. Él asintió con lo que parecía su cabeza. De Max Aub · Crímenes ejemplares I La hendí de abajo arriba, como si fuese una res, porque miraba indiferente al techo mientras hacia el amor. II Lo maté en sueños y luego no pude hacer nada hasta que lo despaché de verdad. Sin remedio. III ¿Usted no ha matado nunca a nadie por aburrimiento, por no saber qué hacer? Es divertido. IV De mí no se ríe nadie. Por lo menos ése ya no. V Lo maté por no darle un disgusto. De Iván Adamovic · Anuncio por palabras ¿Y si fueras tú el androide? ¡Piénsalo un poco! De José Emilio Pacheco · Tentador Dijo el demonio al cielo: —No me tientes. Infernalia —Anoche no soñé. Despierto, comprendí que estaba en el infierno y ustedes eran los demonios. Cuento de espantos Violó la cripta a medianoche. Halló su propio cadáver en el sarcófago. De Fredric Brown · Llamada El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta. De Vladimir Nabokov · Botánica y paternidad ¿Ese que está bajo un olmo es tu padre? —No es un olmo, es un roble —contestó Ada. De William Ospina · Amenazas —Te devoraré —dijo la pantera. —Peor para ti —dijo la espada. De César Vallejo · Despierto Conozco un hombre que dormía con sus brazos. Un día se los amputaron y quedó despierto para siempre. Pasó Le vi pasar tan rápido, que no le vi. De Gabriel Jiménez Emán · Sin título Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello. De Arturo Pérez Reverte · Cruce Cruzaba la calle cuando comprendió que no le importaba llegar al otro lado. Enrique Vila-Matas · Molestia Sentí una molestia muscular, era la quinta vez que yo nacía. De Cuca Canals · E-MAIL http://www.AnayCarlosSe ConocieronPorInternet.EstánAtrapados EnEl@mor.hothothotmail.Fin// De Umberto Senegal · Guillotina Entre la cesta su sonrisa adquirió más fuerza. Vanidad La mujer, en avanzado estado de descomposición, se quedó otros minutos frente al espejo. Licantropía «¿Ves esa monja orinando?» «¡Sí!» «En realidad, es el hombre lobo». Sorpresa «¿Encontraron los regalos?» «Solo el tiburón y la mano izquierda de papá». Teoría «Dios creó el universo porque no soportaba el desorden dentro de Sí», dijo el filósofo, vomitando sobre la audiencia. De Carlos Alberto Agudelo Arcila · Nieve Todo lo blanco, para el vampiro, es tan triste… En… Fantasmas dando discursos de inauguración en las ruinas del coliseo. El terrorista Al decomisarle una realidad, le sentenciaron a la guillotina en la dictadura de la fantasía. Realidad Soñé que cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. En realidad, cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. Se ve… El fantasma come en el estanque mendrugo de luna blanca. Se ve pálido, como la niña temerosa al verlo alimentarse. De Claudio de Castro S. · Ballenas Querido lector. No busques más. Esto es todo. Deberás imaginar a las ballenas. Ése es el cuento. Esta sinopsis no pretende ser un estudio profundo del minicuento ni del cuento atómico. Existen especialistas de esta materia los cuales tienen años de disertaciones, de reflexión indiscutible, de elementos de juicio concluyentes, a quienes debo respeto y admiración. Para mí, la literatura es lúdica, juego con la noche, con el aire, con la manzana, con la palabra, alucino y escribo el agua, bebo la escritura, en fin, solo invito a leer cuentos cortos en tiempos cortos, para entrar a recrear nuestros sentidos después de la hora exacta de un siglo cualquiera…
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