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YANINA MARÍA CERIANI

Merlina, parte uno


Correspondiente a la serie de pinturas abstractas "Avistaje un mundo fantástico 4", de Yanina Ceriani

¡Buenos días mis queridos lectores!, hoy he venido con muchas ganas de compartir con ustedes varios de mis escritos de diversos géneros (cuentos, poemas, microficciones, ensayos, etc) y por supuesto acompañados con mis obras pictóricas que son mi grata compañía a diario.


Por fortuna hoy están allí del otro lado, pero muy cerquita mío, para que podamos juntos recorrer este camino de letras y pinturas.


¡Avanti!


“MERLINA”, parte uno


Iba buscando el camino que me reuniría con él, el gran maestro de los saberes, el pensador de todos los tiempos.


Quedamos despojados en una ciudad extinta, derrumbada por la mismísima humanidad cargada de soberbia y vanidad donde todo se volvió áspero y gris. No podíamos diferenciar entre las noches y los días. Se hacía difuso encontrar el sentido de la vida, ese impulso que te mantiene en movimiento, pero por una indivisible grieta de mi cuerpo se había filtrado la llama de la “esperanza”, esa pequeña chispa encendida que te recuerda que aún tienes la capacidad de vivir.


Nos habíamos maltratado, extirpado de toda humanidad y ruinas en el alma nos había quedado.


Y llegó el acabose para todos, y fui sobreviviente en un mundo sin fronteras, sin saber por qué razón. Peregriné por senderos pedregosos y lluvias aniquilantes cargadas de ácido y metal que rozaban mi cuerpo. Pero estaba convencida de que el maestro de todos los saberes se refugiaba en aquel horizonte y me dirigí hacia allá, nada impediría mis pasos porque él tenía la respuesta a todas las preguntas universales...


Sucumbí en momentos donde creí que había calma y me repetí a mi misma una y mil veces -"sigue adelante, el tiene la salida"- Muchas veces me sentí abatida y desanimada, presentí que ya mis fuerzas acabarían conmigo y no habría más horizontes ni quimeras por perseguir. Trate una y otra vez de levantarme. Mi firme convicción me guiaba hacia el y no había nada que me hiciera cambiar de rumbo.


Vacíos rotos, fondos insondables y me sentí empequeñecida mientras el hastío me envolvía como una serpiente con ponzoña a punto de clavar sus colmillos. Solo un ancla me sostenía, la sed de sabiduría, esa piedra filosofal que mi madre me había obsequiado de pequeña a modo de brújula, quien me llevaría a la respuesta correcta, al gran maestro que todos buscábamos y solo yo, sobreviviente de esta extinta humanidad había sido capaz de tal decisión.


En las noches cuando el viento soplaba embravecido y el frío atrevido me clavaba su helada en la piel, apenas podía recordar mi nombre, era la mujer de algún lugar. Entonces mi piedra y yo nos hacíamos compañía, era la prueba de mi existencia y el mapa de mi historia. Y cuando todo parecía acabar en aquel bosque lejano donde sentí morirme esas 200 noches, vislumbre a lo lejos una sombra, difusa, creí que era un espejismo debido a mi fatiga o quizás alucinaciones de alguna hierba venenosa, de aquellas que había comido algunas noches en la intemperie.


Fui acercándome muy lentamente, sigilosamente por temor a mi propia locura hasta llegar a unos pocos metros de él y allí estaba, sentado sobre la hierba, vestía una túnica color blanca y sostenía entre sus manos una piedra violeta, igual a la mía y con los ojos cerrados me dijo: bienvenida a mi nuevo mundo, te estaba esperando Merlina, este no ha sido el final, por ahora solo es el principio, y ya vienen llegando de diferentes lares muchas personas como tú y seremos cientos hasta convertirnos en miles, pero recuerda que por ahora es tiempo de meditar y escuchar a los dioses, ellos nos traeran sabiduría y paz a nuestro corazón, cuando el tiempo pase y hayamos encontrado el equilibrio justo entonces allí será el momento de construir y volvernos naturaleza mediante el cultivo de la tierra y aprenderemos de nuestra fuerza interior. Pero por ahora es solo un día a la vez. Luego abrió los ojos y tomó mi mano.


Me sentí a salvo y de alguna manera ya tenía la primera respuesta: vestigios de una mujer que ya no existía, me había convertido en una guerrera. Y así nació una nueva raza. Nació la esperanza, llegó la evolución.


FIN


Este ha sido mi cuento seleccionado para hoy. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo y recuerden las palabras que siempre les transmito, EL ARTE SANA TANTO COMO EL AMOR.


¡¡¡A disfrutar de este bello domingo!!!


Escribe: YANINA CERIANI*















*Nacida en la ciudad de Rosario en 1971, Yanina estuvo ligada al arte desde niña debido a las influencias de un tío abuelo, pintor reconocido de la ciudad de Rosario, Osvaldo Traficante y a su hijo quien también la apadrina, Marcelo Traficante.Yanina es autodidacta y ha dedicado su vida al arte en forma permanente.


Su capacidad de comunicación va pareja a la proyección y variedad de sus obras literarias como la poesía, el género de distopías, soliloquios, microficciones, etc.


Ha dado muestras de su versatilidad y su pasión por el arte desplegándola en varias expresiones artísticas como la pintura y la fotografía.


Actualmente dirige un taller literario para adultos llamado “Ronda de la palabra, los libros nos hacen libres” y difusión del arte por medio de programas radiales.

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