Emilio Ramil: el cantor caribeño que hizo suyo el tango
- Arcón Cultural

- hace 3 días
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El caso de Emilio Ramil, un intérprete caribeño profundamente vinculado al tango argentino, resulta singular y revelador. Singular, porque su acercamiento al género se produce en los años finales de su auge —entre fines de la década de 1940 y comienzos de la de 1950—, cuando el tango empezaba a ceder espacio a nuevas corrientes musicales. Revelador, porque su adhesión a esta música rioplatense, tan distinta de los ritmos de su tierra natal, refleja la fuerza de atracción universal que alcanzó el tango durante ese periodo.
El género había llegado a Cuba varias décadas antes, impulsado inicialmente por cantantes españoles como Juan Pulido y José Moriche, y más tarde por el multifacético José Bohr, alemán de nacimiento y argentino por adopción. No obstante, el verdadero impacto se produjo con la difusión de los discos de Carlos Gardel y las actuaciones del Trío Argentino, integrado por Agustín Irusta, Roberto Fugazot y Lucio Demare. Estos artistas visitaron la isla en 1948, ya consagrados y separados, para actuar nuevamente en La Habana con un contrato que consolidó la presencia del tango en el Caribe.
Entre las décadas de 1930 y 1950, numerosos intérpretes argentinos —como Hugo del Carril, Alberto Gómez y Libertad Lamarque— se presentaron en Cuba con notable éxito. El cine y la radio jugaron un papel decisivo en la difusión del género: las emisoras programaban constantemente tangos y las salas de exhibición estrenaban mensualmente producciones argentinas. Sin embargo, Cuba no desarrolló autores ni compositores propios dentro del tango. Por ello, los cantores locales comenzaron imitando a los argentinos, aunque con el tiempo fueron incorporando su propio color vocal y matices caribeños.

En ese contexto surge Emilio Ramil, descendiente de catalanes y gallegos, nacido en el barrio habanero de El Cerro. Admirador de Carlos Gardel desde su infancia, Ramil comenzó cantando los tangos del “Zorzal Criollo”, a quien muchos decían se asemejaba tanto en el timbre de voz como en el físico y el fraseo. Esa coincidencia le valió, incluso, el apelativo popular de “el Gardel cubano”.
Su debut profesional ocurrió en 1949, cuando el Trío Landa, Llerena y Tabranés lo invitó a presentarse en Radio Cine de La Habana, donde interpretó tangos del repertorio gardeliano junto a las Dolly Sisters, quienes ofrecían números de mambo. Más tarde, ya como profesional, trabajó con la orquesta de Bebo Valdés y bajo la representación artística de Ignacio Gómez Muro, quien le consiguió una gira nacional con la Compañía Arredondo. Durante esa etapa grabó su primer disco para el sello Puchito.
El guitarrista Roberto de Moya lo presentó a Agustín Cornejo y Carlos Spaventa —este último, ex acompañante de Gardel—, con quienes registró los temas “El rosal” y “La cieguita”. Su popularidad creció rápidamente, presentándose en reconocidos clubes nocturnos como Ali Bar, Sierra Bar y Mi Bohío, y en los teatros Negrete, Reina, Fausto, entre otros. Actuó también en el Tropicana, en la obra Serenata Gaucha del coreógrafo Rodney (Roderico Neyra), y en televisión, donde su participación en el Show del Mediodía junto al Conjunto Casino lo catapultó a la fama.
El propio Ramil reconocería luego el papel crucial de la televisión en su ascenso artístico:
“Creo que mucho del resurgimiento que hice con el tango en Cuba se debió a ese maravilloso invento que es la televisión. Actuando en CMQ-TV, que llegaba a toda la isla, mi figura y mi voz se hicieron muy populares.”

Su fama alcanzó tal magnitud que los choferes de transporte público, según se cuenta, se negaban a cobrarle el pasaje, saludándolo con un elogioso: “¿Cómo le vamos a cobrar al Gardel cubano?”.
En 1953 fue contratado para actuar en Nueva York, su primera experiencia internacional. De regreso en Cuba, vivió su mayor éxito hasta 1955, año en que decidió emprender nuevos rumbos. En una de sus últimas actuaciones en CMQ-TV, el autor Horacio Sanguinetti le sugirió viajar a la Argentina y presentarse en Radio Belgrano: “Allí será tu consagración”, le dijo. Así lo hizo. Envió su material discográfico a Buenos Aires, donde fue contratado con gran repercusión en radio, televisión y clubes porteños, prolongando su estadía por un año. Durante ese período conoció y compartió escenario con Agustín Magaldi (hijo).
Antes de establecerse en Argentina, realizó breves presentaciones en Miami y Nueva York, demorando su viaje por las noticias del golpe de Estado contra Juan Domingo Perón. Sin éxito en Estados Unidos y ya finalizada la crisis política argentina, decidió viajar a Buenos Aires. Allí protagonizó recordadas actuaciones en Radio Belgrano —en el programa auspiciado por Jabón Manuelita—, y más tarde en Radio Splendid, donde compitió en audiencia con Horacio Deval. También se presentó en Mendoza, Rosario, Córdoba (Radio LV2) y Montevideo (Radio Carve), donde trabajó durante un año.

Posteriormente, fue contratado por Radio Minería de Chile, país donde permaneció varios años y alcanzó gran éxito. En Santiago conoció a la actriz Gloria Montes, con quien contrajo matrimonio. Juntos emprendieron giras por Perú, Colombia, Ecuador y nuevamente Chile, hasta radicarse definitivamente en Nueva Jersey (Estados Unidos), donde residiría los últimos años de su vida.
Sobre su relación con Gardel y su manera de interpretar el tango, Ramil expresó una reflexión que resume su filosofía artística:
“A Gardel no hay que imitarlo ni igualarlo en el sonido de su voz, sino captar su alma musical, su manera de decir… y vivirlo a través del sonido de cualquier voz. Él creó un estilo armónico, melódico, profundamente humano. Inimitable. Lo más que puede hacerse es asimilar su espíritu y darle vida al relato cantado que es, en esencia, un tango.”
Escribe: ANDREA GABRIELA NIKODEM*

*Poeta y escritora, oriunda de Gualeguaychú (Entre Ríos), Argentina. Creadora del programa radial "Entre vos y yo", el cual moderaba en FM Spacio 104.7 de su ciudad natal.








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