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Cine, arte y prensa, de luto



Desafortunado mes de junio para los amantes de la cultura hecha por colombianos, con la partida de notables exponentes.


Loba Guerrera del Cine


El fallecimiento de Camila Loboguerrero, a los 83 años, deja un profundo vacío en la industria audiovisual del país. Su legado es invaluable, no solo por la calidad de su obra, sino por haber sido la primera mujer colombiana en dirigir un largometraje de ficción: Con su música a otra parte, estrenado en 1984 y protagonizado por Nelly Moreno, Judy Henríquez y Diego León Hoyos. En esta película, Loboguerrero retrató con sensibilidad el conflicto de una joven que lucha por hacer realidad sus sueños en un país marcado por los prejuicios y las tensiones ideológicas. Además de dirigirla, escribió el guion y asumió la producción del filme.


También es recordada por María Cano (1990), una obra emblemática sobre una mujer que, en la década de 1920, asume un rol de liderazgo social. La cinta fue protagonizada por la actriz María Eugenia Dávila y reafirmó la capacidad de Loboguerrero para narrar historias con enfoque social y político desde una perspectiva femenina y crítica.


Después de una pausa en su carrera, regresó con Nochebuena (2008), una sátira tensa y divertida sobre la corrupción y la falta de empatía, contada desde el prisma de una familia disfuncional.


El Ministerio de las Culturas lamentó su partida a través de un mensaje en redes sociales, en el que destacó su papel como pionera del cine nacional:“El trabajo de Loboguerrero fue decisivo para la historia moderna del cine colombiano. Fue la primera mujer colombiana en dirigir un largometraje de ficción: Con su música a otra parte, de 1984”.La entidad también subrayó que su sensibilidad artística nació en la infancia, influenciada por comedias mexicanas, cine estadounidense y las películas de Charles Chaplin, lo que más adelante alimentaría su vocación cinematográfica desde una formación sólida en bellas artes.


Camila Loboguerrero nació en Bogotá el 3 de septiembre de 1941. Se graduó como pintora en la Universidad de los Andes y, en 1966, viajó a París para cursar una Licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Sorbona. Fue allí donde comenzó a trabajar como intérprete del cineasta peruano Jorge Reyes, un encuentro que marcaría el rumbo de su carrera profesional.


Según destaca Proimágenes Colombia, tras esa experiencia ingresó en 1968 a la Universidad de Vincennes para estudiar cinematografía. En 1971 regresó a Colombia y se vinculó activamente a la producción audiovisual, dirigiendo cortometrajes, documentales, mediometrajes y largometrajes que consolidaron su nombre como una voz imprescindible en el cine nacional.


Loboguerrero fue una verdadera guerrera del cine, abriendo camino en una época en la que hacer películas en Colombia era —y en muchos sentidos aún lo es— un acto de resistencia y pasión.


Entre 2000 y 2002 dirigió la Oficina de Cinematografía del Ministerio de Cultura, y fue una de las fundadoras de la Asociación de Guionistas Colombianos. En 2023, recibió el Premio Macondo de Honor, un reconocimiento a su valioso aporte al séptimo arte en Colombia.


Durante su discurso de agradecimiento, recordó cómo su vida dio un giro inesperado al descubrir el poder transformador del cine:“Había ido a Francia a estudiar bellas artes, pero acabé entendiendo que lo mío era el cine. Hasta entonces pensaba que solo podían hacerlo los países ricos. Allí descubrí y me maravillaron el cine latinoamericano, las películas de Gabriel Rocha y de Gutiérrez Alea. Entendí también que los colombianos podíamos hacer cine”.


Camila Loboguerrero deja una obra coherente, comprometida y profundamente humana. Su mirada crítica, su valentía para contar lo incómodo y su firmeza en la dirección de historias con voz propia seguirán inspirando a nuevas generaciones de cineastas.



Antioqueño de oro


La Universidad de Antioquia, su Facultad de Artes y la División de Cultura y Patrimonio se solidarizan en este momento de duelo ante la partida del maestro Francisco Londoño Osorno, egresado del programa de Artes Plásticas, artista, arquitecto, docente y decano de esta Facultad entre 2007 y 2016.


Durante su gestión, se distinguió por su incansable labor en el fortalecimiento académico, la promoción de la proyección artística y la creación de puentes entre las distintas disciplinas del arte. Su legado permanece vivo en quienes compartieron con él la pasión por la creación, la enseñanza y el pensamiento crítico.


Francisco Londoño dejó también una huella profunda en el ámbito artístico, con una obra marcada por la sensibilidad y el compromiso. Su última exposición, Memorias de trazos, presentada en el MUUA, fue un recorrido íntimo por su universo creativo, cargado de experimentación, abstracción, desambiguación y deconstrucción del color, la forma y la narrativa.


A su familia, amigos, colegas y estudiantes, les expresamos nuestras más sentidas condolencias. Que su obra y su ejemplo sigan iluminando e inspirando a las generaciones venideras.


Un gladiador colombiano


Este jueves, a través de mensajes en grupos de WhatsApp, se conoció la triste noticia del fallecimiento de Aldemar Solano, uno de los periodistas más lúcidos y completos que haya dado esta ciudad.


Una sentida ceremonia, celebrada en la iglesia La Balvanera —frente al Parque de La Libertad, en el corazón de Pereira—, reunió a colegas, amigos y familiares para despedir a un hombre que lo dio todo por su oficio y por la palabra.


Su muerte, causada por una agresiva bacteria que lo mantuvo hospitalizado durante un mes en el Hospital Universitario San Jorge, deja un vacío difícil de llenar en el gremio periodístico y en todos quienes valoraron su ética, su talento y su pasión por la verdad.


Aldemar no fue solo periodista. Fue un intelectual con pluma firme, verbo claro y pensamiento inquieto. Sus investigaciones, rigurosas y documentadas, se convirtieron en referentes de buen periodismo.


No buscaba el aplauso fácil ni se dejaba seducir por la inmediatez. Su mirada iba más allá de los hechos: buscaba la historia detrás de la historia, con profundidad, precisión y humanidad.

Entre sus múltiples facetas, sobresale su rol como escritor. Uno de sus textos más recordados, La fama de las pereiranas, permanece como un legado vivo. Allí abordó con lucidez el mito y la realidad que envuelven el imaginario sobre las mujeres de esta ciudad.


Con un enfoque crítico y sensible, desarmó estereotipos y retrató con agudeza la complejidad de la identidad femenina. Un texto que incomodó a algunos y generó reflexión en muchos, como debe hacerlo toda obra que valga la pena leer.


Aldemar también fue cineasta, asesor político, viajero empedernido y profundo conocedor de culturas. Recorrió el mundo con la curiosidad siempre despierta y un cuaderno en el bolsillo, dispuesto a narrar lo que otros apenas miraban. Incluso llegó a participar como extra en la última grabación de Gladiador 2.


Dejó su huella en cortometrajes, campañas, libros, conferencias y, sobre todo, en la memoria afectiva de quienes compartieron con él una charla, un consejo o un café.


Pero más allá de sus logros profesionales, quienes lo conocieron lo recuerdan como un buen amigo y un colega generoso. De esos que jamás negaban un saludo, que siempre tenían tiempo para escuchar, debatir o compartir una risa.


Fue un periodista integral, de los que ya no abundan, y un ser humano íntegro, de los que nunca deberían irse.


Gracias, Aldemar, por enseñarnos que contar historias también es una forma de amar. Hasta siempre, maestro.



"Cual centella"


Dora Mejía Otálvaro, nacida en Pereira en 1933, falleció recientemente en el estado de La Florida, Estados Unidos, donde residía acompañada por su hija en el último tramo de su vida.


Cursó sus estudios secundarios en su ciudad natal y más tarde se trasladó a Bogotá, donde obtuvo el título de bacterióloga, profesión que ejerció con dedicación durante muchos años.


Entre 1955 y 1957, publicó sus primeros poemas en el Diario de Occidente, iniciando así un fecundo camino en las letras.


Fundadora del Parnaso Nacional Colombiano y del Parnaso Literario del Eje Cafetero— recibió múltiples distinciones a lo largo de su trayectoria, siempre en reconocimiento a la belleza y profundidad de su obra poética.


Antes de su partida definitiva a los Estados Unidos, la ciudad de Pereira le rindió homenaje otorgándole su máxima distinción: La Gran Cruz de los Fundadores, acto que quedó registrado en la fotografía que acompaña este texto.


Para expresar los profundos sentimientos hacia la figura de la poetisa, sus deudos citaron un fragmento de un poema que le pertenece:


"Tú Eres”


Cruzaste por los cielos cual centella

anclando en el confín del horizonte

y convertido en luz de alguna estrella

te deshojas dolido por los montes

Navegas un riachuelo turbulento

vagando por senderos solitarios

quedándote cual eco somnoliento

en un mundo sin brújula y sin norte.”


Descansa en paz.



Fuente: ARCÓN CULTURAL

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